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25.04.2013 Views

Armando H. Toledo La Antigüedad del Futuro El caso de los Hill Los encuentros EC-III (que pueden convertirse fácilmente en abducciones) tienen su antecedente en el “Viaje interrumpido”, vivido por Barney y Betty Hill en 1961, libro publicado en 1966 por el periodista americano John Fuller. Para entonces, los ufólogos de primera línea aun se resistían a aceptar públicamente que los escurridizos ovninautas hubiesen comenzado a raptar seres humanos. Sin embargo, paulatinamente, la publicidad que recibieron algunas abducciones notables animó a más gente que creía haber tenido EC-III a hablar en público denunciando los sucesos. O cientos de personas de todo el mundo estaban sufriendo alucinaciones o ilusiones muy similares (y en ese caso el origen de tan extendida patología debía ser estudiada con urgencia), o estaba ocurriendo algo extraordinario y con amplias implicaciones para la humanidad. El caso de los Hill es particularmente interesante para nosotros debido a que posee varios elementos que concuerdan con la teoría Nefilim que hasta ahora hemos venido delineando. Cuando Betty y Barney Hill, residentes de New Hampshire, regresaban a casa después de unas vacaciones en Canadá en 1961, hacia las ocho de la noche del 19 al 20 de septiembre miraron lo que parecía ‘una estrella cayendo del cielo’, la cual después tomó forma de un disco volante; se detuvieron a la orilla del camino para observar cómo aquél objeto tomaba tierra en una loma cercana. El señor Hill usó sus binoculares para mirar mejor el aparato en un intento de identificarlo. A él le pareció distinguir una fila de individuos parecidos a personas que se asomaban por las ventanas desde el interior de la nave y que a su vez lo veían a él, después de lo cual no tuvo más recuerdos de lo que había pasado. Lo que sí recuerdan que pasó es que ‘en seguida’ ya se encontraban bien cerca de su casa ¡a 50 kilómetros más al sur!, pero con dos horas de retraso... Después de tan rara experiencia presentaron secuelas psicosomáticas: sufrieron de pesadillas, síndrome de ansiedad y úlceras gastroduodenales. Finalmente, después de dos años de sufrimiento, decidieron consultar un psiquiatra en Boston. Mediante técnicas de hipnosis regresiva, el prestigiado Dr. Benjamin Simon logró inducir en ellos (cada uno por separado) la rememoración de lo que había pasado en aquellas ‘horas perdidas’. Ambos contaron la misma historia: dijeron haber sido llevados al interior del plato volador por un grupo de hombrecillos que les sacaron de su Chevrolet “Bel Air” modelo 57, llevándoselos en estado de shock al interior, donde les hicieron desnudarse. Después de que a Betty le introdujeran por el ombligo una larga aguja, fue llevada a entrevistarse con quien parecía ser el ‘capitán de la tripulación’. Este sujeto, parecido a un insecto, más bien pequeño, de ojos grandes y alargados hacia atrás, le mostró a la señora Hill algún tipo de mapa en el que podían verse los ‘caminos comerciales del espacio’ y supuestas ‘vías de exploración interestelar’. Estas rutas implicaban la unión entre puntos (estrellas) unidos por líneas continuas y discontinuas, respectivamente. Después de esta rarísima experiencia, los Hill fueron dejados en libertad y completamente ilesos. Posteriormente, y bajo sugestión hipnótica, Betty fue capaz de reproducir el mapa estelar que, según ella, le había sido mostrado en el interior de la nave. Sin embargo, el gráfico de 27 estrellas no pasaba de ser curioso, pues nadie sabía dónde situarlas en el mapa estelar conocido a la fecha. Lo sorprendente del caso es que ¡después comenzaron a descubrirse esas estrellas! Después de siete años de investigación astronómica, la Dra. Marjorie Fish, quien para entonces trabajaba en un nuevo modelo tridimensional de nuestra galaxia, se dio cuenta de que las estrellas del mencionado sistema se correspondían perfectamente con un esquema recién descubierto en la constelación Zeta Reticuli, ubicada en el hemisferio austral ¡a 38 años luz de la 82

Armando H. Toledo La Antigüedad del Futuro Tierra! Después de esto, se reconoció que ni siquiera un astrónomo habría podido dibujar un mapa estelar con tanta exactitud como lo hizo Betty Hill. La misma Dra. Fish reconoció que ‘solamente una inteligencia extraterrestre’ que pudiera provenir de aquel rincón cósmico o que lo conociera de cerca, habría podido producir semejante esquema estelar. 115 El físico nuclear, Stanton T. Friedman, estudió este reporte, y aunque al principio solo se impresionó gratamente por los datos técnicos aportados, lo que terminó de convencerlo fue el estudio directo que hizo sobre el mapa dibujado por Betty en 1964. 116 Casos como este complican las explicaciones psicologistas acerca de las abducciones. ¿Cómo es posible que una simple ama de casa cartografiara un mapa de estrellas que ni siquiera los astrónomos conocían aun? ¿De dónde pudo haber conseguido esa información si el suceso de abducción realmente no ocurrió? ¿Acaso de los ‘gigantes en conocimiento’ que ya hemos mencionado? El suceso quedó registrado de varias maneras: se hicieron grabaciones de sus relatos dados bajo hipnosis, se publicó un libro contando en detalle la experiencia, e incluso se realizó una película basada en el mismo. 115 FISH, Marjorie. (1974): “Betty Hill’s Star Map and Exobiology”. Sesiones del 5º Simposio de APRO UFO. 116 FRIEDMAN, Stanton T. (1975): UFOs: A Complete ightmare. [Dick Adler: Los Angeles Times. October 20. P. 14] 83

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El caso de los Hill<br />

Los encuentros EC-III (que pueden convertirse fácilmente en abducciones) tienen su<br />

antecedente en el “Viaje interrumpido”, vivido por Barney y Betty Hill en 1961, libro publicado<br />

en 1966 por el periodista americano John Fuller. Para entonces, los ufólogos de primera línea<br />

aun se resistían a aceptar públicamente que los escurridizos ovninautas hubiesen comenzado a<br />

raptar seres humanos. Sin embargo, paulatinamente, la publicidad que recibieron algunas<br />

abducciones notables animó a más gente que creía haber tenido EC-III a hablar en público<br />

denunciando los sucesos. O cientos de personas de todo el mundo estaban sufriendo<br />

alucinaciones o ilusiones muy similares (y en ese caso el origen de tan extendida patología debía<br />

ser estudiada con urgencia), o estaba ocurriendo algo extraordinario y con amplias<br />

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El caso de los Hill es particularmente interesante para nosotros debido a que posee varios<br />

elementos que concuerdan con la teoría Nefilim que hasta ahora hemos venido delineando.<br />

Cuando Betty y Barney Hill, residentes de New Hampshire, regresaban a casa después de unas<br />

vacaciones en Canadá en 1961, hacia las ocho de la noche del 19 al 20 de septiembre miraron lo<br />

que parecía ‘una estrella cayendo del cielo’, la cual después tomó forma de un disco volante; se<br />

detuvieron a la orilla del camino para observar cómo aquél objeto tomaba tierra en una loma<br />

cercana. El señor Hill usó sus binoculares para mirar mejor el aparato en un intento de<br />

identificarlo. A él le pareció distinguir una fila de individuos parecidos a personas que se<br />

asomaban por las ventanas desde el interior de la nave y que a su vez lo veían a él, después de lo<br />

cual no tuvo más recuerdos de lo que había pasado. Lo que sí recuerdan que pasó es que ‘en<br />

seguida’ ya se encontraban bien cerca de su casa ¡a 50 kilómetros más al sur!, pero con dos<br />

horas de retraso...<br />

Después de tan rara experiencia presentaron secuelas psicosomáticas: sufrieron de<br />

pesadillas, síndrome de ansiedad y úlceras gastroduodenales. Finalmente, después de dos años<br />

de sufrimiento, decidieron consultar un psiquiatra en Boston. Mediante técnicas de hipnosis<br />

regresiva, el prestigiado Dr. Benjamin Simon logró inducir en ellos (cada uno por separado) la<br />

rememoración de lo que había pasado en aquellas ‘horas perdidas’. Ambos contaron la misma<br />

historia: dijeron haber sido llevados al interior del plato volador por un grupo de hombrecillos<br />

que les sacaron de su Chevrolet “Bel Air” modelo 57, llevándoselos en estado de shock al<br />

interior, donde les hicieron desnudarse.<br />

Después de que a Betty le introdujeran por el ombligo una larga aguja, fue llevada a<br />

entrevistarse con quien parecía ser el ‘capitán de la tripulación’. Este sujeto, parecido a un<br />

insecto, más bien pequeño, de ojos grandes y alargados hacia atrás, le mostró a la señora Hill<br />

algún tipo de mapa en el que podían verse los ‘caminos comerciales del espacio’ y supuestas<br />

‘vías de exploración interestelar’. Estas rutas implicaban la unión entre puntos (estrellas) unidos<br />

por líneas continuas y discontinuas, respectivamente.<br />

Después de esta rarísima experiencia, los Hill fueron dejados en libertad y<br />

completamente ilesos. Posteriormente, y bajo sugestión hipnótica, Betty fue capaz de reproducir<br />

el mapa estelar que, según ella, le había sido mostrado en el interior de la nave. Sin embargo, el<br />

gráfico de 27 estrellas no pasaba de ser curioso, pues nadie sabía dónde situarlas en el mapa<br />

estelar conocido a la fecha.<br />

Lo sorprendente del caso es que ¡después comenzaron a descubrirse esas estrellas!<br />

Después de siete años de investigación astronómica, la Dra. Marjorie Fish, quien para entonces<br />

trabajaba en un nuevo modelo tridimensional de nuestra galaxia, se dio cuenta de que las<br />

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