DELEGACIÓN SAN MARTÍN - CPBA
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La responsabilidad social<br />
como punto de partida en su<br />
concepción<br />
La responsabilidad social, en pocas palabras, y a pesar del permanente<br />
agregado de elementos que la componen, es en esencia la responsabilidad<br />
de la organización hacia la sociedad. El sujeto del cual la sociedad esperaba<br />
el cumplimiento de este compromiso era tradicionalmente el Estado; sin embargo,<br />
la sociedad y el mismo Estado, como parte de un proceso evolutivo, han<br />
permitido la transferencia de responsabilidades sociales hacia el sector privado,<br />
dando lugar a la descentralización económica que consolidó plenamente la<br />
tendencia hacia una economía de libre iniciativa.<br />
La escasa capacidad de gestión del Estado y las restricciones presupuestarias,<br />
que justifican la delegación de funciones económicas a las empresas privadas,<br />
debieron complementarse con una cesión de funciones de carácter social,<br />
es decir que las empresas, a la vez de obtener una rentabilidad suficiente para su<br />
permanencia y crecimiento, se vieron en la obligación de incorporar contenidos<br />
sociales que delimitaron la forma de obtener sus utilidades. Concretamente,<br />
en correspondencia con la libertad de acción que la sociedad y el Estado han<br />
otorgado a las empresas, éstas deben cumplir no solo sus funciones económicas<br />
sino también las de carácter social, ampliando de esta forma la concepción clásica<br />
de empresa de unidad económica a institución socio-económica. El hecho<br />
de que la empresa asuma auténticamente sus responsabilidades sociales en<br />
la misma manera en que asume sus responsabilidades económicas, requiere<br />
concientizar que el concepto de responsabilidad social trasciende la filantropía<br />
y las acciones aisladas para ser parte inherente de su estrategia corporativa,<br />
incorporando el impacto que ocasiona su accionar sobre los distintos grupos de<br />
intereses que la rodean.<br />
El creciente interés de los empresarios por entender y atender los asuntos<br />
atinentes a la responsabilidad social requiere que la dimensión social sea considerada<br />
por las empresas como una actividad racional con fines claros y metas<br />
definidas, tal como es la actividad netamente económica. Una forma adecuada<br />
de lograr esta finalidad transcurre por la aplicación de una valiosa herramienta<br />
| REALIDAD PROFESIONAL<br />
dr. Claudio Genovese<br />
CONTADOR PÚBLICO<br />
Justificaciones del<br />
Balance Social<br />
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .<br />
de medición: el balance social. El uso de este instrumento nos permitirá identificar,<br />
a partir del suministro permanente y regular de información, cuáles han<br />
sido los aportes de la empresa ante las expectativas de los sectores con los que<br />
se relaciona. En tal sentido, la aplicación de este instrumento permitirá medir<br />
y evaluar en forma clara y precisa los resultados de la aplicación de la política<br />
social de la empresa, constituyéndose en parte integrante del sistema de información<br />
empresarial, que junto con las cuentas contables clásicas ofrece, tanto<br />
en la dimensión interna como externa, una información integral sobre el aporte<br />
social que brinda la empresa a la sociedad.<br />
Las carencias de la<br />
contabilidad tradicional y<br />
su necesidad de adaptación<br />
La redefinición de los objetivos empresariales desde lo económico hacia la<br />
dimensión económico-social, hoy en día, es prácticamente de aceptación generalizada<br />
en el ámbito de los negocios. Sin embargo, a pesar de esta nueva concepción<br />
voluntaria, de los dos términos que componen la orientación económica-social<br />
solo se evalúa el primero. La satisfacción del directorio de una empresa<br />
no puede transcurrir por la apreciación de una sólida estructura patrimonial y<br />
un ventajoso resultado económico. Para Cracogna1 “esta visión es incompleta,<br />
aunque real y precisa, pues la actividad empresaria abarca la realización de otros<br />
objetivos que no pueden medirse exclusivamente mediante el balance económico<br />
financiero tradicional”.<br />
El balance tradicional goza de una ventaja temporal considerable en relación<br />
con el balance social, y la misma se fundamenta en dos aspectos claves<br />
que apuntalan la confección del primero: su presentación obligatoria por imperio<br />
de ley, situación que favorece su utilización como medio de información, y<br />
su desarrollo conforme a un conjunto de principios de aceptación general que<br />
manifiestan el común acuerdo en cuanto a las pautas de su confección. Sin embargo,<br />
a pesar de encontrarse en una instancia superior en cuanto al grado de<br />
su aplicación, el balance tradicional es insuficiente como patrón de medida para<br />
objetivos y efectos de carácter social.