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25.04.2013 Views

Armando H. Toledo La Antigüedad del Futuro Otros vigilantes son acusados de revelar a los mortales conocimientos de orden científico, como el ‘saber sobre las nubes’ (presumiblemente meteorología); los ‘signos de la tierra’, (probablemente geodesia y geografía); los ‘signos del cielo’ (quizás astronomía), etc. Se atribuye a Semyaza el haber enseñado a los seres humanos ‘encantamientos y la cosecha de raíces’ (1º Enoc 8:3), una referencia a ciertas artes mágicas prohibidas. Otro de los vigilantes rebeldes, Penemue, enseñó ‘lo amargo y lo dulce’, una referencia probable al uso de hierbas y especias en los alimentos, e instruyó sobre el uso de la ‘tienta y el papel’, implicando que fueron los vigilantes quienes introdujeron las más tempranas formas de la escritura (1º Enoc 69:9-11). Se dice también que Kasdeja enseñó ‘a los hijos de los hombres todas las plagas malas de los espíritus y de los demonios, y los daños al embrión en el vientre para que éste sucumba’ 12 (1º Enoc 69:12). En otras palabras, enseñó a las mujeres la manera de abortar a sus bebés. La condena de los Vigilantes Cuando los hombres de la Tierra protestaron en contra de las atrocidades que habían caído sobre ellos, el cielo escuchó sus súplicas. Se dice que los poderosos arcángeles Miguel, Gabriel, Rafael, Suriel y Uriel interceden a favor de los habitantes de la Tierra ante el Altísimo (Enoc 9). El Señor Dios ordena a Rafael encadenar a Azazel de pies y manos. Gabriel es enviado a destruir a los “hijos de la fornicación” —los descendientes de los vigilantes— incitándolos a autodestruirse mediante una sangrienta carnicería. Miguel fue autorizado a encadenar a Semyaza y a su malvada descendencia por “setenta generaciones bajo la tierra hasta el día del juicio” (Enoc 10:15). Y Dios mismo se encarga de enviar el gran Diluvio para erradicar a los malvados gigantes, hijos de los vigilantes. El Señor Dios explica además a Enoc con las siguientes palabras la naturaleza de la descendencia de los Vigilantes y el mal que han sembrado en la Tierra: “Y ahora los gigantes que han nacido de los espíritus y de la carne serán llamados, sobre la tierra, ‘espíritus malvados’, y sobre la tierra estará su morada. Los espíritus malvados han salido de su carne porque ellos han sido hechos por los hombres, y de los santos vigilantes proviene su origen y su primer fundamento […] Los espíritus del cielo tienen su morada en el cielo; y los espíritus de la tierra, que han sido engendrados sobre la tierra, tienen su morada sobre la tierra. Y los espíritus de los gigantes serán como nubes, que oprimen, devastan, hacen irrupción, combaten, destruyen sobre la tierra. Harán el duelo, no comerán alimento alguno y no tendrán sed, y no serán reconocibles […] Después de los días de muerte, de la destrucción y de la muerte de los gigantes en que los espíritus han salido de las almas, que su carne, que es perecedera, quede sin juicio; perderán así hasta el día en que se cumpla el gran juicio del gran mundo. Una destrucción tendrá lugar a causa de los vigilantes y de los impíos” (15:8-10; 16:1. Énfasis mío.). Otras prácticas entre individuos no casados, como el coito oral o anal y la manipulación sexual de los genitales de otra persona, constituyen así mismo pornéia. Todos estos actos se condenan —sea explícita o implícitamente— en las Sagradas Escrituras (Levítico 20:10, 13, 15, 16; Romanos 1:24, 26, 27, 32). 12 O “los golpes [que se debe dar] al embrión en el seno para que éste sea abortado”, según traducción de Knibb (1978, Pág. 162). 22

Armando H. Toledo La Antigüedad del Futuro El texto habla aquí de ‘espíritus malvados’ ―que podría ser más apropiado traducir como demonios y diablos. En la terminología puritana del libro de Enoc, se dice que sobre estas almas corruptas pesa la maldición de no ‘poder comer alimento alguno ni tener sed’, como se dice también de los djinns, malvados espíritus de la tradición islámica, que ‘sufren de un hambre devoradora sin poder comer.’ El tema principal del Libro de Enoc es el juicio final de los ángeles caídos (los vigilantes) y su descendencia, los ‘espíritus del mal’ o nefilim (Enoc 15:8). Así transcurre el texto del Libro de Enoc, según los manuscritos con los que hoy contamos. Enoc y la cuestión de la soberanía de Dios Cuenta la versión bíblica que hubo un tiempo en que los hombres buenos eran la excepción. La maldad saturaba la Tierra y el estado moral de la humanidad iba en constante declive. De hecho, pronto se llegaría a decir que “la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Génesis 6:5. Reina-Valera). Sabemos que Enoc fue el séptimo de los diez patriarcas prediluvianos, Adán siendo el primero y Noé el último. Como ya hemos visto, Enoc fue el padre de Matusalén, quien con sus 969 años de vida sustenta el récord mundial de longevidad. Se nos dice también que después de engendrar a su hijo, Enoc se hizo un hombre creyente y comenzó a “andar fielmente con Dios” (Génesis 5:22). Pronto llegó a ser conocido como un hombre de excepcional piedad y bondad, que tuvo el valor de ser diferente a todos sus contemporáneos. Enoc se nos muestra siendo muy firme en su actitud en contra de la injusticia, costase lo que costase. De hecho, su mensaje metió en aprietos a la gente impía, los cuales lo señalaron para darle muerte, de manera que solo Dios podía salvarlo (Ver Génesis 5:21-24; 6:9). Aunque Enoc es mencionado entre los grandes personajes de las Sagradas Escrituras, sin embargo solo cuatro versos bíblicos ―dos en el Antiguo Testamento y dos en el Nuevo― nos proporcionan todo lo que sabemos sobre su vida. Estas pequeñas porciones, sin embargo, nos son suficientes para distinguirlo como una de las personas más interesantes de todos los tiempos. Para cuando Enoc nació, la doctrina de los Nefilim extraterrestres de que los seres humanos no apoyarían la soberanía de Dios, parecía contar con un respaldo social muy amplio. De acuerdo con la cronología bíblica, Abel, hijo de Adán, ya había muerto, y no había nadie en el mundo que copiara su fiel ejemplo. Pero Enoc resultó ser la excepción pues poseía un fundamento sólido para su fe: conocía bien los acontecimientos que se habían dado en Edén hacía pocos cientos de años. La historia sagrada dice que Adán tenía 622 años cuando nació Enoc, y éste último vivió unos 57 años más después de la muerte de Adán; por consiguiente, sus vidas se traslaparon bastante tiempo. Con seguridad, Enoc debió haber valorado mucho la promesa divina de que un Descendiente de Eva terminaría con Satanás y su perverso dominio mundial (Génesis 3:15). Teniendo siempre presente esta esperanza, Enoc no se dejó intimidar por el histórico asesinato de Abel, que había sido instigado por Satanás, el diablo. Más bien, anduvo constantemente ‘caminando con Dios’, y siguió el camino de la rectitud durante toda su vida. Enoc se mantuvo separado del mundo y eludió el espíritu de autonomía y decadencia moral en el que éste había caído (Génesis 5:23,24). Además, Enoc habló intrépidamente y dejó claro a 23

Armando H. Toledo La Antigüedad del Futuro<br />

El texto habla aquí de ‘espíritus malvados’ ―que podría ser más apropiado traducir<br />

como demonios y diablos. En la terminología puritana del libro de Enoc, se dice que sobre estas<br />

almas corruptas pesa la maldición de no ‘poder comer alimento alguno ni tener sed’, como se<br />

dice también de los djinns, malvados espíritus de la tradición islámica, que ‘sufren de un hambre<br />

devoradora sin poder comer.’<br />

El tema principal del Libro de Enoc es el juicio final de los ángeles caídos (los<br />

vigilantes) y su descendencia, los ‘espíritus del mal’ o nefilim (Enoc 15:8). Así transcurre el<br />

texto del Libro de Enoc, según los manuscritos con los que hoy contamos.<br />

Enoc y la cuestión<br />

de la soberanía de Dios<br />

Cuenta la versión bíblica que hubo un tiempo en que los hombres buenos eran la<br />

excepción. La maldad saturaba la Tierra y el estado moral de la humanidad iba en constante<br />

declive. De hecho, pronto se llegaría a decir que “la maldad de los hombres era mucha en la<br />

tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente<br />

el mal” (Génesis 6:5. Reina-Valera).<br />

Sabemos que Enoc fue el séptimo de los diez patriarcas prediluvianos, Adán siendo el<br />

primero y Noé el último. Como ya hemos visto, Enoc fue el padre de Matusalén, quien con sus<br />

969 años de vida sustenta el récord mundial de longevidad. Se nos dice también que después de<br />

engendrar a su hijo, Enoc se hizo un hombre creyente y comenzó a “andar fielmente con Dios”<br />

(Génesis 5:22). Pronto llegó a ser conocido como un hombre de excepcional piedad y bondad,<br />

que tuvo el valor de ser diferente a todos sus contemporáneos. Enoc se nos muestra siendo muy<br />

firme en su actitud en contra de la injusticia, costase lo que costase. De hecho, su mensaje metió<br />

en aprietos a la gente impía, los cuales lo señalaron para darle muerte, de manera que solo Dios<br />

podía salvarlo (Ver Génesis 5:21-24; 6:9).<br />

Aunque Enoc es mencionado entre los grandes personajes de las Sagradas Escrituras, sin<br />

embargo solo cuatro versos bíblicos ―dos en el Antiguo Testamento y dos en el Nuevo― nos<br />

proporcionan todo lo que sabemos sobre su vida. Estas pequeñas porciones, sin embargo, nos<br />

son suficientes para distinguirlo como una de las personas más interesantes de todos los<br />

tiempos.<br />

Para cuando Enoc nació, la doctrina de los Nefilim extraterrestres de que los seres<br />

humanos no apoyarían la soberanía de Dios, parecía contar con un respaldo social muy amplio.<br />

De acuerdo con la cronología bíblica, Abel, hijo de Adán, ya había muerto, y no había nadie en<br />

el mundo que copiara su fiel ejemplo. Pero Enoc resultó ser la excepción pues poseía un<br />

fundamento sólido para su fe: conocía bien los acontecimientos que se habían dado en Edén<br />

hacía pocos cientos de años. La historia sagrada dice que Adán tenía 622 años cuando nació<br />

Enoc, y éste último vivió unos 57 años más después de la muerte de Adán; por consiguiente,<br />

sus vidas se traslaparon bastante tiempo. Con seguridad, Enoc debió haber valorado mucho la<br />

promesa divina de que un Descendiente de Eva terminaría con Satanás y su perverso dominio<br />

mundial (Génesis 3:15).<br />

Teniendo siempre presente esta esperanza, Enoc no se dejó intimidar por el histórico<br />

asesinato de Abel, que había sido instigado por Satanás, el diablo. Más bien, anduvo<br />

constantemente ‘caminando con Dios’, y siguió el camino de la rectitud durante toda su vida.<br />

Enoc se mantuvo separado del mundo y eludió el espíritu de autonomía y decadencia moral en<br />

el que éste había caído (Génesis 5:23,24). Además, Enoc habló intrépidamente y dejó claro a<br />

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