La ciencia experimenta con superpoderes - Diario Hoy

seable: la deshidratación.
En todo caso, de las
proteínas consumidas
una parte debe ser de
alto valor biológico, pero
no se descarta el uso de proteínas de origen
vegetal, cuando su selección se hace
en forma cuidadosa.
Las grasas de la alimentación constituyen
la fuente más concentrada de
energía, y tienen un alto valor de
saciedad, además de retardar la evacuación
gástrica. Estos dos últimos aspectos
revisten particular importancia en el
planeamiento de la alimentación que precede
en forma inmediata a la competencia.
Es importante destacar que la mitad
de las grasas a ingerir debe ser de tipo
poliinsaturado o vegetal.
Agua y minerales
En cuanto al agregado de vitaminas,
sólo conviene incrementar específicamente
la tiamina, acorde a la cantidad de
energía y carbohidratos provistos por los
alimentos. En cuanto al resto de las vitaminas
hidrosolubles y liposolubles, sus
necesidades pueden ser satisfechas por
medio de una alimentación mixta, variada
y suficiente, al igual que con la mayoría
de los minerales, a excepción del
hierro.
Es posible que en mujeres jóvenes, con
menstruaciones abundantes, la alimentación
no alcance para cubrir el requerimiento
necesario de hierro, cuestión más
frecuente en mujeres que usan D.I.U
(que en algunos casos incrementa significativamente
la hemorragia menstrual).
También el requerimiento de hierro es
máximo en adolescentes de sexo masculino,
en este caso debido al crecimiento.
En esfuerzos físicos intensos y prolongados
con temperatura ambiental elevada,
que inducen a una sudoración profusa,
debe incrementarse la cantidad
de sal de mesa agregada a la comida, o
pueden emplearse ocasionalmente
soluciones salinas muy diluidas.
El papel del agua en la regulación de la
temperatura central es de gran importancia.
El calor excesivo, generado por el
ejercicio, se disipa con la evaporación del
sudor; y también se pierde considerable
cantidad de agua en el aire expirado. Está
demostrado que el rendimiento físico
sufre franco deterioro cuando la pérdida
de agua corporal alcanza al 2 o 3% del
peso del individuo.
La provisión de agua debe asegurarse,
de preferencia, con agua mineral sin gas,
a la cual puede adicionarse pequeñas
cantidades de glucosa y/o sal. También
cuentan bebidas sin gas con sabor a frutas
o jugos de fruta diluidos con agua. El
parámetro fundamental para medir la
pérdida de agua es el registro del peso
corporal inmediatamente antes y después
de realizado el ejercicio.
En cuanto a las infusiones como el café
y el té y a las bebidas alcohólicas, deben
ingerirse sólo en pequeñas cantidades,
pues tienen un efecto diurético que
puede contribuir a la deshidratación y el
golpe de calor.
Por último, conviene recordar que el
plan alimentario del deportista se programa
en forma personal, atendiendo a
necesidades, gustos y preferencias
particulares.
*Médicos nutricionistas de NUTRIME
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Píldoras médicas
El té, bueno para
las caderas
Un estudio sugiere que tomar una taza de té
podría ayudar a fortalecer las caderas de las
mujeres. “Las que tomaban té mostraron
una mayor densidad ósea a lo largo de los cuatro
años del estudio”, apuntó la investigadora
principal Amanda Devine, catedrática de la
Universidad de Australia Occidental. “Estas
mujeres perdieron menos masa ósea que las que
no tomaban té. Más de tres cuartas partes de
las mujeres tomaba té todos los días y bebía
una media de tres tazas al día”. Al final del estudio,
la densidad mineral ósea de la cadera era
2.8% mayor entre las bebedoras de té que entre
las no bebedoras, hallaron los investigadores.
A lo largo de los cuatro años, además, las
bebedoras de té perdieron un promedio de sólo
1.6% del total de densidad mineral ósea de la
cadera, mientras que las no bebedoras perdieron
el 4%, lo cual coincide con estudios previos que
han sugerido que tomar té podría mejorar la
densidad mineral ósea en personas en riesgo de
osteoporosis, pero los hallazgos aún no son
concluyentes.
Dormir mucho o muy poco
aumenta el riesgo de muerte
Las personas que duermen demasiado o muy
poco vivirían menos que las que descansan
las ocho horas recomendadas, sugiere un
estudio realizado en Finlandia durante 22 años y
sobre más de 21.000 adultos. Los investigadores
hallaron que, en promedio, los hombres que dormían
menos de siete horas por noche fueron 26%
más propensos a morir durante el estudio que los
que descansaban ocho horas. Del mismo modo,
entre los que dormían más de ocho horas se registraría
un 24% más de mortalidad.
Los autores del artículo publicado en la revista
Sleep consideraron varios factores que podrían
explicar esta relación, pero ninguno puede
explicar por sí solo la asociación entre sueño y
mortalidad.
Estudios previos relacionaron los hábitos de
sueño con las enfermedades graves, como la diabetes
y la enfermedad cardíaca, y optimizar el
descanso ayudaría a controlar esos trastornos,
según destacaron los investigadores.
SALUD - 21