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176 Este intercambio supone un compromiso inscrito en el orden social: 13 «El grupo social comprende los vivos y los muertos, con intercambio constante de fuerzas y servicios. Los muertos son los verdaderos jefes, custodios de las costumbres: velan sobre la conducta de sus descendientes a quienes recompensan o castigan según que los ritos y las leyes hayan sido observados o no”. Este control social hipostasiado, es puesto afuera del propio centro de la responsabilidad directa de los vivos y colocado más allá, en los antepasados muertos en tanto alteridad, una alteridad a la vez lo suficientemente familiar y lo suficientemente ajena como para que, investida de poder, devuelva al grupo su identidad. “Los antepasados rigen así las relaciones entre los miembros del grupo” 14 con lo que se asegura la organización frente a la cual los vivos tienen poca oportunidad de impugnación. El trasfondo religioso yoruba -Gegé-Nagó- más fielmente conservado en su mitología, panteón y ceremonial que el bantú, operaba en América por medio de una organización sacerdotal más compleja y especializada en las funciones de adivinación, liderazgo y jefatura de cofradías y “naciones”. Un panteón de “orixás” 15 protagonistas de mitos y leyendas en los que cualidades y defectos humanos se ven enfatizados, dependiente de un único Dios Creador llamado Olorum, se dividen entre sí la responsabilidad por los diversos problemas de los hombres y se diferencian por el carácter y personalidad de cada uno de ellos. A estas deidades secundarias acceden los “egunes”, espíritus de antepasados que son en definitiva quienes poseen al “médium” o “cavalo” brindando, a través de él, ayuda y sabiduría a los vivos. Ritos de iniciación muy formalizados que incluyen ayunos y bautismos fundan una línea genealógica nobiológica entre el iniciado y determinado “orixá”, en tanto que un proceso escalonado de jerarquías sacerdotales asciende gradualmente al iniciado al puesto de “mae pequeña”, “bacalao”, “babalorixá” o “ialorixá”, a lo largo de períodos de siete años. Bastide no ve diferencias realmente significativas entre el ritual yoruba tal como se practicó en Nigeria y tal como se lo practicaba en las diferentes regiones americanas, siendo sorprendente la fidelidad entre los rasgos americanos y aquellos africanos .16 Se anota una marcada diferenciación de género en el sacerdocio yoruba -se trata de mujeres en contraposición al sacerdote bantú, un hombre- y un trance de posesión estimulado por invocaciones a través de cánticos y bailes al compás de tres tipos de tambores en el que los “orixás” se “incorporan” a los “médium”. Vestimenta característica que clasifica colores, lugares, gestos y significados con cierta influencia musulmana como el “balangandás” (atuendo de cabeza) y una culinaria clasificatoria en las ofrendas de comidas y bebidas, hacen pensar en un ritual más elaborado y estructurado que el de origen bantú. Cultos de base comunal campesina, originados en pequeñas aldeas agrícolas, en culturas de tradición oral con división del trabajo elemental y fuerte integración localista, los yoruba crearon una espiritualidad siempre ligada al mundo concreto. 17 13. Ibíd., pág. 23. 14. Ibíd. 15. Según Valente, W., ob. cit., pág. 78, la palabra “orixá” significa “imagenen la lengua Nagó. 16. Bastide, R., ob. cit., págs. 112-118. 17. Parrinder, G., 1980. La religión africana tradicional. Lidiun, Buenos Aires, pág. 113. UNESCO SEGUNDO PANEL

LA RUTA DEL ESCLAVO EN EL RÍO DE LA PLATA: SU HISTORIA Y SUS CONSECUENCIAS Dos caracteres, sin embargo, coinciden en ambas tradiciones, la Bantú y la Yoruba: por un lado el culto a las fuerzas animadas yacentes en plantas, animales, ríos y acontecimientos climáticos; por otro, el culto a entidades -antepasados o dioses- sagradas que se manifiestan al hombre intermediadas por una comunicación codificada por el ritual. En ambos, un tono de “magismo”, viabilizado por talismanes, piedras, collares, acerca esta religiosidad a cierto grado de pragmatismo operativo. “Los africanos (...) creen en la existencia de una energía latente en las cosas que no es visible en su apariencia exterior, pero que puede verse en los efectos que produce.” 18 Un tercer carácter en el que confluyen ambas tradiciones lo constituye el trance: la circulación de la energía entre mundo espiritual y mundo humano, la posibilidad de obtener una respuesta frente a las interrogantes de la condición humana. Los sincretismos acumulativos que dan origen a la religión umbandista en América, resultan de complejas adecuaciones no sin conflicto y de cambios en los que las religiones indígenas desempeñan también su papel. Sería imposible, sin embargo, en este artículo hacer un inventario descriptivo de cada una de las religiones indígenas americanas según las diversas versiones reconstruidas y re-interpretadas por los especialistas. A los efectos de delimitar el marco de referencia que estamos elaborando, es necesario restringir la influencia de la religiosidad indígena a la franja de las áreas costeras que recorre el Este de América del Sur, lugar a donde llegaba, por otra parte, el desembarco masivo de la carga esclavista. Indios y africanos En lo que refiere a la entonces Banda Oriental, antiguo territorio del Uruguay al sur de Río Grande del Sur, hay por lo menos una etnia distintiva predominante cuyo trasfondo religioso es necesario tener en cuenta para la consideración del marco de referencia atinente a los rituales afro-brasileños en el Uruguay: la Tupí-Guaraní. Respecto de la franja norte de esta región, W. Valente19 afirma que “fue de modo especial con la mitología Tupí-Guaraní que el sincretismo de influencia Bantú se mostró más característico”. Carneiro escribe que fue “la pobre mitología de los negros Bantús la que, fusionándose con la mitología igualmente pobre del amerindio salvaje, produjo los llamados ‘Candomblés de Caboclo’ en la zona de Bahía”. 20 La penetración de la religiosidad indígena en el africanismo supone una transformación de la parafernalia, de su simbolismo (“adoptan una indumentaria a la moda de los salvajes. Así, se visten con taparrabos, diademas, pulseras, brazaletes, casi siempre hechos de plumas. Usan collares, arcos, flechas y aljabas). 21 18. Ibíd., pág. 30. 19. Valente, W., ob. cit., pág. 60. 20. Carneiro, E., citado por Valente, W., ob. cit., pág. 60. 21. Valente, W., ob. cit., pág. 61. Teresa Porcekansky 177

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Este intercambio <strong>su</strong>pone un compromiso inscrito <strong>en</strong> <strong>el</strong> ord<strong>en</strong> social: 13 «El grupo social<br />

compr<strong>en</strong><strong>de</strong> los vivos y los muertos, con intercambio constante <strong>de</strong> fuerzas y servicios. Los muertos son<br />

los verda<strong>de</strong>ros jefes, custodios <strong>de</strong> <strong>la</strong>s costumbres: v<strong>el</strong>an sobre <strong>la</strong> conducta <strong>de</strong> <strong>su</strong>s <strong>de</strong>sc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes a qui<strong>en</strong>es<br />

recomp<strong>en</strong>san o castigan según que los ritos y <strong>la</strong>s leyes hayan sido observados o no”. Este control social<br />

hipostasiado, es puesto afuera <strong>d<strong>el</strong></strong> propio c<strong>en</strong>tro <strong>de</strong> <strong>la</strong> responsabilidad directa <strong>de</strong> los vivos y<br />

colocado más allá, <strong>en</strong> los antepasados muertos <strong>en</strong> tanto alteridad, una alteridad a <strong>la</strong> vez lo<br />

<strong>su</strong>fici<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te familiar y lo <strong>su</strong>fici<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te aj<strong>en</strong>a como para que, investida <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r, <strong>de</strong>vu<strong>el</strong>va<br />

al grupo <strong>su</strong> id<strong>en</strong>tidad. “Los antepasados rig<strong>en</strong> así <strong>la</strong>s r<strong>el</strong>aciones <strong>en</strong>tre los miembros <strong>d<strong>el</strong></strong> grupo” 14<br />

con lo que se asegura <strong>la</strong> organización fr<strong>en</strong>te a <strong>la</strong> cual los vivos ti<strong>en</strong><strong>en</strong> poca oportunidad <strong>de</strong><br />

impugnación.<br />

El trasfondo r<strong>el</strong>igioso yoruba -Gegé-Nagó- más fi<strong>el</strong>m<strong>en</strong>te conservado <strong>en</strong> <strong>su</strong> mitología,<br />

panteón y ceremonial que <strong>el</strong> bantú, operaba <strong>en</strong> América por medio <strong>de</strong> una organización sacerdotal<br />

más compleja y especializada <strong>en</strong> <strong>la</strong>s funciones <strong>de</strong> adivinación, li<strong>de</strong>razgo y jefatura <strong>de</strong><br />

cofradías y “naciones”. Un panteón <strong>de</strong> “orixás” 15 protagonistas <strong>de</strong> mitos y ley<strong>en</strong>das <strong>en</strong> los que<br />

cualida<strong>de</strong>s y <strong>de</strong>fectos humanos se v<strong>en</strong> <strong>en</strong>fatizados, <strong>de</strong>p<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te <strong>de</strong> un único Dios Creador<br />

l<strong>la</strong>mado Olorum, se divid<strong>en</strong> <strong>en</strong>tre sí <strong>la</strong> responsabilidad por los diversos problemas <strong>de</strong> los hombres<br />

y se difer<strong>en</strong>cian por <strong>el</strong> carácter y personalidad <strong>de</strong> cada uno <strong>de</strong> <strong>el</strong>los. A estas <strong>de</strong>ida<strong>de</strong>s<br />

secundarias acced<strong>en</strong> los “egunes”, espíritus <strong>de</strong> antepasados que son <strong>en</strong> <strong>de</strong>finitiva qui<strong>en</strong>es pose<strong>en</strong><br />

al “médium” o “cavalo” brindando, a través <strong>de</strong> él, ayuda y sabiduría a los vivos. Ritos <strong>de</strong> iniciación<br />

muy formalizados que incluy<strong>en</strong> ayunos y bautismos fundan una línea g<strong>en</strong>ealógica nobiológica<br />

<strong>en</strong>tre <strong>el</strong> iniciado y <strong>de</strong>terminado “orixá”, <strong>en</strong> tanto que un proceso escalonado <strong>de</strong> jerarquías<br />

sacerdotales asci<strong>en</strong><strong>de</strong> gradualm<strong>en</strong>te al iniciado al puesto <strong>de</strong> “mae pequeña”, “baca<strong>la</strong>o”,<br />

“babalorixá” o “ialorixá”, a lo <strong>la</strong>rgo <strong>de</strong> períodos <strong>de</strong> siete años.<br />

Basti<strong>de</strong> no ve difer<strong>en</strong>cias realm<strong>en</strong>te significativas <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> ritual yoruba tal como se practicó<br />

<strong>en</strong> Nigeria y tal como se lo practicaba <strong>en</strong> <strong>la</strong>s difer<strong>en</strong>tes regiones americanas, si<strong>en</strong>do sorpr<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te<br />

<strong>la</strong> fi<strong>d<strong>el</strong></strong>idad <strong>en</strong>tre los rasgos americanos y aqu<strong>el</strong>los africanos .16<br />

Se anota una marcada difer<strong>en</strong>ciación <strong>de</strong> género <strong>en</strong> <strong>el</strong> sacerdocio yoruba -se trata <strong>de</strong><br />

mujeres <strong>en</strong> contraposición al sacerdote bantú, un hombre- y un trance <strong>de</strong> posesión estimu<strong>la</strong>do<br />

por invocaciones a través <strong>de</strong> cánticos y bailes al compás <strong>de</strong> tres tipos <strong>de</strong> tambores <strong>en</strong> <strong>el</strong> que los<br />

“orixás” se “incorporan” a los “médium”. Vestim<strong>en</strong>ta característica que c<strong>la</strong>sifica colores, lugares,<br />

gestos y significados con cierta influ<strong>en</strong>cia mu<strong>su</strong>lmana como <strong>el</strong> “ba<strong>la</strong>ngandás” (atu<strong>en</strong>do <strong>de</strong> cabeza)<br />

y una culinaria c<strong>la</strong>sificatoria <strong>en</strong> <strong>la</strong>s ofr<strong>en</strong>das <strong>de</strong> comidas y bebidas, hac<strong>en</strong> p<strong>en</strong>sar <strong>en</strong> un ritual<br />

más <strong>el</strong>aborado y estructurado que <strong>el</strong> <strong>de</strong> orig<strong>en</strong> bantú. Cultos <strong>de</strong> base comunal campesina,<br />

originados <strong>en</strong> pequeñas al<strong>de</strong>as agríco<strong>la</strong>s, <strong>en</strong> culturas <strong>de</strong> tradición oral con división <strong>d<strong>el</strong></strong> trabajo<br />

<strong>el</strong>em<strong>en</strong>tal y fuerte integración localista, los yoruba crearon una espiritualidad siempre ligada al<br />

mundo concreto. 17<br />

13. Ibíd., pág. 23.<br />

14. Ibíd.<br />

15. Según Val<strong>en</strong>te, W., ob. cit., pág. 78, <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra “orixá” significa “imag<strong>en</strong>” <strong>en</strong> <strong>la</strong> l<strong>en</strong>gua Nagó.<br />

16. Basti<strong>de</strong>, R., ob. cit., págs. 112-118.<br />

17. Parrin<strong>de</strong>r, G., 1980. <strong>La</strong> r<strong>el</strong>igión africana tradicional. Lidiun, Bu<strong>en</strong>os Aires, pág. 113.<br />

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