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la historia de patriarcas y profetas

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LAS PLAGAS DE EGIPTO 305<br />

sangre. Pero "los encantadores <strong>de</strong> Egipto hicieron lo<br />

mismo." "Y tornando Faraón volvióse a su casa, y no puso<br />

su corazón [270] aun en esto." La p<strong>la</strong>ga duró siete días,<br />

pero sin efecto alguno.<br />

Nuevamente se alzó <strong>la</strong> vara sobre <strong>la</strong>s aguas, y <strong>de</strong>l río<br />

salieron ranas que se esparcieron por toda <strong>la</strong> tierra.<br />

Invadieron <strong>la</strong>s casas, don<strong>de</strong> tomaron posesión <strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />

alcobas, y aun <strong>de</strong> los hornos y <strong>la</strong>s artesas. Este animal<br />

era consi<strong>de</strong>rado por los egipcios como sagrado, y no<br />

querían <strong>de</strong>struirlo. Pero <strong>la</strong>s viscosas ranas se volvieron<br />

intolerables. Pulu<strong>la</strong>ban hasta en el pa<strong>la</strong>cio <strong>de</strong> Faraón, y el<br />

rey estaba impaciente por alejar<strong>la</strong>s <strong>de</strong> allí. Los magos<br />

habían aparentado producir ranas, pero no pudieron<br />

quitar<strong>la</strong>s. Al verlo, Faraón fue humil<strong>la</strong>do. L<strong>la</strong>mó a Moisés<br />

y a Aarón y dijo: "Orad a Jehová que quite <strong>la</strong>s ranas <strong>de</strong> mí<br />

y <strong>de</strong> mi pueblo; y <strong>de</strong>jaré ir al pueblo, para que sacrifique a<br />

Jehová." Luego <strong>de</strong> recordar al rey su jactancia anterior, le<br />

pidieron que <strong>de</strong>signara el tiempo en que <strong>de</strong>bieran orar para<br />

que <strong>de</strong>sapareciera <strong>la</strong> p<strong>la</strong>ga. Faraón <strong>de</strong>signó el día<br />

siguiente, con <strong>la</strong> secreta esperanza <strong>de</strong> que en el intervalo<br />

<strong>la</strong>s ranas <strong>de</strong>sapareciesen por sí so<strong>la</strong>s, librándolo <strong>de</strong> esa<br />

manera <strong>de</strong> <strong>la</strong> amarga humil<strong>la</strong>ción <strong>de</strong> someterse al Dios <strong>de</strong><br />

Israel. La p<strong>la</strong>ga, sin embargo, continuó hasta el tiempo<br />

seña<strong>la</strong>do, en el cual en todo Egipto murieron <strong>la</strong>s ranas,<br />

pero permanecieron sus cuerpos putrefactos corrompiendo<br />

<strong>la</strong> atmósfera.<br />

El Señor pudo haber convertido <strong>la</strong>s ranas en polvo en<br />

un momento, pero no lo hizo, no fuese que una vez<br />

eliminadas, el rey y su pueblo dijeran que había sido el<br />

resultado <strong>de</strong> hechicerías y encantamientos como los que<br />

hacían los magos. Cuando <strong>la</strong>s ranas murieron, fueron<br />

juntadas en montones. Con esto, el rey y todo Egipto<br />

tuvieron una evi<strong>de</strong>ncia que su vana filosofía no podía<br />

contra<strong>de</strong>cir, vieron que esto no era obra <strong>de</strong> magia, sino un

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