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Historia de los Patriarcas y Profetas (2008) - Ellen G. White Writings

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198 <strong>Historia</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Patriarcas</strong> y <strong>Profetas</strong><br />

mayordomo <strong>los</strong> examinó a todos; comenzando con Rubén, siguió<br />

en or<strong>de</strong>n hasta llegar al menor. La copa se encontró en el saco <strong>de</strong><br />

Benjamín.<br />

Los hermanos <strong>de</strong>sgarraron su ropa en señal <strong>de</strong> profundo dolor, y<br />

regresaron lentamente a la ciudad. De acuerdo con su propia promesa,<br />

Benjamín estaba con<strong>de</strong>nado a una vida <strong>de</strong> esclavitud. Siguieron<br />

al mayordomo hasta el palacio, y encontrando al gobernador todavía<br />

allí, se postraron ante él. “¿Qué acción es esta que habéis hecho?<br />

-dijo- ¿No sabéis que un hombre como yo sabe adivinar?” José se<br />

proponía obtener <strong>de</strong> el<strong>los</strong> un reconocimiento <strong>de</strong> su pecado. Jamás<br />

había pretendido poseer el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> adivinar, pero quería hacerles<br />

creer que podía leer <strong>los</strong> secretos <strong>de</strong> su vida.<br />

Judá contestó: “¿Qué diremos a mi señor? ¿Qué hablaremos o<br />

con qué nos justificaremos? Dios ha hallado la maldad <strong>de</strong> tus siervos.<br />

Nosotros somos siervos <strong>de</strong> mi señor, nosotros y también aquel en<br />

cuyo po<strong>de</strong>r se halló la copa”.<br />

“Nunca haga yo tal cosa -fue la respuesta-. El hombre en cuyo<br />

po<strong>de</strong>r se halló la copa, ese será mi siervo; vosotros id en paz junto a<br />

vuestro padre”.<br />

En su profundo dolor, Judá se acercó al gobernador y exclamó:<br />

“¡Ay, señor mío!, te ruego que permitas a tu siervo <strong>de</strong>cir una palabra<br />

a oídos <strong>de</strong> mi señor, y no se encienda tu enojo contra tu siervo, pues<br />

tú eres como el faraón”. Con palabras <strong>de</strong> conmovedora elocuencia<br />

<strong>de</strong>scribió el profundo pesar <strong>de</strong> su padre por la pérdida <strong>de</strong> José, y su<br />

rechazo a permitir que Benjamín viajara con el<strong>los</strong> a Egipto, pues<br />

era el único hijo que le quedaba <strong>de</strong> su madre Raquel, a quien Jacob<br />

había amado tan tiernamente. “Ahora, pues, cuando vuelva yo a tu<br />

siervo, mi padre, si el joven no va conmigo, como su vida está ligada<br />

a la vida <strong>de</strong> él, suce<strong>de</strong>rá que cuando no vea al joven, morirá; y tus<br />

siervos harán que con dolor <strong>de</strong>sciendan al seol las canas <strong>de</strong> nuestro<br />

padre, tu siervo. Como tu siervo salió fiador <strong>de</strong>l joven ante mi padre,<br />

diciendo: “Si no te lo traigo <strong>de</strong> vuelta, entonces yo seré culpable<br />

ante mi padre para siempre”, por eso te ruego que se que<strong>de</strong> ahora<br />

tu siervo en lugar <strong>de</strong>l joven como siervo <strong>de</strong> mi señor, y que el joven<br />

vaya con sus hermanos, pues ¿cómo volveré yo a mi padre sin el<br />

joven? No podré, por no ver el mal que sobrevendrá a mi padre”.<br />

José estaba satisfecho. Había visto en sus hermanos <strong>los</strong> frutos<br />

<strong>de</strong>l verda<strong>de</strong>ro arrepentimiento. Al oír el noble ofrecimiento <strong>de</strong> Judá,

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