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Armando H. Toledo La Antigüedad del Futuro<br />
de los Jubileos. La progenie de los Vigilantes, según la tradición hebrea, es llamada ןיליפנלו,<br />
efilim, una palabra hebrea que significa ‘aquellos que han caído’, o ‘los caídos’, o ‘derribados’,<br />
traducida al griego como γιγαντεζ, ‘gigantes’, una monstruosa raza mencionada incluso en la<br />
Teogonía del escritor griego Hesíodo (c. 907 a. C).<br />
En el registro del Génesis 6:1-4, los “hijos de Dios” se ven cautivados por la belleza de<br />
las “hijas de los hombres”. Eventualmente llevan a cabo su unión física de la que surge una<br />
subespecie híbrida de gigantes a los que la Biblia llama “Nefilim” y califica de gente “poderosa”<br />
y de “renombre”.<br />
Con excepción del Goliat del Antiguo Testamento y algún ocasional cíclope homérico,<br />
las leyendas enfatizaron la supuesta bondad innata, las notables hazañas realizadas con una<br />
fuerza física sin paralelo y las victorias sobre los malvados por parte de estos “gentiles<br />
gigantes”. Pero, ¿y qué si esta visión amable de los gigantes fuera falsa? ¿Qué pasaría si la<br />
verdad fuera mucho más siniestra?<br />
El retorno de los efilim<br />
Durante varios años de investigación acerca de este tema, me he dado cuenta de que la<br />
vasta historia de los gigantes que habitaron la tierra y los detalles acerca de su influencia sobre<br />
la raza humana, han sido sistemáticamente ocultadas del conocimiento público hasta hace pocos<br />
años. Las pruebas de su existencia real ―como sus restos esquelético―han sido relegados<br />
deliberadamente en oscuros museos o irremediablemente destruidos.<br />
La literatura de todos los tiempos ha encubierto y endulzado la verdadera perversa<br />
imagen de estas criaturas, la mayoría de las cuales eran viles y sobradamente demoníacas. Sin<br />
embargo, como veremos en los siguientes capítulos, la historia de la humanidad está repleta con<br />
narraciones de la inimaginable crueldad, perversidad sexual, canibalismo y rituales paganos que<br />
caracterizaban la vida de estos seres que habitaron el mundo que pereció bajo las aguas del<br />
Diluvio.<br />
¿Podría ser confirmada la existencia de estas razas mediante el estudio profundo de los<br />
mitos y leyendas hebreas, comparándolas después con otras religiones y tradiciones del Cercano<br />
y Medio Orientes? Aun más importante: ¿pueden la arqueología y la paleontología profundas<br />
mostrarnos evidencia física-objetiva de la existencia histórica de la raza gigante de los efilim?<br />
Creo que el esfuerzo que podamos hacer en cualquier sentido puede valer mucho la pena. Por<br />
supuesto que si al final de la jornada nos encontramos con que no hay evidencia objetiva que<br />
respalde la antigua existencia de una raza perdida de gigantes en las tierras bíblicas, al menos<br />
podremos estar satisfechos de haber investigado con profundidad un enigma antiguo e<br />
inquietante. Pero si llegamos a encontrar sólidas evidencias de que los ángeles alguna vez<br />
caminaron sobre la tierra como seres de carne y hueso, no diferentes a usted y a mi, entonces es<br />
probable que tengamos que modificar radicalmente la versión que de la historia del hombre nos<br />
han inculcado desde siempre.<br />
¿De dónde vinieron estos gigantes y cuál era su conexión con los seres humanos<br />
ordinarios? ¿Quiénes eran ellos realmente? ¿Qué sucedió con estas extraordinarias criaturas?<br />
¿Será posible que puedan regresar? La respuesta que puedo adelantar a esta última pregunta es<br />
“apócrifo”, en el sentido etimológico de la palabra, significa “cosa escondida, oculta”. Este término servía en la<br />
antigüedad para designar los libros que se destinaban exclusivamente al uso privado de los adeptos a una secta o<br />
iniciados en algún misterio. Después esta palabra vino a significar ‘libro de origen dudoso’.<br />
5 O falsamente atribuidas a un autor.<br />
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