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Armando H. Toledo La Antigüedad del Futuro<br />
1) Hubo una época en que en la Tierra existieron unos seres llamados efilim.<br />
2) Aún seguían por ahí cuando los hijos de Dios bajaron y se unieron con las hijas de los<br />
hombres.<br />
Lo que parece quedar claro es que los Nefilim eran ángeles caídos que ya estaban en la<br />
Tierra cuando cayeron también los hijos de Dios por motivos de lujuria, como lo registró Enoc<br />
con fidelidad en su obra. Estos fueron dos eventos celestiales enteramente independientes.<br />
Confusión terminológica<br />
La confusión aquí parece deberse al escurridizo término “Nefilim”. Parece que algunos<br />
pensaron que los efilim eran lo mismo que los ‘hijos de Dios’, mientras otros pensaron que el<br />
término solo hacía referencia a los malvados descendientes híbridos de los ‘hijos de Dios’ y las<br />
hijas de los hombres. Para añadir confusión, la Septuagésima griega tradujo el término efilim<br />
por ‘gigantes’, eliminando toda la connotación de ‘ángeles caídos’ de la que he venido<br />
hablando.<br />
Sin embargo, esos gigantes malvados fueron conocidos por los hebreos con el término<br />
específico de gibborim, es decir, ‘héroes’ u ‘hombres poderosos’. Morgenstern dice que<br />
editores posteriores, en su enredo terminológico confundieron a los nefilim con los gibborim y<br />
también con los gigantes anakim mencionados en Números 13:33.<br />
Algo más que también debe ser tomado en cuenta es que el término efilim está en voz<br />
pasiva, por lo que se debe leer: “Aquellos que fueron hechos para caer” o “aquellos que fueron<br />
arrojados.” Esta forma de la palabra efilim es completamente diferente de la forma activa de<br />
la voz verbal, es decir ofelim, que se traduce como “aquello que cae por su propia voluntad o<br />
de manera natural.” Es decir, que los efilim no descendieron por su libre voluntad sino que<br />
fueron echados del cielo por la fuerza.<br />
Al parecer, con el tiempo el significado original del término efilim (“los arrojados”) se<br />
fue generalizando, aplicándose a todo aquel ser que era malvado por naturaleza adquirida. De<br />
esta manera, los gigantes gibborim, nacidos de los lujuriosos vigilantes y de las mujeres<br />
humanas, pudieron haber sido llamados efilim sencillamente porque también habían caído,<br />
como los Nefilim originales que al caminar sobre la Tierra en épocas prediluvianas, parecían<br />
gigantes ellos mismos.<br />
Una frase del pasaje de Apocalipsis 12:9 (“fue arrojado a la tierra”) confirma la<br />
encarnación de los efilim en cuerpos físicos. Génesis 6:4 no solo confirma la encarnación<br />
física de los efilim (los gigantes en la Tierra) sino también la de los Vigilantes. Así, no solo<br />
fueron dos caídas separadas sino que hubo (al menos) dos encarnaciones separadas de ángeles<br />
caídos a la Tierra. Los efilim habrían sido ‘hechos para caer’ o ‘para ser arrojados’ del cielo,<br />
en tanto que los Vigilantes habrían caído ‘por propia voluntad’, por lo cual podríamos llamarlos<br />
ofelim.<br />
Así, el Libro de Enoc es una preservación confiable de una de esas caídas, la que se dio<br />
a consecuencia de la lujuria. La negación de esa obra por parte de los Padres de la Iglesia logró<br />
oscurecer así, durante siglos, la cabal comprensión de la naturaleza y origen de los ángeles<br />
caídos.<br />
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