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LA RUTA DEL ESCLAVO EN EL RÍO DE LA PLATA: SU HISTORIA Y SUS CONSECUENCIAS a libres y esclavos no pasó jamás de 10.000. Buenos Aires, en la época, según “Informes de Bucarelli y Cevallos”, tenía una población poco menor a 25.000, de la cual una tercera parte, 7.268 eran pardos. Según la doctora Bárbara Potthast-Jutkeit (1996) a fines del período colonial estaban conformados tres grupos: “blancos, indios y pardos -con este último apelativo eran denominadas las castas de negros, mulatos y zambos- pero la pertenencia a los dos primeros se fundaba más bien en criterios culturales y étnicos que raciales. Al grupo de los blancos, casi siempre llamados españoles, pertenecían casi todos los mestizos criollos paraguayos aculturados, sin importar el porcentaje de sangre blanca o indígena que tenían, ni la clase social a la que pertenecían, así como un ínfimo número de europeos puros. El grupo de pardos abarcaba todos los matices de piel negra. En general sólo se diferenciaba entre esclavos y pardos libres. La progresiva mezcla, sin embargo, tuvo como resultado que incluso los límites entre esos tres grupos se fueran borrando cada vez más.” Ocurrida la emancipación de las colonias españolas, el Paraguay optó por no integrar las Provincias Unidas y escogió el camino de la doble independencia, de la corona española y del puerto de Buenos Aires. Los porteños pretendían que las distintas provincias que formaban el territorio del Río de la Plata acatasen la autoridad de su Junta Provisional y le jurasen obediencia. Era imposible que Paraguay, de larga y penosa explotación económica por la sub-metrópoli, aceptase dicha dependencia. Una vez más se ponía en evidencia la añeja rivalidad entre Buenos Aires y Asunción. La gesta emancipadora fue una manifestación de sentimientos nacidos en esta tierra, en la lucha sin tregua contra los bandeirantes, contra los jesuitas en las revoluciones comuneras, y contra la carga onerosa que significaba la aduana llamada “puerto preciso de Santa Fé”. Pero la independencia no ocasionó cambios fundamentales en la jerarquía social de la provincia liberada. Existía a la sazón un número creciente de negros libertos por efecto de disposiciones oficiales, por mandas testamentarias o por decisión de los propietarios que premiaban así a sus antiguos servidores. Frecuentemente, el liberto recibía un adicional de vacas lecheras y alguna parcela de tierra para asegurar su sustento. A pesar de la proclamada libertad e igualdad que manifestaban los revolucionarios del Mayo paraguayo, estos olvidaban -tal cual ocurrió en otros países- la condición de sus servidores negros que continuaron esperando por muchos años la obtención de su propia liberación. En enero de 1812 la Suprema Junta Gubernativa, atendiendo sugerencias del Cabildo, creyó conveniente a los altos intereses de la nación, fundar el pueblo de Tevegó en la abandonada reducción de los Guaná en las costas del Alto Paraguay, al norte de la Villa de Concepción: “(...) en arbitrar las medidas conducentes y oportunas al resguardo y pacificación de la frontera, ha tomado la resolución de que todas las familias que componen la numerosa parcialidad de pardos de Tabapy, vayan a fundar un nuevo pueblo en el paraje de Tevegó, sobre la costa del río Paraguay (...)”. (Alfredo Viola, “Origen de los pueblos…”, 1986) El intento de mantener la población fracasó a causa del hambre y el aislamiento. En 1823 se decretó su disolución definitiva ordenándose el traslado de los pardos a la Villa de Concepción. En 1814, durante el Primer Consulado, en pleno fervor antiespañol, los cónsules prohibieron el matrimonio de españoles con mujeres que no fuesen negras, indias o mulatas, ordenando que no se hiciera ningún enlace matrimonial sin previa autorización del gobierno. Alfredo Boccia Romañach 81

82 De acuerdo a la visión de los comerciantes europeos J. P. y W. P. Robertson (1838), en Paraguay había marcadas jerarquías de clases y grados, sin llegar al refinamiento europeo por el cual un hombre de cierto rango se sentiría humillado tratando a sus inferiores: “En ocasión de prepararse una fiesta, el cronista salió junto con la anfitriona, poderosa señora de ochenta y cuatro años, a repartir las invitaciones para la ocasión. La matrona iba acompañada por dos lindas mulatas y un sirviente negro”. A la vista de lacayos femeninos de piel oscura y esclavo de piel negra, no dejaba de señalar que “la gran masa de la población era una casta formada de elemento español y del indígena. Asunción por entonces no pasaba de una población de 10.000 almas donde había muy pocos negros y no abundaban los mulatos”. Como ocurría en otros países el esclavo podía comprar su libertad, pero el dueño debía ser resarcido de la pérdida que le significaba desprenderse de su valioso patrimonio. El valor de un esclavo dependía del estado de salud del mismo, de la edad y de las habilidades, siempre exageradas por el propietario con el fin de obtener una mejor remuneración o poner trabas a la operación de venta cuando convenía al caso. Podía tasarse desde 250 pesos hasta 700 o más. La primera cifra era el monto de costumbre fijado por los tasadores oficiales en los casos donde intervenía la Justicia, pues era común que al no llegar a un acuerdo de precio el esclavo acudiera al gobierno solicitando papel de venta. A fines de comparación es útil recordar que el valor de una vaca lechera no pasaba de siete pesos. Ya proclamado Gaspar Rodríguez de Francia Dictador Perpetuo del Paraguay, declaró mulatos a algunos de sus enemigos, nacionales o extranjeros; pues no conocía mote más indigno para calificarlos que este epíteto. Las autoridades tenían en sus manos el control de los matrimonios, pudiendo impedir la consumación de aquel que presentara impedimentos, debido a la impureza de sangre de uno de los contrayentes. El resultado de esa arbitraria medida fue el incremento de las uniones clandestinas, siendo el concubinato desde entonces el modelo estructural de las familias paraguayas más pobres. Las propiedades confiscadas a los españoles y las incautadas después de la secularización de los conventos en 1824, formaron el grueso de la esclavatura del Estado. Así como anteriormente las extensas estancias de los jesuitas y las propiedades particulares confiscadas se convirtieron en Estancias del Estado y la servidumbre en Esclavos de la Patria. Las que fueron en tiempos coloniales Estancias del Rey, pasaron a llamarse Estancias de la República: “Con el correr de los años crecieron en número, lo que permitió a nuestro país, con el aumento del ganado vacuno y equino de las estancias privadas, autoabastecerse en esos rubros luego de casi dos siglos de importarlos del Río de la Plata”. (Viola, “Anuario…”, 1990) Parte de los pardos fue incorporada a las guardias nacionales constituyéndose las llamadas compañías de pardos establecidas algunas de ellas al sur en la localidad de Santiago. Williams (1971) afirma que en 1824 se hizo una leva de 600 mulatos que formó en ese entonces el cuerpo de lanceros comandados por blancos. Aclara el autor que “los mulatos no reciben paga alguna y el gobierno los viste y mantiene”. En una comunicación dirigida al delegado de Itapúa, el dictador Francia manifestaba “que fue preciso que él personalmente enseñara el manejo de la lanza y modo de traerla a caballo a los escuadrones de pardos lanceros que formé (...)” Solamente en 1830 el dictador UNESCO PRIMER PANEL

LA RUTA DEL ESCLAVO EN EL RÍO DE LA PLATA: SU HISTORIA Y SUS CONSECUENCIAS<br />

a libres y esc<strong>la</strong>vos no pasó jamás <strong>de</strong> 10.000. Bu<strong>en</strong>os Aires, <strong>en</strong> <strong>la</strong> época, según “Informes <strong>de</strong><br />

Bucar<strong>el</strong>li y Cevallos”, t<strong>en</strong>ía una pob<strong>la</strong>ción poco m<strong>en</strong>or a 25.000, <strong>de</strong> <strong>la</strong> cual una tercera parte,<br />

7.268 eran pardos.<br />

Según <strong>la</strong> doctora Bárbara Potthast-Jutkeit (1996) a fines <strong>d<strong>el</strong></strong> período colonial estaban<br />

conformados tres grupos: “b<strong>la</strong>ncos, indios y pardos -con este último ap<strong>el</strong>ativo eran d<strong>en</strong>ominadas<br />

<strong>la</strong>s castas <strong>de</strong> negros, mu<strong>la</strong>tos y zambos- pero <strong>la</strong> pert<strong>en</strong><strong>en</strong>cia a los dos primeros se fundaba más bi<strong>en</strong><br />

<strong>en</strong> criterios culturales y étnicos que raciales. Al grupo <strong>de</strong> los b<strong>la</strong>ncos, casi siempre l<strong>la</strong>mados españoles,<br />

pert<strong>en</strong>ecían casi todos los mestizos criollos paraguayos aculturados, sin importar <strong>el</strong> porc<strong>en</strong>taje <strong>de</strong><br />

sangre b<strong>la</strong>nca o indíg<strong>en</strong>a que t<strong>en</strong>ían, ni <strong>la</strong> c<strong>la</strong>se social a <strong>la</strong> que pert<strong>en</strong>ecían, así como un ínfimo<br />

número <strong>de</strong> europeos puros. El grupo <strong>de</strong> pardos abarcaba todos los matices <strong>de</strong> pi<strong>el</strong> negra. En g<strong>en</strong>eral<br />

sólo se difer<strong>en</strong>ciaba <strong>en</strong>tre esc<strong>la</strong>vos y pardos libres. <strong>La</strong> progresiva mezc<strong>la</strong>, sin embargo, tuvo como<br />

re<strong>su</strong>ltado que incluso los límites <strong>en</strong>tre esos tres grupos se fueran borrando cada vez más.”<br />

Ocurrida <strong>la</strong> emancipación <strong>de</strong> <strong>la</strong>s colonias españo<strong>la</strong>s, <strong>el</strong> Paraguay optó por no integrar <strong>la</strong>s<br />

Provincias Unidas y escogió <strong>el</strong> camino <strong>de</strong> <strong>la</strong> doble in<strong>de</strong>p<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia, <strong>de</strong> <strong>la</strong> corona españo<strong>la</strong> y <strong>d<strong>el</strong></strong> puerto<br />

<strong>de</strong> Bu<strong>en</strong>os Aires. Los porteños pret<strong>en</strong>dían que <strong>la</strong>s distintas provincias que formaban <strong>el</strong> territorio <strong>d<strong>el</strong></strong><br />

<strong>Río</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> P<strong>la</strong>ta acatas<strong>en</strong> <strong>la</strong> autoridad <strong>de</strong> <strong>su</strong> Junta Provisional y le juras<strong>en</strong> obedi<strong>en</strong>cia. Era imposible<br />

que Paraguay, <strong>de</strong> <strong>la</strong>rga y p<strong>en</strong>osa explotación económica por <strong>la</strong> <strong>su</strong>b-metrópoli, aceptase dicha <strong>de</strong>p<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia.<br />

Una vez más se ponía <strong>en</strong> evid<strong>en</strong>cia <strong>la</strong> añeja rivalidad <strong>en</strong>tre Bu<strong>en</strong>os Aires y A<strong>su</strong>nción. <strong>La</strong> gesta<br />

emancipadora fue una manifestación <strong>de</strong> s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos nacidos <strong>en</strong> esta tierra, <strong>en</strong> <strong>la</strong> lucha sin tregua<br />

contra los ban<strong>de</strong>irantes, contra los je<strong>su</strong>itas <strong>en</strong> <strong>la</strong>s revoluciones comuneras, y contra <strong>la</strong> carga onerosa<br />

que significaba <strong>la</strong> aduana l<strong>la</strong>mada “puerto preciso <strong>de</strong> Santa Fé”.<br />

Pero <strong>la</strong> in<strong>de</strong>p<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia no ocasionó cambios fundam<strong>en</strong>tales <strong>en</strong> <strong>la</strong> jerarquía social <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

provincia liberada. Existía a <strong>la</strong> sazón un número creci<strong>en</strong>te <strong>de</strong> negros libertos por efecto <strong>de</strong><br />

disposiciones oficiales, por mandas testam<strong>en</strong>tarias o por <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> los propietarios que premiaban<br />

así a <strong>su</strong>s antiguos servidores. Frecu<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te, <strong>el</strong> liberto recibía un adicional <strong>de</strong> vacas<br />

lecheras y alguna parc<strong>el</strong>a <strong>de</strong> tierra para asegurar <strong>su</strong> <strong>su</strong>st<strong>en</strong>to.<br />

A pesar <strong>de</strong> <strong>la</strong> proc<strong>la</strong>mada libertad e igualdad que manifestaban los revolucionarios <strong>d<strong>el</strong></strong><br />

Mayo paraguayo, estos olvidaban -tal cual ocurrió <strong>en</strong> otros países- <strong>la</strong> condición <strong>de</strong> <strong>su</strong>s servidores<br />

negros que continuaron esperando por muchos años <strong>la</strong> obt<strong>en</strong>ción <strong>de</strong> <strong>su</strong> propia liberación.<br />

En <strong>en</strong>ero <strong>de</strong> 1812 <strong>la</strong> Suprema Junta Gubernativa, at<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do <strong>su</strong>ger<strong>en</strong>cias <strong>d<strong>el</strong></strong> Cabildo,<br />

creyó conv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te a los altos intereses <strong>de</strong> <strong>la</strong> nación, fundar <strong>el</strong> pueblo <strong>de</strong> Tevegó <strong>en</strong> <strong>la</strong> abandonada<br />

reducción <strong>de</strong> los Guaná <strong>en</strong> <strong>la</strong>s costas <strong>d<strong>el</strong></strong> Alto Paraguay, al norte <strong>de</strong> <strong>la</strong> Vil<strong>la</strong> <strong>de</strong> Concepción:<br />

“(...) <strong>en</strong> arbitrar <strong>la</strong>s medidas conduc<strong>en</strong>tes y oportunas al resguardo y pacificación <strong>de</strong> <strong>la</strong> frontera, ha<br />

tomado <strong>la</strong> resolución <strong>de</strong> que todas <strong>la</strong>s familias que compon<strong>en</strong> <strong>la</strong> numerosa parcialidad <strong>de</strong> pardos <strong>de</strong><br />

Tabapy, vayan a fundar un nuevo pueblo <strong>en</strong> <strong>el</strong> paraje <strong>de</strong> Tevegó, sobre <strong>la</strong> costa <strong>d<strong>el</strong></strong> río Paraguay (...)”.<br />

(Alfredo Vio<strong>la</strong>, “Orig<strong>en</strong> <strong>de</strong> los pueblos…”, 1986) El int<strong>en</strong>to <strong>de</strong> mant<strong>en</strong>er <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción fracasó a<br />

causa <strong>d<strong>el</strong></strong> hambre y <strong>el</strong> ais<strong>la</strong>mi<strong>en</strong>to. En 1823 se <strong>de</strong>cretó <strong>su</strong> disolución <strong>de</strong>finitiva ord<strong>en</strong>ándose <strong>el</strong><br />

tras<strong>la</strong>do <strong>de</strong> los pardos a <strong>la</strong> Vil<strong>la</strong> <strong>de</strong> Concepción.<br />

En 1814, durante <strong>el</strong> Primer Con<strong>su</strong><strong>la</strong>do, <strong>en</strong> pl<strong>en</strong>o fervor antiespañol, los cón<strong>su</strong>les prohibieron<br />

<strong>el</strong> matrimonio <strong>de</strong> españoles con mujeres que no fues<strong>en</strong> negras, indias o mu<strong>la</strong>tas, ord<strong>en</strong>ando<br />

que no se hiciera ningún <strong>en</strong><strong>la</strong>ce matrimonial sin previa autorización <strong>d<strong>el</strong></strong> gobierno.<br />

Alfredo Boccia Romañach<br />

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