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Armando H. Toledo La Antigüedad del Futuro<br />
más en la materia, convirtiéndose en esclavos de la concupiscencia y de la lujuria.” 27 Taciano<br />
había afirmado también que los demonios “habiendo recibido su estructura de la materia y<br />
habiendo obtenido el espíritu que la habita, se volvieron iracundos y avariciosos; unos cuantos,<br />
de hecho, se volvieron hacia lo que era más puro pero otros eligieron lo que era inferior en<br />
materia y conformaron su manera de vida a ello.” Aun cuando Taciano y Lactancio<br />
desarrollaron un criterio propio respecto de la naturaleza corporal de los ángeles, diciendo que la<br />
sustancia que componía sus cuerpos eran de “fuego y aire”, más tarde los teólogos rechazaron<br />
por completo la idea de ángeles revestidos de cuerpos físicos.<br />
Los Padres desacreditan<br />
el Libro de Enoc<br />
No fue sino hasta la segunda era de los Padres de la Iglesia, del siglo IV en adelante, que<br />
tales materiales fueron cuestionados con seriedad. Para estos líderes de pensamiento cristiano,<br />
los ángeles caídos no eran seres de carne y hueso, y cualquier sugerencia de que alguna vez lo<br />
hubieran sido era tomada como herejía explícita. Como es de imaginarse, tal actitud condujo a la<br />
eventual prohibición del Libro de Enoc, que pronto cayó en el descrédito.<br />
Pero lo más raro de todo quizá fueron los comentarios de Agustín de Hipona (354-430 d.<br />
C.) con respecto a la antigüedad de este documento pseudoepigráfico. Agustín declaró que,<br />
sobre la base de su ‘exagerada antigüedad’ (ob nimiam antiquitatem), el libro de Enoc no debía<br />
ser incluido dentro del Canon Escritural 28 (extraordinaria declaración hecha por un respetado<br />
Padre de la Iglesia esa, la de una ‘exagerada antigüedad’ para el Libro de Enoc, signifique lo<br />
que signifique…)<br />
Pero el Libro de Enoc no solo cayó de la gracia y favor de la Cristiandad. Lo mismo<br />
sucedió en la cultura judía, sobre todo después de que el rabino Simeon ben Jochai maldijera, en<br />
el siglo II d. C., a todos aquellos que creyeran que los bene ha-elohim (hijos de Dios)<br />
mencionados en Génesis 6:1 eran verdaderos ángeles del cielo. 29 Y esto a pesar del hecho de<br />
que la Septuaginta (la versión griega del Antiguo Testamento) usa el término angelos en vez de<br />
‘hijos de Dios’. 30<br />
Como dije, los Padres de la Iglesia dieron un paso adelante en su intento de rechazar la<br />
extraña fascinación con los ángeles caídos entre los primeros cristianos, condenando como<br />
herejía el uso de los cientos de nombres dados a los ángeles caídos en varias obras religiosas. De<br />
hecho, su contenido enfureció a tal grado a los Padres que uno de ellos, Filastrio, condenó al<br />
Libro de Enoc como una obra hereje. En adelante, el Libro de Enoc no sería copiado más por los<br />
escribas cristianos, y las copias que aun quedaban en bibliotecas, templos y monasterios fueron<br />
perdidas o destruidas, negándole al mundo el acceso al contenido de la obra por mil años.<br />
Y en la cima de todo esto, la política de la Iglesia Católica se orientó firmemente a<br />
erradicar de la doctrina básica cualquier noción de que los ángeles caídos hubieran alguna vez<br />
sido vistos como seres materiales de carne y hueso caminando sobre la Tierra. Lo anterior<br />
actualmente parece estar bien establecido. La ueva Enciclopedia Católica (1967) afirma al<br />
respecto que “con el paso del tiempo, la teología ha purificado la oscuridad y el error contenidos<br />
27<br />
SCHNEWEIS, Emil (1944): Angels and Demons According to Lactantius. [Catholic University of America<br />
Press: Washington, D. C.]. Pág. 127.<br />
28<br />
La Ciudad de Dios, 15:23.<br />
29<br />
DELITZSCH, Franz (1888): A ew Commentary on Genesis; 2 Vols.; [T. & T. Clark: Edimburgo]<br />
30<br />
ALEXANDER, Philip S. (1972): “The Targumim and Early Exegesis of ‘Sons of God’ in Genesis 6”. Journal of<br />
Jewish Studies.<br />
30