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Armando H. Toledo La Antigüedad del Futuro Esta mala interpretación ha llevado a algunos a concluir que Lucifer es una entidad diferente a Satanás. Al menos la mala traducción de esta palabra por parte de la KJV agrega confusión dada la asociación mental entre Venus/Lucifer/Estrella de la mañana. Sin embargo, el original hebreo deja claro que la palabra ‘Lucifer’ no es la mejor de las traducciones. ‘Lucifer/Lucero’ claramente no es lo que este pasaje intenta decir. Desafortunadamente, la Biblia Hebrea Interlineal de Hendricksen traduce la frase también de manera errónea: “Oh estrella reluciente”. La palabra hebrea original es ha-lale, y no significa ‘estrella’ sino ‘sonido claro, brillante o alegre’ (de ahí su relación con el vocablo haleluya: ‘alabad a Jehová’), aunque también denota simplemente la idea de ‘colores brillantes o relucientes’ y, muy apropiadamente, la idea de ‘jactanciosidad’ y ‘orgullo’. Entonces, si la idea que intentaba dar el hebreo original era la de ‘estrella’, la palabra que debió haber sido usada era kochob: ‘objeto redondo y rodante’. Por su parte, la frase “hijo de la mañana” debería ser leída: “hijo del amanecer”, refiriéndose a lo ‘temprano’, a ‘lo primero de algo’ ―sabemos, por ejemplo, que Dios creo a los ángeles al principio de toda su creación. Así pues, una traducción más precisa del hebreo debería ser: “...Oh, claro sonido, orgulloso hijo de los primeros...”, lo cual describiría a este ángel rebelde que fue arrojado de los cielos por Dios, su creador. Lo que pasa es que Satanás no es la única ‘estrella de la mañana’ mencionada en el Antiguo Testamento. Otros pasajes describen a los ángeles como ‘hijos del amanecer’ en el sentido de ‘los primeros hijos de la creación’: Por ejemplo, Dios cuestionó a Job desde la tempestad diciéndole: “¿Dónde estabas cuando puse las bases de la tierra? ¡Dímelo si de veras sabes tanto! [...] ¿Sobre qué están puestos sus cimientos, o quién puso su piedra angular mientras cantaban a coro las estrellas matutinas y todos los ángeles gritaban de alegría?” (Job 38:4-7.NVI). Dios creó a los ángeles antes de ordenar a los mundos venir a la existencia. Dios es conocido en la Biblia como el ‘Señor de las huestes’: “El señorío y el temor están con él; El hace paz en sus alturas. ¿Tienen sus ejércitos número? ¿Sobre quién no está su luz?” (Job 25:2-3. RV. Ver también Salmo 148). Satanás, el más grande de los ángeles de Dios, era la ‘medida de la perfección’ y belleza de toda la creación. Su naturaleza reflejaba la misma gloria y la palabra de Dios. Pero algo malo pasó: “Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad” (Ezequiel 28:14- 15. RV. Énfasis mío). Si lee usted el texto completo, se dará cuenta que la profecía de Ezequiel está dirigida al ‘rey de la roca’ (Tiro), un ‘querubín elegido’ que es descrito como alguien capaz de ‘pasear en medio de las piedras de fuego’, que literalmente se dice: ‘en medio o entre las rocas de construcción (eh-ben) o rocas de fuego’. ¿‘Rocas de construcción’? 96

Armando H. Toledo La Antigüedad del Futuro ¿Qué son esas ‘rocas’ que el más grande de los ángeles podía ir de arriba a abajo dentro de su vastedad? La respuesta está en el cielo nocturno. En él podemos ver a simple vista las ‘rocas de construcción’ de Dios reflejando la luz del Sol: los planetas. Antes de la creación de Adán, las civilizaciones de ángeles existían en aquellos planetas del Sistema Solar que eran habitables. A través de las Escrituras hay referencias eventuales a los primeros lugares de habitación de algunos de los antiguos ‘hijos de Dios’. Este autor cree que los ángeles construyeron sus habitaciones sobre la Tierra, Marte, ‘Astera’ (el que era el quinto planeta), la Luna, etc. Otra vez Ezequiel nos dice que... “Por la abundancia de tu comercio, te llenaste de violencia, y pecaste. Por eso te expulsé del monte de Dios, como un objeto profano. A ti, querubín protector, te borré de entre las piedras de fuego” (Ezequiel 28:6. NVI. Énfasis mío). Rebelión y caída de Satanás Cuando Satanás se rebeló, Dios lo echó como algo profano de las alturas de los cielos. Debido a su rebelión, Satanás fue ‘borrado de entre las piedras de fuego’, es decir los planetas, donde él había estado reinando sobre reinos literalmente materiales. El día de hoy aun pueden ser halladas evidencias de ello sobre la superficie marciana, y el cinturón de asteroides es la evidencia de que una civilización de poderosos bene ha-elohim fue destruida completamente en un muy remoto pasado. Cuando Satanás y sus ángeles se rebelaron, Dios destruyó sus literales lugares de habitación. De acuerdo con la Escritura esta destrucción fue rápida y decisiva. El quinto planeta habitable, al cual la Biblia llama Rahab (‘orgullo’, ‘vanidad’), era tachado del mapa solar. Dios trajo una destrucción sobre las cabezas de sus rebeldes ‘hijos’, los ‘vigilantes’, los cuales tenían como misión custodiar y ayudar a la raza humana en su desarrollo civilizacional. El poder que usó tuvo unas proporciones inimaginables. Estamos hablando de la destrucción de al menos un planeta entero. En el pasaje de Job 26:11-13, Satanás es veladamente descrito como una serpiente que huye del juicio de Dios. Dios hizo caer un fuego en medio del mismo centro de su gran reino planetario. El planeta ‘Rahab’ explotó literalmente enviando pedazos de sí mismo al campo gravitacional de los llamados ‘planetas interiores’. Los asteroides impactan como lluvia la superficie de Marte, y los océanos y la atmósfera del planeta rojo son expulsados al espacio exterior para nunca más volver. Sobre la superficie terrestre tienen lugar una serie de catástrofes del mismo género: la destrucción de ciudades levantadas sobre la Tierra miles de años antes de que apareciera el ser humano. Y en torno a esta desgracia, el profeta Jeremías tuvo la siguiente visión: “Miré a la tierra, y he aquí que estaba asolada y vacía; y a los cielos, y no había en ellos luz. Miré a los montes, y he aquí que temblaban, y todos los collados fueron destruidos. Miré, y no había hombre, y todas las aves del cielo se habían ido. Miré, y he aquí el campo fértil era un desierto, y todas sus ciudades eran asoladas delante de Jehová, delante del ardor de su ira. Porque así dijo Jehová: ‘Toda la tierra será asolada; pero no la destruiré del todo’ ” (Jeremías 4:23-27. RV. Énfasis mío). Jeremías estaba viendo en las eras anteriores de la creación de Adán y está describiendo la destrucción de la Tierra. Dice que aun ’no había hombre’ (es decir, descendientes de Adán), no obstante ya había ciudades que fueron destruidas por la ira de Dios. ¿Quiénes vivían en esas 97

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Esta mala interpretación ha llevado a algunos a concluir que Lucifer es una entidad<br />

diferente a Satanás. Al menos la mala traducción de esta palabra por parte de la KJV agrega<br />

confusión dada la asociación mental entre Venus/Lucifer/Estrella de la mañana. Sin embargo, el<br />

original hebreo deja claro que la palabra ‘Lucifer’ no es la mejor de las traducciones.<br />

‘Lucifer/Lucero’ claramente no es lo que este pasaje intenta decir. Desafortunadamente, la<br />

Biblia Hebrea Interlineal de Hendricksen traduce la frase también de manera errónea: “Oh<br />

estrella reluciente”. La palabra hebrea original es ha-lale, y no significa ‘estrella’ sino ‘sonido<br />

claro, brillante o alegre’ (de ahí su relación con el vocablo haleluya: ‘alabad a Jehová’), aunque<br />

también denota simplemente la idea de ‘colores brillantes o relucientes’ y, muy<br />

apropiadamente, la idea de ‘jactanciosidad’ y ‘orgullo’. Entonces, si la idea que intentaba dar el<br />

hebreo original era la de ‘estrella’, la palabra que debió haber sido usada era kochob: ‘objeto<br />

redondo y rodante’.<br />

Por su parte, la frase “hijo de la mañana” debería ser leída: “hijo del amanecer”,<br />

refiriéndose a lo ‘temprano’, a ‘lo primero de algo’ ―sabemos, por ejemplo, que Dios creo a<br />

los ángeles al principio de toda su creación. Así pues, una traducción más precisa del hebreo<br />

debería ser: “...Oh, claro sonido, orgulloso hijo de los primeros...”, lo cual describiría a este<br />

ángel rebelde que fue arrojado de los cielos por Dios, su creador. Lo que pasa es que Satanás no<br />

es la única ‘estrella de la mañana’ mencionada en el Antiguo Testamento. Otros pasajes<br />

describen a los ángeles como ‘hijos del amanecer’ en el sentido de ‘los primeros hijos de la<br />

creación’:<br />

Por ejemplo, Dios cuestionó a Job desde la tempestad diciéndole:<br />

“¿Dónde estabas cuando puse las bases de la tierra? ¡Dímelo si de veras sabes<br />

tanto! [...] ¿Sobre qué están puestos sus cimientos, o quién puso su piedra angular<br />

mientras cantaban a coro las estrellas matutinas y todos los ángeles gritaban de<br />

alegría?” (Job 38:4-7.NVI).<br />

Dios creó a los ángeles antes de ordenar a los mundos venir a la existencia. Dios es<br />

conocido en la Biblia como el ‘Señor de las huestes’:<br />

“El señorío y el temor están con él; El hace paz en sus alturas. ¿Tienen sus<br />

ejércitos número? ¿Sobre quién no está su luz?” (Job 25:2-3. RV. Ver también<br />

Salmo 148).<br />

Satanás, el más grande de los ángeles de Dios, era la ‘medida de la perfección’ y belleza<br />

de toda la creación. Su naturaleza reflejaba la misma gloria y la palabra de Dios. Pero algo malo<br />

pasó:<br />

“Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el monte de Dios, allí estuviste; en<br />

medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos<br />

desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad” (Ezequiel 28:14-<br />

15. RV. Énfasis mío).<br />

Si lee usted el texto completo, se dará cuenta que la profecía de Ezequiel está dirigida al<br />

‘rey de la roca’ (Tiro), un ‘querubín elegido’ que es descrito como alguien capaz de ‘pasear en<br />

medio de las piedras de fuego’, que literalmente se dice: ‘en medio o entre las rocas de<br />

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¿‘Rocas de construcción’?<br />

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