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la historia de patriarcas y profetas

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912 PATRIARCAS Y PROFETAS<br />

escondido en <strong>la</strong> cueva <strong>de</strong> Adul<strong>la</strong>m, recordó <strong>la</strong> libertad sin<br />

aflicciones <strong>de</strong> su niñez, y el fugitivo exc<strong>la</strong>mó: "¡Quién me<br />

diera a beber <strong>de</strong>l agua <strong>de</strong> <strong>la</strong> cisterna <strong>de</strong> Beth-lehem, que<br />

está a <strong>la</strong> puerta!" (2 Sam. 23: 13-17.) Belén estaba<br />

entonces en manos <strong>de</strong> los filisteos; pero tres hombres<br />

valientes <strong>de</strong> <strong>la</strong> guardia <strong>de</strong> David atravesaron <strong>la</strong>s líneas<br />

filisteas, y trajeron agua <strong>de</strong> Belén. David no pudo beber<strong>la</strong>.<br />

"Lejos sea <strong>de</strong> mi, oh Jehová, que yo haga esto —exc<strong>la</strong>mó.<br />

— ¿He <strong>de</strong> beber yo <strong>la</strong> sangre <strong>de</strong> los varones que fueron<br />

con peligro <strong>de</strong> su vida?" Y reverentemente <strong>de</strong>rramó el<br />

agua en ofrenda a Dios. David había sido guerrero; y gran<br />

parte <strong>de</strong> su vida había transcurrido entre escenas <strong>de</strong><br />

violencia; pero entre todos los que pasaron por tal prueba,<br />

pocos son en verdad los que hayan sido tan poco<br />

afectados por su influencia endurecedora y<br />

<strong>de</strong>smoralizadora como lo fue David.<br />

El sobrino <strong>de</strong> David, Abisaí, uno <strong>de</strong> sus capitanes más<br />

[797] valientes, no pudo escuchar con paciencia <strong>la</strong>s<br />

pa<strong>la</strong>bras insultantes <strong>de</strong> Semei. "¿Por qué maldice este<br />

perro muerto a mi señor el rey? —exc<strong>la</strong>mó.— Yo te ruego<br />

que me <strong>de</strong>jes pasar, y quitaréle <strong>la</strong> cabeza. "Pero el rey se<br />

lo prohibió. "He aquí —dijo,— mi hijo que ha salido <strong>de</strong> mis<br />

entrañas, acecha a mi vida: ¿cuánto más ahora un hijo <strong>de</strong><br />

Benjamín? Dejadle que maldiga, que Jehová se lo ha<br />

dicho. Quizá mirará Jehová a mi aflicción, y me dará<br />

Jehová bien por sus maldiciones <strong>de</strong> hoy."<br />

La conciencia le estaba diciendo verda<strong>de</strong>s amargas y<br />

humil<strong>la</strong>ntes a David. Mientras que sus súbditos fieles se<br />

preguntaban el porqué <strong>de</strong> este repentino cambio <strong>de</strong><br />

fortuna, éste no era un misterio para el rey. A menudo<br />

había tenido presentimientos <strong>de</strong> una hora como ésta. Se<br />

había sorprendido <strong>de</strong> que Dios hubiera soportado durante<br />

tanto tiempo sus pecados y hubiera di<strong>la</strong>tado <strong>la</strong> retribución<br />

que merecía. Y ahora en su precipitada y triste huida, con

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