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Armando H. Toledo La Antigüedad del Futuro<br />
La segunda irrupción nefilim<br />
Hemos visto en Génesis 6, donde se usa el término ‘Nefilim’ por primera vez, que su<br />
aparición en la Tierra desde antes del Diluvio y su labor corruptora de las civilizaciones<br />
humanas fueron las razones principales del Diluvio. Pero se nos ha informado que estuvieron<br />
sobre la Tierra “también después” (Génesis 6:4). Información más detallada nos la brinda el<br />
pasaje bíblico de Números, capítulo 13. Los espías israelitas que fueron mandados a Canaán<br />
reportaron haber visto ahí “a los Nefilim (los descendientes de Anak descienden de los<br />
Nefilim)” (Números 13:33. NIV).<br />
Esta segunda irrupción nefílica seguramente fue más limitada y restringida que la<br />
prediluviana. Aún así, Dios ordenó también su destrucción total. Ahora no tenía que hacerlo<br />
personalmente, pues contaba ya con una nación sobre la tierra que ejecutaría sus justos juicios<br />
contra las naciones perversas. Dios ordenó a Josué, el paladín del ejército de la nación judía, que<br />
destruyera totalmente a los habitantes de la tierra de Canaán.<br />
Quizás hallemos difícil reconciliar las masacres que efectuó Josué en contra de estos<br />
pueblos con lo que nos dicen las Escrituras sobre el carácter amoroso y justo de Dios. Uno no<br />
puede más que conjeturar que Dios tuvo sobradas razones para ordenarlo así. Pero también<br />
podemos suponer que Dios sabía que la totalidad de los habitantes de la tierra de Canaán, o eran<br />
Nefilim o ya habían sido infectados por ellos en su segunda irrupción e intento de llevar a cabo<br />
sus perversos planes.<br />
Al menos sabemos que Dios se había dado cuenta que los cananitas y los habitantes de<br />
las tierras vecinas ya habían manifestado la gama total de las prácticas demoníacas del<br />
ocultismo, y que tal situación representaba un peligro para la nueva nación judía, la cual estaba<br />
destinada a ser la cuna donde surgiría, finalmente, el Mesías prometido desde Edén, y que<br />
emanciparía para siempre a la humanidad de su esclavitud al “dios de este mundo”, es decir,<br />
Satanás. Esta es también la razón por la cual los israelitas fueron advertidos de no imitar las<br />
prácticas ocultistas de esas naciones a las cuales desposeerían de todo lo que tenían. Con la<br />
misma furia sin igual desplegada en Génesis 6, Dios ordena ahora la completa exterminación<br />
(sic) de los habitantes de Canaán:<br />
“Exterminarás del todo a hititas, amorreos, cananeos, ferezeos, heveos y jebuseos,<br />
tal como el SEÑOR tu Dios te lo ha mandado” (Deuteronomio 20:17.NVI.<br />
Énfasis mío).<br />
Sin embargo, Israel, no obedeció a Dios, y tenemos razones para suponer que<br />
muchos de aquellos gigantes Nefilim lograron sobrevivir a la matanza. Al menos así nos<br />
hacen pensar pasajes de las Escrituras como Josué 13:13 y 16:10 que afirman que…<br />
“Los israelitas no expulsaron de su territorio a los habitantes de Guesur y Macá,<br />
que hasta el día de hoy viven en territorio israelita […] Los efraimitas [tampoco]<br />
expulsaron a los cananeos que vivían en Guézer; les permitieron vivir entre ellos,<br />
como sucede hasta el día de hoy, aunque los sometieron a trabajos forzados” (Ver<br />
también Jueces 1:28-34).<br />
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