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BARBARA McCLINTOCK - Blog de la profesora Carolina Martínez ...

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Barbara McClintock 1<br />

<strong>BARBARA</strong> <strong>McCLINTOCK</strong> Y LA BIOLOGÍA DEL SIGLO XX:<br />

EL ENCUENTRO DE DOS HISTORIAS PARALELAS 1<br />

I. INTRODUCCIÓN<br />

Antes <strong>de</strong> entrar en el tema central <strong>de</strong> este artículo, conviene realizar una breve<br />

reflexión inicial sobre <strong>la</strong> construcción <strong>de</strong>l conocimiento científico y <strong>la</strong> influencia <strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />

circunstancias históricas en el momento en que un científico publica sus resultados,<br />

máxime si estamos en presencia <strong>de</strong> unas vicisitu<strong>de</strong>s personales como <strong>la</strong> que tuvo Barbara<br />

McClintock.<br />

Está unánimemente admitido que <strong>la</strong>s i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> un autor pasan a formar parte <strong>de</strong>l<br />

haber teórico <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciencia siempre y cuando aquel<strong>la</strong>s sean reconocidas por <strong>la</strong> sociedad o<br />

comunidad científica <strong>de</strong> <strong>la</strong> materia en <strong>la</strong> que se es miembro. El saber científico surge <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

interacción entre <strong>la</strong> creatividad individual y esa convalidación conferida por <strong>la</strong> colectividad.<br />

Ahora bien, es asimismo conocido por todos que a lo <strong>la</strong>rgo <strong>de</strong> <strong>la</strong> historia <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciencia han<br />

habido autores que en el momento <strong>de</strong> publicar sus trabajos han recibido el apoyo, e<br />

incluso el ap<strong>la</strong>uso, y el reconocimiento <strong>de</strong> autoridad por el resto <strong>de</strong> sus colegas. Mientras<br />

que, por el contrario, otros investigadores sólo han encontrado silencio o rechazo e<br />

incomprensión. La paradoja es grave cuando <strong>la</strong> posteridad revisa el valor <strong>de</strong> esas<br />

aportaciones.<br />

En <strong>la</strong> historia <strong>de</strong> <strong>la</strong> Biología tenemos abundantes ejemplos <strong>de</strong> ambos casos ya sea<br />

<strong>de</strong> reconocimiento o <strong>de</strong> silencio e incomprensión, pero quizás <strong>de</strong>stacan por encima <strong>de</strong> los<br />

<strong>de</strong>más lo sucedido a Charles Darwin, a Johan G. Men<strong>de</strong>l, y el caso, a mi enten<strong>de</strong>r, <strong>de</strong><br />

Barbara McClintock.<br />

Darwin representa el símbolo <strong>de</strong>l valioso científico que al publicar por primera<br />

vez, en 1859, su obra más notable: Origen <strong>de</strong> <strong>la</strong>s Especies por Selección Natural, tuvo<br />

muy pronto el reconocimiento mayoritario <strong>de</strong> <strong>la</strong> comunidad científica <strong>de</strong> su época, a<br />

pesar <strong>de</strong>l gran revuelo que este trabajo provocó tanto en medios científicos, como<br />

políticos, sociales y religiosos. Por el contrario, en lo que respecta a Johan Men<strong>de</strong>l, su<br />

trabajo, publicado en 1865, no <strong>de</strong>spertó sino una incomprensión generalizada, a pesar<br />

<strong>de</strong> los esfuerzos que hizo para darlo a conocer. Es conocido que sus magníficos<br />

1 Este artículo correspon<strong>de</strong> al capítulo 1 <strong>de</strong>l libro <strong>de</strong> <strong>Carolina</strong> <strong>Martínez</strong> Pulido: También en <strong>la</strong> cocina <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> ciencia. Cinco gran<strong>de</strong>s científicas en el pensamiento biológico <strong>de</strong>l siglo XX. Editado por el<br />

Servicio <strong>de</strong> Publicaciones <strong>de</strong> <strong>la</strong> Universidad <strong>de</strong> La Laguna, 2000.


Barbara McClintock 2<br />

resultados permanecieron en el olvido durante más <strong>de</strong> treinta años sin que nadie,<br />

aparentemente, les prestase <strong>la</strong> <strong>de</strong>bida atención. El caso <strong>de</strong> Barbara McClintock<br />

representa a una científica altamente valorada en los primeros años <strong>de</strong> su carrera<br />

profesional, entre 1930 y 1950, posteriormente olvidada durante casi treinta años<br />

porque sus resultados y explicaciones no tuvieron refrendo por <strong>la</strong>s “autorida<strong>de</strong>s<br />

oficiales” <strong>de</strong> <strong>la</strong> época. Por último, alcanzó <strong>la</strong>s distinciones institucionales y <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

comunidad científica al final <strong>de</strong> su vida.<br />

Ante casos como estos, cabe preguntarnos <strong>la</strong>s razones que provocaron respuestas<br />

tan diferentes. La cuestión ha sido ampliamente estudiada por numerosos historiadores <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> ciencia, y aunque no es objetivo <strong>de</strong> este capítulo exponer y discutir sus conclusiones,<br />

intentaremos subrayar algunas <strong>de</strong> <strong>la</strong>s c<strong>la</strong>ves que llevaron a que los hechos fueran así.<br />

Charles R. Darwin (1809-1882). Hoy se admite que fue casi inmediatamente<br />

aceptado y respetado porque su obra significó dar forma rigurosa a una serie <strong>de</strong> i<strong>de</strong>as que<br />

ya estaban presentes en <strong>la</strong> mentalidad <strong>de</strong> su época <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacía tiempo. Equivaldría a <strong>la</strong>s<br />

buenas acogidas <strong>de</strong>l criterio <strong>de</strong> oportunidad en ambientes que han madurado sus<br />

predisposiciones.<br />

Es sabido que el Origen representó el primer estudio serio sobre <strong>la</strong> evolución<br />

biológica. En el mismo están contenidos un conjunto <strong>de</strong> teorías, como el origen común<br />

para todos los seres vivos, o <strong>la</strong> más conflictiva teoría <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> selección natural, que<br />

este naturalista llegó a e<strong>la</strong>borar en gran medida gracias a que conocía lo que muchos<br />

pensadores anteriores habían sentado como bases sólidas para profundizar en esa<br />

cuestión.<br />

Plumas eruditas han seña<strong>la</strong>do que Darwin fue el punto <strong>de</strong> convergencia <strong>de</strong> una<br />

gran empresa colectiva. Es cierto que este autor dio <strong>la</strong> primera explicación científica <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

evolución basándose esencialmente en fenómenos empíricamente <strong>de</strong>mostrados. Así,<br />

eliminó a Dios como principio explicativo <strong>de</strong> los procesos naturales (irreversible golpe al<br />

creacionismo), lo que le valió ser consi<strong>de</strong>rado como el naturalista que completó <strong>la</strong><br />

revolución copernicana. Es asimismo cierto que a partir <strong>de</strong> <strong>la</strong> explicación causal <strong>de</strong>l cambio<br />

evolutivo, <strong>la</strong> Biología se configuró <strong>de</strong>finitivamente como ciencia. Sin embargo, no es<br />

menos cierto que Darwin encontró en sus antecesores un apoyo sin el cual no habría<br />

podido e<strong>la</strong>borar su teoría. Trabajos como los <strong>de</strong> Linneo, Buffon, Lamarck, Cuvier, Hutton y


Barbara McClintock 3<br />

Lyell, sólo por citar los más conocidos, contribuyeron <strong>de</strong> manera fundamental al<br />

pensamiento darwiniano y a <strong>la</strong> magna obra que éste cristalizó. Recor<strong>de</strong>mos que <strong>la</strong><br />

selección natural es un ejemplo consi<strong>de</strong>rado como un clásico <strong>de</strong> <strong>de</strong>scubrimientos<br />

simultáneos, pues es bien sabido que A. Wal<strong>la</strong>ce llegó <strong>de</strong> manera in<strong>de</strong>pendiente a<br />

conclusiones muy semejantes a <strong>la</strong>s darwinianas. O bien, que Buffon, un siglo antes, había<br />

ya insinuado <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> un origen común para todos los seres vivos. Darwin también basó<br />

una parte <strong>de</strong> su argumentación en conceptos que habían madurado en sectores más bien<br />

alejados, como <strong>la</strong> obra <strong>de</strong> un estudioso <strong>de</strong> <strong>la</strong>s pob<strong>la</strong>ciones humanas, Thomas Malthus, un<br />

<strong>de</strong>mógrafo encuadrado en el campo <strong>de</strong> <strong>la</strong>s ciencias sociales.<br />

Insistimos en que está fuera <strong>de</strong> discusión <strong>la</strong> <strong>de</strong>uda <strong>de</strong>l gran naturalista inglés con<br />

sus pre<strong>de</strong>cesores. Ahora bien, el que <strong>la</strong>s aportaciones <strong>de</strong> sus antecesores fueran<br />

indispensables, <strong>de</strong> ninguna manera resta valor al enorme mérito <strong>de</strong> este autor. Darwin fue<br />

un científico tenaz y riguroso, capaz <strong>de</strong> trabajar durante más <strong>de</strong> 20 años en torno a una<br />

i<strong>de</strong>a fundamental, añadiéndole constantemente nuevas observaciones, puliéndo<strong>la</strong> y<br />

enriqueciéndo<strong>la</strong>, argumentando y discutiendo cada una <strong>de</strong> sus teorías. Al final, su obra<br />

era un extenso volumen lleno <strong>de</strong> pruebas que apoyaban sus afirmaciones. Tuvo <strong>la</strong><br />

habilidad para utilizar sus recursos científicos y culturales <strong>de</strong> un modo altamente creativo,<br />

proponiendo una teoría que iba mucho más allá <strong>de</strong> lo que sus contemporáneos podían<br />

sospechar. Lo que más sobresale <strong>de</strong> su capacidad intelectual no es tanto el<br />

<strong>de</strong>scubrimiento <strong>de</strong> i<strong>de</strong>as nuevas, sino su extraordinaria capacidad <strong>de</strong> articu<strong>la</strong>r<strong>la</strong>s entre sí.<br />

Este pensador transformó un terreno caótico en una teoría madura y convincente.<br />

En Darwin se reunieron un conjunto <strong>de</strong> cualida<strong>de</strong>s personales que, sumadas al<br />

estado <strong>de</strong>l pensamiento biológico <strong>de</strong> mediados <strong>de</strong>l XIX don<strong>de</strong> <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> <strong>la</strong> evolución<br />

estaba ya ampliamente extendida, permitieron que su obra fuera discutida y criticada,<br />

con<strong>de</strong>nada por unos y a<strong>la</strong>bada por otros. En <strong>de</strong>finitiva, <strong>la</strong> teoría <strong>de</strong> <strong>la</strong> evolución<br />

darwiniana fue comprendida por los contemporáneos <strong>de</strong> su autor, quien, <strong>de</strong> esta manera,<br />

participó en vida con honores en <strong>la</strong> construcción <strong>de</strong>l saber científico 2 .<br />

2 Aunque no se trate aquí, es conveniente recordar que a finales <strong>de</strong>l siglo XIX y principios <strong>de</strong>l XX el<br />

darwinismo sufrió una importante crisis -l<strong>la</strong>mada por algunos «eclipse <strong>de</strong>l darwinismo»- <strong>de</strong> <strong>la</strong> que no se<br />

recuperó hasta que en <strong>la</strong>s décadas <strong>de</strong> 1930-40 los biólogos fueron capaces <strong>de</strong> unir lo que quedaba <strong>de</strong>l<br />

darwinismo con el men<strong>de</strong>lismo para producir <strong>la</strong> conocida Síntesis Evolutiva.


Barbara McClintock 4<br />

Este breve resumen sirve <strong>de</strong> argumento para subrayar que <strong>la</strong>s i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> un<br />

investigador sólo pasan a formar parte <strong>de</strong>l edificio <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciencia cuando son aceptadas por<br />

<strong>la</strong> comunidad científica. Por ello, po<strong>de</strong>mos afirmar que <strong>la</strong> ciencia es una empresa que<br />

mezc<strong>la</strong> lo estrictamente personal al mismo tiempo que un empeño colectivo.<br />

Johan Gregor Men<strong>de</strong>l (1822-1884). Este autor vivió en <strong>la</strong> época contemporánea<br />

<strong>de</strong> Darwin, pero con una situación totalmente diferente. Su obra ha sido también<br />

ampliamente estudiada y, por supuesto, no es este el lugar para entrar en <strong>de</strong>talles. Ahora<br />

sólo <strong>de</strong>stacaremos brevemente sus principales conclusiones al objeto <strong>de</strong> contrastar<strong>la</strong> con<br />

<strong>la</strong> forma en que fue recibida.<br />

Con los datos <strong>de</strong> cuidadosos experimentos <strong>de</strong> hibridación, Men<strong>de</strong>l estableció <strong>la</strong>s<br />

leyes que hoy llevan su nombre. De sus resultados <strong>de</strong>stacamos que <strong>de</strong>mostraron sin lugar<br />

a dudas que los caracteres hereditarios pasan <strong>de</strong> una generación a <strong>la</strong> siguiente como<br />

factores o partícu<strong>la</strong>s que mantienen su individualidad. La herencia es pues particu<strong>la</strong>da y<br />

los caracteres hereditarios se comportan como unida<strong>de</strong>s combinatorias in<strong>de</strong>pendientes.<br />

De esta manera, Men<strong>de</strong>l puso fin a un concepto que los naturalista habían arrastrado<br />

durante siglos: <strong>la</strong> teoría <strong>de</strong> <strong>la</strong> herencia mezc<strong>la</strong>da, o sea, <strong>la</strong> pérdida <strong>de</strong> <strong>la</strong> individualidad <strong>de</strong><br />

los caracteres hereditarios al pasar <strong>de</strong> una a otra generación.<br />

Un dato relevante en <strong>la</strong> andadura <strong>de</strong> su faceta pública; en marzo <strong>de</strong> 1865 Men<strong>de</strong>l<br />

dio a conocer a un reducido auditorio, en el que se encontraban algunos famosos eruditos<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> época, los resultados <strong>de</strong> ocho años <strong>de</strong> experimentos <strong>de</strong> cruzamiento. La sesión no<br />

pudo tener peor resultado: no <strong>de</strong>spertó curiosidad ni interés. Al año siguiente, en 1866, el<br />

texto <strong>de</strong> esa conferencia se publicó íntegramente, y <strong>la</strong> respuesta fue <strong>la</strong> misma. Men<strong>de</strong>l<br />

envió copias <strong>de</strong> sus trabajos a científicos notables <strong>de</strong> su tiempo, así como a <strong>la</strong>s bibliotecas<br />

más importantes <strong>de</strong> Europa. Por lo que se ha estudiado, nadie les prestó atención. Privado<br />

<strong>de</strong> todo estímulo y aliento, poco a poco fue abandonando <strong>la</strong> investigación científica y sus<br />

valiosos <strong>de</strong>scubrimientos quedaron olvidados.<br />

Men<strong>de</strong>l nunca llegó a ser comprendido en su época. Sólo en 1900 sus trabajos<br />

fueron <strong>de</strong>scubiertos y valorados en toda su magnitud. Entonces, su obra entró en <strong>de</strong>bate<br />

35 años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su publicación y 16 años <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su muerte. Actualmente, aquellos<br />

trabajos son consi<strong>de</strong>rados como una verda<strong>de</strong>ra obra maestra <strong>de</strong> experimentación y lógica.


Barbara McClintock 5<br />

Su genialidad es unánimemente reconocida y se le consi<strong>de</strong>ra con justicia como el "padre"<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> Genética.<br />

Ante lo expuesto surge <strong>la</strong> pregunta: ¿Por qué este admirable trabajo pasó<br />

inadvertido a sus contemporáneos hasta el punto <strong>de</strong> tener que aguardar más <strong>de</strong> treinta<br />

años para rendirle justicia? Los historiadores han dado diversas respuestas. Para <strong>la</strong><br />

mayoría, <strong>la</strong> incomprensión ante los resultados <strong>de</strong> Men<strong>de</strong>l fue principalmente <strong>de</strong>bida a que<br />

estaban en total oposición con <strong>la</strong>s i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> <strong>la</strong> época sobre <strong>la</strong> herencia.<br />

El concepto <strong>de</strong> que los factores hereditarios fuesen unida<strong>de</strong>s discretas (es <strong>de</strong>cir<br />

discontinuas) e in<strong>de</strong>pendientes, era incompatible con <strong>la</strong> mencionada teoría <strong>de</strong> <strong>la</strong> herencia<br />

mezc<strong>la</strong>da, admitida por aquel entonces. Pue<strong>de</strong> sostenerse que, en realidad, el trabajo <strong>de</strong><br />

Men<strong>de</strong>l llegó <strong>de</strong>masiado pronto: era <strong>la</strong> versión <strong>de</strong> un a<strong>de</strong><strong>la</strong>ntado con respecto a su época.<br />

Suele <strong>de</strong>cirse en estos ejemplos que lo novedoso siempre es difícil <strong>de</strong> aceptar y <strong>de</strong><br />

compren<strong>de</strong>r. Al parecer, el mismo Men<strong>de</strong>l no se sorprendió <strong>de</strong>masiado por <strong>la</strong> fría acogida<br />

<strong>de</strong> sus publicaciones. Según sus propias pa<strong>la</strong>bras, sus <strong>de</strong>scubrimientos eran «difícilmente<br />

compatibles con nuestros conocimientos actuales».<br />

Así pues, muchos estudiosos, más que afirmar que <strong>la</strong> obra men<strong>de</strong>liana fue<br />

ignorada por sus contemporáneos, sostienen que nadie tuvo <strong>la</strong> c<strong>la</strong>rivi<strong>de</strong>ncia necesaria<br />

para percatarse <strong>de</strong> su importancia. Cuando en 1900 se «re<strong>de</strong>scubrieron» sus leyes, el<br />

clima científico ya había cambiado. Las Ciencias Biológicas habían avanzado en el último<br />

cuarto <strong>de</strong>l siglo como para que esta gran obra encontrase entonces una inmensa<br />

repercusión. Para muchos historiadores, los 35 años <strong>de</strong> a<strong>de</strong><strong>la</strong>nto que Men<strong>de</strong>l tuvo con<br />

respecto a los científicos <strong>de</strong> su tiempo son una prueba <strong>de</strong> primer or<strong>de</strong>n para medir como<br />

el grado <strong>de</strong> potencia anticipadora <strong>de</strong> un genio que supo otear en el horizonte lo que otros<br />

sabios sólo verían más tar<strong>de</strong>, necesita a factores <strong>de</strong> receptividad que tengan capacidad<br />

para resquebrajar el control <strong>de</strong>l statu quo.<br />

Lo sucedido con Men<strong>de</strong>l confirma lo ya dicho acerca <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciencia como una<br />

empresa colectiva en ósmosis con el factor personal. Hasta que <strong>la</strong> comunidad científica no<br />

convalida un <strong>de</strong>scubrimiento, éste no pue<strong>de</strong> pasar a formar parte <strong>de</strong>l saber <strong>de</strong> una<br />

colectividad, y así <strong>la</strong> obra <strong>de</strong> Men<strong>de</strong>l "durmió" durante más <strong>de</strong> 30 años en <strong>la</strong>s estanterías<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong>s bibliotecas más prestigiosas <strong>de</strong> Europa.


Barbara McClintock 6<br />

Barbara McClintock (1902-1992), cuya vida y obra trataremos más a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte,<br />

representa una científica parcialmente olvidada por sus contemporáneos y que, sin<br />

embargo, hoy es consi<strong>de</strong>rada como una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s figuras más gran<strong>de</strong>s <strong>de</strong> <strong>la</strong> Genética 3 . Su<br />

biografía suscita gran interés no sólo porque en el<strong>la</strong> subyacen características propias <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

investigación científica en general, sino porque también permite traer a <strong>la</strong> palestra gran<br />

parte <strong>de</strong>l discurrir <strong>de</strong> <strong>la</strong> historia <strong>de</strong> <strong>la</strong> Biología a lo <strong>la</strong>rgo <strong>de</strong>l siglo XX.<br />

En <strong>la</strong> vida <strong>de</strong> McClintock l<strong>la</strong>ma <strong>la</strong> atención que hasta mediados <strong>de</strong> los años<br />

cuarenta había sido consi<strong>de</strong>rada como una genetista <strong>de</strong> prestigio, aunque un tanto<br />

excéntrica y con un temperamento muy particu<strong>la</strong>r. Como joven científica alcanzó un<br />

reconocimiento que pocas mujeres hubieran podido entonces imaginar. Por ejemplo, fue<br />

nombrada, en 1944, miembro <strong>de</strong> <strong>la</strong> prestigiosa Aca<strong>de</strong>mia Nacional <strong>de</strong> <strong>la</strong>s Ciencias<br />

norteamericana (era <strong>la</strong> tercera mujer en entrar a formar parte <strong>de</strong> esta elitista sociedad).<br />

En ese mismo año <strong>la</strong> eligieron presi<strong>de</strong>nta <strong>de</strong> <strong>la</strong> Sociedad <strong>de</strong> Genética, cargo que hasta<br />

entonces no había sido ocupado por ninguna mujer. Sin embargo, a partir <strong>de</strong> <strong>la</strong> década <strong>de</strong><br />

1950, su singu<strong>la</strong>r personalidad, su propia in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia metodológica y filosófica, <strong>la</strong><br />

llevaron a alejarse pau<strong>la</strong>tinamente <strong>de</strong> sus colegas, <strong>la</strong>s rutas divergieron y el<strong>la</strong> se recluyó<br />

en una re<strong>la</strong>tiva oscuridad.<br />

Posteriormente, al cabo <strong>de</strong> veinte años <strong>de</strong> alejamiento, el camino <strong>de</strong> <strong>la</strong> comunidad<br />

científica y el <strong>de</strong> <strong>la</strong> investigadora volvieron a converger. La obra <strong>de</strong> McClintock fue<br />

re<strong>de</strong>scubierta y valorada con justicia. Fue entonces cuando sus hal<strong>la</strong>zgos más notables<br />

empezaron a formar parte <strong>de</strong>l conocimiento científico colectivo, tras haber permanecido<br />

en un olvido casi absoluto. Recibió importantes ga<strong>la</strong>rdones científicos y en 1983 le fue<br />

concedido en solitario el premio Nobel <strong>de</strong> Medicina y Fisiología, por sus <strong>de</strong>scubrimientos<br />

fundamentales y antiguos.<br />

La vida <strong>de</strong> esta gran mujer, que siempre supo mantenerse firme en sus<br />

convicciones y ajena a los altibajos <strong>de</strong> <strong>la</strong>s modas o corrientes biológicas en boga,<br />

representa, por encima <strong>de</strong> todo, <strong>la</strong> libertad <strong>de</strong>l pensamiento.<br />

II. APROXIMACIÓN PERSONAL<br />

Barbara McClintock nació en Connecticut, Estados Unidos, el 16 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1902,<br />

sólo dos años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l re<strong>de</strong>scubrimiento <strong>de</strong>l trabajo <strong>de</strong> Men<strong>de</strong>l. Su madre, Sara<br />

3 El término Genética fue introducido en 1905.


Barbara McClintock 7<br />

Handy, proce<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> una arraigada familia norteamericana, era una mujer <strong>de</strong> gran<br />

temple, buena pianista, poetisa y pintora aficionada, que enseñó a sus hijos a tocar el<br />

piano con consi<strong>de</strong>rable <strong>de</strong>streza. Su padre, Thomas Henry McClintock, era hijo <strong>de</strong><br />

inmigrantes británicos, y licenciado en Medicina por <strong>la</strong> Universidad <strong>de</strong> Boston. Barbara,<br />

con dos hermanas mayores y un único hermano varón menor, ya <strong>de</strong>s<strong>de</strong> muy niña se<br />

manifestó como una persona autónoma y solitaria, con un temperamento poco usual. En<br />

pa<strong>la</strong>bras <strong>de</strong> el<strong>la</strong> misma, «mi capacidad <strong>de</strong> estar so<strong>la</strong> se inició en <strong>la</strong> cuna».<br />

Las re<strong>la</strong>ciones con su madre estuvieron marcadas por <strong>la</strong> tensión <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio,<br />

pues cuando nació era <strong>la</strong> tercera hija y sus padres esperaban un niño. El<strong>la</strong> ha confesado<br />

con sequedad: «Mi madre se sentía responsable, era su culpa no haber dado a luz <strong>la</strong><br />

criatura correcta». Al parecer, ni <strong>la</strong> niña ni su madre pudieron mejorar sus sentimientos<br />

<strong>la</strong> una por <strong>la</strong> otra. Cuando por fin nació el esperado niño, Barbara fue enviada a vivir<br />

con unos tíos paternos en Massachusetts hasta <strong>la</strong> edad <strong>de</strong> ir al colegio, <strong>de</strong> los que<br />

conservó un buen recuerdo. De regreso a su casa, <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones con su madre se hicieron<br />

más tensas aún y <strong>la</strong> niña creció solitaria e in<strong>de</strong>pendiente. Por el contrario, <strong>de</strong> su padre<br />

opinaba: «mi padre tendría que haber sido pediatra porque era sumamente sensible y<br />

comprensivo con los niños».<br />

Des<strong>de</strong> muy joven McClintock fue una ávida lectora y también gran aficionada a <strong>la</strong><br />

música. El<strong>la</strong> misma ha <strong>de</strong>c<strong>la</strong>rado que sentía ansias <strong>de</strong> saber y disfrutaba aprendiendo:<br />

«me encantaba informarme <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cosas». Durante toda su adolescencia se hizo cada vez<br />

más patente su «afición por activida<strong>de</strong>s que se suponían impropias <strong>de</strong> <strong>la</strong>s chicas» , como<br />

vestirse con pantalones y jugar al béisbol, al fútbol o trepar a los árboles. Tanto su padre<br />

como su madre <strong>la</strong> sentían como una niña “distinta <strong>de</strong> <strong>la</strong>s otras chicas” y, por lo menos<br />

hasta su adolescencia, estuvieron dispuestos a consentir y proteger esas diferencias. Las<br />

preocupaciones se pusieron <strong>de</strong> manifiesto cuando <strong>la</strong> hija empezó a reve<strong>la</strong>r cierta vocación<br />

intelectual. Ya en el colegio <strong>la</strong> joven McClintock <strong>de</strong>scubrió <strong>la</strong> ciencia y el p<strong>la</strong>cer <strong>de</strong> dar<br />

solución a los problemas difíciles; allí empezó a <strong>de</strong>sarrol<strong>la</strong>r su sorpren<strong>de</strong>nte capacidad <strong>de</strong><br />

abstracción, siendo capaz <strong>de</strong> permanecer horas y horas intensamente absorta «cavi<strong>la</strong>ndo<br />

sobre <strong>la</strong>s cosas».<br />

Al estal<strong>la</strong>r <strong>la</strong> Primera Guerra Mundial, el padre fue enviado al extranjero como<br />

médico militar y <strong>la</strong> madre quedó a cargo <strong>de</strong> <strong>la</strong> familia. A medida que <strong>la</strong> vocación por el<br />

estudio <strong>de</strong> Barbara McClintock y su <strong>de</strong>terminación a conseguir una formación superior se


Barbara McClintock 8<br />

iban consolidando, otro tanto ocurría con <strong>la</strong>s preocupaciones <strong>de</strong> su madre ante el futuro<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> joven. Sus dudas sobre <strong>la</strong> conveniencia <strong>de</strong> una educación universitaria para <strong>la</strong> mujer<br />

eran manifiestas. Estaba convencida <strong>de</strong> que <strong>la</strong> educación superior convertiría a su hija en<br />

alguien «extraño» y «difícil <strong>de</strong> casar». Cuando en 1919 su padre regresó <strong>de</strong> Francia,<br />

inmediatamente apoyó a <strong>la</strong> joven, y así pudo en unos pocos días matricu<strong>la</strong>rse en <strong>la</strong><br />

universidad. Su <strong>de</strong>terminación <strong>la</strong> resumía con un: «Yo sabía lo que quería hacer. Era<br />

fácil porque lo tenía muy c<strong>la</strong>ro y porque contaba con el apoyo, el apoyo total, <strong>de</strong> mi<br />

padre. Mi madre –si hubiese podido hacer algo sin generar problemas– lo habría<br />

impedido». Así llegó a <strong>la</strong> Facultad <strong>de</strong> Agricultura <strong>de</strong> <strong>la</strong> Universidad <strong>de</strong> Cornell, cumpliendo<br />

con unos <strong>de</strong> sus mayores <strong>de</strong>seos.<br />

Cuando Barbara McClintock entró en <strong>la</strong> universidad, este hecho que parecía un<br />

paso insólito para su madre, no era en modo alguno tan excepcional. La mujer americana<br />

había hal<strong>la</strong>do su camino hacia los estudios superiores prácticamente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> principios <strong>de</strong>l<br />

siglo XIX. Con respecto a <strong>la</strong> Universidad <strong>de</strong> Cornell, incluso uno <strong>de</strong> sus fundadores había<br />

manifestado: «La eficiencia <strong>de</strong> <strong>la</strong> raza humana se multiplicará en <strong>la</strong> medida que <strong>la</strong> mujer,<br />

por cultura y educación, se prepare para nuevas y más amplias esferas <strong>de</strong> acción».<br />

A<strong>de</strong>más, en <strong>la</strong> Nueva Ing<strong>la</strong>terra <strong>de</strong> 1920, <strong>la</strong> proporción <strong>de</strong> mujeres activas en el estudio<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> ciencia había alcanzado un máximo absoluto. Así por ejemplo, cuando en el año<br />

1923 Barbara McClintock se graduó, aproximadamente el 25% <strong>de</strong> los licenciados en <strong>la</strong><br />

Facultad <strong>de</strong> Agricultura eran mujeres.<br />

La gran satisfacción <strong>de</strong> <strong>la</strong> joven McClintock ante su ingreso en <strong>la</strong> Universidad se<br />

<strong>de</strong>spren<strong>de</strong> <strong>de</strong> sus propias pa<strong>la</strong>bras: «Mi primer éxtasis llegó con <strong>la</strong> primera c<strong>la</strong>se. Se<br />

trataba <strong>de</strong> zoología, y yo me sentía fascinada porque estaba haciendo precisamente lo<br />

que siempre había soñado; esta extasiada satisfacción no me abandonó jamás en ningún<br />

momento <strong>de</strong> mi época universitaria».<br />

Des<strong>de</strong> muy pronto se entregó con pasión y energía al estudio <strong>de</strong> <strong>la</strong> Biología,<br />

<strong>de</strong>mostrando un apasionado entusiasmo. También hizo ga<strong>la</strong> <strong>de</strong> una resuelta personalidad<br />

y <strong>de</strong> un inconformismo que se fue acentuando con el tiempo. En el segundo año <strong>de</strong><br />

licenciatura sabía ya perfectamente lo que quería. En 1923 se licenció en Ciencias<br />

Agríco<strong>la</strong>s y en 1927, antes <strong>de</strong> cumplir los 25 años, recibió su Ph. D. en Botánica y fue<br />

nombrada instructora <strong>de</strong> c<strong>la</strong>ses prácticas, aunque su verda<strong>de</strong>ra vocación no era <strong>la</strong><br />

docencia sino <strong>la</strong> investigación.


Barbara McClintock 9<br />

Mientras tanto, su madre aún esperaba que <strong>de</strong>jase <strong>de</strong> trabajar y se casase. «El<strong>la</strong><br />

estaba realmente preocupada pensando que iba a convertirme en una <strong>profesora</strong>», ha<br />

recordado posteriormente <strong>la</strong> científica. Con respecto al matrimonio, ha manifestado:<br />

«Yo no estaba preparada, ni <strong>de</strong> hecho lo he estado nunca, para una asociación muy<br />

íntima con nadie, ni siquiera con los miembros <strong>de</strong> mi familia (...). No sentía necesidad <strong>de</strong><br />

unión con alguien. No podía enten<strong>de</strong>r entonces el matrimonio, ni tampoco ahora (...).<br />

Jamás pasé por <strong>la</strong> experiencia <strong>de</strong> echarlo en falta». Como han seña<strong>la</strong>do algunos que <strong>la</strong><br />

conocieron, <strong>la</strong> soledad fue para el<strong>la</strong> un paraíso elegido.<br />

Es interesante subrayar cierta característica personal que McClintock mantuvo a lo<br />

<strong>la</strong>rgo <strong>de</strong> toda su vida: una asombrosa capacidad <strong>de</strong> absorción total, incluso hasta el límite<br />

<strong>de</strong> llegar a olvidarse <strong>de</strong> su nombre. Este po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> concentración, <strong>de</strong> absorberse<br />

totalmente en algo, ha sido consi<strong>de</strong>rado como el verda<strong>de</strong>ro manantial <strong>de</strong> su creativa<br />

imaginación científica. A<strong>de</strong>más, su capacidad <strong>de</strong> trabajo se reveló inagotable y su interés<br />

por el material objeto <strong>de</strong> sus estudios no tenía límites. Estas faculta<strong>de</strong>s le permitieron<br />

llevar una vida extraordinariamente fructífera, <strong>de</strong>dicada hasta su muerte a <strong>la</strong> genética <strong>de</strong>l<br />

maíz.<br />

Ahora bien, antes <strong>de</strong> analizar con más <strong>de</strong>tenimiento <strong>la</strong> obra <strong>de</strong> esta científica, es<br />

conveniente repasar el estado <strong>de</strong> <strong>la</strong> Genética en <strong>la</strong> época en que el<strong>la</strong> empezó su carrera, o<br />

sea, en <strong>la</strong> década <strong>de</strong> 1920.<br />

III. BREVE HISTORIA DE LA GENÉTICA HASTA LA DÉCADA DE 1920<br />

Mayoritariamente está admitido que <strong>la</strong> Genética nació con el siglo 4 . En 1900, tras<br />

una curiosa coinci<strong>de</strong>ncia, tres botánicos <strong>de</strong>dicados a investigar <strong>la</strong> transmisión <strong>de</strong> los<br />

caracteres hereditarios, <strong>de</strong>scubrieron <strong>de</strong> manera in<strong>de</strong>pendiente los trabajos <strong>de</strong> Men<strong>de</strong>l en<br />

el espacio <strong>de</strong> unos meses. Ellos fueron: el ho<strong>la</strong>ndés Hugo <strong>de</strong> Vries (1848-1935), el más<br />

conocido y mejor cualificado; el alemán Carl Correns (1864-1933) y el austríaco Erich von<br />

4 Es necesario indicar aquí que hay genetistas <strong>de</strong> prestigio, como el profesor Juan Ramón Laca<strong>de</strong>na, <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

Universidad Complutense <strong>de</strong> Madrid, que consi<strong>de</strong>ran que no es <strong>de</strong>l todo correcto afirmar que <strong>la</strong> Genética<br />

nació en 1900. Puesto que ésta es una disciplina para explicar los fenómenos hereditarios en los<br />

organismos vivos, razona el profesor que <strong>de</strong>be dar respuesta a dos preguntas fundamentales: ¿cuáles<br />

son <strong>la</strong>s leyes por <strong>la</strong>s que se transmiten los caracteres hereditarios? y ¿cuál es <strong>la</strong> base molecu<strong>la</strong>r <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

herencia?. La respuesta a <strong>la</strong> primera pregunta se obtuvo a partir <strong>de</strong> los trabajos <strong>de</strong> Men<strong>de</strong>l, publicados<br />

en 1866. La respuesta a <strong>la</strong> segunda pregunta se obtuvo en 1944, cuando Avery y sus co<strong>la</strong>boradores<br />

<strong>de</strong>mostraron por primera vez que <strong>la</strong> información genética está contenida en el ácido <strong>de</strong>soxirribonucleico<br />

(el ADN). Por consiguiente, el «parto» <strong>de</strong> <strong>la</strong> Genética duró casi ochenta años.


Barbara McClintock 10<br />

Tschermak (1871-1962). Todos se vieron obligados a reconocer que los resultados <strong>de</strong> sus<br />

investigaciones no eran originales, ya que sólo corroboraban lo que Men<strong>de</strong>l había probado<br />

treinta y cinco años antes.<br />

El re<strong>de</strong>scubrimiento <strong>de</strong> <strong>la</strong>s leyes <strong>de</strong> Men<strong>de</strong>l, junto a los trabajos <strong>de</strong> estos tres<br />

botánicos, <strong>de</strong>jó c<strong>la</strong>ro el carácter particu<strong>la</strong>do <strong>de</strong> <strong>la</strong> herencia. En otras pa<strong>la</strong>bras, como ya<br />

señalábamos en <strong>la</strong> Introducción, los caracteres se heredan a través <strong>de</strong> unida<strong>de</strong>s discretas,<br />

o «factores», que no se mezc<strong>la</strong>n, aunque sus efectos puedan enmascararse por acción <strong>de</strong><br />

otros efectos genéticos. Se eliminaba así el concepto profundamente arraigado durante los<br />

siglos anteriores <strong>de</strong> <strong>la</strong> «herencia mezc<strong>la</strong>da».<br />

Poco <strong>de</strong>spués, otros investigadores, entre los que <strong>de</strong>staca el inglés William<br />

Bateson, <strong>de</strong>mostraron que los principios men<strong>de</strong>lianos también eran aplicables al reino<br />

animal. Así, en <strong>la</strong> primera década <strong>de</strong>l siglo XX quedó admitido que <strong>la</strong> Genética men<strong>de</strong>liana<br />

era válida tanto para <strong>la</strong>s p<strong>la</strong>ntas como para los animales, incluido el ser humano.<br />

Por su <strong>la</strong>do, <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que los "factores" men<strong>de</strong>lianos –a los que posteriormente se<br />

l<strong>la</strong>mó genes 5 -, estaban re<strong>la</strong>cionados con <strong>la</strong>s estructuras cromosómicas <strong>de</strong>l interior <strong>de</strong>l<br />

núcleo celu<strong>la</strong>r había sido bril<strong>la</strong>ntemente postu<strong>la</strong>da por un joven norteamericano, Walter<br />

Sutton en 1902. In<strong>de</strong>pendientemente, por <strong>la</strong>s mismas fechas el zoólogo alemán Theodor<br />

Boveri llegó a conclusiones coinci<strong>de</strong>ntes. No obstante, este argumento aún carecía <strong>de</strong> una<br />

confirmación empírica directa. Posteriormente, entre 1910 y 1916, esta conexión comenzó<br />

a obtener suficientes pruebas gracias a los trabajos <strong>de</strong> Thomas Hunt Morgan –<br />

consi<strong>de</strong>rado uno <strong>de</strong> los genetistas más influyentes <strong>de</strong> <strong>la</strong> primera mitad <strong>de</strong>l siglo XX– y sus<br />

co<strong>la</strong>boradores <strong>de</strong> <strong>la</strong> universidad <strong>de</strong> Columbia, en Nueva York.<br />

Cuando Morgan llegó a Columbia en 1904 tenía poca fe en el men<strong>de</strong>lismo. Se<br />

mostraba insatisfecho e incluso escéptico con el tratamiento formal <strong>de</strong> <strong>la</strong> Genética.<br />

Ridiculizaba <strong>la</strong>s explicaciones que postu<strong>la</strong>ban más y más factores hereditarios sin ningún<br />

medio que permitiera <strong>de</strong>terminar cuáles eran esos factores. Sin embargo, pocos años<br />

<strong>de</strong>spués, Morgan se llevó un sorpresa mayúscu<strong>la</strong> al comprobar, mediante el trabajo<br />

experimental <strong>de</strong> su propio grupo <strong>de</strong> investigación, que Men<strong>de</strong>l tenía razón.<br />

5 El término gen se acuñó en 1909, pero sólo era una entidad abstracta, carente <strong>de</strong> realidad material,<br />

invocada para dar sentido a <strong>la</strong>s reg<strong>la</strong>s por <strong>la</strong>s que los rasgos heredados se transmiten <strong>de</strong> una generación<br />

a otra.


Barbara McClintock 11<br />

El equipo <strong>de</strong> Morgan contaba, entre otros, con jóvenes estudiantes graduados<br />

como C. B. Bridges, A. H. Sturtevant, H. J. Müller, que posteriormente fueron genetistas<br />

prestigiosos 6 . Para su trabajo experimental habían optado, como es ampliamente<br />

conocido, por <strong>la</strong> diminuta mosca <strong>de</strong> <strong>la</strong> fruta Drosophi<strong>la</strong> me<strong>la</strong>nogaster. El corto ciclo <strong>de</strong><br />

vida <strong>de</strong> este insecto (un ciclo entero dura sólo 10 días), su elevada fecundidad, <strong>la</strong><br />

característica que sólo posea 4 cromosomas en sus célu<strong>la</strong>s, y que su cultivo resultase fácil<br />

y barato, hicieron <strong>de</strong> él un material <strong>de</strong> trabajo idóneo.<br />

En <strong>la</strong> célebre «habitación <strong>de</strong> <strong>la</strong>s moscas», en realidad el <strong>la</strong>boratorio <strong>de</strong>l equipo<br />

consistente en un pequeño cuarto <strong>de</strong> 4 X 6 m en el <strong>de</strong>partamento <strong>de</strong> Zoología <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

Universidad <strong>de</strong> Columbia, Morgan y sus co<strong>la</strong>boradores se <strong>de</strong>dicaron a trabajar<br />

intensamente. Des<strong>de</strong> ese lugar, a partir <strong>de</strong> 1907, <strong>de</strong>scubrieron un gran número <strong>de</strong><br />

nuevas leyes que constituyeron los cimientos <strong>de</strong> <strong>la</strong> Genética Clásica. Entre sus múltiples<br />

resultados, aportaron pruebas citológicas directas que fijaban <strong>la</strong> localización <strong>de</strong> los<br />

factores men<strong>de</strong>lianos en los cromosomas. Los datos reunidos por este equipo <strong>de</strong><br />

investigación fueron lo suficientemente fuertes como para postu<strong>la</strong>r una base física <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

Genética men<strong>de</strong>liana.<br />

En 1915, Morgan, Sturtevant, Müller y Bridges publicaron una importante obra: Los<br />

mecanismos <strong>de</strong> <strong>la</strong> herencia men<strong>de</strong>liana (The Mechanism of Men<strong>de</strong>lian Heredity ), que<br />

constituyó el primer intento <strong>de</strong> interpretar globalmente <strong>la</strong> Genética en función <strong>de</strong> <strong>la</strong> teoría<br />

cromosómica. La Citogenética, como disciplina que estudia <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción entre los<br />

cromosomas y los sistemas genéticos, acababa <strong>de</strong> nacer.<br />

El mencionado libro fue sucesivamente ampliado hasta 1926. En él se <strong>de</strong>mostraba<br />

que <strong>la</strong> herencia men<strong>de</strong>liana es aplicable tanto a <strong>la</strong>s p<strong>la</strong>ntas como a los animales y <strong>de</strong>jaba<br />

<strong>de</strong>sarrol<strong>la</strong>da <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que los «factores» <strong>de</strong> Men<strong>de</strong>l son unida<strong>de</strong>s físicas, localizadas en<br />

los cromosomas en posiciones <strong>de</strong>finidas: los loci. Cada factor es una unidad discreta,<br />

físicamente diferenciable <strong>de</strong> <strong>la</strong>s restantes por fenómenos <strong>de</strong> sobrecruzamiento y<br />

recombinación. A<strong>de</strong>más, como existen más caracteres en los organismos que<br />

cromosomas, los genes <strong>de</strong>ben encontrarse alineados sobre éstos. Los caracteres tienen<br />

que ser heredados en grupo, por lo que existen genes ligados. Ahora bien, el ligamiento<br />

<strong>de</strong> los genes localizados en un mismo cromosoma no es completo <strong>de</strong>bido al fenómeno <strong>de</strong><br />

sobrecruzamiento. Los mo<strong>de</strong>los <strong>de</strong> genes ligados y sobrecruzamiento permitieron <strong>la</strong><br />

6 H.J. Müller recibió el premio Nobel <strong>de</strong> medicina y fisiología en 1946 por sus trabajos sobre mutaciones.


Barbara McClintock 12<br />

e<strong>la</strong>boración <strong>de</strong> mapas cromosómicos, los cuales reflejaban <strong>la</strong> situación <strong>de</strong> los genes sobre<br />

los cromosomas.<br />

La teoría cromosómica <strong>de</strong> <strong>la</strong> herencia enriqueció al men<strong>de</strong>lismo con un soporte<br />

físico en total consonancia con los datos experimentales y los hechos observados.<br />

Proporcionó un carácter mecanicista y materialista muy atractivo para los jóvenes biólogos<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> época. En concreto, posibilitó que a partir <strong>de</strong> esos años <strong>la</strong> práctica totalidad <strong>de</strong> los<br />

biólogos aceptasen <strong>la</strong> teoría cromosómica, no sólo porque proporcionaba el mencionado<br />

soporte físico indispensable para compren<strong>de</strong>r y explicar los fenómenos <strong>de</strong> <strong>la</strong> herencia, sino<br />

porque a<strong>de</strong>más poseía un elevado nivel predictivo.<br />

Es oportuno añadir que entre 1928 y 1942 Morgan se tras<strong>la</strong>dó a California, al<br />

famoso Caltech , CALIFORNIA INSTITUTE OF TECHNOLOGY, don<strong>de</strong> continuaron<br />

trabajando con él los investigadores Sturtevant, Bridges y T. Dobszhansky, un joven<br />

genetista <strong>de</strong> origen ruso, nacionalizado norteamericano. Durante este período, muchos<br />

genetistas visitaron el Caltech, incluidos J. Monod y B. McClintock. Morgan era muy<br />

conocido fuera <strong>de</strong> <strong>la</strong> comunidad científica y atraía todo tipo <strong>de</strong> gente interesante. Cabe<br />

<strong>de</strong>stacar que en 1933, T.H. Morgan fue ga<strong>la</strong>rdonado con el premio Nobel <strong>de</strong> Fisiología y<br />

Medicina «por sus <strong>de</strong>scubrimientos re<strong>la</strong>tivos a <strong>la</strong> función <strong>de</strong> los cromosomas en <strong>la</strong><br />

transmisión <strong>de</strong> <strong>la</strong> herencia».<br />

IV. NACIMIENTO DE UNA INVESTIGADORA: LOS PRIMEROS TRABAJOS<br />

Como hemos apuntado, Barbara McClintock se licenció en 1923 en <strong>la</strong> Facultad <strong>de</strong><br />

Agricultura <strong>de</strong> <strong>la</strong> Universidad <strong>de</strong> Cornell. Ahora bien, ya incluso <strong>de</strong>s<strong>de</strong> antes <strong>de</strong> esta fecha<br />

había empezado a trabajar con técnicas citológicas en el <strong>de</strong>partamento <strong>de</strong> Botánica, bajo<br />

<strong>la</strong> dirección <strong>de</strong>l profesor Lester Sharp, obteniendo excelentes resultados. La joven adquirió<br />

gran <strong>de</strong>streza, y una vez licenciada en seguida pudo empren<strong>de</strong>r sus propios trabajos. El<br />

profesor Sharp le prestó todo el apoyo necesario, y como el<strong>la</strong> misma ha dicho: «Me dio<br />

plena libertad para hacer lo que quisiera, para empren<strong>de</strong>r y proseguir mis trabajos según<br />

mi propio criterio».


Barbara McClintock 13<br />

McClintock, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> muy pronto, supo con c<strong>la</strong>ridad que quería trabajar en <strong>la</strong><br />

genética <strong>de</strong>l maíz. Recor<strong>de</strong>mos que, a mediados <strong>de</strong> <strong>la</strong> década <strong>de</strong> 1920, los dos<br />

organismos o materiales <strong>de</strong> experimentación principales para el estudio genético eran<br />

drosófi<strong>la</strong> y el maíz. En <strong>la</strong> primera, aunque los cromosomas individuales habían sido<br />

i<strong>de</strong>ntificados, eran tan pequeños que todavía no había sido posible reconocer ninguna <strong>de</strong><br />

sus finas estructuras. En efecto, antes <strong>de</strong> que se <strong>de</strong>scubrieran los cromosomas gigantes<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong>s glándu<strong>la</strong>s salivales <strong>de</strong> drosófi<strong>la</strong>, al microscopio sólo era posible efectuar burdas<br />

estimaciones. En lo que respecta al maíz, sólo se sabía que tenía 10 cromosomas (número<br />

haploi<strong>de</strong>). Casualmente, en aquellos momentos un conocido citólogo acababa <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>sarrol<strong>la</strong>r una nueva e importante técnica <strong>de</strong> tinción, y McClintock comenzó a<br />

experimentar con el<strong>la</strong>. Le introdujo diversas modificaciones y finalmente logró<br />

convertir<strong>la</strong> en idónea para su utilización en el maíz. De este modo, pronto fue capaz <strong>de</strong><br />

i<strong>de</strong>ntificar todos los cromosomas <strong>de</strong> esta p<strong>la</strong>nta y llevar a cabo el análisis individual <strong>de</strong><br />

cada uno <strong>de</strong> ellos.<br />

La joven investigadora pudo entonces caracterizar <strong>de</strong>bidamente, <strong>de</strong>l uno al diez,<br />

todos los cromosomas <strong>de</strong>l maíz, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el más corto al más <strong>la</strong>rgo. Descubrió que cada uno<br />

poseía una morfología distintiva, longitud, forma y estructuras propias. Algunos podían<br />

distinguirse por el <strong>la</strong>rgo <strong>de</strong> sus brazos, por <strong>la</strong> disposición <strong>de</strong> <strong>de</strong>terminadas estructuras (los<br />

cromómeros), o por <strong>la</strong> posición re<strong>la</strong>tiva <strong>de</strong> sus centrómeros. Las características<br />

morfológicas sugerían <strong>la</strong> posibilidad <strong>de</strong> servirse <strong>de</strong> esos rasgos a modo <strong>de</strong> «etiqueta» <strong>de</strong><br />

los caracteres genéticos particu<strong>la</strong>res. Por ejemplo, en una cepa especial, en el extremo <strong>de</strong><br />

un cromosoma al que el<strong>la</strong> había bautizado como número 9, podía hal<strong>la</strong>rse una<br />

prominencia o nudo que se teñía intensamente. En ulteriores experimentos, estas<br />

particu<strong>la</strong>rida<strong>de</strong>s iban a convertirse en hitos cruciales para <strong>la</strong> investigación Genética. Como<br />

posteriormente afirmaría el genetista Marcus Rhoa<strong>de</strong>s: «El maíz pudo usarse a partir <strong>de</strong><br />

entonces para un <strong>de</strong>tal<strong>la</strong>do análisis citogenético hasta entonces imposible con cualquier<br />

otro organismo, y en años sucesivos McClintock publicó una serie <strong>de</strong> artículos notables<br />

que c<strong>la</strong>ramente <strong>la</strong> establecieron como <strong>la</strong> investigadora más <strong>de</strong>stacada en el campo <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

Citogenética».<br />

En 1927, cuando Barbara McClintock recibió su Ph. D. en Botánica, tenía c<strong>la</strong>ro que<br />

su tarea inmediata estaba ya nítidamente <strong>de</strong>finida: intentar <strong>de</strong>mostrar <strong>la</strong> existencia <strong>de</strong> una<br />

c<strong>la</strong>ra re<strong>la</strong>ción entre los cromosomas y los caracteres físicos. Se había dado cuenta <strong>de</strong> <strong>la</strong>


Barbara McClintock 14<br />

necesidad <strong>de</strong> coordinar los trabajos entre los genetistas <strong>de</strong> campo que cultivaban el maíz,<br />

con los <strong>de</strong> los investigadores <strong>de</strong> <strong>la</strong>boratorio <strong>de</strong>dicados a estudiar los cromosomas al<br />

microscopio. En aquellos tiempos estas dos c<strong>la</strong>ses <strong>de</strong> genetistas no se interre<strong>la</strong>cionaban, y<br />

lo que McClintock quería era combinar sus respectivas aptitu<strong>de</strong>s.<br />

Esta i<strong>de</strong>a inicialmente no fue bien recibida por sus colegas pues no <strong>la</strong> entendían,<br />

aunque el<strong>la</strong>, no obstante, perseveraba en su p<strong>la</strong>n <strong>de</strong> conciliar los trabajos. Posteriormente<br />

ha manifestado: «Lo que pretendía era algo que <strong>de</strong>spués ha resultado tan obvio que<br />

parece imposible que los genetistas <strong>de</strong> Cornell no lo vieran así». Por esas fechas ya había<br />

quedado <strong>de</strong>mostrado en Drosophi<strong>la</strong> que los grupos <strong>de</strong> genes que se heredan juntos se<br />

encuentran en los mismos cromosomas. Muy expresivamente lo confesaba diciendo: «Yo<br />

quería hal<strong>la</strong>r lo mismo en el maíz, es <strong>de</strong>cir, tomar un grupo coheredado y asociarlo con un<br />

cromosoma en particu<strong>la</strong>r. Habiendo e<strong>la</strong>borado <strong>la</strong> metodología necesaria, el resultado<br />

<strong>de</strong>bía producirse».<br />

Sin embargo, <strong>la</strong> tarea no era fácil, pero <strong>la</strong> joven no se <strong>de</strong>sanimaba y persistía en su<br />

empeño. Y así, casi imperceptiblemente, empezaba a dar los primeros pasos que iban<br />

alejándo<strong>la</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong>s i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> sus colegas más inmediatos. Para compren<strong>de</strong>r <strong>la</strong> disparidad<br />

existente en esos momentos entre <strong>la</strong>s i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> Barbara McClintock y <strong>la</strong>s <strong>de</strong> los genetistas<br />

que <strong>la</strong> ro<strong>de</strong>aban, resulta oportuno traer a co<strong>la</strong>ción sus pa<strong>la</strong>bras: «La Citogenética, es <strong>de</strong>cir<br />

<strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción existente entre los cromosomas y los sistemas genéticos no estaba aún<br />

c<strong>la</strong>ramente <strong>de</strong>finida en aquel tiempo. Había empezado a perfi<strong>la</strong>rse en drosófi<strong>la</strong>, pero no<br />

en otros organismos».<br />

En <strong>de</strong>finitiva, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> sus primeros trabajos McClintock se propuso <strong>de</strong>mostrar que<br />

<strong>la</strong> genética <strong>de</strong>l maíz, al igual que <strong>la</strong> <strong>de</strong> drosófi<strong>la</strong>, podía ser estudiada no sólo cultivando<br />

el organismo y atendiendo a sus generaciones sucesivas, sino también examinando los<br />

cromosomas a través <strong>de</strong>l microscopio. La primera finalidad <strong>de</strong> sus trabajos era<br />

<strong>de</strong>mostrar que los genes que se heredan juntos están situados en el mismo<br />

cromosoma, esto equivalía a evi<strong>de</strong>nciar <strong>la</strong> existencia <strong>de</strong> grupos <strong>de</strong> ligamiento. Con el fin<br />

<strong>de</strong> probar su hipótesis perfeccionó <strong>la</strong>s técnicas que el<strong>la</strong> misma había puesto a punto<br />

para po<strong>de</strong>r observar con <strong>la</strong> máxima c<strong>la</strong>ridad posible los cromosomas <strong>de</strong>l maíz. Una<br />

técnica que según los entendidos alcanzó gran perfección y rigor.<br />

En lo que respecta a su trabajo <strong>de</strong> campo, McClintock formaba parte <strong>de</strong>l equipo<br />

dirigido por Rollins A. Emerson, Presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>l Departamento <strong>de</strong>l Cultivo <strong>de</strong> P<strong>la</strong>ntas y


Barbara McClintock 15<br />

Decano <strong>de</strong> <strong>la</strong> Facultad. Emerson era uno <strong>de</strong> los mejores especialistas <strong>de</strong>l maíz <strong>de</strong> su<br />

tiempo, y bajo su influencia esta p<strong>la</strong>nta se convirtió en Cornell en un po<strong>de</strong>roso<br />

instrumento para el estudio <strong>de</strong> <strong>la</strong> Genética. También era un profesor muy apreciado entre<br />

sus discípulos, pero su investigación se limitaba al estudio <strong>de</strong> <strong>la</strong> genética <strong>de</strong>l maíz a través<br />

<strong>de</strong> su cultivo en el campo. La <strong>la</strong>bor citológica que McClintock estaba inciando, abría una<br />

nueva frontera.<br />

Por esas fechas, <strong>la</strong> fama <strong>de</strong> Emerson era una especie <strong>de</strong> imán que atraía a muchos<br />

jóvenes <strong>de</strong>seosos <strong>de</strong> trabajar con el maíz. Particu<strong>la</strong>rmente, uno <strong>de</strong> los que llegaron fue<br />

Marcus Rhoa<strong>de</strong>s, entonces un joven licenciado muy familiarizado con los trabajos<br />

realizados en torno a drosófi<strong>la</strong> por el equipo <strong>de</strong> Morgan, y que con el tiempo se convirtió<br />

en un <strong>de</strong>stacado genetista. Inmediatamente comprendió <strong>la</strong> importancia <strong>de</strong> <strong>la</strong> investigación<br />

sobre genes ligados en <strong>la</strong> que McClintock estaba inmersa. El encuentro entre ambos fue<br />

un verda<strong>de</strong>ro hito en sus respectivas carreras, y daría origen a una amistad que duró toda<br />

<strong>la</strong> vida.<br />

A este respecto, <strong>la</strong> investigadora ha recordado: «Era tan obvio para él que<br />

comprendió al punto lo que yo estaba buscando, y que los <strong>de</strong>más no lograban i<strong>de</strong>ntificar<br />

como objetivo <strong>de</strong> investigación». Por su <strong>la</strong>do, Rhoa<strong>de</strong>s, que siempre había <strong>de</strong>seado<br />

<strong>de</strong>dicarse a <strong>la</strong> Citogenética, lograría a partir <strong>de</strong> aquellos años en co<strong>la</strong>boración con<br />

McClintock convertirse en uno <strong>de</strong> los mejores especialistas en este campo. Este científico,<br />

recordando sus primeros días como mediador en Cornell, ha manifestado: «Algo que sí<br />

puedo anotar en mi haber es que reconocí al instante que McClintock era muy buena,<br />

mucho mejor que yo, y que en modo alguno me supo mal (...). He conocido a muchísimos<br />

científicos ilustres y famosos, pero sólo ante Barbara me he sentido realmente frente a un<br />

genio».<br />

Otro personaje importante en aquel período <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida <strong>de</strong> Barbara McClintock, que<br />

también había acudido a trabajar en el grupo <strong>de</strong> Emerson, fue George Beadle. Este<br />

científico obtendría años más tar<strong>de</strong> renombre internacional, junto con E. Tatum, por <strong>la</strong><br />

<strong>de</strong>cisiva importancia <strong>de</strong> su hipótesis «un gen – un enzima» en el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> <strong>la</strong> Genética<br />

Molecu<strong>la</strong>r; una cuestión que los hizo merecedores en 1958 <strong>de</strong>l premio Nobel <strong>de</strong> Fisiología<br />

y Medicina.<br />

A diferencia <strong>de</strong> Rhoa<strong>de</strong>s, Beadle perdió contacto con el trabajo <strong>de</strong> McClintock en<br />

fechas tempranas. La razón era ser un biólogo en <strong>la</strong> tradición mo<strong>de</strong>rna, interesado en los


Barbara McClintock 16<br />

mecanismos molecu<strong>la</strong>res <strong>de</strong> los sistemas genéticos. Pese a seguir otro rumbo, recordaba<br />

con gran respeto sus enormes aptitu<strong>de</strong>s, su <strong>de</strong>streza como citóloga y su <strong>de</strong>sbordante<br />

energía. En 1966 Beadle, reflexionando sobre sus primeros trabajos en el maíz, escribió:<br />

«Mi entusiasmo era compartido, y en tal medida por Barbara McClintock que era difícil<br />

disuadir<strong>la</strong> <strong>de</strong> que interpretara todas mis preparaciones citológicas. Está c<strong>la</strong>ro que podía<br />

hacerlo incluso mejor que yo». También ha confesado que en algún momento se sintió<br />

algo incomodado, pero que igualmente guardaba un gran recuerdo <strong>de</strong> sus trabajos<br />

conjuntos.<br />

Beadle, Rhoa<strong>de</strong>s y McClintock trabajaban intensamente, pues comprendieron que<br />

disponían <strong>de</strong> <strong>la</strong> metodología necesaria para obtener pruebas en <strong>la</strong>s p<strong>la</strong>ntas <strong>de</strong> <strong>la</strong> evi<strong>de</strong>ncia<br />

citológica <strong>de</strong> los postu<strong>la</strong>dos básicos <strong>de</strong> <strong>la</strong> Genética, que hasta esos momentos sólo se<br />

habían podido <strong>de</strong>mostrar en drosófi<strong>la</strong>. Al poco tiempo, a estos tres investigadores se<br />

unieron otros genetistas y, en opinión <strong>de</strong> muchos especialistas, aquel<strong>la</strong> suma reflejó una<br />

“edad <strong>de</strong> oro” <strong>de</strong> <strong>la</strong> Citogenética <strong>de</strong>l maíz, en ese periodo que abarcó <strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1928 hasta<br />

1935. Barbara McClintock ha escrito en una breve autobiografía con motivo <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

concesión <strong>de</strong>l premio Nobel, que los hechos acaecidos durante esos años fueron, con<br />

mucho, los que más influenciaron en su carrera científica.<br />

A finales <strong>de</strong> 1929 llegó a Cornell, Harriet Creighton, una joven estudiante <strong>de</strong><br />

doctorado graduada en Botánica. Aunque McClintock era sólo una instructora, se hizo<br />

cargo <strong>de</strong> el<strong>la</strong>. Siguiendo <strong>la</strong> tradición establecida por Emerson, cuya política era dar a<br />

todo nuevo estudiante «el problema mejor y más prometedor <strong>de</strong>l momento»,<br />

McClintock asignó a Creighton su mejor proyecto <strong>de</strong> investigación. A saber, <strong>de</strong>mostrar<br />

que los cromosomas, portadores <strong>de</strong> los caracteres hereditarios, intercambian<br />

fragmentos, lo que provoca <strong>la</strong> aparición <strong>de</strong> nuevas combinaciones <strong>de</strong> rasgos físicos.<br />

Para este trabajo, McClintock disponía <strong>de</strong> una cepa especial <strong>de</strong> maíz, que el<strong>la</strong><br />

había cultivado, con el cromosoma número 9 fácilmente i<strong>de</strong>ntificable. Usualmente, esta<br />

cepa producía granos <strong>de</strong> color púrpura y textura o aspecto céreo. Al microscopio, se<br />

podía observar que en uno <strong>de</strong> los extremos <strong>de</strong>l cromosoma 9 se producía un<br />

a<strong>la</strong>rgamiento, mientras que en el otro extremo aparecía una protuberancia o nudo, que<br />

se teñía rápidamente. Según sus análisis, el extremo a<strong>la</strong>rgado estaba localizado<br />

próximo a <strong>la</strong> región <strong>de</strong>l cromosoma que <strong>de</strong>terminaba si <strong>la</strong> p<strong>la</strong>nta produciría granos


Barbara McClintock 17<br />

céreos. Sospechaba que <strong>la</strong> región próxima al nudo era <strong>la</strong> responsable <strong>de</strong> suministrar el<br />

color púrpura.<br />

Esa primavera, Creighton y McClintock p<strong>la</strong>ntaron granos céreos y púrpura<br />

proce<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> <strong>la</strong> cepa especial. En julio, los fertilizaron con polen <strong>de</strong> una p<strong>la</strong>nta <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

misma cepa cuyos granos no eran ni céreos ni púrpura. En el otoño, cuando McClintock<br />

y Creighton recolectaron sus mazorcas, algunas <strong>de</strong> el<strong>la</strong>s tenían los usuales granos<br />

púrpura y céreos; en otras, los granos no eran ni céreos ni púrpura. Pero, algunas<br />

mazorcas eran diferentes: habían heredado uno <strong>de</strong> los rasgos, pero no los dos. Así,<br />

eran céreos o púrpura, pero no ambas cosas.<br />

McClintock y Creighton examinaron los cromosomas <strong>de</strong> estos granos diferentes al<br />

microscopio y comprobaron que su estructura había cambiado notablemente. Pequeños<br />

trozos <strong>de</strong>l cromosoma 9 –ya fuera el extremo con el nudo o el extremo a<strong>la</strong>rgado–<br />

habían cambiado <strong>de</strong> lugar. Mientras que cada cromosoma paterno con el extremo<br />

elongado tenía un nudo en el otro extremo, ahora hal<strong>la</strong>ban una mezc<strong>la</strong> compuesta por<br />

cromosomas con extremo elongado sin nudo y cromosomas con nudo y sin extremo<br />

elongado.<br />

Con este elegante experimento, <strong>la</strong>s dos investigadoras podían <strong>de</strong>mostrar que los<br />

genes para rasgos físicos son transportados por los cromosomas. Confirmaban<br />

plenamente <strong>la</strong> existencia real <strong>de</strong> grupos <strong>de</strong> ligamiento. O sea, que mediante el análisis<br />

cromosómico <strong>de</strong> <strong>la</strong>s mismas p<strong>la</strong>ntas empleadas en los experimentos <strong>de</strong> cruce, se podía<br />

i<strong>de</strong>ntificar al microscopio alteraciones cromosómicas asociadas a ciertos cambios<br />

fenotípicos. Esto suponía que <strong>la</strong> diferencia <strong>de</strong> coloración <strong>de</strong> los granos <strong>de</strong>l maíz estaba<br />

asociada a un cambio en el cromosoma número 9, mientras que el <strong>de</strong> <strong>la</strong>s p<strong>la</strong>ntas con<br />

color presentaba un nudo o botón éste faltaba en <strong>la</strong>s incoloras.<br />

La trascen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> estos resultados era enorme, pues habían obtenido <strong>la</strong> primera<br />

prueba física <strong>de</strong> que el intercambio <strong>de</strong> partes <strong>de</strong> los cromosomas ayuda a crear <strong>la</strong><br />

sorpren<strong>de</strong>nte variedad <strong>de</strong> formas presentes en el mundo biológico.<br />

Normalmente, a McClintock le gustaba publicar enormes cantida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> datos que<br />

sostuviesen sus resultados en sus artículos; <strong>de</strong> hecho, cada uno <strong>de</strong> sus artículos<br />

encierra varias separatas. Por esta razón, se justifica su espera <strong>de</strong> una segunda<br />

cosecha antes <strong>de</strong> publicar sus datos. Afortunadamente, el prestigioso Morgan visitó<br />

Cornell y conoció sus experimentos. Inmediatamente comprendió el significado <strong>de</strong> sus


Barbara McClintock 18<br />

extraordinarios resultados y <strong>la</strong> instó a que los publicase lo antes posible. A<strong>de</strong>más,<br />

escribió al editor <strong>de</strong> una conocida revista avisándole que se le enviaba un importante<br />

artículo en un par <strong>de</strong> semanas. Gracias a Morgan, el artículo <strong>de</strong> Creighton y McClintock<br />

se publicó en agosto <strong>de</strong> 1931. Las dos autoras <strong>de</strong>mostraban con esta bril<strong>la</strong>nte publicación<br />

<strong>la</strong> existencia real <strong>de</strong> grupos <strong>de</strong> ligamiento, <strong>de</strong> sobrecruzamiento meiótico, y <strong>de</strong><br />

recombinación. Este trabajo fue valorado como «uno <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s experimentos <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

Biología mo<strong>de</strong>rna: <strong>la</strong>s corre<strong>la</strong>ciones entre pruebas citológicas y resultados genéticos<br />

quedaban c<strong>la</strong>ra y obviamente <strong>de</strong>mostradas».<br />

Pocos meses más tar<strong>de</strong>, el genetista alemán Curt Stern, publicó datos paralelos<br />

en <strong>la</strong> mosca <strong>de</strong> <strong>la</strong> fruta, don<strong>de</strong> corre<strong>la</strong>cionaba alteraciones <strong>de</strong>l fenotipo <strong>de</strong> drosófi<strong>la</strong> con<br />

<strong>la</strong> recombinación <strong>de</strong> genes concretos. Si McClintock hubiera esperado a su próxima<br />

cosecha, Stern habría sido el primero. Según Morgan confesó más tar<strong>de</strong>, tenía<br />

conocimiento <strong>de</strong> los trabajos <strong>de</strong> Stern, pero, en sus propias pa<strong>la</strong>bras: «¡Pensé que ya<br />

era hora <strong>de</strong> que el maíz tuviera una oportunidad para ganarle a drosófi<strong>la</strong>!».<br />

El artículo terminó por elevar <strong>la</strong> reputación <strong>de</strong> McClintock. Los historiadores M.<br />

Gabriel y S. Fogel escribieron: «Más allá <strong>de</strong> cualquier duda, este es uno <strong>de</strong> los<br />

verda<strong>de</strong>ramente gran<strong>de</strong>s experimentos <strong>de</strong> <strong>la</strong> Biología». Por su parte, el prestigioso<br />

microbiólogo James Shapiro, <strong>de</strong> <strong>la</strong> Universidad <strong>de</strong> Chicago, manifestó que según su<br />

criterio ese experimento por sí solo era merecedor <strong>de</strong>l premio Nobel.<br />

Así pues, los años <strong>de</strong> <strong>la</strong> mencionada «edad <strong>de</strong> oro» <strong>de</strong> <strong>la</strong> genética <strong>de</strong>l maíz fueron<br />

muy prolíficos para McClintock. Entre 1929 y 1931 publicó nueve comunicaciones<br />

<strong>de</strong>tal<strong>la</strong>ndo sus estudios en torno a <strong>la</strong> morfología <strong>de</strong> los cromosomas <strong>de</strong>l maíz. Cada uno<br />

<strong>de</strong> esos trabajos representó un verda<strong>de</strong>ro hito en <strong>la</strong> historia <strong>de</strong> <strong>la</strong> Citogenética.<br />

V. EN BÚSQUEDA DE UN TRABAJO PERMANENTE<br />

1. Los años como becaria<br />

A partir <strong>de</strong> 1931, McClintock sabía que <strong>de</strong>bía <strong>de</strong>jar Cornell. Aunque Emerson era<br />

uno <strong>de</strong> sus principales <strong>de</strong>fensores, no podía imponerse a <strong>la</strong> tradición <strong>de</strong> <strong>la</strong> Facultad, que<br />

tenía como norma inamovible no dar puestos <strong>de</strong> trabajo permanente a <strong>la</strong>s mujeres 7 . En<br />

pa<strong>la</strong>bras <strong>de</strong> <strong>la</strong> científica: «No podía seguir (en Cornell) in<strong>de</strong>finidamente, carecía <strong>de</strong><br />

7 No fue hasta 1947 cuando en Cornell se nombró por primera vez a una mujer como <strong>profesora</strong> ayudante<br />

en una materia que no fuera economía doméstica.


Barbara McClintock 19<br />

ocupación concreta. No se si me habrían aceptado siquiera como ayudante <strong>de</strong> prácticas.<br />

Habría resultado embarazoso para ellos tanto como para mi».<br />

En los siguientes cinco años, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1931 a 1936, McClintock recorrió diversos<br />

centros <strong>de</strong> los Estados Unidos. Paradójicamente, estaba en <strong>la</strong> cima <strong>de</strong> su profesión pero<br />

en el escalón más bajo <strong>de</strong> <strong>la</strong> esca<strong>la</strong> <strong>la</strong>boral. Mientras sus amigos se esforzaban en<br />

encontrarle un trabajo permanente, el<strong>la</strong> logró conseguir una serie <strong>de</strong> becas <strong>de</strong> corta<br />

duración, que le permitieron investigar en <strong>la</strong> Universidad <strong>de</strong> Missouri, en el Caltech y<br />

también en Cornell.<br />

Años más tar<strong>de</strong>, McClintock explicó en una char<strong>la</strong> en <strong>la</strong> Asociación <strong>de</strong> Mujeres<br />

Universitarias Americanas lo que aquel<strong>la</strong>s becas significaron para el<strong>la</strong>: «Para una persona<br />

joven, <strong>la</strong>s becas son <strong>de</strong> <strong>la</strong> mayor importancia. La libertad que conce<strong>de</strong>n permite una<br />

concentración en el estudio y en <strong>la</strong> investigación que no pue<strong>de</strong> ser proporcionada por<br />

ningún otro medio conocido. Llegan en el momento en que <strong>la</strong>s energías son máximas y<br />

cuando el coraje y <strong>la</strong> capacidad para entrar en nuevos campos y apren<strong>de</strong>r nuevas técnicas<br />

están en el punto más alto».<br />

Es el momento <strong>de</strong> recordar que, <strong>de</strong> todos los avances logrados en Genética<br />

durante <strong>la</strong> década <strong>de</strong> 1920, uno <strong>de</strong> los mayores fue el <strong>de</strong>scubrimiento que certificaba<br />

que los rayos X aceleran enormemente <strong>la</strong> tasa <strong>de</strong> mutación. Las mutaciones siempre<br />

han sido uno <strong>de</strong> los pi<strong>la</strong>res <strong>de</strong> <strong>la</strong> investigación genética, y en ese periodo los científicos<br />

vieron <strong>la</strong> posibilidad <strong>de</strong> producir<strong>la</strong>s a voluntad, en vez <strong>de</strong> verse obligados a esperar que<br />

ocurriesen espontáneamente. El po<strong>de</strong>r incrementar <strong>la</strong> frecuencia y variedad <strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />

mutaciones con los rayos X favorecía, pues, en grado sumo los estudios <strong>de</strong> Genética.<br />

En 1931, en <strong>la</strong> Universidad <strong>de</strong> Missouri se encontraba Lewis Stadler. Era un<br />

genetista que en 1926 había estado en Cornell y entab<strong>la</strong>do amistad con McClintock; en<br />

1928 había <strong>de</strong>mostrado <strong>la</strong> inducción <strong>de</strong> mutaciones en <strong>la</strong>s p<strong>la</strong>ntas por rayos X, y en esos<br />

momentos estaba montando un Centro <strong>de</strong> Investigación Genética para estudiar <strong>la</strong>s<br />

mutaciones inducidas por rayos X. Básicamente, <strong>la</strong> técnica <strong>de</strong> Stadler consistía en sembrar<br />

una parce<strong>la</strong> con semil<strong>la</strong>s obtenidas <strong>de</strong> p<strong>la</strong>ntas fecundadas previamente por granos <strong>de</strong><br />

polen irradiados con rayos X. Al enterarse <strong>de</strong> que McClintock iba a <strong>de</strong>jar Cornell, <strong>la</strong> invitó a<br />

<strong>la</strong> universidad para que <strong>de</strong>scifrara qué mutaciones habían tenido lugar en sus<br />

p<strong>la</strong>ntaciones.


Barbara McClintock 20<br />

Estudiando los campos <strong>de</strong> Stadler, McClintock <strong>de</strong>scubrió que los rayos X inducían<br />

cambios a gran esca<strong>la</strong> en <strong>la</strong> estructura <strong>de</strong> los cromosomas; cambios que se reve<strong>la</strong>ban en<br />

una amplia gama <strong>de</strong> alteraciones visibles en <strong>la</strong>s p<strong>la</strong>ntas, particu<strong>la</strong>rmente en <strong>la</strong> coloración y<br />

textura <strong>de</strong> los granos. El estudio <strong>de</strong> <strong>la</strong> naturaleza <strong>de</strong> los cambios físicos inducidos por los<br />

rayos X <strong>la</strong> llevó al <strong>de</strong>scubrimiento en el maíz <strong>de</strong> importantes mutaciones cromosómicas,<br />

como <strong>de</strong>lecciones, duplicaciones, inversiones y translocaciones 8 .<br />

A<strong>de</strong>más, <strong>de</strong>tectó que los rayos X pue<strong>de</strong>n romper los cromosomas <strong>de</strong>jándolos con<br />

los extremos dañados y <strong>de</strong>sflecados. Observaría sorprendida, que los cromosomas<br />

presentaban <strong>la</strong> capacidad <strong>de</strong> repararse a sí mismos; los extremos <strong>de</strong>sflecados <strong>de</strong> uno se<br />

fusionaban con los extremos <strong>de</strong>sflecados <strong>de</strong> otro cromosoma dañado. Incluso encontró<br />

que algunos se fusionaban formando anillos, a los que l<strong>la</strong>mó cromosomas anu<strong>la</strong>res (por<br />

su forma circu<strong>la</strong>r). También <strong>de</strong>tectó que en <strong>la</strong> siguiente división celu<strong>la</strong>r los cromosomas<br />

volvían a romperse y a reparase, en un proceso cíclico. Como se verá más a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte, un<br />

tiempo <strong>de</strong>spués <strong>la</strong> investigadora tuvo ocasión <strong>de</strong> estudiar estos fenómenos<br />

<strong>de</strong>tal<strong>la</strong>damente.<br />

Asimismo, en ese año <strong>de</strong> 1931, McClintock también fue invitada a visitar el Caltech,<br />

don<strong>de</strong> T. Morgan estaba creando uno <strong>de</strong> los más activos y prometedores <strong>la</strong>boratorios <strong>de</strong><br />

Genética <strong>de</strong> Norteamérica. Era <strong>la</strong> primera mujer con una beca postdoctoral que entró en<br />

este centro, lo que le reportó algunos inconvenientes 9 . Por ejemplo, en el Caltech existía<br />

<strong>la</strong> práctica <strong>de</strong> convertir automáticamente en miembro <strong>de</strong>l club <strong>de</strong> <strong>la</strong> facultad a cualquier<br />

científico visitante que llegase con una beca, pero esto no ocurrió con McClintock.<br />

Tampoco <strong>la</strong> investigadora visitó ningún otro <strong>la</strong>boratorio, aparte <strong>de</strong>l suyo y el <strong>de</strong> Linus<br />

Pauling (el prestigioso químico orgánico que ganó dos veces el premio Nobel).<br />

Científicamente, sin embargo, su visita fue muy productiva: <strong>de</strong>scubrió aquí el<br />

organizador nucleo<strong>la</strong>r.<br />

McClintock había observado un pequeño cuerpo normalmente visible en el extremo<br />

<strong>de</strong>l cromosoma 6, justo adyacente al punto <strong>de</strong> unión <strong>de</strong> aquél con el nucleolo, una zona<br />

redon<strong>de</strong>ada que se observa en el núcleo <strong>de</strong> <strong>la</strong> célu<strong>la</strong> y que por aquel entonces era poco<br />

conocida. Recor<strong>de</strong>mos que hoy se sabe que el nucleolo interviene en <strong>la</strong> síntesis <strong>de</strong> los<br />

8 Delección: pérdida <strong>de</strong> un segmento cromosómico. Duplicación: aparición <strong>de</strong> segmentos repetidos.<br />

Inversiones: ruptura y cambio <strong>de</strong> orientación <strong>de</strong> un fragmento <strong>de</strong> cromosoma. Translocación:<br />

<strong>de</strong>sp<strong>la</strong>zamiento <strong>de</strong> un segmento cromosómico a otro no homólogo.<br />

9 Como seña<strong>la</strong> <strong>la</strong> escritora McGrayne, sólo en 1971 el Caltech contrató por primera vez a una mujer.


Barbara McClintock 21<br />

ribosomas, que a su vez participan en <strong>la</strong> síntesis proteica. Estudiando el nucleolo,<br />

McClintock fue capaz <strong>de</strong> llegar a una excelente <strong>de</strong>scripción funcional que, salvo por <strong>la</strong><br />

ausencia <strong>de</strong> terminología bioquímica, concuerda notablemente con los análisis<br />

contemporáneos. Su conclusión principal fue que <strong>la</strong> región <strong>de</strong>l organizador nucleo<strong>la</strong>r ha <strong>de</strong><br />

estar presente para que se forme un nucleolo correcto. En 1933 redactó un artículo sobre<br />

estos trabajos que hoy es consi<strong>de</strong>rado como un clásico <strong>de</strong> <strong>la</strong> Biología, aunque el<strong>la</strong> siempre<br />

tuvo <strong>la</strong> sospecha <strong>de</strong> que esta función organizativa no fue captada por <strong>la</strong> mayoría <strong>de</strong> los<br />

biólogos <strong>de</strong> su época.<br />

La capacidad <strong>de</strong> esta investigadora para observar e interpretar fenómenos al<br />

microscopio, <strong>de</strong>cenios antes que sus colegas, resultaba realmente sorpren<strong>de</strong>nte.<br />

Consciente <strong>de</strong> que sus sesiones <strong>de</strong> microscopio inducían a sorpresa, comentó en cierta<br />

ocasión a su amigo Marcus Rhoa<strong>de</strong>s que cuando miraba a una célu<strong>la</strong> «entro en el<strong>la</strong> y me<br />

doy una vuelta en su interior a ver qué encuentro».<br />

Sobre estos productivos años como becaria en distintos centros, McClintock ha<br />

manifestado posteriormente guardar un feliz recuerdo: «Estaba tan interesada en mi<br />

trabajo que se me hacía <strong>la</strong>rgo aguardar a que <strong>de</strong>spuntara el día para reanudarlo».<br />

No obstante, en esos años también tuvo una época mucho menos feliz. En 1933,<br />

haciendo uso <strong>de</strong> otra beca, visitó Alemania durante el traumático año en el que Hitler se<br />

convirtió en canciller y echó a los judíos <strong>de</strong> <strong>la</strong>s universida<strong>de</strong>s alemanas.<br />

Su p<strong>la</strong>n original había sido trabajar con Curt Stern, pero éste ya había conseguido<br />

abandonar el país. Otro gran genetista, Richard Goldschmidt, también judío, seguía en<br />

Berlín. Este científico ha sido una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s figuras más controvertidas <strong>de</strong> <strong>la</strong> historia <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

Genética y, aunque más tar<strong>de</strong> fue <strong>de</strong>scalificado, en aquel momento gozaba <strong>de</strong> gran<br />

prestigio. McClintock estableció una cierta co<strong>la</strong>boración con Goldschmidt, pero 1933 era<br />

una ma<strong>la</strong> época para estar en Alemania. La científica <strong>de</strong>scribió su situación que “fue una<br />

experiencia muy traumática. Francamente no estaba preparada para lo que encontré”.<br />

Probablemente, si hubiera sabido más acerca <strong>de</strong> <strong>la</strong>s circunstancias políticas <strong>de</strong>l país, no<br />

hubiera ido. En <strong>de</strong>finitiva, en diciembre <strong>de</strong> ese mismo año regresó a Cornell, quedando su<br />

estancia en Alemania como un período <strong>de</strong> su vida <strong>de</strong>l que nunca gustaba hab<strong>la</strong>r.<br />

En los Estados Unidos, esos años también representaron una época ma<strong>la</strong> ya que,<br />

como consecuencia <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>de</strong>presión <strong>de</strong> finales <strong>de</strong> los años 20, era muy difícil encontrar<br />

trabajo. Pero consiguió otra beca que le permitió estar dos años más en Cornell. Para esta


Barbara McClintock 22<br />

beca contó con el apoyo <strong>de</strong> Morgan, quien había argumentado que invertir en el<strong>la</strong><br />

representaba una importantísima contribución al campo <strong>de</strong> <strong>la</strong> Genética en su totalidad:<br />

«McClintock está sumamente especializada, y su talento pue<strong>de</strong> que se haya restringido al<br />

estudio citológico <strong>de</strong> <strong>la</strong> genética <strong>de</strong>l maíz, pero es <strong>de</strong>cididamente <strong>la</strong> que más sabe en el<br />

mundo en esta categoría concreta». Emerson también <strong>la</strong> apoyó firmemente,<br />

manifestando: «Es <strong>la</strong> persona más experta y capaz en este país en lo que respecta a <strong>la</strong><br />

citología <strong>de</strong> <strong>la</strong> genética <strong>de</strong>l maíz». Gracias al apoyo <strong>de</strong> estos prestigiosos científicos,<br />

consiguió <strong>la</strong> mencionada beca <strong>de</strong> dos años más.<br />

Confi<strong>de</strong>ncialmente, Morgan también dijo: «Está algo amargada porque cree que<br />

hubiese tenido muchas más oportunida<strong>de</strong>s científicas si hubiese sido un hombre». Pero<br />

McClintock siempre ha negado ningún tipo <strong>de</strong> amargura: «Si uno quiere hacer algo, hay<br />

que pagar el precio y nunca tomárselo <strong>de</strong>masiado seriamente. Nunca me he preocupado.<br />

Sabía que no podía competir con los hombres y no lo intentaba».<br />

Pero, a pesar <strong>de</strong> todo, McClintock era consciente <strong>de</strong> que <strong>la</strong> disparidad entre <strong>la</strong>s<br />

expectativas posibles para sus colegas masculinos y el<strong>la</strong> se iban agudizando con el<br />

tiempo. Las mujeres <strong>de</strong> su generación no podían esperar <strong>de</strong>dicarse a <strong>la</strong> investigación<br />

pura. En su época, <strong>la</strong>s mujeres científicas ocupaban p<strong>la</strong>zas <strong>de</strong> ayudantes <strong>de</strong> <strong>la</strong>boratorio o<br />

se limitaban a <strong>la</strong> enseñanza en instituciones femeninas, pero era excepcional una<br />

auténtica actividad científica dirigida a programas intensivos para ampliar los límites <strong>de</strong>l<br />

conocimiento. De hecho, en 1934, Harriet Creighton, por ejemplo, había conseguido<br />

trabajo como <strong>profesora</strong> en un colegio <strong>de</strong> mujeres. Algunas se casaban con científicos y<br />

co<strong>la</strong>boraban con sus maridos en el <strong>la</strong>boratorio.<br />

McClintock, sin embargo, como ha subrayado en múltiples ocasiones su biógrafa,<br />

no estaba dispuesta a someterse a <strong>la</strong>s limitaciones impuestas por su sexo y rechazaba<br />

enérgicamente todo convencionalismo que pudiese asociarse a <strong>la</strong> condición femenina.<br />

Quería ignorar, en su función científica, lo que tuviese que ver con el género. Se creía<br />

con el <strong>de</strong>recho a ser evaluada y juzgada conforme al mismo patrón utilizado con sus<br />

colegas masculinos. De este modo, su insistencia en equiparar merecimientos con<br />

<strong>de</strong>rechos le fue creando cierta fama <strong>de</strong> persona difícil entre sus colegas.<br />

2.- La etapa en <strong>la</strong> Universidad <strong>de</strong> Missouri (1936-1941)


Barbara McClintock 23<br />

En 1936 McClintock abandonó Cornell por segunda vez, lo que unido a <strong>la</strong> marcha<br />

ya precedida <strong>de</strong> aquellos que habían sido sus compañeros, significó el fin <strong>de</strong> <strong>la</strong> edad <strong>de</strong><br />

oro centrada en <strong>la</strong> genética <strong>de</strong>l maíz. Barbara McClintock había conseguido trabajo con L.<br />

Stadler en <strong>la</strong> Universidad <strong>de</strong> Missouri, como simple <strong>profesora</strong> ayudante. Un cargo muy por<br />

<strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l rango y <strong>de</strong> <strong>la</strong> paga que un hombre con su misma preparación hubiera logrado.<br />

No obstante, constituía su primer trabajo en una facultad. Aceptó este puesto <strong>de</strong> trabajo<br />

sobre todo porque dispondría <strong>de</strong> un <strong>la</strong>boratorio en el cual podría proseguir sus<br />

investigaciones.<br />

Por esas fechas, McClintock ya se había convertido en una auténtica experta en el<br />

empleo <strong>de</strong> <strong>la</strong>s dos metodologías básicas accesibles a los citogenetistas. Por un <strong>la</strong>do, el<br />

estudio a simple vista <strong>de</strong>l conjunto <strong>de</strong> caracteres <strong>de</strong> una p<strong>la</strong>nta madura. Por el otro, <strong>la</strong><br />

observación <strong>de</strong> los cambios físicos en los cromosomas, sólo <strong>de</strong>tectables al microscopio. De<br />

este modo, era capaz <strong>de</strong> interpretar e integrar c<strong>la</strong>ves <strong>de</strong>sglosadas, proce<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong><br />

campos <strong>de</strong> estudios diferentes, para formar un todo coherente y significativo.<br />

En Missouri se <strong>de</strong>dicó principalmente a completar sus estudios sobre los<br />

cromosomas anu<strong>la</strong>res, y a profundizar en su investigación sobre los cromosomas dañados<br />

por los rayos X capaces <strong>de</strong> recomponerse a sí mismos. Observando el comportamiento <strong>de</strong><br />

los fragmentos cromosómicos resultantes <strong>de</strong> <strong>la</strong>s fracturas provocadas por <strong>la</strong> radiación<br />

<strong>de</strong>scubrió que, a menudo, dichos fragmentos se fusionaban entre ellos mediante <strong>la</strong><br />

formación <strong>de</strong> un puente <strong>de</strong> cromatina. Ahora bien, durante <strong>la</strong> siguiente división celu<strong>la</strong>r <strong>la</strong><br />

tensión ejercida que tira <strong>de</strong> los cromosomas en direcciones opuestas, provocaba que éstos<br />

se rompieran nuevamente. L<strong>la</strong>mó a todo este proceso ciclo <strong>de</strong> fusión—puente—ruptura.<br />

Como consecuencia, a medida que los cromosomas se rompían, se reparaban a sí mismos<br />

y se volvían a romper, sus extremos iban perdiendo material genético. En <strong>la</strong>s célu<strong>la</strong>s <strong>de</strong>l<br />

organismo, este ciclo <strong>de</strong> fractura y fusión podía repetirse muchas veces durante <strong>la</strong> vida <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> p<strong>la</strong>nta, traduciéndose en mutaciones masivas, que se ponían <strong>de</strong> manifiesto en mo<strong>de</strong>los<br />

<strong>de</strong> coloración jaspeados muy característicos. Hay que subrayar que algunas <strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />

mencionadas mutaciones implicaban cambios notables en <strong>la</strong> organización <strong>de</strong>l cromosoma.<br />

Y sin embargo, gran parte <strong>de</strong> el<strong>la</strong>s no se habían <strong>de</strong>tectado nunca antes.<br />

Estos notables <strong>de</strong>scubrimientos fueron publicados en una serie <strong>de</strong> comunicaciones<br />

a partir <strong>de</strong> 1938. Tuvieron mucho éxito y aumentaron <strong>la</strong> reputación <strong>de</strong> McClintock en el


Barbara McClintock 24<br />

mundo <strong>de</strong> <strong>la</strong> Genética. Cabe por ejemplo <strong>de</strong>stacar que en 1939 fue elegida vicepresi<strong>de</strong>nta<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> Sociedad Americana <strong>de</strong> Genética.<br />

Sin embargo, el éxito <strong>de</strong> McClintock en su investigación no se reflejaba en su<br />

situación como <strong>profesora</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> universidad. Probablemente por su acusada personalidad,<br />

y por una manifiesta falta <strong>de</strong> comunicación con sus colegas, se encontraba muy ais<strong>la</strong>da y<br />

excluida <strong>de</strong> <strong>la</strong>s reuniones <strong>de</strong> <strong>la</strong> facultad. En buena medida era incapaz <strong>de</strong> integrarse en <strong>la</strong><br />

vida universitaria. Así, no era consi<strong>de</strong>rada parte <strong>de</strong>l <strong>de</strong>partamento y <strong>la</strong>s autorida<strong>de</strong>s no<br />

mostraban interés ni preocupación por sus necesida<strong>de</strong>s como investigadora. La<br />

administración <strong>de</strong> <strong>la</strong> universidad <strong>la</strong> consi<strong>de</strong>raba como una persona difícil que generaba<br />

<strong>de</strong>masiados problemas. Tampoco le ayudaba su ta<strong>la</strong>nte en no asumir <strong>la</strong>s normas<br />

establecidas; por ejemplo, siempre vestía con pantalones, permitía que sus alumnos<br />

trabajasen hasta tar<strong>de</strong> por <strong>la</strong>s noches, cuando <strong>la</strong> hora máxima eran <strong>la</strong>s once, o no tenía<br />

inconveniente en entrar por <strong>la</strong> ventana si <strong>la</strong> puerta estaba cerrada y no tenía <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>ves a<br />

mano. Anécdotas y comportamientos que escandalizaban a sus compañeros.<br />

A<strong>de</strong>más, durante los cinco años que McClintock trabajó en Missouri, sólo<br />

permanecía en <strong>la</strong> universidad durante el invierno. En el verano cultivaba su maíz en<br />

Cornell, don<strong>de</strong> se quedaba hasta principios <strong>de</strong>l otoño para recolectar sus granos. A veces,<br />

se veía obligada a buscar un sustituto para el comienzo <strong>de</strong> <strong>la</strong>s c<strong>la</strong>ses, lo que <strong>la</strong>s<br />

autorida<strong>de</strong>s académicas contemp<strong>la</strong>ban con manifiesto disgusto. Al mismo tiempo, no<br />

podía encontrar otro trabajo y su ais<strong>la</strong>miento impedía que tuviese posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />

promoción. Incluso se veía obligada a escribir cartas <strong>de</strong> recomendación a sus colegas<br />

masculinos para trabajos que a el<strong>la</strong> misma le habrían venido muy bien.<br />

En <strong>de</strong>finitiva, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> una experiencia muy poco gratificante, McClintock<br />

abandonó <strong>la</strong> Universidad <strong>de</strong> Missouri en 1941. Opinaba que «Missouri era muy<br />

convencional, y no había esperanza para una persona tan in<strong>de</strong>pendiente como yo en el<br />

marco <strong>de</strong> esa universidad. A<strong>de</strong>más, uno se cansa <strong>de</strong> ser siempre el escalón más bajo <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> escalera».<br />

Durante su estancia en <strong>la</strong> Universidad <strong>de</strong> Missouri, también tuvo lugar una<br />

reve<strong>la</strong>dora anécdota. En <strong>la</strong> prensa local salió anunciada <strong>la</strong> boda <strong>de</strong> una joven l<strong>la</strong>mada<br />

Barbara McClintock. Confundiéndo<strong>la</strong> con <strong>la</strong> investigadora, el director <strong>de</strong>l Departamento<br />

previno a Barbara <strong>de</strong> que si se casaba sería inmediatamente <strong>de</strong>spedida. Esta actitud<br />

ilustra el tipo <strong>de</strong> ambiente que permitía hacer esta c<strong>la</strong>se <strong>de</strong> amenaza a una mujer cuyos


Barbara McClintock 25<br />

resultados en Genética habían ya conmocionado a <strong>la</strong> comunidad científica, y que era <strong>la</strong><br />

vicepresi<strong>de</strong>nta <strong>de</strong> <strong>la</strong> Sociedad Americana <strong>de</strong> Genética.<br />

Las distintas dificulta<strong>de</strong>s institucionales experimentadas por McClintock y los<br />

conflictos interpersonales que reflejaban, no le impidieron conservar el apoyo entusiasta<br />

<strong>de</strong> sus colegas más respetados. Por anóma<strong>la</strong> que fuera su posición, no sufrió ais<strong>la</strong>miento<br />

intelectual ni rechazo en el alto nivel científico, durante este período. Sin embargo, su<br />

estilo <strong>de</strong> investigación siguió haciéndose cada vez más propio y menos sometido a <strong>la</strong><br />

influencia <strong>de</strong> <strong>la</strong>s ten<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong>l momento. Empezaba así a perfi<strong>la</strong>rse el cisma que<br />

sobrevendría <strong>de</strong>spués.<br />

A título <strong>de</strong> muestra, muchos científicos se habrían dado por satisfechos con haber<br />

<strong>de</strong>scubierto los cromosomas anu<strong>la</strong>res, pero McClintock siempre se sintió interesada por <strong>la</strong>s<br />

c<strong>la</strong>ves que el maíz podía dar para enten<strong>de</strong>r <strong>la</strong> naturaleza como un todo. Constantemente<br />

intentaba integrar sus estudios especializados en cuestiones más amplias con respecto a<br />

<strong>la</strong> herencia en otras especies. De este modo, cuando <strong>de</strong>scubrió los cromosomas anu<strong>la</strong>res,<br />

inmediatamente se preguntó cómo podían los extremos <strong>de</strong>sflecados <strong>de</strong> los cromosomas<br />

dañados encontrarse unos con otros y repararse. Según el<strong>la</strong> «La conclusión evi<strong>de</strong>nte<br />

parecería ser que <strong>la</strong>s célu<strong>la</strong>s son capaces <strong>de</strong> sentir <strong>la</strong> presencia en su núcleo <strong>de</strong><br />

cromosomas con extremos rotos, por lo que entonces activan un mecanismo que les<br />

permite juntarse y unir sus extremos (...). La capacidad <strong>de</strong> una célu<strong>la</strong> para sentir estos<br />

extremos rotos, para dirigirlos unos hacia otros, y luego unirlos (...) es un ejemplo<br />

particu<strong>la</strong>rmente relevante <strong>de</strong> <strong>la</strong> sensibilidad <strong>de</strong> <strong>la</strong>s célu<strong>la</strong>s ante todo lo que está ocurriendo<br />

en su interior».<br />

La visión <strong>de</strong> McClintock sobre los procesos <strong>de</strong> reparación se a<strong>de</strong><strong>la</strong>ntó unos 15 años<br />

a otros científicos. En realidad, estaba abriendo huecos en <strong>la</strong> visión estándar <strong>de</strong>l<br />

cromosoma como una hebra rígida <strong>de</strong> genes estables, dispuestos como <strong>la</strong>s per<strong>la</strong>s <strong>de</strong> un<br />

col<strong>la</strong>r. Comenzaba a percibir el proceso genético como sensible, con capacidad <strong>de</strong> recibir<br />

señales tanto <strong>de</strong>l interior como <strong>de</strong>l exterior celu<strong>la</strong>r. McClintock observaba <strong>la</strong> naturaleza con<br />

frescura, libre <strong>de</strong> <strong>la</strong>s limitaciones conceptuales con <strong>la</strong>s que trabajaban <strong>la</strong> mayor parte <strong>de</strong><br />

los científicos. Esta aproximación imparcial terminaría por enfrentar<strong>la</strong> con aquellos que<br />

aún creían en el cromosoma estable.<br />

Hay que insistir que Barbara McClintock era primariamente una citóloga, pero<br />

también era, al mismo tiempo, genetista y naturalista, lo cual constituía en sí mismo una


Barbara McClintock 26<br />

composición anóma<strong>la</strong> que <strong>la</strong> diferenciaba <strong>de</strong> <strong>la</strong> mayoría. Para intentar c<strong>la</strong>rificar el<br />

alejamiento creciente entre su trabajo y el <strong>de</strong> sus colegas, es oportuno hacer<br />

seguidamente una breve revisión <strong>de</strong> <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones entre <strong>la</strong> Genética y <strong>la</strong> Citología en esos<br />

años <strong>de</strong> <strong>la</strong> década <strong>de</strong> los treinta.<br />

IV. DOS HISTORIAS PARALELAS<br />

1. Consolidación <strong>de</strong> <strong>la</strong> Genética Clásica<br />

La base cromosómica <strong>de</strong> <strong>la</strong> Genética se estableció plenamente en los primeros<br />

años <strong>de</strong> <strong>la</strong> década <strong>de</strong> los treinta, incluso a pesar <strong>de</strong> que aún se <strong>de</strong>sconocían cuáles eran<br />

sus mecanismos subyacentes 10 . Las principales cuestiones <strong>de</strong> esos años eran básicamente<br />

<strong>la</strong>s <strong>de</strong> establecer <strong>la</strong> naturaleza <strong>de</strong>l gen, <strong>la</strong> transmisión genética, <strong>la</strong> variación y <strong>la</strong> mutación.<br />

La Citogenética era entonces <strong>la</strong> disciplina que contaba con los mejores medios para<br />

intentar c<strong>la</strong>rificar tales temas. Recor<strong>de</strong>mos que por esa época, como se ha comentado, los<br />

dos organismos genéticamente mejor estudiados eran drosófi<strong>la</strong> y el maíz. Ahora bien, a<br />

partir <strong>de</strong> 1933 el análisis citológico recibió un gran impulso a raíz <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scubrimiento <strong>de</strong><br />

los cromosomas gigantes en <strong>la</strong>s glándu<strong>la</strong>s salivales <strong>de</strong> <strong>la</strong> mosca <strong>de</strong> <strong>la</strong> fruta, que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ese<br />

momento empezó a preferirse al maíz.<br />

Cabe ahora subrayar que en esos años el gen no era el objetivo principal <strong>de</strong> los<br />

citólogos. En realidad, los genes no podían verse, pues lo que se observaba al microscopio<br />

eran los cromosomas y partes <strong>de</strong> éstos. El gen era una abstracción, y para el citólogo los<br />

cromosomas representaban lo «real», interesantes por sí mismos. Sin embargo, como<br />

muchos historiadores han seña<strong>la</strong>do, el estudio <strong>de</strong> <strong>la</strong> base física <strong>de</strong> los sucesos genéticos,<br />

el mejor conocimiento <strong>de</strong> los cromosomas y <strong>de</strong> <strong>la</strong> mecánica interna <strong>de</strong> su variación, hizo<br />

posible <strong>la</strong> transición <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong> Genética formal <strong>de</strong>l período clásico a <strong>la</strong> Genética molecu<strong>la</strong>r<br />

<strong>de</strong>l período mo<strong>de</strong>rno.<br />

A medida que avanzaba esa década y empezaba <strong>la</strong> siguiente, el éxito creciente<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> Genética men<strong>de</strong>liana, por entonces basada en una vasta cantidad <strong>de</strong> pruebas<br />

citogenéticas, impulsaría el cambio en <strong>la</strong> forma <strong>de</strong> pensar <strong>de</strong> los biólogos. De este<br />

modo, su atención fue <strong>de</strong>rivando <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el organismo consi<strong>de</strong>rado como un todo hacia<br />

una progresiva concentración <strong>de</strong>l interés en <strong>la</strong>s propieda<strong>de</strong>s y comportamiento <strong>de</strong> los<br />

10 Los diez años prece<strong>de</strong>ntes a <strong>la</strong> Segunda Guerra Mundial han sido <strong>de</strong>scritos por el historiador L. Dunn<br />

como el «clímax» <strong>de</strong> <strong>la</strong> Genética clásica.


Barbara McClintock 27<br />

genes individuales. Mientras el éxito <strong>de</strong> <strong>la</strong> Genética se acumu<strong>la</strong>ba, su metodología se<br />

convertía en el paradigma <strong>de</strong> lo que <strong>de</strong>bía ser una buena ciencia biológica. También es<br />

conveniente recordar que, como ha seña<strong>la</strong>do Fox Keller, los avances <strong>de</strong> <strong>la</strong> Genética<br />

clásica consolidaron <strong>la</strong> confianza <strong>de</strong> todo un conjunto <strong>de</strong> posturas metodológicas y<br />

filosóficas acor<strong>de</strong>s con <strong>la</strong> nueva ciencia. Posturas que afectaban a concepciones sobre<br />

qué cuestiones eran importantes, cuál era <strong>la</strong> respuesta a<strong>de</strong>cuada a <strong>la</strong>s mismas y cómo<br />

obtener dichas respuestas <strong>de</strong> manera óptima.<br />

Llegados a este punto, <strong>de</strong>bemos igualmente hacer un breve comentario sobre dos<br />

campos <strong>de</strong> <strong>la</strong> Biología cuyas interre<strong>la</strong>ciones han cambiado notablemente a lo <strong>la</strong>rgo <strong>de</strong> un<br />

siglo. Por un <strong>la</strong>do, <strong>la</strong> Genética, o sea el estudio <strong>de</strong> <strong>la</strong> transmisión <strong>de</strong> los caracteres <strong>de</strong> una<br />

generación a <strong>la</strong> siguiente; y por el otro, <strong>la</strong> Embriología o Biología <strong>de</strong>l Desarrollo, centrada<br />

en <strong>la</strong>s etapas por <strong>la</strong> que pasa un organismo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el óvulo fecundado hasta su madurez.<br />

En <strong>la</strong> segunda mitad <strong>de</strong>l siglo XIX y principios <strong>de</strong>l XX, <strong>la</strong> herencia y el <strong>de</strong>sarrollo se<br />

integraban en una so<strong>la</strong> ciencia. Toda teoría <strong>de</strong> <strong>la</strong> herencia que no incluyera una re<strong>la</strong>ción<br />

<strong>de</strong> fenómenos vincu<strong>la</strong>dos al <strong>de</strong>sarrollo, por ejemplo, una teoría que tan solo atendiera al<br />

mecanismo <strong>de</strong> <strong>la</strong> transmisión genética generacional (es <strong>de</strong>cir, <strong>la</strong> «herencia vertical»),<br />

habría parecido <strong>de</strong>l todo ina<strong>de</strong>cuada a los estudiosos <strong>de</strong> <strong>la</strong> herencia, igual que a los<br />

<strong>de</strong>dicados al <strong>de</strong>sarrollo (es <strong>de</strong>cir, a <strong>la</strong> l<strong>la</strong>mada «herencia horizontal»).<br />

Sin embargo, con el advenimiento <strong>de</strong> <strong>la</strong> teoría cromosómica, <strong>la</strong> Genética y el<br />

Desarrollo empezaron a divergir. A medida que los intereses <strong>de</strong> los genetistas se<br />

centraban crecientemente en <strong>la</strong> naturaleza <strong>de</strong>l gen y en los mecanismos <strong>de</strong> su transmisión<br />

<strong>de</strong> una generación a otra, los biólogos <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sarrollo atendieron a cuestiones <strong>de</strong><br />

organización y a los <strong>de</strong>terminantes <strong>de</strong>l crecimiento <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el óvulo fecundado al organismo<br />

maduro. Para el biólogo <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sarrollo distaba mucho <strong>de</strong> ser obvio que los genes estaban<br />

implicados en todos esos sucesos. Consi<strong>de</strong>raban que tan importantes, o incluso más,<br />

podían serlo los factores presentes en el citop<strong>la</strong>sma. La naturaleza precisa <strong>de</strong>l gen y los<br />

<strong>de</strong>talles <strong>de</strong> su función les parecían, como ha seña<strong>la</strong>do L. Dunn, «inci<strong>de</strong>ntales y<br />

secundarios».<br />

Por su parte, Thomas Morgan, que inicialmente fue embriólogo, en 1934 publicó un<br />

libro, Embriology and Genetics, don<strong>de</strong> intentaba volver a reunir los dos campos. Su<br />

tentativa, no obstante, sólo se quedó en una síntesis hoy c<strong>la</strong>sificada <strong>de</strong> prematura.<br />

Ciertamente, a mediados <strong>de</strong> los años treinta <strong>la</strong> Genética y el Desarrollo estaban todavía


Barbara McClintock 28<br />

muy lejos <strong>de</strong> una genuina aproximación. Los especialistas <strong>de</strong> uno y otro campo<br />

<strong>de</strong>sconocían notablemente los <strong>de</strong>talles <strong>de</strong>l ajeno y se reve<strong>la</strong>ban <strong>de</strong>sinteresados, cuando<br />

no c<strong>la</strong>ramente <strong>de</strong>spreciativos, ante <strong>la</strong>s preocupaciones <strong>de</strong> aquellos que investigaban en el<br />

campo contrario. A<strong>de</strong>más, sus metodologías y preocupaciones diferentes contribuían a<br />

dividirlos aún más. La teoría <strong>de</strong>l gen era fundamentalmente mecanicista y <strong>la</strong> metodología<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> Genética era básicamente cuantitativa. Según los historiadores <strong>de</strong>l pensamiento<br />

biológico, los genetistas estaban <strong>de</strong>slumbrados por el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> los números. La<br />

Embriología, en cambio, era una ciencia más cualitativa, que atendía cuidadosamente a <strong>la</strong><br />

forma y al sentido global <strong>de</strong>l organismo como un todo. Era evi<strong>de</strong>nte <strong>la</strong> necesidad <strong>de</strong><br />

concordar ambos campos, <strong>la</strong> Embriología y <strong>la</strong> Genética, dado que evolucionaban con<br />

rumbos divergentes. Pero <strong>la</strong> esperanza <strong>de</strong> una síntesis estaba, pues, todavía lejana.<br />

Como han expuesto principalmente Fox Keller y <strong>la</strong> escritora Sharon McGrayne,<br />

Barbara McClintock, probablemente <strong>de</strong>bido a su peculiar personalidad, mantuvo su<br />

in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia metodológica y filosófica, resistiéndose a <strong>la</strong>s posturas dominantes en su<br />

propio campo. Su i<strong>de</strong>a sobre qué era lo importante discrepaba a menudo <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

prevalente a su alre<strong>de</strong>dor, mostrándose suspicaz y crítica. Su actitud se refleja, por<br />

ejemplo, en su <strong>de</strong>sconfianza ante el apabul<strong>la</strong>nte crecimiento <strong>de</strong> <strong>la</strong> Genética <strong>de</strong><br />

Pob<strong>la</strong>ciones. El<strong>la</strong> estimaba que <strong>la</strong> totalidad <strong>de</strong>l análisis <strong>de</strong> esta disciplina se basaba en<br />

"conceptos ina<strong>de</strong>cuados", criticando el celo que reve<strong>la</strong>ban los genetistas por el análisis<br />

cuantitativo, tan "empeñados en numerizarlo todo" que con frecuencia <strong>de</strong>jaban <strong>de</strong><br />

apreciar lo que estaba allí para ser visto. La obsesión por el afán <strong>de</strong> contar, les llevaba por<br />

ejemplo en el caso <strong>de</strong> los granos <strong>de</strong>l maíz, a pasar por alto <strong>la</strong> presencia <strong>de</strong> un grano<br />

aberrante que, según el<strong>la</strong>, estaba allí para ser visto y explicado.<br />

En este punto, y en línea con sus diferencias, es pertinente seña<strong>la</strong>r <strong>la</strong> importancia<br />

que esta peculiar investigadora concedió durante toda su vida a <strong>la</strong> Biología <strong>de</strong>l Desarrollo.<br />

Des<strong>de</strong> muy joven sintió gran interés por <strong>la</strong> Embriología, <strong>de</strong>rivado <strong>de</strong> su constante<br />

compromiso con <strong>la</strong> totalidad <strong>de</strong>l organismo, por lo que jamás abandonó los problemas <strong>de</strong>l<br />

<strong>de</strong>sarrollo. El que tuviese tan presente los <strong>de</strong>talles mecánicos <strong>de</strong>l proceso citogenético era<br />

consecuente con su incansable búsqueda por conocer y compren<strong>de</strong>r el organismo como<br />

un todo. Esta actitud también contribuyó a acentuar su alejamiento <strong>de</strong> <strong>la</strong> visión dominante<br />

en <strong>la</strong> comunidad científica. Aunque <strong>la</strong> vocación <strong>de</strong> McClintock por <strong>la</strong> Biología <strong>de</strong>l Desarrollo


Barbara McClintock 29<br />

no se había expresado directamente en su obra publicada en 1930, a excepción quizás <strong>de</strong><br />

su trabajo sobre <strong>la</strong> región <strong>de</strong>l organizador nucleo<strong>la</strong>r, sí lo pondría <strong>de</strong> manifiesto en todo su<br />

trabajo posterior.<br />

Conviene ac<strong>la</strong>rar que en el campo <strong>de</strong> <strong>la</strong> Genética McClintock no era <strong>la</strong> única en<br />

abrigar este heterodoxo enfoque. Efectivamente, otros genetistas se reve<strong>la</strong>ron críticos<br />

sobre <strong>la</strong> ten<strong>de</strong>ncia reduccionista presente en <strong>la</strong> Genética mo<strong>de</strong>rna, <strong>de</strong>stacando entre ellos<br />

el ya mencionado biólogo alemán Richard Goldschmidt (1878-1958). Sin duda que<br />

estamos en presencia <strong>de</strong> un disi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> talento, crítico <strong>de</strong>stacado <strong>de</strong> gran parte <strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />

teorías genéticas contemporáneas a causa <strong>de</strong> lo que consi<strong>de</strong>raba una línea <strong>de</strong><br />

investigación excesivamente estrecha y mecanicista. Particu<strong>la</strong>rmente, era contrario a los<br />

genetistas americanos <strong>de</strong> <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> <strong>de</strong> Morgan.<br />

Goldschmidt era un judío que llegó a <strong>la</strong> Universidad <strong>de</strong> California, en Berkeley,<br />

huyendo <strong>de</strong> <strong>la</strong> Alemania <strong>de</strong> Hitler. Sus trabajos en Fisiología <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sarrollo e Historia<br />

natural le habían convencido <strong>de</strong> que el concepto <strong>de</strong> gen como elemento unitario, «una<br />

cuenta en un col<strong>la</strong>r», era impropio científica y «filosóficamente». El autor alemán se<br />

apoyaba en un elemento que, hacia <strong>la</strong> mitad <strong>de</strong> <strong>la</strong> década <strong>de</strong> 1930, significaría un nuevo<br />

fenómeno crucial: el «efecto <strong>de</strong> posición» en drosófi<strong>la</strong>, término acuñado por Alfred<br />

Sturtevant. La expresión fenotípica <strong>de</strong> un gen particu<strong>la</strong>r se había reve<strong>la</strong>do <strong>de</strong>pendiente <strong>de</strong><br />

su posición re<strong>la</strong>tiva en el cromosoma.<br />

Según Goldschmidt, el «efecto <strong>de</strong> posición» era una prueba esencial <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

necesidad <strong>de</strong> proce<strong>de</strong>r a una nueva interpretación Genética radicalmente distinta <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

postu<strong>la</strong>da por <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> <strong>de</strong> Morgan. En lugar <strong>de</strong> <strong>la</strong> teoría clásica, este investigador ofrecía<br />

otra explicación más dinámica y globalizadora, que ignoraba <strong>la</strong> noción <strong>de</strong> genes<br />

individuales como unida<strong>de</strong>s separadas. A cambio proponía consi<strong>de</strong>rar el cromosoma en su<br />

conjunto. Por otra parte, Goldschmidt también <strong>de</strong>fendía <strong>la</strong> existencia <strong>de</strong><br />

«macromutaciones», o sea, reorganizaciones cromosómicas con consecuencias a gran<br />

esca<strong>la</strong> para el organismo. Las macromutaciones podían representar una solución a los<br />

problemas <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sarrollo que, en su opinión, estaría regu<strong>la</strong>do por genes capaces <strong>de</strong><br />

provocar <strong>la</strong> activación <strong>de</strong> diferentes segmentos cromosómicos en momentos distintos.<br />

Este genetista se basaba también en <strong>la</strong>s macromutaciones para justificar el origen <strong>de</strong><br />

nuevas especies, sugiriendo originales y heterodoxas hipótesis. Las propuestas <strong>de</strong>


Barbara McClintock 30<br />

Goldschmidt no fueron bien recibidas por sus colegas, quienes consi<strong>de</strong>raban que su teoría<br />

genética poseía una base <strong>de</strong>masiado débil para sobrevivir.<br />

Como expone Fox Keller, aunque McClintock y Goldschmidt compartían un<br />

profundo respeto por <strong>la</strong> Embriología y un cierto escepticismo ante <strong>la</strong> i<strong>de</strong>ología<br />

prevalente, sobre todo en lo referente a <strong>la</strong> Genética <strong>de</strong> Pob<strong>la</strong>ciones, les separaban<br />

igualmente importantes diferencias <strong>de</strong> estilo. McClintock, aunque también heterodoxa,<br />

presentaba una versión mucho más sutil que <strong>la</strong> <strong>de</strong> Goldschmidt. A<strong>de</strong>más, el trabajo <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

científica estaba <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> <strong>la</strong> corriente principal <strong>de</strong> <strong>la</strong> investigación citogenética.<br />

Pertenecía plenamente a <strong>la</strong> era <strong>de</strong> <strong>la</strong> Genética men<strong>de</strong>liana, a <strong>la</strong> que había contribuido <strong>de</strong><br />

manera importante, sobretodo en el establecimiento <strong>de</strong> <strong>la</strong> base cromosómica <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

herencia.<br />

En otro p<strong>la</strong>no, es muy importante <strong>de</strong>stacar el compromiso <strong>de</strong> Barbara McClintock<br />

en el sentido <strong>de</strong> disponer siempre <strong>de</strong> pruebas documentales, pues sus comunicaciones se<br />

caracterizaban por <strong>la</strong> pru<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> sus interpretaciones y en <strong>la</strong> atención meticulosa a <strong>la</strong>s<br />

observaciones experimentales 11 , lo que marcaba una diferencia notable con Goldschmidt.<br />

De hecho, <strong>la</strong> investigadora fue siempre extremadamente cuidadosa en su trabajo,<br />

ocupándose personalmente <strong>de</strong> todo, sin <strong>de</strong>jar en manos <strong>de</strong> otros ni siquiera <strong>la</strong>s tareas<br />

más sencil<strong>la</strong>s.<br />

Con el fin <strong>de</strong> continuar <strong>la</strong> historia <strong>de</strong> Barbara McClintock, señalemos que a partir <strong>de</strong><br />

comienzos <strong>de</strong> <strong>la</strong> década <strong>de</strong> 1940 empezó a trabajar en el famoso <strong>la</strong>boratorio <strong>de</strong> Cold<br />

Spring Harbor.<br />

2. Cold Spring Harbor: Un nuevo estilo <strong>de</strong> vida camino<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> madurez científica<br />

Cold Spring Harbor es un centro privado <strong>de</strong> investigación biológica básica situado a<br />

unos 60 kilómetros al este <strong>de</strong> Manhattan, fundado originalmente en 1890 para estudiar <strong>la</strong><br />

teoría <strong>de</strong> <strong>la</strong> evolución <strong>de</strong> Darwin. Cuando, en 1941, Barbara McClintock abandonó <strong>la</strong><br />

Universidad <strong>de</strong> Missouri, consiguió allí trabajo por un año. Luego, a partir <strong>de</strong> 1942, se<br />

convirtió en su empleo permanente, financiado por <strong>la</strong> prestigiosa Carnegie Institution.<br />

11 Marcus Rhoa<strong>de</strong>s ha comentado que se servía <strong>de</strong> <strong>la</strong>s comunicaciones <strong>de</strong> McClintock como mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong><br />

c<strong>la</strong>ridad y rigor para sus c<strong>la</strong>ses en <strong>la</strong> universidad.


Barbara McClintock 31<br />

Tradicionalmente, durante <strong>la</strong> temporada estival en este centro tenían lugar<br />

interesantes cursos, reuniones, seminarios, etc., con científicos y estudiantes provenientes<br />

<strong>de</strong> sitios muy diversos. Pero, por el contrario, en el invierno el lugar se quedaba<br />

prácticamente vacío y casi ais<strong>la</strong>do. Precisamente en el verano <strong>de</strong> 1941, se reunieron en<br />

Cold Spring Harbor más <strong>de</strong> sesenta genetistas, muchos <strong>de</strong> ellos bien conocidos en <strong>la</strong><br />

historia <strong>de</strong> <strong>la</strong> Genética clásica, y otros como Max Delbrück y Salvador Luria, todavía<br />

jóvenes, cuya fama crecería parale<strong>la</strong> a <strong>la</strong> nueva Genética (como se verá más a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte).<br />

Ese verano, incluso el viejo grupo <strong>de</strong> Cornell estuvo representado allí por Barbara<br />

McClintock, Marcus Rhoa<strong>de</strong>s y Harriet Creighton.<br />

En cierta medida, Cold Spring Harbor era el sitio i<strong>de</strong>al para Barbara McClintock.<br />

Todos lo que allí permanecían amaban <strong>la</strong> investigación biológica, trabajaban entre 70 y 80<br />

horas a <strong>la</strong> semana, vestían <strong>de</strong> manera informal sin convencionalismos y, a<strong>de</strong>más, no<br />

tenían obligaciones docentes. McClintock logró establecerse en una rutina que ya no sería<br />

perturbada en <strong>la</strong>s décadas siguientes. Alternaba los inviernos tranquilos analizando sus<br />

datos, con los agitados veranos llenos <strong>de</strong> visitantes, cultivando su maíz. Según el<strong>la</strong> misma<br />

ha narrado a <strong>la</strong> escritora McGrayne, para hacer ejercicio físico nadaba, corría, jugaba al<br />

tenis, y también daba <strong>la</strong>rgos paseos por los alre<strong>de</strong>dores. A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> una parce<strong>la</strong> para<br />

cultivar maíz, <strong>la</strong> investigadora disponía <strong>de</strong> un amplio <strong>la</strong>boratorio y una pequeña habitación<br />

<strong>la</strong>teral don<strong>de</strong> almacenaba sus bien etiquetadas cajas llenas <strong>de</strong> mazorcas secas.<br />

A pesar <strong>de</strong> ese ambiente, <strong>la</strong> vida en Cold Spring Harbor se convirtió en <strong>la</strong> fortaleza<br />

y también en <strong>la</strong> <strong>de</strong>bilidad <strong>de</strong> McClintock. Allí podía trabajar sin interrupción, incluso en<br />

proyectos que no fueran <strong>de</strong>masiado popu<strong>la</strong>res. No obstante, el ais<strong>la</strong>miento <strong>la</strong> <strong>de</strong>jaba sin<br />

colegas con quienes discutir, intercambiar opiniones y dar a conocer sus resultados. Esta<br />

situación, según el<strong>la</strong> ha contado, en algunos momentos le resultaba agobiante, aunque en<br />

ninguno llegó a interrumpir sus investigaciones en torno a <strong>la</strong>s anomalías <strong>de</strong> <strong>la</strong> genética <strong>de</strong>l<br />

maíz. Su trabajo prosiguió con buen ritmo; logró una serie <strong>de</strong> resultados inéditos, que<br />

<strong>de</strong>scritos y publicados con gran precisión y rigor, incrementaron su fama como genetista.<br />

Su buena reputación hizo que en 1944 fuese elegida como <strong>la</strong> primera mujer<br />

presi<strong>de</strong>nta <strong>de</strong> <strong>la</strong> Sociedad Americana <strong>de</strong> Genética. El mismo año fue nombrada miembro<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> prestigiosa Aca<strong>de</strong>mia Nacional <strong>de</strong> <strong>la</strong>s Ciencias, que sólo había admitido otras dos<br />

mujeres. A este respecto, en una carta a una amiga McClintock escribió: «Ha sido muy<br />

oportuno y generoso por tu parte el escribirme por lo <strong>de</strong> <strong>la</strong> Aca<strong>de</strong>mia. Admito que me


Barbara McClintock 32<br />

impresionó. Los judíos, <strong>la</strong>s mujeres y los negros están acostumbrados a <strong>la</strong> discriminación.<br />

No soy feminista, pero siempre me sienta bien toda <strong>de</strong>molición <strong>de</strong> barreras i<strong>de</strong>ológicas,<br />

sea para los judíos, mujeres o negros. Todos nos beneficiamos <strong>de</strong> ello».<br />

La biógrafa <strong>de</strong> McClintock, así como otros autores, han <strong>de</strong>stacado que a partir <strong>de</strong><br />

esas fechas <strong>la</strong> pluralidad <strong>de</strong> los intereses <strong>de</strong> <strong>la</strong> investigadora se convirtió en<br />

verda<strong>de</strong>ramente insólita y su personalidad adquirió un carácter extraordinario. Se<br />

<strong>de</strong>stacaba por su autonomía y por una total ausencia <strong>de</strong> compromiso con una escue<strong>la</strong><br />

dada. Quizás, según algunos, <strong>la</strong> importancia <strong>de</strong> su historia resi<strong>de</strong> precisamente en su<br />

in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia. A<strong>de</strong>más, entre sus notables peculiarida<strong>de</strong>s, todos los que <strong>la</strong> conocieron<br />

coinci<strong>de</strong>n en subrayar su po<strong>de</strong>rosa capacidad <strong>de</strong> absorción, un sentimiento <strong>de</strong> autoolvido<br />

resultante <strong>de</strong> una profunda i<strong>de</strong>ntificación con su trabajo. El<strong>la</strong> misma ha narrado a su<br />

biógrafa: «Integrada y absorta en mi <strong>la</strong>bor no los contemp<strong>la</strong>ba (a los cromosomas) <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

fuera, sino más bien como si me hal<strong>la</strong>ra junto a ellos. Yo misma era parte <strong>de</strong>l sistema».<br />

En el invierno <strong>de</strong> 1944-1945 Barbara McClintock inició en Cold Spring Harbor un<br />

trabajo que finalmente llegaría a convertirse en uno <strong>de</strong> los logros más <strong>de</strong>stacados <strong>de</strong> su<br />

carrera. Pero antes <strong>de</strong> analizar esa notable <strong>la</strong>bor <strong>de</strong> investigación, y para compren<strong>de</strong>r<br />

mejor sus consecuencias inmediatas, es conveniente hacer otro breve resumen acerca <strong>de</strong>l<br />

camino que habían emprendido <strong>la</strong> mayoría <strong>de</strong> sus colegas, básicamente a partir <strong>de</strong> los<br />

comienzos <strong>de</strong> <strong>la</strong> década.<br />

2.- Gestación <strong>de</strong> <strong>la</strong> Biología Molecu<strong>la</strong>r<br />

La mayoría <strong>de</strong> los autores coinci<strong>de</strong>, al analizar en retrospectiva los años que<br />

ro<strong>de</strong>aron al final <strong>de</strong> <strong>la</strong> Segunda Guerra Mundial, que en Biología lo que realmente estaba<br />

aconteciendo era el nacimiento <strong>de</strong> <strong>la</strong> revolución molecu<strong>la</strong>r: concretamente, a partir <strong>de</strong><br />

1944, cuando tuvo lugar el <strong>de</strong>scubrimiento <strong>de</strong> que el ADN es <strong>la</strong> molécu<strong>la</strong> portadora <strong>de</strong> los<br />

caracteres hereditarios. Puntualicemos, no obstante, que el significado <strong>de</strong> dicho<br />

<strong>de</strong>scubrimiento no fue totalmente apreciado en aquel<strong>la</strong>s fechas. De hecho, los años 40<br />

representaron una época <strong>de</strong> verda<strong>de</strong>ra efervescencia en Biología, pero <strong>la</strong>s enormes<br />

consecuencias no iban a pon<strong>de</strong>rarse plenamente sino en <strong>la</strong> década posterior.<br />

En esos años el pensamiento biológico estaba sufriendo un cambio muy notable<br />

<strong>de</strong>bido esencialmente a <strong>la</strong> creciente influencia <strong>de</strong> investigadores provenientes <strong>de</strong> campos<br />

muy alejados <strong>de</strong> <strong>la</strong> Genética y <strong>de</strong> <strong>la</strong> Citología. Estos científicos eran principalmente físicos


Barbara McClintock 33<br />

a quienes atraían <strong>la</strong>s molécu<strong>la</strong>s biológicas, pero carecían <strong>de</strong> <strong>la</strong> formación fundamental o<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> paciencia necesarias para abordar <strong>la</strong>s complejida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> <strong>la</strong> interpretación <strong>de</strong>l<br />

comportamiento genético <strong>de</strong> un organismo eucariota pluricelu<strong>la</strong>r.<br />

Entre los historiadores <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciencia existe consenso al <strong>de</strong>stacar en aquel<strong>la</strong> época a<br />

<strong>la</strong> figura <strong>de</strong> Marx Delbrück. Se trataba <strong>de</strong> un físico teórico, discípulo <strong>de</strong> Niels Bohr 12 ,<br />

nacido en Berlín en 1906 y uno <strong>de</strong> los primeros físicos interesados en los misterios<br />

biológicos <strong>de</strong> <strong>la</strong> naturaleza <strong>de</strong> <strong>la</strong>s molécu<strong>la</strong>s <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida. Delbrück creía que <strong>la</strong> Biología<br />

ofrecía a los investigadores problemas nuevos particu<strong>la</strong>rmente interesantes. En realidad,<br />

su interés por <strong>la</strong> Biología nació <strong>de</strong>l estudio <strong>de</strong> algunos biólogos alemanes <strong>de</strong> los años 30<br />

que habían trabajado sobre el efecto <strong>de</strong> <strong>la</strong>s radiaciones en drosófi<strong>la</strong>. Con ellos co<strong>la</strong>boró y<br />

publicó un trabajo en 1935, que fundamentalmente <strong>de</strong>stacó por su importante carácter<br />

interdisciplinar. Marx Delbrück emigró a los Estados Unidos en 1937, al ya mencionado<br />

Caltech (California Institute of Technology).<br />

La situación <strong>de</strong>l pensamiento biológico <strong>de</strong> aquel<strong>la</strong> época ha quedado bastante bien<br />

reflejada en el siguiente párrafo escrito por Pontecorvo en 1958: «En los años que<br />

precedieron a <strong>la</strong> Segunda Guerra Mundial se produjo una cosa absolutamente nueva: <strong>la</strong><br />

introducción <strong>de</strong> i<strong>de</strong>as provenientes <strong>de</strong> <strong>la</strong> Física en <strong>la</strong> Genética (...). Después, todas <strong>la</strong>s<br />

concepciones <strong>de</strong> <strong>la</strong> Genética han estado impregnadas <strong>de</strong> un aroma <strong>de</strong> <strong>la</strong> Física».<br />

Retomando a Delbrück, no es casual que ocupe un lugar entre los fundadores <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

Biología Molecu<strong>la</strong>r, básicamente por <strong>la</strong> gran influencia que ejerció sobre el modo <strong>de</strong><br />

pensar y en <strong>la</strong> metodología que adoptaron los nuevos biólogos en los años treinta y<br />

cuarenta. No fue el único autor que protagonizó ese salto, pues se le unieron varios<br />

biólogos innovadores, entre los que <strong>de</strong>staca <strong>la</strong> figura <strong>de</strong> Salvador Luria, un médico<br />

microbiólogo italiano huido a los Estados Unidos en 1940. Alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> ese grupo li<strong>de</strong>rado<br />

por Delbrück y Luria, nació el que más tar<strong>de</strong> sería el famoso GRUPO FAGO 13 , que encontró<br />

en los fagos y en <strong>la</strong>s bacterias el sistema más simple para estudiar uno <strong>de</strong> los procesos<br />

12 Niels Böhr, físico danés (1885-1962). En 1913 e<strong>la</strong>boró una teoría sobre <strong>la</strong> estructura <strong>de</strong>l átomo, que<br />

rompió radicalmente con los conceptos clásicos. En 1920 fue nombrado director <strong>de</strong>l Instituto <strong>de</strong> Física <strong>de</strong><br />

Copenhague, que hasta <strong>la</strong> Segunda Guerra Mundial fue el centro <strong>de</strong> una importante actividad teórica. Allí<br />

trabajaron todos los gran<strong>de</strong>s físicos <strong>de</strong> principios <strong>de</strong> siglo, y se consi<strong>de</strong>ra el sitio <strong>de</strong> nacimiento <strong>de</strong> <strong>la</strong> física<br />

cuántica. Este investigador también sostenía que <strong>la</strong> naturaleza <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida podrá interpretarse a partir <strong>de</strong> una<br />

base meramente física, sin necesidad <strong>de</strong> recurrir a ninguna «fuerza vital».<br />

13 Recordar que el término fago, abreviatura <strong>de</strong> bacteriófago, hace referencia a los virus que infectan a<br />

<strong>la</strong>s bacterias.


Barbara McClintock 34<br />

fundamentales <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida: <strong>la</strong> reproducción. Poco <strong>de</strong>spués se incorporó a este grupo Alfred<br />

Hershey, microbiólogo norteamericano, cuyo objetivo principal era hal<strong>la</strong>r <strong>la</strong> base física <strong>de</strong>l<br />

gen. Estos tres prestigiosos científicos recibieron el premio Nobel <strong>de</strong> medicina y fisiología<br />

en 1969.<br />

El Grupo Fago tuvo un peso enorme en el pensamiento biológico surgido<br />

inmediatamente <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>la</strong> Segunda Guerra Mundial, contribuyendo en gran medida,<br />

como hemos mencionado, a introducir en <strong>la</strong> Biología el modo <strong>de</strong> pensar <strong>de</strong> los físicos<br />

alineados a <strong>la</strong> Física Cuántica. Esencialmente, su foco analítico era <strong>la</strong> búsqueda <strong>de</strong>l<br />

conocimiento a partir <strong>de</strong> <strong>la</strong> simplicidad, más que <strong>de</strong> <strong>la</strong> complejidad. La cuestión central era<br />

investigar los fenómenos en su forma más simple. Según esta línea <strong>de</strong> pensamiento, <strong>la</strong><br />

naturaleza <strong>de</strong>be <strong>de</strong>smenuzarse hasta lo más pequeño para evitar en lo posible <strong>la</strong>s<br />

complejida<strong>de</strong>s y así po<strong>de</strong>r extraer <strong>la</strong>s leyes generales. Una apuesta que actualizaba al<br />

inductivismo clásico. Al intentar explicar lo complejo a través <strong>de</strong> lo simple,<br />

fundamentalmente creían que era necesario buscar en los átomos <strong>de</strong> <strong>la</strong> célu<strong>la</strong> el punto<br />

inicial apropiado para toda explicación biológica. Había que reducir <strong>la</strong> Biología a unos<br />

pocos casos elementales para hal<strong>la</strong>r un mo<strong>de</strong>lo explicativo sencillo. Lo contrario, según<br />

ellos, equivalía a «empezar <strong>la</strong> casa por el tejado».<br />

No po<strong>de</strong>mos, sin embargo, hab<strong>la</strong>r <strong>de</strong> <strong>la</strong> influencia <strong>de</strong> los físicos en <strong>la</strong> Biología sin<br />

mencionar al austríaco Erwin Schrödinger (Viena, 1887-1961), que en 1933 recibió el<br />

premio Nobel (año en que emigró <strong>de</strong> Alemania). Contribuyó <strong>de</strong> forma <strong>de</strong>cisiva al estableci-<br />

miento <strong>de</strong> <strong>la</strong> Física Cuántica. Su famoso libro ¿Qué es <strong>la</strong> vida? , publicado en 1945, ejerció<br />

una gran influencia en los biólogos. Esta obra centró <strong>la</strong> atención en <strong>la</strong>s posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />

abordar los problemas biológicos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong> perspectiva <strong>de</strong> <strong>la</strong> Física. Su autor estaba<br />

convencido <strong>de</strong> que el estudio <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida podía abrir perspectivas <strong>de</strong>l todo nuevas para<br />

enten<strong>de</strong>r el funcionamiento <strong>de</strong>l mundo natural.<br />

Schrödinger puso especial cuidado en seña<strong>la</strong>r que el principal problema <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

Biología era el almacenamiento y <strong>la</strong> transferencia <strong>de</strong> información <strong>de</strong> modo estable, así<br />

como el surgimiento esporádico <strong>de</strong> variaciones. Cuando terminó <strong>de</strong> escribir su libro, en<br />

1944 en Dublín don<strong>de</strong> había emigrado, aún se creía que el material genético eran <strong>la</strong>s<br />

proteínas y no los ácidos nucleicos. Ahora bien, el énfasis que él puso en <strong>la</strong> naturaleza<br />

físico-química <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida ayudó en gran medida al <strong>de</strong>scubrimiento <strong>de</strong> <strong>la</strong> estructura<br />

molecu<strong>la</strong>r <strong>de</strong>l ADN y a <strong>la</strong> explosión <strong>de</strong> <strong>la</strong> revolución molecu<strong>la</strong>r. Sus concepciones


Barbara McClintock 35<br />

biológicas ejercieron, insistimos, una gran influencia en esas décadas que van <strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1940<br />

a 1960. Igualmente, cabe recordar que Schrödinger y Delbrück se conocieron en Berlín a<br />

principios <strong>de</strong> los años 30 y compartieron, junto a Bohr, un gran interés por <strong>la</strong> base física<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> vida.<br />

Volviendo al Grupo Fago en <strong>la</strong> Norteamérica <strong>de</strong> los años 40, los nuevos biólogos,<br />

que también fueron calificados como «biólogos <strong>de</strong> nuevo cuño», consi<strong>de</strong>raban que los<br />

microorganismos, por su estructura re<strong>la</strong>tivamente sencil<strong>la</strong>, rápida reproducción y fácil<br />

cultivo en el <strong>la</strong>boratorio, tenían un valor inapreciable para intentar <strong>de</strong>sentrañar los<br />

misterios <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida. El uso <strong>de</strong> los microorganismos para estudiar <strong>la</strong> herencia, en lugar <strong>de</strong><br />

los clásicos seres pluricelu<strong>la</strong>res, tuvo un significado trascen<strong>de</strong>ntal. Como seña<strong>la</strong>n los<br />

siguientes datos, en 1941 el 30% <strong>de</strong> <strong>la</strong>s investigaciones en Genética habían tenido lugar<br />

usando drosófi<strong>la</strong> y sólo el 6% utilizaron microorganismos. Diez años más tar<strong>de</strong>, en 1951,<br />

el 9% <strong>de</strong> <strong>la</strong>s investigaciones se había llevado a cabo en drosófi<strong>la</strong> y el 70% con<br />

microorganismos. Así pues, a partir <strong>de</strong> mediados <strong>de</strong> <strong>la</strong> década <strong>de</strong> 1940 el <strong>de</strong>sp<strong>la</strong>zamiento<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> atención <strong>de</strong> los genetistas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> p<strong>la</strong>ntas y animales pluricelu<strong>la</strong>res a microorganismos<br />

se fue haciendo cada vez más pronunciado.<br />

Este cambio <strong>de</strong> metodología estuvo básicamente fundamentado en <strong>la</strong> comprensión<br />

<strong>de</strong> que el proceso genético es <strong>de</strong> naturaleza bioquímica, lo que permitió el empleo <strong>de</strong><br />

nuevas técnicas experimentales y <strong>de</strong> sistemas biológicos cada vez más sencillos.<br />

Conviene precisar también que fue por esos años cuando Delbrück organizó en<br />

Cold Spring Harbor unos cursos <strong>de</strong> verano cuyas consecuencias fueron muy<br />

importantes. Por ejemplo, entre los jóvenes que acababan <strong>de</strong> incorporarse al Grupo<br />

Fago se encontraba James Watson, quien asistió al curso <strong>de</strong>l verano <strong>de</strong> 1948. Allí, tanto<br />

él como sus compañeros, estuvieron físicamente muy próximos a Bárbara McClintock.<br />

Paradójicamente, estos jóvenes consi<strong>de</strong>raban a <strong>la</strong> investigadora como miembro <strong>de</strong> una<br />

tradición Genética <strong>de</strong> <strong>la</strong> que «<strong>la</strong>s nuevas generaciones <strong>de</strong> biólogos tenían muy poco que<br />

apren<strong>de</strong>r».<br />

4. Barbara McClintock <strong>de</strong>scubre <strong>la</strong> transposición<br />

A medida que <strong>la</strong>s nuevas generaciones <strong>de</strong> biólogos <strong>de</strong> los años 40, bajo <strong>la</strong><br />

influencia <strong>de</strong> los físicos y <strong>de</strong> <strong>la</strong> metodología reduccionista, iban abriendo el camino <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

Biología Molecu<strong>la</strong>r, Bárbara McClintock continuaba incansable sus investigaciones en torno


Barbara McClintock 36<br />

a <strong>la</strong> genética <strong>de</strong>l maíz. En realidad, habrían <strong>de</strong> pasar muchos años antes <strong>de</strong> que los logros<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> Biología Molecu<strong>la</strong>r <strong>la</strong> afectaran. Sus trabajos sobre mutaciones le proporcionaron una<br />

vasta cantidad <strong>de</strong> información valiosa, obtenida siguiendo una metodología <strong>de</strong> gran rigor,<br />

que le permitió alcanzar un objetivo <strong>de</strong> suma importancia en su carrera: encontrar una<br />

vincu<strong>la</strong>ción directa entre el <strong>de</strong>sarrollo y los procesos genéticos.<br />

Para esta singu<strong>la</strong>r investigadora, <strong>la</strong> cuestión <strong>de</strong> cómo el organismo es capaz <strong>de</strong><br />

regu<strong>la</strong>r <strong>la</strong> acción génica gozaba <strong>de</strong> total prioridad. El que <strong>la</strong>s semil<strong>la</strong>s <strong>de</strong> maíz <strong>de</strong>n lugar<br />

a p<strong>la</strong>ntas completas era para el<strong>la</strong> un hecho que no pue<strong>de</strong> explicarse plenamente sólo<br />

porque se inicien a partir <strong>de</strong> una célu<strong>la</strong> con <strong>la</strong> dotación apropiada <strong>de</strong> cromosomas. El<br />

proceso mediante el cual <strong>la</strong>s célu<strong>la</strong>s se multiplican y especializan para constituir <strong>la</strong>s<br />

distintas c<strong>la</strong>ses <strong>de</strong> tejidos que forman un organismo completo, le parecía fundamental.<br />

Sin embargo, en ese momento, como hemos mencionado, los genetistas estaban<br />

mucho más preocupados por <strong>la</strong>s vicisitu<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l genoma, y lo que aún es más<br />

ilustrativo: a <strong>la</strong> mayor parte <strong>de</strong> ellos <strong>la</strong> especialización celu<strong>la</strong>r no les concernía.<br />

Resumiendo, <strong>la</strong> metodología personal <strong>de</strong> Barbara McClintock <strong>la</strong> iba alejando<br />

inexorablemente <strong>de</strong> <strong>la</strong> mayoría <strong>de</strong> sus colegas.<br />

No obstante, mediada <strong>la</strong> década <strong>de</strong> los cuarenta, McClintock, a pesar <strong>de</strong> trabajar<br />

so<strong>la</strong> y prácticamente ais<strong>la</strong>da, logró un increíble hito en su carrera profesional: el<br />

trascen<strong>de</strong>ntal <strong>de</strong>scubrimiento <strong>de</strong> <strong>la</strong> transposición. Esta cuestión ha resultado<br />

posteriormente tan significativa que bien merece tratar<strong>la</strong> con un poco más <strong>de</strong> <strong>de</strong>talle.<br />

Durante el invierno <strong>de</strong> 1944-1945, como parte <strong>de</strong> sus investigaciones sobre <strong>la</strong>s<br />

nuevas mutaciones producidas por el ciclo ruptura-fusión-puente, McClintock había<br />

dispuesto en su inverna<strong>de</strong>ro un cultivo <strong>de</strong> semil<strong>la</strong>s <strong>de</strong> maíz proce<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> p<strong>la</strong>ntas<br />

autofecundadas, que habían sufrido ruptura en sus cromosomas. Cada una <strong>de</strong> el<strong>la</strong>s tenía<br />

su propia historia <strong>la</strong>rga y traumática, cuyo resultado había sido <strong>la</strong> ruptura <strong>de</strong> uno o ambos<br />

cromosomas 9.<br />

Según <strong>la</strong> c<strong>la</strong>se particu<strong>la</strong>r <strong>de</strong> ciclo <strong>de</strong> ruptura ocurrido en <strong>la</strong>s p<strong>la</strong>ntas parentales, <strong>la</strong>s<br />

p<strong>la</strong>ntas hijas presentaban un cierto número <strong>de</strong> variantes en su coloración. Pero, a<br />

diferencia <strong>de</strong> otros mutantes estudiados en el maíz, estas “mutaciones” eran al parecer<br />

inestables durante <strong>la</strong> vida <strong>de</strong> <strong>la</strong> p<strong>la</strong>nta. Las hojas aparecían con distintos tipos <strong>de</strong> manchas<br />

(variegadas o en mosaico), siendo un fenómeno <strong>de</strong>scrito para otras especies, pero<br />

raramente <strong>de</strong>tectado en el maíz. Observando <strong>la</strong> frecuencia re<strong>la</strong>tiva <strong>de</strong> <strong>la</strong>s manchas,


Barbara McClintock 37<br />

McClintock llegó a <strong>la</strong> conclusión <strong>de</strong> que se trataba <strong>de</strong> mutaciones <strong>de</strong>senca<strong>de</strong>nadas por un<br />

factor constante. Esto suponía que algo contro<strong>la</strong>ba <strong>la</strong> tasa <strong>de</strong> mutación.<br />

Apostillemos un dato que habría <strong>de</strong> tenerse presente. Los conceptos <strong>de</strong> regu<strong>la</strong>ción<br />

y control son hoy muy familiares a todos los genetistas, pero en <strong>la</strong> década <strong>de</strong> 1940, como<br />

<strong>la</strong> propia McClintock dijo: “<strong>la</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> control, ni tan siquiera se tenía en cuenta”. Por<br />

entonces, los genetistas consi<strong>de</strong>raban que el proceso por el cual <strong>la</strong>s célu<strong>la</strong>s se especializan<br />

y cooperan formando un organismo pluricelu<strong>la</strong>r era algo propio <strong>de</strong>l remoto terreno <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

Embriología. Para McClintock, por el contrario, <strong>la</strong> cuestión <strong>de</strong> cómo llega cada organismo a<br />

su propia forma era parte integral <strong>de</strong> sus intereses más incentivadores como bióloga.<br />

Fijándonos en el trabajo <strong>de</strong> McClintock, cabe seña<strong>la</strong>r que fueron precisamente sus<br />

esfuerzos para explicar por qué se producían variaciones en el mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> pigmentación <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong>s hojas, o <strong>de</strong> los granos <strong>de</strong>l maíz, los que abrieron <strong>la</strong>s puertas a nuevos <strong>de</strong>talles sobre el<br />

control <strong>de</strong> los genes.<br />

El ba<strong>la</strong>nce resultante, tras un total <strong>de</strong> seis años <strong>de</strong> intensa y solitaria investigación<br />

basada en abundantes observaciones llevadas a cabo principalmente a partir <strong>de</strong>l estudio<br />

<strong>de</strong>l apareamiento <strong>de</strong> los cromosomas homólogos durante <strong>la</strong> meiosis que origina los<br />

granos <strong>de</strong> polen <strong>de</strong>l maíz, es que McClintock pudo <strong>de</strong>tectar diferencias estructurales en<br />

los cromosomas. Las diferencias indican <strong>la</strong> existencia <strong>de</strong> mutaciones que, tal como el<strong>la</strong><br />

observó, se manifiestan en modificaciones <strong>de</strong> diversos caracteres <strong>de</strong> <strong>la</strong> p<strong>la</strong>nta; por<br />

ejemplo, en los granos, que aparecen reunidos en <strong>la</strong> mazorca y constituyen con su<br />

coloración un notable indicador <strong>de</strong> los cambios sufridos.<br />

De este modo, los granos tendrán o no color según <strong>la</strong> p<strong>la</strong>nta posea un gen C o su<br />

homólogo c; serán lisos o rugosos si el gen que contro<strong>la</strong> <strong>la</strong> síntesis <strong>de</strong>l almidón está en su<br />

versión SH o sh. L<strong>la</strong>mó su atención que <strong>la</strong>s mutaciones sufridas por estos genes eran<br />

inestables, estando a veces en una versión y en otras veces con <strong>la</strong> alternativa, lo cual es<br />

fácilmente observable en un gen como C por <strong>la</strong> aparición <strong>de</strong> distintas coloraciones en una<br />

misma mazorca. Comparando los cromosomas <strong>de</strong> <strong>la</strong>s p<strong>la</strong>ntas y <strong>de</strong> sus progenitores al<br />

microscopio, <strong>de</strong>dujo que algunas partes <strong>de</strong> éstos habían cambiado <strong>de</strong> posición. Este<br />

comportamiento sirvió <strong>de</strong> base a su interpretación fundamental consistente en asumir <strong>la</strong><br />

existencia <strong>de</strong> mutaciones <strong>de</strong>bidas a un elemento móvil. Una <strong>de</strong>ducción que comprobó<br />

con <strong>la</strong> localización <strong>de</strong>l mencionado elemento móvil, al que <strong>la</strong> investigadora l<strong>la</strong>mó Ds<br />

(disociación, o ruptura contro<strong>la</strong>da <strong>de</strong>l cromosoma); y que, a<strong>de</strong>más, <strong>de</strong>mostró que es


Barbara McClintock 38<br />

adyacente al gen. Cuando Ds se <strong>de</strong>sp<strong>la</strong>za, ya sea a <strong>la</strong> proximidad <strong>de</strong> un gen estructural o<br />

a su interior, surge una mutación; si el elemento móvil vuelve a <strong>de</strong>sp<strong>la</strong>zarse, el gen<br />

mutado podrá recobrar su función normal. Ahora bien, <strong>la</strong> movilidad <strong>de</strong> Ds <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> un<br />

segundo elemento, bautizado como Ac (activador). Sin Ac, Ds permanece en su sitio; con<br />

Ac, se <strong>de</strong>sp<strong>la</strong>za. Este último, Ac, se reve<strong>la</strong> autónomo, ya que va y viene a su albedrío. La<br />

investigadora lo l<strong>la</strong>mó SISTEMA DS/AC, para diferenciarlo <strong>de</strong> los muchos que hal<strong>la</strong>ría con<br />

posterioridad. McClintock puso <strong>de</strong> manifiesto estos sucesos en el cromosoma 9, pero<br />

también pue<strong>de</strong>n ocurrir en otros lugares.<br />

En esencia, cuando un elemento móvil se inserta en un gen, o en sus<br />

proximida<strong>de</strong>s, pue<strong>de</strong> afectar a <strong>la</strong> estructura y expresión <strong>de</strong> ese gen, anu<strong>la</strong>r su función y<br />

crear así una mutación. Por otro <strong>la</strong>do, si ese elemento abandona el gen hospedador, o<br />

sus proximida<strong>de</strong>s, <strong>la</strong> mutación pue<strong>de</strong> quedar anu<strong>la</strong>da. Como resultado, no sólo los genes<br />

son inestables, sino que sus efectos como mutantes también lo son. La heterodoxia <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

propuesta era manifiesta, ya que los genetistas habían asumido que un gen mutado<br />

estaba “muerto” y ya no podía reactivarse. Barbara McClintock, por el contrario, <strong>de</strong>mostró<br />

que <strong>la</strong>s condiciones ambientales pue<strong>de</strong>n revertir algunas mutaciones y <strong>de</strong>volver <strong>la</strong><br />

actividad a un gen.<br />

Los experimentos <strong>de</strong> McClintock proporcionaban una imagen fluida <strong>de</strong> <strong>la</strong> Genética,<br />

en contraste con <strong>la</strong> tradicional visión <strong>de</strong> genes con mutaciones estables e inamovibles.<br />

Con el fenómeno <strong>de</strong> <strong>la</strong> transposición había <strong>de</strong>scubierto un importante mecanismo <strong>de</strong><br />

generación <strong>de</strong> variabilidad y <strong>de</strong> inestabilidad en el genoma, pero a<strong>de</strong>más presentaba <strong>la</strong><br />

primera prueba <strong>de</strong> que ciertos genes pue<strong>de</strong>n regu<strong>la</strong>r a otros genes. La distancia entre el<strong>la</strong><br />

y sus colegas empezaba a convertirse en un abismo.<br />

Es oportuno hacer hincapié en que Bárbara McClintock fue <strong>la</strong> primera bióloga en<br />

observar <strong>la</strong> presencia <strong>de</strong> elementos móviles en el material genético. Al <strong>de</strong>mostrar que un<br />

gen no necesita tener una posición fija en un cromosoma, llegó a <strong>la</strong> conclusión <strong>de</strong> que<br />

los genes no son «per<strong>la</strong>s» estables a lo <strong>la</strong>rgo <strong>de</strong> <strong>la</strong> hebra <strong>de</strong>l cromosoma: pue<strong>de</strong>n<br />

moverse y activarse o <strong>de</strong>sactivarse en diversas ocasiones a lo <strong>la</strong>rgo <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

célu<strong>la</strong>. Sus numerosas observaciones <strong>la</strong> convencieron, ya en 1947, que se hal<strong>la</strong>ba<br />

estudiando elementos <strong>de</strong> control, y por ello propuso <strong>la</strong> existencia <strong>de</strong> genes contro<strong>la</strong>dores.<br />

Era consciente <strong>de</strong> <strong>la</strong>s dificulta<strong>de</strong>s <strong>de</strong> su hipótesis y, a este respecto, comentaría a su<br />

biógrafa: «Por aquel entonces <strong>la</strong> transposición era absolutamente un sin sentido para los


Barbara McClintock 39<br />

biólogos (...). Me esforcé hasta el límite recogiendo pruebas que <strong>de</strong>mostrasen qué ocurría,<br />

hasta que no me cupo ya <strong>la</strong> menor duda».<br />

En el otoño <strong>de</strong> 1950, McClintock, provista <strong>de</strong> sus abundantes pruebas, publicó un<br />

breve artículo sobre <strong>la</strong> transposición titu<strong>la</strong>do: Origen y comportamiento <strong>de</strong> los loci<br />

mutables en el maíz , don<strong>de</strong>, entre otras cosas, subrayaba el paralelismo existente entre<br />

el sistema que estaba estudiando y otras c<strong>la</strong>ses <strong>de</strong> inestabilidad genética –inclusive el<br />

«efecto <strong>de</strong> posición»– ya estudiadas en drosófi<strong>la</strong>. A pesar <strong>de</strong> esta publicación, <strong>la</strong> científica<br />

sabía que el momento idóneo para dar plena cuenta <strong>de</strong> su trabajo, con todas sus radicales<br />

implicaciones, era el propiciado por <strong>la</strong> reunión anual en Cold Spring Harbor, que tendría<br />

lugar en el verano <strong>de</strong> 1951. McClintock albergaba algunos temores, pues pensaba que<br />

quizás ciertos colegas no conseguirían compren<strong>de</strong>r el verda<strong>de</strong>ro significado <strong>de</strong> sus<br />

hal<strong>la</strong>zgos. Pero se quedaría corta, al no imaginar hasta qué grado llegaba <strong>la</strong> disparidad<br />

existente entre su forma <strong>de</strong> pensar y <strong>la</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> mayor parte <strong>de</strong> los biólogos <strong>de</strong> su tiempo.<br />

Cuando tuvo lugar el simposium estival <strong>de</strong> 1951 y llegó el momento <strong>de</strong> su<br />

conferencia, McClintock se vio obligada a explicar en sólo una hora un sistema genético<br />

con el que el<strong>la</strong> llevaba más <strong>de</strong> seis años familiarizada. Tuvo que resumir, ante un<br />

heterogéneo grupo <strong>de</strong> científicos, sus últimos <strong>de</strong>scubrimientos, que básicamente eran<br />

<strong>de</strong>sconocidos para <strong>la</strong> totalidad <strong>de</strong> los genetistas. La comunicación fue <strong>la</strong>rga, complicada<br />

y <strong>de</strong>nsa, con mucha estadística y pruebas, y el resultado fue terrible. Según han<br />

recordado algunos científicos que estuvieron presentes, cuando terminó se produjo un<br />

silencio mortal. Su amiga Harriet Creighton ha rememorado: «Cayó como una bo<strong>la</strong> <strong>de</strong><br />

plomo». La mayoría reaccionó con confusión y frustración, algunos incluso con<br />

hostilidad, llegando hasta <strong>la</strong> <strong>de</strong>sconsi<strong>de</strong>ración y <strong>la</strong> <strong>de</strong>scortesía. Los científicos que<br />

empezaban a profundizar en <strong>la</strong> Biología Molecu<strong>la</strong>r querían <strong>la</strong>s cosas simples; no les<br />

gustaba un sistema genético que fuese fluido y móvil, <strong>de</strong>safiante e intrincablemente<br />

regu<strong>la</strong>do.<br />

Comprensiblemente, McClintock se sintió <strong>de</strong>sconcertada y <strong>de</strong>silusionada. Encontró<br />

fuerzas para reaccionar. Con <strong>la</strong> intención <strong>de</strong> mejorar esa primera opinión, resumió su<br />

trabajo en un artículo que publicó en 1953. Aunque algunos genetistas <strong>de</strong>l maíz<br />

comprendieron y aceptaron sus datos, el resultado general no mejoró. El<strong>la</strong> <strong>de</strong>seaba que <strong>la</strong><br />

comunidad científica entera se diera cuenta <strong>de</strong>l amplio significado <strong>de</strong> sus resultados y, sin<br />

embargo, sólo tres científicos que no pertenecían a su campo <strong>de</strong> especialidad solicitaron


Barbara McClintock 40<br />

copias <strong>de</strong> su artículo. Desalentada, McClintock llegó a <strong>la</strong> conclusión <strong>de</strong> que publicar era<br />

una pérdida <strong>de</strong> tiempo. Des<strong>de</strong> ese momento en a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte, anotaba todo su trabajo, lo<br />

tabu<strong>la</strong>ba, documentaba, analizaba y luego or<strong>de</strong>naba sus cua<strong>de</strong>rnos <strong>de</strong> notas en una<br />

estantería <strong>de</strong> su <strong>de</strong>spacho. Sólo enviaba para publicar breves resúmenes anuales. «No<br />

conozco ningún otro científico que hubiese tenido tal disciplina y confianza en sí mismo<br />

para hacer algo así», observó más tar<strong>de</strong> un conocido biólogo molecu<strong>la</strong>r. El<strong>la</strong> también <strong>de</strong>jó<br />

<strong>de</strong> impartir seminarios en Cold Spring Harbor. Como ha sugerido <strong>la</strong> escritora McGrayne,<br />

veinte años por <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong> su tiempo, McClintock entró en un «exilio interno», esperando<br />

que <strong>la</strong> comunidad científica <strong>la</strong> alcanzara.<br />

McClintock sospechaba c<strong>la</strong>ramente que iba a encontrar resistencia en sus colegas,<br />

pero no suponía que su trabajo pudiese ser rechazado <strong>de</strong> manera tan inmediata. Así,<br />

muchos años <strong>de</strong>spués reconoció ante Fox Keller: «Fue para mí una <strong>de</strong>sagradable<br />

reve<strong>la</strong>ción el que no pudiera comunicarme, el que se me hiciera sentir ridícu<strong>la</strong>, o que se<br />

me l<strong>la</strong>mara loca <strong>de</strong> buenas a primeras (...). Más tar<strong>de</strong>, hubo años en que no me atrevía a<br />

hab<strong>la</strong>r <strong>de</strong> esto con nadie, ni <strong>de</strong> hecho se me invitaba ya a impartir seminarios».<br />

La personalidad <strong>de</strong> esta autora aflora en esta situación. El<strong>la</strong> misma <strong>de</strong>c<strong>la</strong>ró en<br />

diversas ocasiones que disfrutaba tanto con sus i<strong>de</strong>as, sus pensamientos y su trabajo<br />

<strong>de</strong> investigación, que el dolor <strong>de</strong> sentirse ignorada se fue mitigando con cierta rapi<strong>de</strong>z.<br />

«Estaba asombrada cuando me di cuenta <strong>de</strong> que no lo entendían, que no lo tomaban<br />

en serio (...). Pero no me preocupaba. Simplemente sabía que yo estaba en lo cierto.<br />

La gente piensa que tu ego está siempre <strong>de</strong> por medio—ego en el sentido <strong>de</strong> esperar<br />

reconocimiento. Sin embargo, uno no se preocupa sobre ese reconocimiento. Se tiene<br />

un p<strong>la</strong>cer enorme al trabajar en ello. El reconocimiento no es lo que estas buscando».<br />

Esta fortaleza intelectual es <strong>la</strong> que justifica el por qué McClintock siguió sus<br />

trabajos <strong>de</strong> transposición en soledad y sin ser prácticamente entendida por nadie. El<br />

coro<strong>la</strong>rio que se extrae, visto en retrospectiva, es que entre el pensamiento <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

investigadora y el <strong>de</strong> sus colegas, <strong>la</strong>s trayectorias se movían en trazados <strong>de</strong>siguales, hasta<br />

el punto <strong>de</strong> que en esos años para <strong>la</strong> mayoría <strong>la</strong> transposición sólo representaba una i<strong>de</strong>a<br />

extravagante y <strong>de</strong>scabel<strong>la</strong>da. Una joven colega que por esos años también trabajaba en<br />

Cold Spring Harbor, Evelyn Witkin, gran admiradora y seguidora <strong>de</strong>l trabajo <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

investigadora, señaló: «Lo que McClintock hal<strong>la</strong>ba era <strong>de</strong>l todo ajeno a cuanto sabíamos;<br />

era como atisbar en el siglo XXI».


Barbara McClintock 41<br />

Las implicaciones <strong>de</strong> los elementos transponibles fascinaron a McClintock incluso<br />

más que el propio <strong>de</strong>scubrimiento. Inmediatamente evaluaría que los transposones eran<br />

un fenómeno fundamental que ayuda a explicar <strong>la</strong> increíble variedad <strong>de</strong> organismos<br />

producidos por <strong>la</strong> naturaleza. En 1951 observó: «Los mismos mecanismos podrían ser<br />

responsables <strong>de</strong> muchas <strong>de</strong> <strong>la</strong>s mutaciones observadas en p<strong>la</strong>ntas y animales». La tenaz<br />

científica estaba tan entusiasmada con lo que hacía, que Witkin ha recordado: «Era algo<br />

gran<strong>de</strong> para ver (...). Realmente disfrutaba. Estaba totalmente segura <strong>de</strong> lo que veía, y su<br />

evi<strong>de</strong>ncia era absolutamente convincente». Poco <strong>de</strong>spués, en una famosa comunicación<br />

<strong>de</strong> 1955, McClintock profetizó que «sería verda<strong>de</strong>ramente sorpren<strong>de</strong>nte que los elementos<br />

contro<strong>la</strong>dores no se encontraran en otros organismos».<br />

En <strong>de</strong>finitiva, a partir <strong>de</strong> <strong>la</strong> comunicación <strong>de</strong> 1951 Barbara McClintock, cuya tal<strong>la</strong><br />

como investigadora había sido ampliamente respetada y admirada por sus colegas,<br />

empezó a ser mirada con <strong>de</strong>sconfianza. Sus resultados diferían totalmente <strong>de</strong> <strong>la</strong> opinión<br />

dominante y parecían prácticamente in<strong>de</strong>scifrables. Para cualquier miembro <strong>de</strong> <strong>la</strong> nueva<br />

estirpe <strong>de</strong> biólogos molecu<strong>la</strong>res, <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que los genes podían saltar <strong>de</strong> un lugar a otro<br />

resultaba tan absurda, que algunos no tenían reparos en tildar a <strong>la</strong> investigadora <strong>de</strong> loca y<br />

calificativos peores.<br />

En consecuencia, durante los años en que su trabajo permaneció mayoritariamente<br />

ignorado, Barbara McClintock fue recluyéndose cada vez más en su investigación, aunque<br />

su <strong>la</strong>boratorio seguía estando abierto a todo aquel que genuinamente <strong>de</strong>seara escuchar<strong>la</strong><br />

o hab<strong>la</strong>r con el<strong>la</strong>. Sin embargo, el<strong>la</strong> siempre había sabido respon<strong>de</strong>r tajantemente cuando<br />

era necesario. Ahora tenía nuevas razones empíricas para ser muy contun<strong>de</strong>nte. Así,<br />

según ha narrado una científica europea co<strong>la</strong>boradora <strong>de</strong> McClintock, ésta echó <strong>de</strong> su<br />

<strong>la</strong>boratorio a un grupo <strong>de</strong> afamados científicos «<strong>de</strong>bido a sus arrogancias. (Barbara) se<br />

mostró intolerante ante tanta altanería (...) pensaba que había cruzado el <strong>de</strong>sierto so<strong>la</strong> y<br />

que nadie <strong>la</strong> había seguido».<br />

Hay que insistir que McClintock era consciente <strong>de</strong> que sus hal<strong>la</strong>zgos seña<strong>la</strong>ban con<br />

c<strong>la</strong>ridad el camino hacia una mejor interpretación <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sarrollo y <strong>la</strong> diferenciación.<br />

Comprendió, más <strong>de</strong> veinte años antes que sus colegas, que <strong>la</strong> c<strong>la</strong>ve para enten<strong>de</strong>r el<br />

<strong>de</strong>sarrollo está en consi<strong>de</strong>rar que en este complejo proceso actúan sistemas genéticos<br />

organizados que funcionan como unida<strong>de</strong>s, y no en examinar los genes ais<strong>la</strong>damente. En<br />

otras pa<strong>la</strong>bras, McClintock <strong>de</strong>fendía que los elementos genéticos están sujetos a un


Barbara McClintock 42<br />

sistema <strong>de</strong> regu<strong>la</strong>ción y control que en muchos casos implica <strong>la</strong> reorganización <strong>de</strong>l<br />

material genético. Sin embargo, como hemos apuntado, <strong>la</strong> noción dominante sostenía<br />

inflexible que el gen es una unidad fija y autónoma. Así pues, los resultados presentados<br />

por <strong>la</strong> científica in<strong>de</strong>fectiblemente llevaban a <strong>la</strong> falta <strong>de</strong> entendimiento. La premisa <strong>de</strong> que<br />

toda variación genética se produce <strong>de</strong> forma aleatoria era lo admitido y por tanto chocaba<br />

<strong>de</strong> p<strong>la</strong>no con <strong>la</strong> <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> McClintock acerca <strong>de</strong> cambios genéticos contro<strong>la</strong>dos por el<br />

organismo.<br />

Por otra parte, <strong>la</strong> sima entre <strong>la</strong> ortodoxia dominante y <strong>la</strong>s propuestas <strong>de</strong><br />

McClintock se ahondaba aún más, pues <strong>la</strong>s pruebas que el<strong>la</strong> presentaba, así como los<br />

mo<strong>de</strong>los que diseñaba para convencer a los <strong>de</strong>más, no eran <strong>de</strong> seguimiento fácil. Los<br />

seis años pasados estudiando <strong>la</strong> transposición transcurrieron en un ais<strong>la</strong>miento muy<br />

marcado, y McClintock había <strong>de</strong>sarrol<strong>la</strong>do sus i<strong>de</strong>as so<strong>la</strong>, sin el beneficio que pue<strong>de</strong><br />

surgir <strong>de</strong> <strong>la</strong> discusión permanente con colegas. Un estilo <strong>de</strong> hacer <strong>la</strong>s cosas que le pasó<br />

factura. Sus resultados adquirieron sentido para el<strong>la</strong>, pero aún le restaba <strong>la</strong> tarea <strong>de</strong><br />

hacerlos visibles para otros. En el ritual <strong>de</strong>l mundo <strong>de</strong> los científicos, para satisfacer o<br />

encontrar eco <strong>de</strong> un quehacer, se necesita <strong>de</strong> un lenguaje que sea común o<br />

comprensible a <strong>la</strong> audiencia. Algo verda<strong>de</strong>ramente difícil en este punto, pues hay que<br />

tener presente que <strong>la</strong>s complejida<strong>de</strong>s que esta científica manejaba no existen en los<br />

microorganismos con que trabajaba <strong>la</strong> mayoría <strong>de</strong> los nuevos biólogos. De esta manera,<br />

una y otros se expresaban en un método y lenguaje distintos. En ausencia <strong>de</strong> ese discurso<br />

comunicativo, los argumentos <strong>de</strong>jan <strong>de</strong> ser procesados y por tanto eficaces.<br />

Resumiendo, a lo <strong>la</strong>rgo <strong>de</strong> <strong>la</strong> década <strong>de</strong> los años cincuenta <strong>la</strong> posibilidad <strong>de</strong> que<br />

McClintock y sus colegas llegaran a una visión común se fue haciendo cada vez más<br />

remota. A medida que <strong>la</strong>s investigaciones <strong>de</strong> <strong>la</strong> científica seguían enriqueciendo el mo<strong>de</strong>lo<br />

que el<strong>la</strong> había forjado durante <strong>la</strong> década prece<strong>de</strong>nte, los acontecimientos que tenían lugar<br />

en otros sectores <strong>de</strong> <strong>la</strong> Genética encaminaban a <strong>la</strong> mayoría <strong>de</strong> los biólogos por una ruta<br />

diferente. Pero, para po<strong>de</strong>r compren<strong>de</strong>r con más c<strong>la</strong>ridad esta divergencia, es necesario<br />

contextualizar<strong>la</strong> <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong> revolución molecu<strong>la</strong>r que ocurrió en <strong>la</strong> Biología a partir <strong>de</strong> esa<br />

década.<br />

5. La explosión <strong>de</strong> <strong>la</strong> Biología Molecu<strong>la</strong>r


Barbara McClintock 43<br />

En <strong>la</strong> citada década <strong>de</strong> los años cincuenta, <strong>la</strong> nueva metodología biológica<br />

firmemente apoyada en el mecanicismo reduccionista propio <strong>de</strong> los físicos y <strong>de</strong> los<br />

químicos, se estaba afianzando <strong>de</strong> manera acelerada, ava<strong>la</strong>da por sus innegables éxitos.<br />

Los <strong>de</strong>scubrimientos que confirmaban al ADN como <strong>la</strong> molécu<strong>la</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> herencia (1944), y<br />

que su estructura es <strong>la</strong> <strong>de</strong> una doble hélice (1953), proporcionaron al gen una naturaleza<br />

real acerca <strong>de</strong> <strong>la</strong> cual se podía investigar objetivamente. Indudablemente, estos<br />

trascen<strong>de</strong>ntales acontecimientos consolidaron con firmeza el camino estratégico <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

nueva Biología.<br />

Pese a ser muy conocido, no <strong>de</strong>bemos pasar <strong>de</strong> <strong>la</strong>do por el juicio que hoy sostienen<br />

los historiadores <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciencia cuando consi<strong>de</strong>ran que el mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> Watson y Crick sobre<br />

<strong>la</strong> estructura molecu<strong>la</strong>r <strong>de</strong>l ADN, representa el <strong>de</strong>scubrimiento más importante <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

Biología <strong>de</strong>l siglo XX. Proporcionaba respuestas más sencil<strong>la</strong>s <strong>de</strong> lo que nadie hubiera<br />

esperado a una ingente cantidad <strong>de</strong> cuestiones sobre <strong>la</strong> mecánica <strong>de</strong> <strong>la</strong> herencia. Una vez<br />

quedó apuntada <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que <strong>la</strong> información genética estaba contenida en <strong>la</strong> secuencia<br />

<strong>de</strong> nucleótidos, más que en su variedad, enseguida se asentó <strong>la</strong> teoría en que el ADN<br />

podía ser fácilmente portador <strong>de</strong> <strong>la</strong> información requerida por los genes. El mo<strong>de</strong>lo<br />

explicaba, asimismo, <strong>la</strong> replicación <strong>de</strong> los genes, ya que cada hebra <strong>de</strong> <strong>la</strong> doble hélice<br />

pue<strong>de</strong> autocopiarse sirviendo <strong>de</strong> mol<strong>de</strong> para <strong>la</strong> síntesis <strong>de</strong> una hebra complementaria.<br />

Está admitido, como influencia operativa, que los reconocidos autores <strong>de</strong>l<br />

<strong>de</strong>scubrimiento <strong>de</strong> <strong>la</strong> doble hélice tenían entre sus referentes al citado libro <strong>de</strong><br />

Schrödinger. Por ejemplo, Francis Crick, físico nacido en Ing<strong>la</strong>terra en 1916, ha<br />

reconocido que el libro <strong>de</strong>l austríaco lo impulsó a reorientar sus trabajos hacia <strong>la</strong> Biología;<br />

impulso que venía a sumarse a <strong>la</strong> <strong>de</strong>silusión general <strong>de</strong> los físicos con posterioridad a <strong>la</strong><br />

Segunda Guerra Mundial. Lo que más impresionó a Crick <strong>de</strong>l libro <strong>de</strong> Schrödinger fue <strong>la</strong><br />

sólida argumentación <strong>de</strong> que los problemas biológicos fundamentales podrían concebirse<br />

en términos precisos, utilizando los conceptos <strong>de</strong> <strong>la</strong> Física y <strong>de</strong> <strong>la</strong> Química. Señalemos que<br />

<strong>la</strong> elucidación <strong>de</strong> <strong>la</strong> estructura molecu<strong>la</strong>r <strong>de</strong>l ADN no <strong>de</strong>rivó <strong>de</strong> <strong>la</strong>s técnicas químicas<br />

tradicionales, sino que se apoyó en gran medida en una Física compuesta por<br />

recomendaciones contenidas, resumidas y difundidas en el famoso libro <strong>de</strong> Schrödinger.<br />

Tampoco po<strong>de</strong>mos olvidar que junto a Watson y Crick recibió el premio Nobel <strong>de</strong> 1962,<br />

Maurice Wilkins, quien también era un físico que había trabajado en el proyecto<br />

Manhattan sobre el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> <strong>la</strong> bomba atómica. Una experiencia, todo sea dicho en


Barbara McClintock 44<br />

honor a su persona, que le condujo a per<strong>de</strong>r <strong>la</strong> ilusión por <strong>la</strong> investigación fundamental en<br />

Física y a tras<strong>la</strong>darse al campo <strong>de</strong> <strong>la</strong> Biología. El otro personaje, Watson, era el único<br />

biólogo <strong>de</strong> los tres, siendo un joven investigador <strong>de</strong>stacado proce<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>l Grupo Fago.<br />

En <strong>de</strong>finitiva, el <strong>de</strong>scubrimiento <strong>de</strong> <strong>la</strong> función (1944) y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>la</strong> estructura<br />

(1953) <strong>de</strong>l ADN, constituyó una verda<strong>de</strong>ra revolución en <strong>la</strong> historia <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciencia. Marcó el<br />

nacimiento <strong>de</strong> un nuevo campo, <strong>la</strong> Biología Molecu<strong>la</strong>r, con una visión distinta, y en <strong>la</strong> que<br />

los métodos e inquietu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> los antiguos genetistas parecían ya anacrónicos e<br />

irrelevantes. Así pues, en <strong>la</strong> mente <strong>de</strong> los nuevos biólogos, <strong>la</strong>s antiguas categorías <strong>de</strong><br />

genotipo y fenotipo dieron lugar al ADN y a <strong>la</strong>s proteínas. Ahora, el foco <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

investigación se <strong>de</strong>sp<strong>la</strong>zaría consecuentemente <strong>de</strong> <strong>la</strong> citología y <strong>de</strong> los experimentos <strong>de</strong><br />

cultivo y cría <strong>de</strong> organismos pluricelu<strong>la</strong>res, hacia <strong>la</strong> bioquímica y <strong>la</strong> construcción <strong>de</strong><br />

mo<strong>de</strong>los molecu<strong>la</strong>res.<br />

Una vez sentadas <strong>la</strong>s bases <strong>de</strong> <strong>la</strong> Biología Molecu<strong>la</strong>r, <strong>la</strong> actividad investigadora que<br />

siguió fue imparable. Sabemos que poco <strong>de</strong>spués se propuso y aceptó el l<strong>la</strong>mado<br />

«dogma central <strong>de</strong> <strong>la</strong> Biología Molecu<strong>la</strong>r», así <strong>de</strong>nominado por Crick. Este supuesto<br />

«dogma» daba por sentado que <strong>la</strong> totalidad <strong>de</strong> <strong>la</strong> Biología pue<strong>de</strong> explicarse por <strong>la</strong>s leyes<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> Física y <strong>de</strong> <strong>la</strong> Química.<br />

A este respecto, es interesante precisar que hoy en día <strong>la</strong> mayoría <strong>de</strong> los biólogos<br />

son conscientes <strong>de</strong> que inicialmente el “dogma central” se concibió con muy poca<br />

flexibilidad. La transferencia <strong>de</strong> información <strong>de</strong> un ácido nucleico a otro y <strong>de</strong> éstos a <strong>la</strong>s<br />

proteínas se consi<strong>de</strong>ró posible sólo en una dirección; o sea, que <strong>la</strong> información no podía ir<br />

<strong>de</strong> proteína a proteína o <strong>de</strong> <strong>la</strong> proteína al ácido nucleico. En otras pa<strong>la</strong>bras: cuando <strong>la</strong><br />

información ha penetrado en <strong>la</strong> proteína ya no pue<strong>de</strong> salir <strong>de</strong> ésta. Quedaba <strong>de</strong> este modo<br />

establecida <strong>la</strong> absoluta in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> <strong>la</strong> información genética frente a eventos que<br />

ocurrieran fuera, o incluso <strong>de</strong>ntro, <strong>de</strong> <strong>la</strong> célu<strong>la</strong>. Para muchos ya eso bastaba para sostener<br />

que ninguna información exterior es capaz <strong>de</strong> introducirse en el mensaje genético<br />

heredable. En consecuencia, si <strong>la</strong> información genética es <strong>de</strong>l todo in<strong>de</strong>pendiente <strong>de</strong> los<br />

sucesos que tienen lugar fuera <strong>de</strong>l genoma, no hay posibilidad <strong>de</strong> que el cambio genético<br />

pueda ser dirigido por el entorno <strong>de</strong> <strong>la</strong> célu<strong>la</strong> 14 .<br />

Mientras tanto, seguía consolidándose el mo<strong>de</strong>lo tradicional <strong>de</strong> los cromosomas<br />

como un col<strong>la</strong>r <strong>de</strong> per<strong>la</strong>s, ahora constituidos por una <strong>la</strong>rga y continua ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> ADN<br />

14 Algunos autores han querido subrayar que con esto se daba, una vez más, reposo al espíritu <strong>de</strong> Lamarck.


Barbara McClintock 45<br />

cuyos distintos tramos constituyen los genes por separado. De este mo<strong>de</strong>lo se <strong>de</strong>sprendía<br />

que todas <strong>la</strong>s mutaciones <strong>de</strong>bían ser intragénicas. Asimismo, empezó a prevalecer <strong>la</strong><br />

convicción <strong>de</strong> que los mecanismos básicos <strong>de</strong> <strong>la</strong> Genética eran universales.<br />

Antes <strong>de</strong> continuar, es el momento para hacer hincapié en <strong>la</strong> influencia que tuvo el<br />

ya mencionado Grupo Fago en el nacimiento y consolidación <strong>de</strong> <strong>la</strong> Biología Molecu<strong>la</strong>r,<br />

<strong>de</strong>stacando que hasta 1962 sus trabajos fueron fundamentales para precisar y confirmar<br />

en esas fechas el ampliamente respetado «dogma central».<br />

En este sentido, son diversos los historiadores que han <strong>de</strong>nunciado el carácter<br />

elitista <strong>de</strong>l mencionado grupo, que a veces tendía a comportarse como una especie <strong>de</strong><br />

comunidad religiosa. La impresión era que sus miembros daban una importancia bastante<br />

exclusiva a los trabajos <strong>de</strong> su colectividad en <strong>de</strong>trimento <strong>de</strong> <strong>la</strong>s informaciones exteriores.<br />

Contaban incluso con un servicio <strong>de</strong> documentación que básicamente servía a sus<br />

miembros para seleccionar <strong>la</strong> información, separando <strong>la</strong> importante <strong>de</strong> <strong>la</strong> trivial. Por<br />

ejemplo, se incluían en los archivos fichas sobre diversos trabajos publicados en los que<br />

figuraba <strong>la</strong> frase "sin sentido". Sin embargo, esos mismos artículos fueron posteriormente<br />

consi<strong>de</strong>rados <strong>de</strong> sumo interés por numerosos autores <strong>de</strong> otras escue<strong>la</strong>s. Conviene, no<br />

obstante, subrayar aquí que <strong>la</strong> actitud discriminatoria <strong>de</strong>l Grupo Fago ante investigaciones<br />

ajenas a su propia colectividad, no es totalmente anóma<strong>la</strong>. Por el contrario, es<br />

consecuente con algunos aspectos <strong>de</strong> <strong>la</strong> construcción <strong>de</strong>l conocimiento científico. Con<br />

frecuencia, el comportamiento <strong>de</strong> los miembros <strong>de</strong>l grupo o equipo formado bajo el<br />

espíritu <strong>de</strong> “escue<strong>la</strong>”, muestra como <strong>la</strong> ciencia no avanza <strong>de</strong> manera lineal ni está exenta<br />

<strong>de</strong> paradojas, no faltando el recurso a un dogmatismo que prevalece sobre actitu<strong>de</strong>s<br />

abiertas y objetivas.<br />

Lo cierto fue que, a partir <strong>de</strong> 1962 <strong>la</strong> Biología Molecu<strong>la</strong>r se institucionalizó como<br />

una disciplina científica, es <strong>de</strong>cir, se convirtió en una especialidad con estatus propio,<br />

dotada <strong>de</strong> una organización formal, acompañada <strong>de</strong> <strong>la</strong>s clásicas revistas, centros, etc.,<br />

que disponían <strong>de</strong> crédito propio 15 . Después <strong>de</strong> 1966, el Grupo Fago quedó englobado<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> una Biología Molecu<strong>la</strong>r que extendía sus dominios a muchos integrantes y<br />

presencias, máxime tras el imparable motor que le colocó el ADN.<br />

15 La historia <strong>de</strong>l Grupo Fago ha sido dividida por numerosos historiadores en una «fase romántica», <strong>la</strong><br />

inicial, y otra «fase académica», o <strong>de</strong> especialización. La institucionalización <strong>de</strong> <strong>la</strong> Biología Molecu<strong>la</strong>r lo llevó<br />

a <strong>la</strong> fase académica.


Barbara McClintock 46<br />

Al traer a co<strong>la</strong>ción esta historia, estamos advirtiendo al lector que el Grupo Fago no<br />

fue el único que contribuyó al surgimiento <strong>de</strong> <strong>la</strong> Biología Molecu<strong>la</strong>r. También existieron<br />

investigadores <strong>de</strong>stacados que venían avanzando en el objetivo <strong>de</strong> <strong>de</strong>terminar <strong>la</strong><br />

estructura y <strong>la</strong> función <strong>de</strong> <strong>la</strong>s macromolécu<strong>la</strong>s con interés biológico. Valga citar por<br />

ejemplo a bioquímicos como E. Chargaff, genetistas como A. Sturtevant, especialistas en<br />

Química estructural como L. Pauling; o cristalógrafos <strong>de</strong> rayos X como Rosalind Franklin o<br />

M. Perutz.<br />

Tampoco pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>jarse en el olvido en este breve comentario histórico, una<br />

referencia al artículo <strong>de</strong> O. Avery, M. McCarty y C. MacLeod 16 acerca <strong>de</strong>l papel <strong>de</strong>l ADN en<br />

<strong>la</strong> constitución <strong>de</strong> los genes. La influencia <strong>de</strong> su trabajo, publicado en 1944, inicialmente<br />

careció <strong>de</strong> impacto. Esta fría acogida se <strong>de</strong>bió a que los genetistas <strong>de</strong> <strong>la</strong> época no<br />

pensaban que el ADN tuviera una re<strong>la</strong>ción estrecha con los fenómenos <strong>de</strong> <strong>la</strong> herencia,<br />

pues ya se ha seña<strong>la</strong>do que los resultados <strong>de</strong> Avery y co<strong>la</strong>boradores no entraban <strong>de</strong>ntro<br />

<strong>de</strong> los cuadros establecidos por el pensamiento científico <strong>de</strong> <strong>la</strong> época. Curiosamente, el<br />

propio Avery hab<strong>la</strong>ba en su trabajo <strong>de</strong> transformación y no <strong>de</strong> herencia, y ésta actitud<br />

confirma <strong>la</strong> máxima <strong>de</strong> que no basta con que los resultados científicos se impriman para<br />

que su significado se perciba. A<strong>de</strong>más, Avery, a pesar <strong>de</strong> haber comprendido el interés <strong>de</strong><br />

su hal<strong>la</strong>zgo para <strong>la</strong> Genética, no lo sugirió explícitamente. Es <strong>de</strong>cir, no mencionó en su<br />

artículo <strong>la</strong>s probables implicaciones teóricas <strong>de</strong> sus resultados; y por ello, el simple<br />

enunciado <strong>de</strong> los datos experimentales reforzaba <strong>la</strong> insuficiencia <strong>de</strong> su alcance.<br />

Algunos autores han apuntado que a Avery le faltó audacia, achacándosele un<br />

carácter muy mo<strong>de</strong>sto que se acrecentaba en su temor a publicar teorías todavía<br />

inseguras. De hecho, convencer a <strong>la</strong> comunidad científica <strong>de</strong> que el material genético era<br />

ciertamente el ADN, requirió ocho años más y los resultados <strong>de</strong> un segundo experimento<br />

crucial. En 1952, A. Hershey y Martha Chase <strong>de</strong>mostraron en el famoso «experimento <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> batidora» que cuando un fago infecta a una bacteria, es sólo su ADN el que penetra en<br />

<strong>la</strong> bacteria, mientras que <strong>la</strong> cubierta <strong>de</strong> proteína queda en el exterior.<br />

A lo expuesto cabe añadir otro ejemplo citado por <strong>de</strong>stacados historiadores <strong>de</strong> este<br />

capítulo sobre el funcionamiento <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciencia. Salvador Luria conoció, y era consciente <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> importancia <strong>de</strong>l trabajo <strong>de</strong> Avery, pero sin embargo, el Grupo Fago apenas lo tuvo en<br />

16 No pocos historiadores seña<strong>la</strong>n que estos tres científicos se encuentran entre los gran<strong>de</strong>s olvidados <strong>de</strong><br />

los premios Nobel.


Barbara McClintock 47<br />

cuenta. Al parecer se <strong>de</strong>bió a que Luria había propuesto una teoría en <strong>la</strong> que <strong>de</strong>fendía que<br />

el material genético contenía muy poco ADN.<br />

En opinión <strong>de</strong> no pocos estudiosos, en <strong>la</strong> historia <strong>de</strong> <strong>la</strong> Biología Molecu<strong>la</strong>r hay que<br />

<strong>de</strong>scartar <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> un progreso lineal armonioso, o por <strong>de</strong>cirlo <strong>de</strong> otra manera, <strong>de</strong> una<br />

acumu<strong>la</strong>ción lógica <strong>de</strong> «<strong>de</strong>scubrimientos». Por el contrario, los expertos han subrayado<br />

que, como en muchas otras ocasiones, <strong>de</strong>spués que los acontecimientos han ocurrido es<br />

fácil reconstruir una historia i<strong>de</strong>al. La realidad es que el progreso <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciencia tiene su<br />

dialéctica, pues hacen falta espíritus arriesgados y hasta aventureros para hacer<strong>la</strong><br />

avanzar, pero también espíritus críticos y pru<strong>de</strong>ntes para prevenir <strong>la</strong>s divagaciones y<br />

luchar contra los dogmatismos. Evi<strong>de</strong>ntemente, el segundo papel es menos glorioso que<br />

el primero, pero sin embargo ejemplos abundan para afirmar que no es menos básico y<br />

fundamental.<br />

A<strong>de</strong>más, en <strong>la</strong> epistemología <strong>de</strong> <strong>la</strong> Biología Molecu<strong>la</strong>r, también es necesario traer a<br />

co<strong>la</strong>ción el contexto social en que se situaba <strong>la</strong> investigación. El malestar político que<br />

existía en Europa en los años 30 y 40 fomentó <strong>la</strong> emigración <strong>de</strong> importantes<br />

investigadores a Estados Unidos, dón<strong>de</strong> se logró <strong>la</strong> concentración <strong>de</strong> una respetable<br />

cantidad <strong>de</strong> mentes científicas bien formadas.<br />

De lo dicho anteriormente, se extrae <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que <strong>la</strong> Biología Molecu<strong>la</strong>r, nacida<br />

<strong>de</strong>l acercamiento <strong>de</strong> <strong>la</strong> Física a <strong>la</strong> Biología y con un complejo pasado, marcó un hito en <strong>la</strong><br />

historia <strong>de</strong> <strong>la</strong> Biología; una especie <strong>de</strong> revolución. Sin embargo, como ocurre con cada<br />

revolución científica, sucedió que el ADN, su núcleo conductor, no resolvió todos los<br />

problemas que había p<strong>la</strong>nteado <strong>la</strong> Genética clásica. Quedaban algunos cabos sueltos y no<br />

pocas <strong>la</strong>gunas conceptuales.<br />

Eran concretamente esas <strong>la</strong>gunas <strong>la</strong>s que permitían a Barbara McClintock seguir<br />

insistiendo en que <strong>la</strong> información Genética no estaba estrictamente contenida en el gen<br />

autónomo. La científica seguía convencida <strong>de</strong> que el gen consi<strong>de</strong>rado como cuenta <strong>de</strong> un<br />

col<strong>la</strong>r, o como <strong>la</strong> secuencia <strong>de</strong> nucleótidos <strong>de</strong> un fragmento <strong>de</strong> ADN, era insuficiente para<br />

explicar <strong>la</strong> proposición ya probada tanto en el maíz como en drosófi<strong>la</strong>. Insistía afirmando<br />

tal proposición: <strong>la</strong> función génica pue<strong>de</strong> variar con <strong>la</strong> posición. Para el<strong>la</strong> era fundamental<br />

interpretar el funcionamiento <strong>de</strong> los genes en re<strong>la</strong>ción con el resto <strong>de</strong> <strong>la</strong> célu<strong>la</strong> y con el<br />

organismo en general. Consi<strong>de</strong>raba a los genes como unida<strong>de</strong>s funcionales organizadas,


Barbara McClintock 48<br />

cuya función es <strong>de</strong>finida por <strong>la</strong> posición que ocupan en <strong>la</strong> organización como un todo.<br />

Como el<strong>la</strong> afirmaba, funcionan «so<strong>la</strong>mente con respecto al entorno en que se<br />

encuentran»; lo importante, por tanto, no es el gen sino el organismo en su conjunto.<br />

Argumentos como estos <strong>la</strong> alentaban a continuar sus trabajos sobre transposición<br />

<strong>de</strong>fendiendo firmemente que los elementos genéticos no sólo cambian <strong>de</strong> lugar, sino que<br />

en cada una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s posiciones nuevas se expresa una función inédita. Este fenómeno, que<br />

no se podía explicar en términos <strong>de</strong> secuencias <strong>de</strong> ADN, llevaba a <strong>la</strong> necesidad <strong>de</strong> admitir<br />

efectos globales y no sólo locales.<br />

Maticemos acerca <strong>de</strong> lo que acabamos <strong>de</strong> apuntar. No <strong>de</strong>be inferirse que<br />

McClintock no reconociese <strong>la</strong> importancia <strong>de</strong> <strong>la</strong> joven Biología Molecu<strong>la</strong>r y diese <strong>la</strong> espalda<br />

a toda esta catarata <strong>de</strong> nuevos <strong>de</strong>scubrimientos. Por el contrario, según han <strong>de</strong>stacado<br />

numerosos colegas que <strong>la</strong> conocieron <strong>de</strong> cerca, el ser ignorada le dio a McClintock más<br />

tiempo para trabajar y apren<strong>de</strong>r sobre los diversos campos <strong>de</strong> <strong>la</strong> Biología. Era una <strong>de</strong><br />

los pocos biólogos no molecu<strong>la</strong>res que se mantenía al tanto <strong>de</strong> <strong>la</strong> Biología Molecu<strong>la</strong>r. «A<br />

pesar <strong>de</strong> su edad y <strong>de</strong> proce<strong>de</strong>r <strong>de</strong> un área biológica muy especializada, el<strong>la</strong> estaba en<br />

<strong>la</strong> cumbre <strong>de</strong> todo», ha explicado un colega, que añadía: «También <strong>de</strong>voraba obras <strong>de</strong><br />

no ficción, como biografías, u otros temas biológicos. Mantenía una mente abierta<br />

frente a todo aquello que no comprendía; veía en <strong>la</strong>s peculiarida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> <strong>la</strong> naturaleza<br />

ventanas abiertas hacia fenómenos fundamentales (...). Regu<strong>la</strong>rmente revisaba unas<br />

veinte revistas <strong>de</strong> Biología <strong>de</strong> especialida<strong>de</strong>s ampliamente diversas; un año se pasó un<br />

mes leyendo toda <strong>la</strong> literatura que encontraba sobre <strong>la</strong> evolución <strong>de</strong> los insectos».<br />

McClintock era pues consciente <strong>de</strong> <strong>la</strong> relevancia <strong>de</strong> los nuevos trabajos y seguía<br />

atentamente los progresos <strong>de</strong> sus colegas molecu<strong>la</strong>res; escuchaba y observaba, pero<br />

mantenía cierta distancia crítica. Estaba convencida <strong>de</strong> que el ADN no lo era todo. Para <strong>la</strong><br />

investigadora el «dogma central» era formalmente rígido y pretendía explicar <strong>de</strong>masiadas<br />

cosas. A<strong>de</strong>más, al atribuir una autonomía completa al gen, no podía explicar<br />

a<strong>de</strong>cuadamente los procesos <strong>de</strong> regu<strong>la</strong>ción subyacentes al <strong>de</strong>sarrollo. No tenía en cuenta<br />

<strong>la</strong> complejidad <strong>de</strong> <strong>la</strong> organización genética que los resultados <strong>de</strong> su investigación le<br />

estaban reve<strong>la</strong>ndo. El<strong>la</strong> no creía en <strong>la</strong> famosa frase: «lo que es cierto para una bacteria, lo<br />

es para un elefante». Consi<strong>de</strong>raba que esta afirmación era una generalización <strong>de</strong>masiado<br />

apresurada <strong>de</strong> lo simple a lo complejo. Según McClintock, el aparato genético era más<br />

lábil y flexible <strong>de</strong> lo contemp<strong>la</strong>do en el citado «dogma».


Barbara McClintock 49<br />

Po<strong>de</strong>mos entonces concluir que, a pesar <strong>de</strong> sus importantes éxitos, <strong>la</strong> Genética<br />

Molecu<strong>la</strong>r no lograba cerrar <strong>la</strong> brecha existente entre <strong>la</strong> Genética y el Desarrollo. A<strong>de</strong>más,<br />

el enorme crecimiento <strong>de</strong> <strong>la</strong> nueva Biología y el surgimiento <strong>de</strong> algunas posturas<br />

caracterizadas por <strong>la</strong> intolerancia, y a veces hasta por <strong>la</strong> insolencia, llevaron a que los<br />

trabajos <strong>de</strong> Barbara McClintock permanecieran incomprendidos y parecieran pertenecer a<br />

una Biología cada vez más remota.<br />

Sin embargo, <strong>la</strong> convergencia entre el camino seguido por McClintock y el seguido<br />

por <strong>la</strong> mayoría <strong>de</strong> sus colegas, aunque llevó cierto tiempo, al final se produjo.<br />

Paradójicamente, los propios métodos <strong>de</strong> <strong>la</strong> Biología Molecu<strong>la</strong>r fueron los que propiciaron<br />

un reencuentro al que trataremos seguidamente.<br />

VII. HISTORIA DE UN REENCUENTRO<br />

1.- El mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong>l Operón<br />

Durante toda <strong>la</strong> década <strong>de</strong> los cincuenta, <strong>la</strong> actitud <strong>de</strong> <strong>la</strong> mayor parte <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

comunidad científica no experimentó ningún cambio en re<strong>la</strong>ción con el trabajo <strong>de</strong> Barbara<br />

McClintock. No obstante, es preciso ac<strong>la</strong>rar que, aunque mayoritariamente se ha dicho<br />

que <strong>la</strong> científica había sido ignorada por ser mujer y porque estaba algo “loca”, esto no<br />

es <strong>de</strong>l todo cierto. Como re<strong>la</strong>ta <strong>la</strong> escritora McGrayne, un significativo número <strong>de</strong><br />

genetistas importantes no creían que estuviese loca o algo semejante, pues McClintock<br />

había sido distinguida y muy respetada durante años, casos <strong>de</strong> sus nombramientos en<br />

<strong>la</strong>s instituciones que agrupaban a los científicos.<br />

A este respecto, E. Witkin ha subrayado: «La mayor parte <strong>de</strong> los genetistas no<br />

pensaban que estuviese loca. Lo que sucedía es que era extremadamente difícil<br />

compren<strong>de</strong>r sus experimentos y reconciliar sus conclusiones sobre los elementos<br />

transponibles con <strong>la</strong> creencia dominante en <strong>la</strong> estabilidad <strong>de</strong> los genes en los<br />

cromosomas». Por su parte, el gran genetista A. Sturtevant, cuando se le preguntó<br />

sobre el trabajo <strong>de</strong> McClintock en 1951, respondió: «Yo no entendía ni una pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong><br />

lo que el<strong>la</strong> <strong>de</strong>cía, pero si el<strong>la</strong> lo afirmaba, ¡tenía que ser así!». Merece citarse que, en<br />

general, los genetistas <strong>de</strong>l maíz y <strong>de</strong> drosófi<strong>la</strong> han afirmado que en esos años<br />

incorporaron <strong>la</strong>s i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> McClintock en sus cursos para graduados, y asimismo el<strong>la</strong> les<br />

inspiró para llevar a cabo experimentos al objeto <strong>de</strong> observarlos. Del mismo modo, su<br />

trabajo se incluyó durante los años 1950 y 1960 en libros autorizados. El biólogo premio


Barbara McClintock 50<br />

Nobel David Baltimore, ha expresado: «Recuerdo mi formación como estudiante en los<br />

sesenta; uno <strong>de</strong> los temas que todos tratábamos <strong>de</strong> leer era el artículo <strong>de</strong> Barbara<br />

McClintock <strong>de</strong>l simposio <strong>de</strong> 1950 en Cold Spring Harbor. Pero <strong>la</strong> mayoría lo<br />

abandonábamos». Sus resultados eran muy complejos y posiblemente irrelevantes para<br />

<strong>la</strong> Biología Molecu<strong>la</strong>r <strong>de</strong> otros organismos.<br />

Interesa recordar que a finales <strong>de</strong> ese <strong>de</strong>cenio, el marco básico <strong>de</strong> <strong>la</strong> Biología<br />

Molecu<strong>la</strong>r ya había sido c<strong>la</strong>ramente <strong>de</strong>lineado. El ADN, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> realizar copias <strong>de</strong> sí<br />

mismo, también es capaz <strong>de</strong> producir ARN, esencialmente mediante <strong>la</strong> misma c<strong>la</strong>se <strong>de</strong><br />

nexo molecu<strong>la</strong>r que en <strong>la</strong> replicación. De los tres ARN producidos, necesarios para <strong>la</strong><br />

síntesis <strong>de</strong> <strong>la</strong>s proteínas, sólo el mensajero contiene <strong>la</strong> información que rige <strong>la</strong> secuencia<br />

<strong>de</strong> aminoácidos; los otros dos son mediadores estructurales. Según se popu<strong>la</strong>rizó<br />

entonces: «el ADN hace ARN, el ARN hace proteínas, y <strong>la</strong>s proteínas nos hacen a<br />

nosotros». Así pues, quedaba nítidamente <strong>de</strong>finido el «dogma central <strong>de</strong> <strong>la</strong> Biología<br />

Molecu<strong>la</strong>r».<br />

Sin embargo, el problema <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sarrollo continuaba p<strong>la</strong>nteado: ¿cómo llegan a ser<br />

tan diferentes <strong>la</strong>s célu<strong>la</strong>s que <strong>de</strong>rivan <strong>de</strong> un único óvulo fecundado?. Si todas contienen el<br />

mismo ADN, está c<strong>la</strong>ro que en una célu<strong>la</strong> dada sólo algunos genes se expresan, aún<br />

cuando todos estén presentes. ¿Cuál es, pues, el mecanismo que activa un gen e inactiva<br />

otro?. En su forma original, el “dogma central” no ofrecía razón alguna para explicar el<br />

hecho <strong>de</strong> que <strong>la</strong>s célu<strong>la</strong>s <strong>de</strong> un mismo organismo pudieran producir proteínas específicas.<br />

A pesar <strong>de</strong> que con su esfuerzo McClintock había avanzado algunas respuestas a esta<br />

cuestión, no era escuchada por aquellos que sel<strong>la</strong>ban lo admisible científicamente en ese<br />

tiempo.<br />

En realidad, fue necesario esperar a que se conociera lo suficiente sobre <strong>la</strong><br />

molécu<strong>la</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> herencia para que llegara el turno a los genes <strong>de</strong> control y, finalmente, a<br />

los elementos transponibles. Este último fue un proceso lento pues <strong>la</strong> nueva estirpe <strong>de</strong><br />

biólogos molecu<strong>la</strong>res no estaba lista para reconocer <strong>la</strong> transposición hasta que ésta no se<br />

observara en los organismos sencillos, como <strong>la</strong>s bacterias y los fagos, con los que estaban<br />

familiarizados. En consecuencia, para que <strong>la</strong> comunidad científica propusiese y discutiese<br />

<strong>la</strong> existencia <strong>de</strong> genes regu<strong>la</strong>dores tuvieron que pasar al menos 10 años.<br />

En 1960, dos investigadores franceses, Jaques Monod y Francois Jacob,<br />

publicaron <strong>la</strong> primera exposición <strong>de</strong> un mecanismo molecu<strong>la</strong>r <strong>de</strong> control <strong>de</strong> <strong>la</strong> expresión


Barbara McClintock 51<br />

génica en bacterias, titu<strong>la</strong>da: Mecanismos genéticos que regu<strong>la</strong>n <strong>la</strong> síntesis <strong>de</strong><br />

proteínas. Como es conocido por <strong>la</strong> comunidad científica, este mo<strong>de</strong>lo proponía que <strong>la</strong><br />

síntesis proteíca era regu<strong>la</strong>da no por el gen estructural mismo (el gen que <strong>de</strong>termina <strong>la</strong><br />

proteína) sino por otros dos elementos: el operador adyacente al gen estructural, y un<br />

gen regu<strong>la</strong>dor situado en otro lugar <strong>de</strong>l cromosoma. El segundo codifica para un<br />

represor, una proteína capaz <strong>de</strong> combinarse con el operador al objeto <strong>de</strong> bloquear <strong>la</strong><br />

transcripción <strong>de</strong>l gen estructural. Sin embargo, en presencia <strong>de</strong> un sustrato químico<br />

particu<strong>la</strong>r en <strong>la</strong> célu<strong>la</strong> que fuera capaz <strong>de</strong> unirse al represor, éste podría ser activado<br />

para combinarse con el operador y <strong>de</strong>tener <strong>la</strong> expresión génica, o por el contrario, sería<br />

neutralizado con el fin <strong>de</strong> separarlo <strong>de</strong>l operador y estimu<strong>la</strong>r <strong>la</strong> expresión génica. La<br />

totalidad <strong>de</strong>l sistema –gen estructural, operador y gen regu<strong>la</strong>dor– recibió el nombre <strong>de</strong><br />

operón 17 .<br />

Lo más interesante <strong>de</strong>l trabajo <strong>de</strong> Jacob y Monod era que introducía una<br />

modificación en el «dogma central»; estos autores proponían un mecanismo <strong>de</strong><br />

regu<strong>la</strong>ción genética mediante un control ambiental en <strong>la</strong> producción <strong>de</strong> proteínas. De<br />

ese modo, aunque el mo<strong>de</strong>lo mantenía intacto el mentado “dogma” en cuanto al sentido<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> información (<strong>la</strong>s proteínas no influyen con su información en el ADN), al mismo<br />

tiempo admitía que <strong>la</strong>s proteínas, junto a otros productos químicos, podían influir en <strong>la</strong><br />

velocidad <strong>de</strong>l flujo <strong>de</strong> <strong>la</strong> información. O sea, que <strong>la</strong>s molécu<strong>la</strong>s proteicas y ciertos<br />

productos tienen capacidad para contro<strong>la</strong>r el funcionamiento <strong>de</strong> <strong>la</strong> totalidad <strong>de</strong>l sistema.<br />

En conclusión, el mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong>l operón no cambiaba el rasgo unidireccional <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

información genética. Lo importante era que sí ampliaba consi<strong>de</strong>rablemente el alcance <strong>de</strong>l<br />

«dogma», ya que añadía una forma crucial <strong>de</strong> retroinformación que daba lugar al control<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> expresión génica.<br />

Salta a <strong>la</strong> vista que el trabajo <strong>de</strong> Jacob y Monod tenía un cierto paralelismo con <strong>la</strong>s<br />

investigaciones <strong>de</strong> Barbara McClintock, publicadas diez años antes. El elemento<br />

contro<strong>la</strong>dor que McClintock había i<strong>de</strong>ntificado adyacente al gen estructural parecía<br />

análogo al operador <strong>de</strong> Monod y Jacob; el gen activador <strong>de</strong> <strong>la</strong> norteamericana, análogo al<br />

gen regu<strong>la</strong>dor <strong>de</strong> los franceses, podía ubicarse in<strong>de</strong>pendientemente; en ambos mo<strong>de</strong>los,<br />

el primero (o sea, el elemento situado al <strong>la</strong>do <strong>de</strong>l gen estructural) respon<strong>de</strong>ría al control<br />

<strong>de</strong>l segundo (o sea, el gen situado en una posición alejada). Así pues, cuando McClintock<br />

17 Por este trabajo, Jacob y Monod, junto a A. Lwoff, compartieron el premio Nobel en 1965.


Barbara McClintock 52<br />

leyó <strong>la</strong> comunicación <strong>de</strong> Jacob y Monod, inmediatamente comprendió que estaba en<br />

presencia <strong>de</strong> un análisis llevado a cabo en un sistema bacteriano que tenía importantes<br />

similitu<strong>de</strong>s con lo que el<strong>la</strong> había establecido en el maíz. La semejanza <strong>de</strong> sus i<strong>de</strong>as acerca<br />

<strong>de</strong>l control y <strong>la</strong> regu<strong>la</strong>ción y el trabajo realizado por los científicos franceses, eran tan<br />

seña<strong>la</strong>das que el último parecía aportar precisamente <strong>la</strong> confirmación in<strong>de</strong>pendiente<br />

necesaria para una parte <strong>de</strong> su investigación.<br />

Antes <strong>de</strong> seguir, <strong>de</strong>bemos anotar que cuando Jacob y Monod publicaron su<br />

mo<strong>de</strong>lo, no hicieron ninguna mención a <strong>la</strong> obra <strong>de</strong> McClintock. Esto no se ha interpretado<br />

como una prueba <strong>de</strong> ignorancia por parte <strong>de</strong> los franceses, ni <strong>de</strong> un intento <strong>de</strong> atribuirse<br />

una i<strong>de</strong>a que ya había sido sugerida. Simplemente se ha entendido como un dato más <strong>de</strong>l<br />

<strong>de</strong>sconocimiento generalizado <strong>de</strong> los trabajos <strong>de</strong> McClintock entre los biólogos<br />

molecu<strong>la</strong>res, pues en aquel<strong>la</strong> época hacía poco menos que excepcional el que se<br />

estableciera esa re<strong>la</strong>ción. Cuando se advirtió <strong>la</strong> conexión, <strong>de</strong> inmediato se reconoció el<br />

mérito que correspondía a <strong>la</strong> investigadora.<br />

Extrañaría que a pesar <strong>de</strong>l mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong>l operón, los elementos <strong>de</strong> control en el maíz<br />

siguieran siendo incomprensibles. Que así sucediera se explica porque había algo esencial<br />

entre ambos mo<strong>de</strong>los que era distinto: en el maíz el gen regu<strong>la</strong>dor podía ser móvil. La<br />

transposición marcaba pues una notable diferencia entre ambos sistemas regu<strong>la</strong>dores, y<br />

precisamente este punto <strong>de</strong>terminó que los elementos móviles <strong>de</strong>l maíz siguieran estando<br />

fuera <strong>de</strong> lo admisible. Básicamente, nadie en esos años podía admitir que el ADN <strong>de</strong> una<br />

célu<strong>la</strong> tuviese capacidad para cambiar <strong>de</strong> un sitio a otro y reorganizarse.<br />

McClintock continuaba <strong>de</strong>fendiendo que el «dogma» era <strong>de</strong>masiado rígido para<br />

po<strong>de</strong>r explicar el funcionamiento <strong>de</strong> los organismos eucariotas pluricelu<strong>la</strong>res. Se apoyaba<br />

en sus resultados cada vez más numerosos que <strong>de</strong>mostraban que <strong>la</strong> organización <strong>de</strong>l<br />

genoma <strong>de</strong>l maíz era mucho más compleja <strong>de</strong> lo que permitía el «dogma». Lo que podía<br />

funcionar para una bacteria no necesariamente tenía que hacerlo con los organismos<br />

eucariotas pluricelu<strong>la</strong>res. McClintock ha seña<strong>la</strong>do al respecto: «Los eucariotas<br />

pluricelu<strong>la</strong>res están compuestos <strong>de</strong> un gran número <strong>de</strong> célu<strong>la</strong>s, y no hay dos <strong>de</strong> el<strong>la</strong>s en<br />

diferentes partes <strong>de</strong>l organismo que puedan estar haciendo lo mismo. Por consiguiente,<br />

<strong>de</strong>be haber controles muy distintos <strong>de</strong> los que existen en <strong>la</strong>s bacterias (...). Sus operones<br />

son sencil<strong>la</strong>mente soberbios, una muestra <strong>de</strong> extraordinaria economía, (...pero) no se usa<br />

esa c<strong>la</strong>se <strong>de</strong> economía en los organismos eucariotas». Según <strong>la</strong> científica, los biólogos


Barbara McClintock 53<br />

molecu<strong>la</strong>res «Carecían <strong>de</strong> <strong>la</strong> sensibilidad para lo que esas célu<strong>la</strong>s (eucariotas)<br />

experimentan en el curso <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sarrollo» .<br />

Podría avanzarse que, para <strong>la</strong> mayoría <strong>de</strong> los biólogos <strong>de</strong> los <strong>de</strong>cenios<br />

correspondientes a los años cincuenta y sesenta, <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> <strong>la</strong> transposición aún<br />

resultaba excesivamente audaz. Incluso continuó siendo difícil <strong>de</strong> aceptar cuando ya se<br />

conocía <strong>la</strong> capacidad <strong>de</strong>l ADN vírico para insertarse y liberarse con re<strong>la</strong>tiva facilidad <strong>de</strong>l<br />

material genético bacteriano. La propiedad <strong>de</strong> los virus <strong>de</strong> integrar su mensaje genético<br />

prácticamente en cualquier punto <strong>de</strong>l cromosoma bacteriano, era una prueba <strong>de</strong> que <strong>la</strong><br />

célu<strong>la</strong> pue<strong>de</strong> sintetizar enzimas capaces <strong>de</strong> cortar el ADN e insertar fragmentos nuevos<br />

casi en cualquier sitio. No obstante, reiteramos que prácticamente nadie estaba<br />

dispuesto a creer que, en <strong>de</strong>terminadas circunstancias, el ADN normal <strong>de</strong> una célu<strong>la</strong><br />

pudiera reorganizarse. Esta noción era perturbadora por numerosas razones, entre el<strong>la</strong>s<br />

por que ponía en te<strong>la</strong> <strong>de</strong> juicio el célebre «dogma» que a lo <strong>la</strong>rgo <strong>de</strong> los años cincuenta y<br />

sesenta había consolidado su posición. Si partes <strong>de</strong>l ADN pudieran redisponerse en<br />

respuesta a señales <strong>de</strong> otras partes <strong>de</strong> aquél, como sugería el trabajo <strong>de</strong> McClintock, y si<br />

estas señales pudieran a su vez estar sometidas a <strong>la</strong>s influencias <strong>de</strong>l medio interno <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

célu<strong>la</strong>, como c<strong>la</strong>ramente ocurría en los elementos regu<strong>la</strong>dores <strong>de</strong> Jacob y Monod, ¿en qué<br />

situación quedaba <strong>la</strong> unidireccionalidad <strong>de</strong>l flujo <strong>de</strong> <strong>la</strong> información <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el ADN a <strong>la</strong>s<br />

proteínas?. En cierto sentido, <strong>la</strong> información podría fluir «hacia atrás», <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong>s proteínas<br />

hacia el ADN, lo que en eucariotas pluricelu<strong>la</strong>res era consi<strong>de</strong>rado inadmisible.<br />

La propia Barbara McClintock señaló en su momento a Fox Keller que <strong>la</strong> barrera<br />

invisible que seguía manteniendo a <strong>la</strong> transposición fuera <strong>de</strong>l margen <strong>de</strong> lo aceptable,<br />

estaba básicamente fundada en <strong>la</strong> forma <strong>de</strong> pensar que suele caracterizar a <strong>la</strong> comunidad<br />

científica. La investigadora estaba convencida <strong>de</strong> que frecuentemente en los científicos se<br />

produce una adhesión implícita a ciertos mo<strong>de</strong>los, lo que impi<strong>de</strong> que se contemplen otros<br />

datos con <strong>la</strong> mente abierta. Se trata <strong>de</strong> supuestos tácitos que tien<strong>de</strong>n a imponer fronteras<br />

inconscientes entre lo que es p<strong>la</strong>usible y lo que no lo es. Al respecto le comentaba: «No se<br />

daban cuenta <strong>de</strong> que estaban atados a un mo<strong>de</strong>lo, y no era posible hacérselo ver (...) por<br />

más que se intentara».<br />

Creemos oportuno apuntar aquí que el pensamiento <strong>de</strong> McClintock estaba en<br />

consonancia con el <strong>de</strong> esos otros pensadores que cuestionan <strong>la</strong> ciencia entendida como<br />

una visión <strong>de</strong> <strong>la</strong> naturaleza esencialmente libre <strong>de</strong> valores y consi<strong>de</strong>raciones


Barbara McClintock 54<br />

socioculturales. Es conocido que hoy, <strong>la</strong> objetividad y <strong>la</strong> neutralidad <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciencia se han<br />

convertido en un mito cada vez más discutido. Cuestiones como éstas forman parte <strong>de</strong><br />

una importante polémica en <strong>la</strong> que han participado numerosos estudiosos, entre ellos<br />

colectivos como los <strong>de</strong> Mujeres y Ciencia.<br />

Sin preten<strong>de</strong>r profundizar en este controvertido tema, cabe apuntar que el<br />

<strong>de</strong>stacado profesor <strong>de</strong> <strong>la</strong> Universidad <strong>de</strong> Harvard, Stephen J. Gould, ha escrito en este<br />

sentido: «La mayoría <strong>de</strong> nosotros no somos lo suficientemente ingenuos para creer en el<br />

viejo mito <strong>de</strong> que los científicos son <strong>de</strong>chados <strong>de</strong> objetividad <strong>de</strong>sprovista <strong>de</strong> prejuicios,<br />

igualmente abiertos a todas <strong>la</strong>s posibilida<strong>de</strong>s, que sólo llegan a conclusiones mediante el<br />

peso <strong>de</strong> <strong>la</strong> evi<strong>de</strong>ncia y <strong>la</strong> lógica <strong>de</strong>l argumento. Compren<strong>de</strong>mos que los prejuicios, <strong>la</strong>s<br />

preferencias, los valores sociales y <strong>la</strong>s actitu<strong>de</strong>s psicológicas <strong>de</strong>sempeñan un importante<br />

papel en el proceso <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scubrimiento (...). La ciencia, tal como se practica actualmente,<br />

es un diálogo complejo entre los datos y <strong>la</strong>s i<strong>de</strong>as preconcebidas». También este mismo<br />

autor ha advertido: «Lo confortablemente familiar pue<strong>de</strong> convertirse en prisión <strong>de</strong>l<br />

pensamiento».<br />

En efecto, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong>s posturas más críticas <strong>de</strong> <strong>la</strong> Historia y <strong>de</strong> <strong>la</strong> Filosofía se percibe<br />

a <strong>la</strong> Ciencia como un proceso <strong>de</strong> construcción social, don<strong>de</strong> <strong>la</strong> influencia <strong>de</strong> <strong>la</strong> cultura <strong>de</strong>l<br />

momento y <strong>la</strong>s características <strong>de</strong>l grupo participan en <strong>la</strong> e<strong>la</strong>boración <strong>de</strong> una teoría. En<br />

lógica conclusión el conocimiento no es ni neutral ni in<strong>de</strong>pendiente <strong>de</strong> cualquier re<strong>la</strong>ción<br />

<strong>de</strong> po<strong>de</strong>r. Según el filósofo Kuhn, <strong>la</strong> construcción <strong>de</strong>l conocimiento científico no es un<br />

proceso <strong>de</strong> <strong>de</strong>scripción <strong>de</strong> <strong>la</strong> realidad objetiva, sino que está mediatizado socialmente.<br />

Resultaría entonces, como también <strong>de</strong>fien<strong>de</strong> Fox Keller, que <strong>la</strong> ciencia no es un espejo <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> naturaleza sino un conjunto <strong>de</strong> conocimientos socialmente construidos, que tienen<br />

significación en una <strong>de</strong>terminada cultura.<br />

Los historiadores y filósofos <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciencia admiten, por tanto, que uno <strong>de</strong> los<br />

mayores retos que se les presenta a todos los investigadores en cualquier rama <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

ciencia, es precisamente romper <strong>la</strong>s limitaciones impuestas por los supuestos tácitos. Lo<br />

correcto es permitir que los resultados <strong>de</strong> <strong>la</strong> experimentación hablen por sí mismos. En<br />

esta línea, McClintock ha afirmado: «creo que gran parte <strong>de</strong>l trabajo que se hace obe<strong>de</strong>ce<br />

a que uno <strong>de</strong>sea encontrar una respuesta. Pero normalmente, los científicos tienen ya,<br />

consciente o inconscientemente, una respuesta presta y <strong>de</strong>sean que el material se <strong>la</strong>s<br />

confirme».


Barbara McClintock 55<br />

Habría que enfatizar, llegados a este punto, que el éxito <strong>de</strong> <strong>la</strong> Biología Molecu<strong>la</strong>r, al<br />

conferir tanto valor al po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> los mo<strong>de</strong>los simples para explicar <strong>la</strong> complejidad <strong>de</strong> los<br />

fenómenos <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida, había generado una nueva dimensión en el ais<strong>la</strong>miento <strong>de</strong> Barbara<br />

McClintock. En varias <strong>de</strong> <strong>la</strong>s múltiples entrevistas que <strong>la</strong> científica concedió a Fox Keller,<br />

seña<strong>la</strong>ba <strong>de</strong> manera recurrente que, en su opinión, <strong>la</strong> naturaleza se caracteriza por una<br />

gran complejidad: «Intentar que todo se a<strong>de</strong>cue a los dogmas establecidos no funcionará<br />

(...). No existe algo parecido a un ‘dogma central’ al que todo pueda a<strong>de</strong>cuarse».<br />

Constantemente advertía a quien quisiera escuchar<strong>la</strong> que se estaban produciendo<br />

generalizaciones <strong>de</strong>masiado apresuradas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lo simple a lo complejo.<br />

Para Barbara McClintock resultaba evi<strong>de</strong>nte que los organismos vivos han<br />

<strong>de</strong>sarrol<strong>la</strong>do mecanismos para contro<strong>la</strong>r <strong>la</strong> expresión <strong>de</strong> sus genes. De esta manera, todo<br />

quedaba integrado en un programa <strong>de</strong>licadamente equilibrado, capaz <strong>de</strong> efectuar los<br />

reajustes que <strong>la</strong>s circunstancias pudieran <strong>de</strong>mandar. Algunos mecanismos, sostenía <strong>la</strong><br />

científica, implicaban una masiva reorganización <strong>de</strong>l genoma; otros, se limitaban a<br />

modu<strong>la</strong>r <strong>la</strong> expresión <strong>de</strong> sus genes sin cambiar <strong>la</strong> disposición <strong>de</strong>l ADN. El<strong>la</strong>, aunque no<br />

podía aportar explicaciones molecu<strong>la</strong>res a todos estos hechos, sí podía percibir c<strong>la</strong>ramente<br />

sus efectos.<br />

De lo expuesto se <strong>de</strong>spren<strong>de</strong> que el estudio <strong>de</strong> los seres vivos a nivel molecu<strong>la</strong>r se<br />

estaba convirtiendo en una ciencia muy parecida a <strong>la</strong> Física. Hasta tal punto eso era así,<br />

que muchos veían ya cumplido el «sueño <strong>de</strong> hacer <strong>de</strong> <strong>la</strong> Biología una ciencia exacta». Por<br />

lo tanto, no resulta insólito figuras como <strong>la</strong> <strong>de</strong> McClintock, una <strong>de</strong>fensora <strong>de</strong> conceptos<br />

que parecían anticuados, tachada personalmente <strong>de</strong> excéntrica y con una metodología<br />

propia, pero con arrestos para presentar resultados que eran consi<strong>de</strong>rados ajenos a lo que<br />

por entonces se consi<strong>de</strong>raba ciencia auténtica.<br />

Por otra parte, nos ha parecido interesante comentar aquí, aunque sea muy<br />

brevemente, una experiencia en <strong>la</strong> vida <strong>de</strong> McClintock <strong>de</strong> <strong>la</strong> que el<strong>la</strong> se sintió<br />

particu<strong>la</strong>rmente satisfecha. A principios <strong>de</strong> <strong>la</strong> década <strong>de</strong> 1950 recibió una invitación,<br />

proce<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> <strong>la</strong> Aca<strong>de</strong>mia Nacional <strong>de</strong> <strong>la</strong>s Ciencias para acudir a estudiar una grave<br />

amenaza que sufrían <strong>la</strong>s p<strong>la</strong>ntaciones <strong>de</strong> maíz indígenas <strong>de</strong> América Central y <strong>de</strong>l Sur.<br />

Gustosamente se prestó a investigar el problema; según su biógrafa, en parte por su<br />

sentido <strong>de</strong>l <strong>de</strong>ber, pero quizás también para escapar <strong>de</strong> su situación <strong>de</strong> ais<strong>la</strong>miento.<br />

Barbara McClintock enseguida obtuvo resultados interesantes, pues apreció que


Barbara McClintock 56<br />

estudiando <strong>la</strong> distribución geográfica <strong>de</strong> <strong>de</strong>terminados tipos cromosómicos era posible<br />

seguir los avatares <strong>de</strong>l establecimiento <strong>de</strong> <strong>la</strong>s pob<strong>la</strong>ciones humanas, primero, y luego <strong>de</strong><br />

su comercio. Es <strong>de</strong>cir, que <strong>la</strong> reconstrucción <strong>de</strong> <strong>la</strong> historia biológica <strong>de</strong> <strong>la</strong> p<strong>la</strong>nta <strong>de</strong>l maíz le<br />

permitiría, a su vez, rehacer el transcurso <strong>de</strong> <strong>la</strong>s migraciones humanas. El punto crucial al<br />

efecto es que, a diferencia <strong>de</strong> otros cereales, el maíz <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> enteramente para su<br />

propagación <strong>de</strong> <strong>la</strong> intervención <strong>de</strong>l ser humano. Por consiguiente, cuando McClintock vio<br />

que <strong>la</strong>s variaciones en <strong>la</strong> constitución cromosómica obe<strong>de</strong>cían a un mo<strong>de</strong>lo geográfico que<br />

reflejaba actos sucesivos <strong>de</strong> hibridación, comprendió que aquellos datos serían <strong>de</strong> gran<br />

interés para los antropólogos. Este trabajo representó un temprano y exhaustivo ejemplo<br />

<strong>de</strong> etnobotánica <strong>de</strong>l que <strong>la</strong> investigadora estaba muy orgullosa, a pesar <strong>de</strong> ser poco<br />

conocido.<br />

Al hilo <strong>de</strong> este re<strong>la</strong>to, es también necesario hacer hincapié en que el calificado<br />

ais<strong>la</strong>miento que experimentaba McClintock con respecto a sus colegas, tampoco era total.<br />

El<strong>la</strong> seguía siendo reconocida como una genetista muy valiosa. Así, a principios <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

década <strong>de</strong> los años sesenta, fue ga<strong>la</strong>rdonada con importantes premios por parte <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

Universidad <strong>de</strong> Cornell, <strong>de</strong> <strong>la</strong> Aca<strong>de</strong>mia Nacional <strong>de</strong> <strong>la</strong>s Ciencias y <strong>de</strong> <strong>la</strong> Fundación<br />

Nacional <strong>de</strong> Ciencias. No obstante, hay que resaltar un <strong>de</strong>talle muy importante para <strong>la</strong><br />

investigadora: ninguno <strong>de</strong> estos honores le era otorgado por sus trabajos con los<br />

elementos transponibles. Asimismo, por esas fechas también recibía a numerosos<br />

jóvenes estudiantes que <strong>de</strong>seaban trabajar con el<strong>la</strong>, parte <strong>de</strong> los cuales permanecieron<br />

en contacto con <strong>la</strong> científica durante toda su vida. Es igualmente oportuno apuntar que,<br />

a pesar <strong>de</strong>l carácter difícil <strong>de</strong> McClintock, son muchas <strong>la</strong>s personas que recuerdan que<br />

con sus amigos era cálida, amable y abierta. «Está muy alejada <strong>de</strong> su tiempo y trata <strong>de</strong><br />

no asustarte con ello. Creo que es un mecanismo <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong> época en que era<br />

importante para una mujer ser más bril<strong>la</strong>nte que los <strong>de</strong>más (...). Disfrutaba haciendo<br />

<strong>la</strong>s cosas más c<strong>la</strong>ras. Era una <strong>profesora</strong> apasionada», ha comentado un viejo amigo.<br />

2. La transposición vuelve a <strong>de</strong>scubrirse<br />

Mediada <strong>la</strong> década <strong>de</strong> los años setenta, cuando el mundo <strong>de</strong> <strong>la</strong> Biología<br />

Molecu<strong>la</strong>r se había vuelto ya mucho más complejo, los mo<strong>de</strong>los y disposiciones que<br />

McClintock había diseñado en los granos <strong>de</strong> maíz empezaron a salir a <strong>la</strong> luz y a ser<br />

gradualmente visibles para los otros.


Barbara McClintock 57<br />

Lentamente al principio, pero <strong>de</strong> manera incontrovertible con el paso <strong>de</strong> los años,<br />

nuevos hal<strong>la</strong>zgos experimentales, realizados en bacterias y fagos –o sea, los organismos<br />

objeto <strong>de</strong> estudio por parte <strong>de</strong> los biólogos molecu<strong>la</strong>res–, empezaron a minar <strong>la</strong> confianza<br />

<strong>de</strong> éstos en <strong>la</strong> estabilidad <strong>de</strong>l genoma. Nadie ponía en te<strong>la</strong> <strong>de</strong> juicio el que los organismos<br />

se reproducen con notoria fi<strong>de</strong>lidad, pero pruebas cada vez más numerosas obligaban a<br />

reconocer <strong>la</strong> existencia <strong>de</strong> una gran variedad <strong>de</strong> circunstancias en <strong>la</strong>s cuales el genoma<br />

experimenta <strong>de</strong>terminadas reorganizaciones.<br />

Es pertinente subrayar aquí un hecho significativo: los propios biólogos<br />

molecu<strong>la</strong>res, que tanto <strong>de</strong>fendían el «dogma central», ahora <strong>de</strong>scubrían <strong>la</strong> capacidad<br />

reorganizativa <strong>de</strong>l genoma. Sin embargo, como <strong>de</strong>staca Fox Keller, difícilmente podría<br />

haber sido <strong>de</strong> otro modo. Dado el grado <strong>de</strong> confianza que estos científicos habían<br />

adquirido en su propia metodología, y <strong>la</strong> correspondiente falta <strong>de</strong> comprensión frente al<br />

trabajo experimental <strong>de</strong> sus pre<strong>de</strong>cesores, parece inevitable que el <strong>de</strong>safío partiera <strong>de</strong> sus<br />

propias fi<strong>la</strong>s.<br />

Lo <strong>de</strong>seable se cumpliría. Un importante <strong>de</strong>scubrimiento llevado a cabo en<br />

bacterias representó el primer paso que conduciría a <strong>de</strong>sve<strong>la</strong>r el trabajo <strong>de</strong> McClintock. Se<br />

halló un nuevo tipo <strong>de</strong> mutación que afectaba a los operones <strong>de</strong> E. coli, consistente en<br />

que <strong>la</strong> alteración <strong>de</strong> un punto <strong>de</strong>l cromosoma parecía influir sobre los genes próximos.<br />

Pronto se comprobó que estas mutaciones eran causadas por <strong>la</strong> inserción <strong>de</strong> un segmento<br />

<strong>de</strong> ADN; lo que era relevante, se trataba <strong>de</strong> material <strong>de</strong>sp<strong>la</strong>zado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> otro sitio <strong>de</strong>l<br />

cromosoma bacteriano. El gen que cambiaba <strong>de</strong> lugar podía regu<strong>la</strong>r <strong>la</strong> actividad <strong>de</strong> los<br />

genes que quedaban bajo su influencia.<br />

El <strong>de</strong>scubrimiento incorporaba una importante modificación en el estático mo<strong>de</strong>lo<br />

<strong>de</strong> Jacob y Monod; una modificación que se calificó <strong>de</strong> <strong>de</strong>cisiva. Sin entrar en <strong>de</strong>talles, hay<br />

que <strong>de</strong>stacar que estos <strong>de</strong>sp<strong>la</strong>zamientos <strong>de</strong> fragmentos <strong>de</strong> ADN seña<strong>la</strong>ban, en suma, <strong>la</strong><br />

c<strong>la</strong>se <strong>de</strong> redisposición genética que McClintock había i<strong>de</strong>ntificado en el maíz. Aunque <strong>la</strong><br />

función <strong>de</strong> estos fragmentos resultaba oscura, sí <strong>de</strong>jaba c<strong>la</strong>ro que podían activar o<br />

<strong>de</strong>sactivar genes. Parecía, por consiguiente, que podían estar implicados en fenómenos <strong>de</strong><br />

regu<strong>la</strong>ción y control.<br />

El hal<strong>la</strong>zgo <strong>de</strong> abundantes elementos móviles, o «genes saltadores», en <strong>la</strong>s<br />

bacterias, no representó, al menos en sus comienzos, una vindicación <strong>de</strong> los elementos<br />

móviles <strong>de</strong>l maíz. Irónicamente, una vez que el fenómeno hubo quedado bien establecido


Barbara McClintock 58<br />

con respecto a los organismos procariotas, se mantenía <strong>la</strong> duda <strong>de</strong> si <strong>la</strong> transposición<br />

también ocurría en los eucariotas pluricelu<strong>la</strong>res.<br />

La repuesta a esta cuestión no tardó mucho en encontrarse, pues a comienzo <strong>de</strong><br />

esta década <strong>de</strong> los setenta el ritmo <strong>de</strong> <strong>la</strong>s investigaciones se aceleró enormemente gracias<br />

al <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> una nueva metodología científica: <strong>la</strong> tecnología <strong>de</strong>l ADN recombinante, es<br />

<strong>de</strong>cir, <strong>la</strong> Ingeniería Genética. El <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> estas técnicas, que ha representado otra<br />

revolución más en Biología, permitió un notabilísimo avance: <strong>la</strong> manipu<strong>la</strong>ción <strong>de</strong>l material<br />

genético. La Ingeniería Genética colocó al alcance <strong>de</strong> los investigadores posibilida<strong>de</strong>s<br />

antes ni siquiera soñadas. A<strong>de</strong>más, pusieron <strong>de</strong> manifiesto que los cortes, empalmes e<br />

inserciones <strong>de</strong> material genético en los cromosomas, en realidad no constituyen una<br />

actividad artificial, sino que simplemente se trata <strong>de</strong> una imitación <strong>de</strong> procesos naturales<br />

que tienen lugar continuamente en el interior <strong>de</strong> <strong>la</strong>s célu<strong>la</strong>s 18 . Fue ante este trasfondo<br />

cuando, por fin, se reconoció y honró el trabajo <strong>de</strong> McClintock.<br />

La nueva valoración <strong>de</strong> <strong>la</strong> importante obra <strong>de</strong> esta singu<strong>la</strong>r científica confirma<br />

una postura que han sostenido a lo <strong>la</strong>rgo <strong>de</strong> <strong>la</strong> historia <strong>de</strong>l pensamiento no pocos<br />

autores: <strong>la</strong> belleza <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciencia estriba en que <strong>la</strong> verdad es obcecada y al final termina<br />

por imponerse. Según estos pensadores, los supuestos tácitos, a pesar <strong>de</strong> todo, acaban<br />

por ser superados. La ciencia siempre consigue <strong>de</strong>mostrar su capacidad para rebasar sus<br />

propias limitaciones, y su inicial miopía’ no se perpetúa eternamente.<br />

En efecto, <strong>la</strong>s nuevas tecnologías permitieron <strong>de</strong>mostrar <strong>la</strong> existencia <strong>de</strong> elementos<br />

móviles en <strong>la</strong>s célu<strong>la</strong>s eucariotas. Se consi<strong>de</strong>ró entonces que su papel más probable era el<br />

incrementar <strong>la</strong> tasa <strong>de</strong> mutaciones habituales: <strong>de</strong>lecciones, inserciones e inversiones<br />

capaces <strong>de</strong> acelerar el ritmo evolutivo, aunque también se pensó que podrían tener <strong>la</strong><br />

función en el control <strong>de</strong> <strong>la</strong> expresión génica. A<strong>de</strong>más, a medida que aumentaban <strong>la</strong>s<br />

pruebas se fue haciendo más y más evi<strong>de</strong>nte que <strong>la</strong> transposición no era una excepción<br />

sino más bien <strong>la</strong> norma, tal y como McClintock había predicho muchos años antes. De<br />

paso, se verificaba que <strong>la</strong>s célu<strong>la</strong>s eucariotas pue<strong>de</strong>n experimentar una mezc<strong>la</strong> mucho<br />

más acusada <strong>de</strong> su material genético que <strong>la</strong>s bacterias, pues éstas disponen <strong>de</strong> mucho<br />

menos ADN.<br />

18 El sobrecruzamiento meiótico que permite el intercambio <strong>de</strong> fragmentos cromosómicos, o <strong>la</strong> infección<br />

vírica con integración <strong>de</strong> material genético en el genoma <strong>de</strong> <strong>la</strong> célu<strong>la</strong> hospedadora, son ejemplos <strong>de</strong> que<br />

el ADN pue<strong>de</strong> cortarse y soldarse <strong>de</strong> manera natural.


Barbara McClintock 59<br />

Resulta interesante citar aquí que en 1975 recibió el premio Nobel <strong>de</strong> Fisiología y<br />

Medicina el científico norteamericano David Baltimore, junto a otros dos investigadores.<br />

Trabajando con un virus, Baltimore <strong>de</strong>scubrió que el «dogma central» tenía que ser<br />

modificado <strong>de</strong>bido a que el flujo <strong>de</strong> información genética no es siempre unidireccional.<br />

Existe un enzima, <strong>la</strong> transcriptasa inversa, capaz <strong>de</strong> catalizar <strong>la</strong> síntesis <strong>de</strong> ADN a partir <strong>de</strong><br />

ARN. Las reiteradas acusaciones <strong>de</strong> Barbara McClintock a <strong>la</strong> rigi<strong>de</strong>z <strong>de</strong>l «dogma»<br />

encontraban ahora un nuevo argumento.<br />

Fox Keller situó el momento en que se hizo <strong>la</strong> luz, o justicia, sobre <strong>la</strong> obra <strong>de</strong><br />

McClintock en el verano <strong>de</strong> 1976 siendo <strong>la</strong> ocasión un encuentro científico celebrado en<br />

Cold Spring Harbor. En homenaje explícito a <strong>la</strong> investigadora se l<strong>la</strong>maron elementos<br />

transponibles a todos los segmentos <strong>de</strong> ADN que pue<strong>de</strong>n insertarse en varios puntos <strong>de</strong><br />

un genoma.<br />

Sin embargo, a pesar <strong>de</strong> este reconocimiento todavía quedaban algunas<br />

dificulta<strong>de</strong>s por al<strong>la</strong>nar. En primer lugar, <strong>la</strong> gran diferencia entre <strong>la</strong> transposición en<br />

bacterias y en organismos eucariotas pluricelu<strong>la</strong>res estriba en que los primeros no<br />

presentan ciclo <strong>de</strong> <strong>de</strong>sarrollo y los segundos sí. Para McClintock el principal significado <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> transposición residía en su función regu<strong>la</strong>dora, o sea, en <strong>la</strong> capacidad <strong>de</strong> los elementos<br />

transponibles <strong>de</strong> <strong>de</strong>sempeñar un papel en su propio control y en el <strong>de</strong> los genes<br />

adyacentes, precisamente durante el <strong>de</strong>sarrollo. Pero, como <strong>de</strong>cimos, inicialmente se<br />

admitió que si bien los elementos móviles podían activar o <strong>de</strong>sactivar genes, en realidad<br />

sólo lo hacían trastornando <strong>la</strong> función génica que interrumpían. Es <strong>de</strong>cir, que <strong>la</strong><br />

transposición se consi<strong>de</strong>raba un fenómeno esencialmente aberrante, al que no se le<br />

otorgaban implicaciones en <strong>la</strong> organización <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sarrollo.<br />

McClintock era perfectamente consciente <strong>de</strong> <strong>la</strong> diferencia <strong>de</strong> enfoque proporcionada<br />

por esta afirmación y sus propias creencias, pues el<strong>la</strong> siempre había sostenido que los<br />

elementos móviles son elementos <strong>de</strong> control. Como esta disparidad provenía entre otras<br />

cosas, <strong>de</strong> <strong>la</strong>s diferencias <strong>de</strong> organismos estudiados –<strong>la</strong>s bacterias y el maíz– es fácil<br />

compren<strong>de</strong>r que <strong>la</strong>s consecuencias <strong>de</strong> <strong>la</strong> transposición para el <strong>de</strong>sarrollo sólo empezaron a<br />

emerger cuando los biólogos <strong>de</strong>dicaron mayores esfuerzos a los organismos eucariotas.<br />

Entre los primeros estudiados estuvo <strong>la</strong> levadura, pero los enormes genomas <strong>de</strong> los<br />

eucariotas pluricelu<strong>la</strong>res sólo empezaron a examinarse con éxito cuando los años setenta<br />

tocaban a su fin, gracias a <strong>la</strong> puesta a punto <strong>de</strong> <strong>la</strong> tecnología <strong>de</strong>l ADN recombinante.


Barbara McClintock 60<br />

En concreto, al analizar el genoma <strong>de</strong> drosófi<strong>la</strong> se encontraron abundantes «genes<br />

saltadores» 19 . Muchos genetistas empezaron a consi<strong>de</strong>rar que, al menos parte <strong>de</strong> ellos,<br />

podían estar implicados en el <strong>de</strong>sarrollo, y así <strong>la</strong>s i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> McClintock comenzaron a gozar<br />

<strong>de</strong> mayor consi<strong>de</strong>ración. Investigadores cada vez más numerosos aceptaban que <strong>la</strong>s<br />

reorganizaciones genéticas también podían representar una característica normal <strong>de</strong>l<br />

<strong>de</strong>sarrollo eucariota. Incluso los más escépticos, con mayor o menor reparo, se vieron<br />

obligados a reconocer que el genoma no es una entidad estática, sino una compleja<br />

estructura en estado <strong>de</strong> equilibrio dinámico, en <strong>la</strong> cual los elementos transponibles<br />

representan una característica común a los procariotas y eucariotas. La transposición no<br />

era, pues, un fenómeno ais<strong>la</strong>do y dudoso.<br />

La crónica <strong>de</strong> <strong>la</strong> década <strong>de</strong> los ochenta se inició con un amplio consenso acerca <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> flui<strong>de</strong>z <strong>de</strong>l genoma <strong>de</strong> los seres vivos. Se hizo inevitable admitir que, aunque el aparato<br />

genético garantiza <strong>la</strong> estabilidad básica <strong>de</strong> <strong>la</strong> información genética, al mismo tiempo es un<br />

sistema complejo con una estructura retroinformativa mucho más e<strong>la</strong>borada <strong>de</strong> lo que<br />

hasta el momento se había consi<strong>de</strong>rado.<br />

El significado <strong>de</strong> los elementos móviles en el <strong>de</strong>sarrollo continuó siendo tema <strong>de</strong><br />

importantes y acalorados <strong>de</strong>bates. Probablemente, <strong>la</strong> mejor prueba en apoyo <strong>de</strong> que <strong>la</strong>s<br />

reorganizaciones genéticas pue<strong>de</strong>n representar una característica <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sarrollo normal <strong>de</strong><br />

los eucariotas, provinieron <strong>de</strong>l estudio <strong>de</strong> <strong>la</strong> producción <strong>de</strong> anticuerpos en <strong>la</strong>s célu<strong>la</strong>s <strong>de</strong><br />

los mamíferos. En varios <strong>la</strong>boratorios, los investigadores lograron <strong>de</strong>mostrar que <strong>la</strong><br />

generación <strong>de</strong> diversas molécu<strong>la</strong>s <strong>de</strong> anticuerpos <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> ocurrencia rutinaria <strong>de</strong><br />

reorganizaciones genéticas durante el curso <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sarrollo.<br />

En un artículo publicado en 1980 sobre los cambios en el or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> los genes y <strong>la</strong><br />

expresión génica, el conocido genetista J. A. Shapiro escribió: «Resulta superfluo <strong>de</strong>cir<br />

que nuestros conocimientos son prácticamente nulos en lo que respecta a cómo se<br />

re<strong>la</strong>ciona <strong>la</strong> división celu<strong>la</strong>r con cualquier suceso <strong>de</strong> regu<strong>la</strong>ción (...). Sin embargo, hoy está<br />

c<strong>la</strong>ro que esa conexión existe y que los abigarrados mo<strong>de</strong>los <strong>de</strong> los granos <strong>de</strong>l maíz,<br />

contro<strong>la</strong>dos por elementos genéticos móviles, pue<strong>de</strong>n ser típicos, más que excepcionales,<br />

en los procesos <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sarrollo normal». También ese año, el mismo autor seña<strong>la</strong>ba: «Los<br />

estudios <strong>de</strong> McClintock y otros en <strong>la</strong> Citogenética clásica <strong>de</strong>ben constituir el fondo o<br />

19 Los l<strong>la</strong>mados «elementos P» son un tipo <strong>de</strong> transposones <strong>de</strong> drosófi<strong>la</strong> que encierra capacidad infectiva.<br />

Pue<strong>de</strong>n pasar <strong>de</strong> una mosca a otra, aunque obviamente el potencial <strong>de</strong> infección <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> proximidad


Barbara McClintock 61<br />

fundamento esencial para interpretar ese aluvión <strong>de</strong> datos resultantes <strong>de</strong> los avances<br />

tecnológicos y <strong>de</strong>l análisis <strong>de</strong> <strong>la</strong>s secuencias <strong>de</strong>l ADN así como <strong>de</strong> <strong>la</strong> estructura fina <strong>de</strong>l<br />

cromosoma».<br />

Por esas fechas, Barbara McClintock mantenía en una comunicación titu<strong>la</strong>da<br />

Mecanismos <strong>de</strong> reorganización rápida <strong>de</strong>l genoma ya animada por los apoyos que<br />

empezaba a recibir, algo que incluso iba más allá <strong>de</strong> <strong>la</strong> cuestión <strong>de</strong> control y regu<strong>la</strong>ción <strong>de</strong>l<br />

<strong>de</strong>sarrollo. La científica seña<strong>la</strong>ba <strong>la</strong> existencia <strong>de</strong> mecanismos innatos <strong>de</strong> reestructuración<br />

<strong>de</strong>l genoma que entraban en juego ante situaciones <strong>de</strong> tensión, o estrés, internas y<br />

externas. Al respecto puntualizó: «Cabe poca duda <strong>de</strong> que los genomas <strong>de</strong> algunos<br />

organismos, si no <strong>de</strong> todos, son frágiles, y <strong>de</strong> que pue<strong>de</strong>n sobrevenir cambios con rapi<strong>de</strong>z<br />

inusitada. Éstos pue<strong>de</strong>n llevar a nuevas organizaciones genómicas y a una modificación <strong>de</strong><br />

los controles <strong>de</strong>l tipo y momento <strong>de</strong> <strong>la</strong> expresión génica».<br />

En los primeros años ochenta, a pesar <strong>de</strong> que <strong>la</strong> audacia <strong>de</strong> algunos <strong>de</strong> los<br />

postu<strong>la</strong>dos <strong>de</strong> McClintock acerca <strong>de</strong> <strong>la</strong>s consecuencias <strong>de</strong> <strong>la</strong> transposición para el<br />

<strong>de</strong>sarrollo aún <strong>de</strong>spertaba ciertas reticencias, nadie negaba ya <strong>la</strong> importancia <strong>de</strong> su<br />

trabajo. Hasta los más escépticos reconocían que el genoma no es una entidad estática,<br />

sino una compleja estructura en estado <strong>de</strong> equilibrio dinámico. Y los elementos<br />

transponibles –<strong>de</strong> los que ya se sabía que tenían todos <strong>la</strong> misma organización estructural–<br />

representaban una característica común a los seres vivos. No se trataba pues <strong>de</strong> un<br />

fenómeno dudoso o ais<strong>la</strong>do. Como dijo un profesor <strong>de</strong> <strong>la</strong> Universidad <strong>de</strong> California, M.<br />

Green: «Los elementos móviles se encuentran por doquier, en <strong>la</strong>s bacterias, en <strong>la</strong>s<br />

levaduras, en drosófi<strong>la</strong> y en <strong>la</strong>s p<strong>la</strong>ntas. Pue<strong>de</strong>n que incluso en los ratones y en el ser<br />

humano».<br />

McClintock, observando cómo el fenómeno se multiplicaba, escribió a un amigo:<br />

«Todas estas sorpresas (...) reve<strong>la</strong>das recientemente me resultan muy divertidas.<br />

Disfruto profundamente <strong>de</strong>l estímulo que proporcionan». El mencionado genetista<br />

Shapiro <strong>de</strong>c<strong>la</strong>ró por esas fechas: «Los elementos transponibles son un ejemplo <strong>de</strong> cómo<br />

<strong>la</strong>s nuevas i<strong>de</strong>as se aceptan fríamente por <strong>la</strong> comunidad científica. (Barbara) <strong>de</strong>cía que<br />

algo pasaba, que lo había visto docenas y centenas <strong>de</strong> veces. Una razón por <strong>la</strong> que <strong>la</strong><br />

gente no leía sus artículos era porque <strong>la</strong> documentación era <strong>de</strong>masiado <strong>de</strong>nsa. Por<br />

tanto al principio dijeron ‘está loca’. Luego que era un fenómeno peculiar <strong>de</strong>l maíz.<br />

física <strong>de</strong> los hospedadores.


Barbara McClintock 62<br />

Después, que estaba en todos sitios pero que era irrelevante. Y finalmente se dieron<br />

cuenta <strong>de</strong> su significado».<br />

El ba<strong>la</strong>nce <strong>de</strong> esos años no hacía sino incrementar los honores concedidos a<br />

McClintock, y esta vez sí eran por los elementos transponibles. Por ejemplo, entre 1980<br />

y 1981, recibió ocho <strong>de</strong> los premios más importantes reconocidos por <strong>la</strong> comunidad<br />

científica, haciéndolo tres <strong>de</strong> ellos en una so<strong>la</strong> semana. En lo que respecta a su reacción<br />

<strong>de</strong>cía estar «Más bien <strong>de</strong>sconcertada. No soy una persona a <strong>la</strong> que le guste acumu<strong>la</strong>r<br />

cosas». Según ha narrado McGrayne, McClintock estaba retorciéndose incómoda en su<br />

sil<strong>la</strong> durante una conferencia <strong>de</strong> prensa, exc<strong>la</strong>mando: «No me gusta nada <strong>la</strong> publicidad<br />

(...). Esto es <strong>de</strong>masiado».<br />

El carácter introvertido <strong>de</strong> <strong>la</strong> autora se pone <strong>de</strong> manifiesto en anécdotas como <strong>la</strong><br />

siguiente. En 1983, vio <strong>la</strong> luz el libro <strong>de</strong> Evelyn Fox Keller acerca <strong>de</strong> el<strong>la</strong>, y según ha<br />

re<strong>la</strong>tado <strong>la</strong> escritora McGrayne, McClintock <strong>de</strong>cía <strong>la</strong>cónicamente: «No tengo nada que<br />

ver con un libro sobre mi, no me gusta <strong>la</strong> publicidad». Nunca lo leyó. Incluso se negó a<br />

firmar un autógrafo para un colega. Los amigos <strong>de</strong> McClintock reaccionaron frente al<br />

libro <strong>de</strong> diversas maneras. Pero prácticamente todos afirmaron que <strong>la</strong> biografía daba<br />

una imagen <strong>de</strong> <strong>la</strong> científica que no se ajustaba a <strong>la</strong> realidad. Presentaba una persona<br />

mística que vivía recluida, cuya «pasión se centraba en resaltar lo individual y en <strong>la</strong><br />

diferencia», no en los temas fundamentales amplios y comunes a toda <strong>la</strong> Biología.<br />

Siempre según McGrayne, los amigos argumentaron que McClintock no era una reclusa,<br />

ni tampoco <strong>la</strong> mujer mística que algunos capítulos reflejaban. Por el contrario, quienes<br />

<strong>la</strong> conocían creían que el<strong>la</strong> siempre se había interesado en el maíz como una ventana<br />

abierta a los fenómenos biológicos fundamentales, y no sólo por el estudio <strong>de</strong> esta<br />

p<strong>la</strong>nta en sí misma. La propia McClintock negó ser una mística, si serlo significaba creer<br />

en algo <strong>de</strong> lo que no sabía nada. La científica ha dicho que no <strong>de</strong>sprecia los fenómenos<br />

que no compren<strong>de</strong>, pero tampoco cree en ellos: «Simplemente no se sabe»,<br />

sentenciaba secamente.<br />

Llegados a este punto, creemos esc<strong>la</strong>recedor antes <strong>de</strong> continuar con los últimos<br />

años <strong>de</strong> esta notable científica, recoger <strong>la</strong>s implicaciones <strong>de</strong> su pensamiento<br />

re<strong>la</strong>cionadas con otros <strong>de</strong> los temas can<strong>de</strong>ntes a lo <strong>la</strong>rgo <strong>de</strong> este siglo: <strong>la</strong> Biología<br />

Evolutiva.


Barbara McClintock 63<br />

3.Transposición y Biología Evolutiva<br />

Una importante vertiente <strong>de</strong>l trabajo <strong>de</strong> Barbara McClintock se refería a su <strong>de</strong>fensa<br />

en <strong>la</strong> importancia <strong>de</strong>l papel <strong>de</strong> los elementos transponibles en el origen <strong>de</strong> nuevas<br />

especies.<br />

La transposición, por ser un fenómeno ampliamente extendido en <strong>la</strong> naturaleza,<br />

proporciona enormes potencialida<strong>de</strong>s evolutivas. Para McClintock, y también para ciertos<br />

biólogos actuales, los elementos móviles con sus <strong>de</strong>sp<strong>la</strong>zamientos pue<strong>de</strong>n provocar<br />

modificaciones imprevistas en el genoma capaces <strong>de</strong> acelerar el ritmo evolutivo. De<br />

hecho, ya se ha comprobado que su índice <strong>de</strong> movilidad es muy superior al índice <strong>de</strong><br />

mutaciones espontáneas, por lo que los genes saltadores representan una fuente<br />

importante <strong>de</strong> variación genética. Ofrecen entonces <strong>la</strong> posibilidad <strong>de</strong> una rápida<br />

adaptación a nuevas condiciones <strong>de</strong>l medio.<br />

En este controvertido tema conviene recordar que durante bastante más <strong>de</strong><br />

cincuenta años, en <strong>la</strong> Biología mo<strong>de</strong>rna se ha trabajado persiguiendo eliminar <strong>de</strong>l<br />

pensamiento biológico los últimos vestigios <strong>de</strong> <strong>la</strong> teleología, y en particu<strong>la</strong>r, <strong>la</strong>s reiteradas<br />

emergencias <strong>de</strong> <strong>la</strong> evolución <strong>la</strong>marckiana. Pero con <strong>la</strong> transposición resalta un mecanismo:<br />

aquel que permite a <strong>la</strong>s estructuras genéticas respon<strong>de</strong>r a <strong>la</strong>s necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l organismo<br />

en re<strong>la</strong>ción al contexto <strong>de</strong>l entorno. La transposición facilita indirectamente <strong>la</strong> posibilidad<br />

<strong>de</strong> que cambios inducidos por el medio ambiente sean transmitidos genéticamente. Para<br />

McClintock, semejante posibilidad no es una herejía, sino que por el contrario es un hecho<br />

que guarda una armonía directa con su creencia en el or<strong>de</strong>n natural, pues según el<strong>la</strong> <strong>la</strong><br />

posibilidad <strong>de</strong> un or<strong>de</strong>n generado internamente no amenaza los fundamentos <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

ciencia. La capacidad <strong>de</strong> los organismos para reprogramar su ADN no implica vitalismo o<br />

magia. Al contrario, McClintock siempre ha creído que <strong>la</strong> reestructuración genómica<br />

producida por <strong>la</strong> actividad <strong>de</strong> los genes saltadores presenta muy pocas limitaciones,<br />

explicando que su liberación extensiva y estabilización posterior pudiese dar lugar a<br />

nuevas especies e incluso nuevos géneros. Esto convertiría a <strong>la</strong> transposición en una<br />

fuerza motriz <strong>de</strong> <strong>la</strong> evolución.<br />

Actualmente, los científicos más conservadores consi<strong>de</strong>ran que si bien <strong>la</strong><br />

transposición posibilita una evolución más rápida <strong>de</strong> <strong>la</strong> tradicionalmente aceptada, no<br />

<strong>de</strong>be olvidarse que el cambio genético sigue siendo aleatorio, y que el «dogma central» y<br />

<strong>la</strong> selección natural permanecen esencialmente intactos. Otros, más heterodoxos, creen


Barbara McClintock 64<br />

que en realidad el <strong>de</strong>scubrimiento y aceptación <strong>de</strong>l fenómeno <strong>de</strong> <strong>la</strong> transposición implica<br />

un profundo cambio en el pensamiento biológico por <strong>la</strong> contradicción fundamental<br />

manifiesta entre <strong>la</strong>s propieda<strong>de</strong>s dinámicas <strong>de</strong>l cromosoma hoy aceptadas y <strong>la</strong> visión<br />

estática prece<strong>de</strong>nte.<br />

Es obvio que el problema evolutivo es muy complejo. Probablemente, y así lo<br />

admite <strong>la</strong> mayoría, el mecanismo <strong>de</strong> escisión <strong>de</strong> fragmentos <strong>de</strong> ADN y su soldadura<br />

posterior sea tan antigua como <strong>la</strong> vida misma. Recor<strong>de</strong>mos que esto se observa durante<br />

<strong>la</strong> meiosis con el intercambio <strong>de</strong> fragmentos entre cromosomas homólogos, o durante <strong>la</strong><br />

maduración <strong>de</strong>l ARN con <strong>la</strong> escisión <strong>de</strong> los intrones y <strong>la</strong> soldadura <strong>de</strong> los exones. Por otra<br />

parte, <strong>la</strong> reor<strong>de</strong>nación <strong>de</strong>l ADN muestra no sólo su capacidad <strong>de</strong> fragmentación y unión,<br />

sino también que <strong>la</strong> organización <strong>de</strong> <strong>la</strong>s secuencias <strong>de</strong> esta molécu<strong>la</strong> no está fijada <strong>de</strong><br />

manera rígida. Más bien al contrario, <strong>la</strong>s reor<strong>de</strong>naciones <strong>de</strong>l material genético pue<strong>de</strong>n<br />

proporcionar –y haberlo hecho en el pasado– oportunida<strong>de</strong>s para nuevas respuestas a<br />

<strong>la</strong>s condiciones ambientales, facilitando así el cambio evolutivo.<br />

Actualmente ya muchos los biólogos evolucionistas que admiten que los genomas<br />

se encuentran en estado <strong>de</strong> cambio dinámico, y que en <strong>la</strong> esca<strong>la</strong> temporal evolutiva <strong>la</strong><br />

norma es <strong>la</strong> existencia <strong>de</strong> una notable redistribución <strong>de</strong> los genes en los cromosomas. En<br />

consecuencia, es consi<strong>de</strong>rable el número <strong>de</strong> investigadores que creen que se impone un<br />

rep<strong>la</strong>nteamiento <strong>de</strong> <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción existente entre el genoma y su entorno, explorando nuevas<br />

vías por <strong>la</strong>s que el ADN pue<strong>de</strong> respon<strong>de</strong>r a <strong>la</strong>s influencias <strong>de</strong>l medio.<br />

En efecto, hay quienes piensan en <strong>la</strong> posibilidad <strong>de</strong> que investigaciones futuras<br />

revelen que <strong>la</strong> complejidad interna <strong>de</strong>l genoma no sólo permite programar el ciclo <strong>de</strong> vida<br />

<strong>de</strong>l organismo, guardando fi<strong>de</strong>lidad a <strong>la</strong>s generaciones pasadas y veni<strong>de</strong>ras, sino incluso<br />

reprogramarse frente a una presión ambiental suficiente, realizando así una especie <strong>de</strong><br />

«aprendizaje» a partir <strong>de</strong> <strong>la</strong> experiencia <strong>de</strong>l organismo. Estas sugerencias se apoyan en<br />

que se ha observado, en condiciones experimentales <strong>de</strong> <strong>la</strong>boratorio, que es posible<br />

aumentar el índice <strong>de</strong> <strong>de</strong>sp<strong>la</strong>zamiento <strong>de</strong> los genes saltadores, por ejemplo sometiendo<br />

los organismos a situaciones ambientales extremas específicas (temperatura, oxígeno,<br />

productos químicos...). La influencia <strong>de</strong>l medio ambiente y <strong>de</strong>l estrés genómico (por<br />

ejemplo, presencia <strong>de</strong> un cromosoma sobrenumerario, o una invasión vírica) en <strong>la</strong><br />

transposición, está resultando cada vez más c<strong>la</strong>ra. Los elementos P <strong>de</strong> drosófi<strong>la</strong> muestran<br />

también que se pue<strong>de</strong>n transferir fragmentos <strong>de</strong> ADN incluso entre especies. A<strong>de</strong>más, se


Barbara McClintock 65<br />

ha conseguido tras<strong>la</strong>dar genes a posiciones diferentes en los cromosomas <strong>de</strong> drosófi<strong>la</strong>. La<br />

recolocación artificial ha dado como resultado un color <strong>de</strong> ojos diferente en <strong>la</strong><br />

<strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> <strong>la</strong> mosca; este nuevo color fue heredado <strong>de</strong>spués por sus <strong>de</strong>scendientes,<br />

a pesar <strong>de</strong> que los genes siguieron siendo los mismos.<br />

También tenemos que seña<strong>la</strong>r, como otra prueba más a favor <strong>de</strong> <strong>la</strong> dinamicidad <strong>de</strong>l<br />

genoma, que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1987 se sabe que <strong>la</strong> transcripción inversa no es un fenómeno<br />

privativo <strong>de</strong> los retrovirus, sino que también ocurre en <strong>la</strong>s levaduras, los vegetales y los<br />

mamíferos. Hoy se reconoce que gran número <strong>de</strong> los elementos móviles <strong>de</strong> los<br />

organismos pluricelu<strong>la</strong>res son en realidad retrotransposones 20 .<br />

Resultados como éstos, sumados a los <strong>de</strong>scubrimientos <strong>de</strong> McClintock sobre <strong>la</strong><br />

posible acción <strong>de</strong>l ambiente en los genes, están potenciado entre algunos biólogos<br />

evolutivos el surgimiento <strong>de</strong> una polémica corriente <strong>de</strong> pensamiento: los nuevos<br />

<strong>la</strong>marckianos, <strong>de</strong>scontentos con el mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> un dogma genético estático, totalmente<br />

insensible al entorno a no ser por <strong>la</strong> selección <strong>de</strong> mutaciones casuales. Estos<br />

investigadores re<strong>la</strong>cionan genes saltadores y herencia <strong>de</strong> caracteres adquiridos; opinan<br />

que los elementos móviles pue<strong>de</strong>n ayudar a los organismos a adaptarse a su medio. No<br />

obstante, como apuntábamos más arriba, no <strong>de</strong>bemos olvidar que este pensamiento tan<br />

innovador es todavía hoy bastante minoritario. Para muchos es pura herejía.<br />

Tras este inventario, se compren<strong>de</strong> que ya nadie discuta que el material genético<br />

presente movilidad y reorganización constantes; ahora bien, el que esta flui<strong>de</strong>z pueda ser<br />

una respuesta directa a factores ambientales sí que representa una cuestión no resuelta y<br />

sumamente controvertida. Ciertamente, <strong>la</strong> imagen es radical y revolucionaria, y pue<strong>de</strong><br />

llevarnos a una i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> <strong>la</strong> evolución que trascen<strong>de</strong>ría <strong>la</strong>s <strong>de</strong> Lamarck y Darwin por igual,<br />

abriéndonos unas perspectivas verda<strong>de</strong>ramente novedosas. Para quienes basándose en<br />

los últimos <strong>de</strong>scubrimientos perciben una nueva revolución en Biología, el nombre <strong>de</strong><br />

Barbara McClintock ya es c<strong>la</strong>ve.<br />

4. 1983: Premio Nobel <strong>de</strong> Medicina y Fisiología<br />

20 Los retrotansposones no se <strong>de</strong>sp<strong>la</strong>zan directamente en forma <strong>de</strong> ADN sino que primero, como cualquier<br />

otro gen típico, son transcritos a ARN. Luego interviene un enzima codificado por el retrotransposón, una<br />

transcriptasa inversa que fabrica una copia <strong>de</strong> ADN: ADNc. Este fragmento libre es el que pue<strong>de</strong> entonces<br />

introducirse en otro lugar <strong>de</strong>l genoma. Así pues, en el segmento central <strong>de</strong> los retrotransposones se<br />

localizan genes que codifican, entre otras proteínas, <strong>la</strong> transcriptasa inversa requerida para <strong>la</strong> transposición.


Barbara McClintock 66<br />

Muy temprano en <strong>la</strong> mañana <strong>de</strong>l 10 <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong> 1983, McClintock ha contado<br />

que estaba escuchando <strong>la</strong> radio en su apartamento cuando se enteró que había sido<br />

ga<strong>la</strong>rdonada con el premio Nobel <strong>de</strong> Medicina y Fisiología. El comité <strong>de</strong>l Nobel <strong>de</strong>finió<br />

su trabajo como “uno <strong>de</strong> los dos gran<strong>de</strong>s <strong>de</strong>scubrimientos <strong>de</strong> nuestro tiempo en<br />

Genética”. El otro había sido <strong>la</strong> elucidación <strong>de</strong> <strong>la</strong> estructura <strong>de</strong>l ADN.<br />

El premio era extraordinario en muchos aspectos. Sólo una vez había esperado<br />

tanto tiempo el Comité <strong>de</strong>l Nobel para ga<strong>la</strong>rdonar a un investigador. Se otorgaba a una<br />

so<strong>la</strong> persona; en <strong>la</strong>s últimas décadas todos, excepto unos pocos premios <strong>de</strong> medicina y<br />

fisiología, habían sido compartidos por dos o tres ganadores. Era <strong>la</strong> séptima mujer que<br />

recibía un Nobel <strong>de</strong> ciencias. Y finalmente, el premio, que generalmente es concedido<br />

en Biomedicina o Biología Animal, nunca se había otorgado por estudios realizados en<br />

p<strong>la</strong>ntas. McClintock ganó <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> que quedase c<strong>la</strong>ro que su trabajo tenía<br />

implicaciones más allá <strong>de</strong> <strong>la</strong> Botánica. En <strong>de</strong>finitiva, el hecho <strong>de</strong> que tan prestigioso<br />

ga<strong>la</strong>rdón hubiese sido otorgado en solitario a una mujer por sus trabajos en torno a <strong>la</strong>s<br />

p<strong>la</strong>ntas, tuvo una gran repercusión en todo el mundo científico y no científico.<br />

No resulta por tanto sorpren<strong>de</strong>nte que <strong>la</strong> noticia <strong>de</strong>l Nobel <strong>de</strong> Medicina y<br />

Fisiología <strong>de</strong> 1983 fuese como una <strong>de</strong>scarga eléctrica para <strong>la</strong> comunidad científica. Tuvo<br />

un eco mucho mayor que el <strong>de</strong> ningún otro premio reciente, tanto por <strong>la</strong> belleza <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

motivación y <strong>de</strong>dicación <strong>de</strong> <strong>la</strong> premiada, como por el gran <strong>de</strong>safío científico que<br />

representaba. Al respecto, el profesor García Olmedo ha escrito: «Habían concedido el<br />

Nobel a un ser casi invisible que llevaba varias décadas residiendo en el núcleo <strong>de</strong> una<br />

célu<strong>la</strong> <strong>de</strong> maíz».<br />

Aquel día <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong> 1983, agobiada por <strong>la</strong>s noticias, Barbara McClintock se<br />

dio un paseo por los bosques <strong>de</strong> alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> su <strong>la</strong>boratorio, or<strong>de</strong>nando sus<br />

pensamientos. «Sabía que iba a estar en el centro por un tiempo”, ha explicado. “Tenía<br />

que mentalizarme. Debía pensar en el significado <strong>de</strong> todo esto; necesitaba reaccionar.<br />

Saber que actitud asumiría».<br />

En una entrevista concedida a <strong>la</strong> prensa explicó lo injusto que le parecía<br />

«recompensar a una persona por haber obtenido tanto p<strong>la</strong>cer, durante años,<br />

preguntando a <strong>la</strong>s p<strong>la</strong>ntas <strong>de</strong> maíz sobre problemas específicos y luego observando sus<br />

respuestas». McGrayne ha re<strong>la</strong>tado que al interrogar<strong>la</strong> los periodistas sobre si sentía<br />

amargura por haber tenido que esperar tanto tiempo para su reconocimiento, <strong>la</strong>


Barbara McClintock 67<br />

científica se sinceraba al respon<strong>de</strong>r: «No, no, no. Cuando se está pasándolo bien no es<br />

necesario un reconocimiento. Lo digo con total seriedad. No se necesita. Sí se <strong>de</strong>sea el<br />

respeto <strong>de</strong> los colegas (...). Pero cuando uno sabe que está en lo cierto, lo <strong>de</strong>más no<br />

importa. No pue<strong>de</strong>n herirte. Uno simplemente es consciente <strong>de</strong> que más pronto o más<br />

tar<strong>de</strong> saldrá a <strong>la</strong> luz».<br />

En otra ocasión, también durante entrevistas periodísticas, McClintock se<br />

sinceraba: «Es tan p<strong>la</strong>centero llevar a cabo un experimento cuando se piensa en algo –<br />

llevarlo a cabo y observar su <strong>de</strong>sarrollo– que es un gran, gran p<strong>la</strong>cer. No pue<strong>de</strong> ser<br />

mejor (...). He estado tan interesada en lo que estaba haciendo y ha sido tan<br />

emocionante, tan profundo, que nunca pensé en <strong>de</strong>tenerme (...). Lo he pasado<br />

realmente bien, y no puedo imaginarme nada mejor (...). He tenido una vida muy, muy<br />

satisfactoria e interesante».<br />

Su conferencia en <strong>la</strong> entrega <strong>de</strong>l premio se tituló: Significado <strong>de</strong> <strong>la</strong>s respuestas<br />

<strong>de</strong>l genoma ante el estrés, y en su conclusión afirmaba: «Los ejemplos elegidos ilustran<br />

<strong>la</strong> importancia <strong>de</strong>l estrés para instigar modificaciones en el genoma mediante los<br />

mecanismos celu<strong>la</strong>res disponibles para <strong>la</strong> movilización, que pue<strong>de</strong>n reestructurarlo <strong>de</strong><br />

maneras muy distintas. Se incluyen unas pocas ilustraciones <strong>de</strong> <strong>la</strong> naturaleza porque<br />

sostienen <strong>la</strong> conclusión <strong>de</strong> que el estrés, y <strong>la</strong> reacción <strong>de</strong>l genoma a él, pue<strong>de</strong> subyacer<br />

a <strong>la</strong> formación <strong>de</strong> numerosas especies». Su audacia quedaba manifiesta: estaba<br />

hab<strong>la</strong>ndo nada menos que <strong>de</strong> un mecanismo por el cual pue<strong>de</strong> ocurrir <strong>la</strong> evolución.<br />

McGrayne ha re<strong>la</strong>tado que cuando McClintock aceptó su ga<strong>la</strong>rdón <strong>de</strong> manos <strong>de</strong>l<br />

rey Carlos Gustavo en Estocolmo, <strong>la</strong> ovación proce<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> <strong>la</strong> habitualmente formal y<br />

reservada audiencia fue tan sonora que hizo que el suelo vibrara. Su excelente esfuerzo<br />

en solitario, su tranqui<strong>la</strong> seriedad, su perseverancia ante los prejuicios masculinos y el<br />

rechazo <strong>de</strong> <strong>la</strong> comunidad científica, habían capturado <strong>la</strong> imaginación <strong>de</strong>l público.<br />

También hay que seña<strong>la</strong>r que el premio Nobel, con su enorme publicidad, fue<br />

una pesada carga para McClintock. «Ha sido una buena cosa que ocurriese tan tar<strong>de</strong> en<br />

mi vida», comentó con un amigo, convencida que <strong>de</strong> haber sido <strong>de</strong> otra manera habría<br />

interferido con su trabajo. Pero por encima <strong>de</strong> todo, afirmaba: «Es muy, muy difícil para<br />

una persona. No ha sido fácil ni p<strong>la</strong>centero».<br />

Pero a pesar <strong>de</strong>l Nobel, McClintock continuó con su investigación. Con ochenta<br />

años, según pudo comprobar McGrayne, <strong>la</strong> científica cambió su programa <strong>de</strong> ejercicios


Barbara McClintock 68<br />

físicos pasando <strong>de</strong> correr al aeróbic. Siguió viajando dos veces al año a Sur América<br />

para continuar con sus investigaciones sobre el maíz local. Sus lecturas siguieron siendo<br />

tan enciclopédicas como siempre, y su mesa <strong>de</strong> trabajo siguió llena <strong>de</strong> material <strong>de</strong><br />

lectura cuidadosamente subrayado, colocado en pulcras pi<strong>la</strong>s. Sólo empezó a frenar su<br />

actividad a medida que se acercaba a los noventa años. «Ya tengo casi noventa», dijo<br />

a un amigo. «Y en mi familia los noventa son el final, estoy empezando a notarlo».<br />

Prácticamente hasta sus últimos momentos mostró una apasionada resistencia<br />

ante cualquier cosa que <strong>la</strong> distrajese o apartase <strong>de</strong>l principal gozo <strong>de</strong> su vida. El 2 <strong>de</strong><br />

septiembre <strong>de</strong> 1992, Barbara McClintock murió a <strong>la</strong> edad <strong>de</strong> 90 años. Con motivo <strong>de</strong><br />

sus funerales, fueron varios los científicos que opinaron que el<strong>la</strong> se encontraba entre <strong>la</strong>s<br />

figuras más gran<strong>de</strong>s <strong>de</strong> <strong>la</strong> Biología <strong>de</strong>l siglo XX.<br />

VIII. COMENTARIO FINAL<br />

La carrera <strong>de</strong> Barbara McClintock es muy significativa para <strong>la</strong> historia <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

Ciencia y <strong>de</strong>l Pensamiento, como ya han <strong>de</strong>stacado algunos estudiosos, pues el lugar<br />

que <strong>la</strong> científica ocupa en <strong>la</strong> historia <strong>de</strong> <strong>la</strong> Genética es, al mismo tiempo, central y<br />

periférico. En su vida existe una dualidad entre éxito y marginalidad. Este doble papel<br />

ilustra <strong>la</strong> diversidad <strong>de</strong> valores, estilos metodológicos y metas que, en grados diversos,<br />

siempre existen en <strong>la</strong> ciencia; al mismo tiempo, ilustra <strong>la</strong>s presiones que, en grados<br />

igualmente diversos, operan para contener esa diversidad.<br />

La vida <strong>de</strong> McClintock, como han coincidido varios autores, no <strong>de</strong>be interpretarse<br />

sólo como una historia <strong>de</strong> <strong>de</strong>dicación recompensada tras años <strong>de</strong> <strong>de</strong>sprecio, ni tampoco<br />

sólo como los heroicos avatares <strong>de</strong> una científica «muy a<strong>de</strong><strong>la</strong>ntada para su época». Es<br />

significativo interpretar<strong>la</strong> también como <strong>la</strong> historia <strong>de</strong> los lenguajes <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciencia; <strong>de</strong> los<br />

procesos que permiten establecer el discurso científico. Su propia coherencia interna<br />

llevó a que su metodología, estilo <strong>de</strong> trabajo e intereses fueran diferentes <strong>de</strong> los <strong>de</strong> sus<br />

colegas, y estas diferencias resultaron cruciales para los <strong>de</strong>rroteros que tomó su<br />

investigación, llegando hasta el punto en que <strong>la</strong> comunicación con los <strong>de</strong>más se hizo<br />

muy difícil. En su solitario trabajo faltaba el lenguaje asequible a sus colegas. El<strong>la</strong><br />

misma ha seña<strong>la</strong>do: «Uno <strong>de</strong>be acordarse <strong>de</strong> que en ese tiempo <strong>la</strong>s expresiones<br />

técnicas apropiadas eran difíciles <strong>de</strong> encontrar». Prueba <strong>de</strong> ello es que sólo <strong>la</strong>s<br />

generaciones posteriores <strong>de</strong> biólogos consiguieron dar con <strong>la</strong> terminología molecu<strong>la</strong>r


Barbara McClintock 69<br />

correspondiente. A<strong>de</strong>más, en el campo <strong>de</strong> <strong>la</strong> Biología <strong>de</strong> los años cincuenta había cada<br />

vez menos gente con <strong>la</strong> pericia requerida siquiera para empezar a enten<strong>de</strong>r resultados<br />

hal<strong>la</strong>dos en un organismo pluricelu<strong>la</strong>r complejo como el maíz.<br />

En <strong>la</strong> galería <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>s <strong>de</strong>scubridores, <strong>la</strong> situación <strong>de</strong> McClintock no es única en<br />

<strong>la</strong> historia <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciencia. Al contrario, a pesar <strong>de</strong> que toda <strong>la</strong> comunidad científica<br />

comparta una ambición común <strong>de</strong> conocimiento, no se sigue <strong>de</strong> ello que haya un<br />

acuerdo común en qué cosas son consi<strong>de</strong>radas conocimiento. Así, <strong>la</strong> historia reve<strong>la</strong> una<br />

gran diversidad y, en <strong>la</strong> práctica, <strong>la</strong> tradición científica es mucho más pluralista que lo<br />

que su i<strong>de</strong>ología dominante parece sugerir. Sabemos, por ejemplo, que <strong>la</strong>s opiniones <strong>de</strong><br />

McClintock fueron compartidas por algunos <strong>de</strong> sus colegas. De no haber sido así, ni<br />

siquiera hubiera tenido un estatus marginal como científica. Aunque tar<strong>de</strong>, casi al final<br />

<strong>de</strong> su vida, recibió el reconocimiento <strong>de</strong> trabajos que había realizado más <strong>de</strong> 30 años<br />

antes.<br />

Hoy en día, cincuenta años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su <strong>de</strong>scubrimiento más <strong>de</strong>stacado, los<br />

elementos transponibles se usan en una tecnología sumamente innovadora: <strong>la</strong><br />

Ingeniería Genética. Dichos elementos genéticos, clonados mediante <strong>la</strong>s técnicas <strong>de</strong>l<br />

ADN recombinante, se emplean para transportar genes <strong>de</strong> interés a nuevos<br />

hospedadores. A<strong>de</strong>más, son los reconocidos responsables <strong>de</strong> muchas mutaciones y<br />

juegan un importante papel en <strong>la</strong> evolución, los <strong>de</strong>fectos <strong>de</strong> nacimiento heredados, <strong>la</strong><br />

resistencia a los antibióticos, y quizás en <strong>la</strong> inci<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>l cáncer. El movimiento <strong>de</strong> los<br />

genes, o <strong>de</strong> segmentos <strong>de</strong> genes, en los cromosomas ayuda a explicar cómo <strong>la</strong>s célu<strong>la</strong>s<br />

producen anticuerpos para combatir a patógenos invasores, o cómo <strong>la</strong>s bacterias son<br />

capaces <strong>de</strong> adquirir inmunidad ante <strong>la</strong>s <strong>de</strong>fensas humanas.<br />

Los científicos contemporáneos, en sintonía con McClintock, consi<strong>de</strong>ran el<br />

proceso hereditario como un sistema fluido que procesa información. Por ejemplo, el<br />

genetista Shapiro, a quien hemos mencionado en más <strong>de</strong> una ocasión, ha escrito: «Hoy<br />

po<strong>de</strong>mos pensar en sistemas multigénicos integrados, capaces <strong>de</strong> activarse o<br />

<strong>de</strong>sactivarse <strong>de</strong> una manera coordinada <strong>de</strong> acuerdo con <strong>la</strong>s necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l<br />

organismo».<br />

Concluyendo, a pesar <strong>de</strong>l gran reconocimiento que <strong>la</strong> obra <strong>de</strong> McClintock ha<br />

recibido, es importante no sobrestimar el grado <strong>de</strong> acercamiento logrado. Es cierto que<br />

antes <strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte <strong>de</strong> <strong>la</strong> investigadora ya hubo un acuerdo casi general en que <strong>la</strong>


Barbara McClintock 70<br />

organización genética es manifiestamente más compleja <strong>de</strong> lo que previamente se<br />

creía. Pero no todos comparten su convicción <strong>de</strong> que nos hal<strong>la</strong>mos ante una revolución<br />

que, en sus propias pa<strong>la</strong>bras, «reorganizará <strong>la</strong> forma en que miramos <strong>la</strong>s cosas, <strong>la</strong><br />

forma en que investigamos». La interpretación que el<strong>la</strong> ha hecho sobre el papel <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

transposición en el <strong>de</strong>sarrollo y sobre todo en <strong>la</strong> evolución, sigue generando<br />

escepticismo. La brecha todavía está abierta.<br />

BIBLIOGRAFÍA SUCINTA<br />

CAPRA, F. (1996). La trama <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida. Una nueva perspectiva <strong>de</strong> los sistemas vivos.<br />

Editorial Anagrama. Barcelona (1998)<br />

FÖLSING, U. (1990). Mujeres Premio Nobel. Alianza Editorial. Madrid (1992)<br />

FOX KELLER, E. (1985). Reflexiones sobre género y Ciencia. Ediciones Alfons el Magnanim.<br />

Valencia (1989)<br />

GRIBBIN, J. (1985). En busca <strong>de</strong> <strong>la</strong> doble hélice. La evolución <strong>de</strong> <strong>la</strong> biología molecu<strong>la</strong>r.<br />

Biblioteca Científica <strong>de</strong> Salvat (1995)<br />

McGRAYNE, S. B. (1998). Nobel Prize Women in Science. Their lives, Struggles and<br />

Momentous Discoveries. Second Edition. Carol Publishing Group Edition. USA<br />

FOX KELLER, E. (1983). Seducida por lo Vivo. Vida y Obra <strong>de</strong> Barbara McClintock.<br />

Editorial Fontalba. Barcelona (1984)

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