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la historia de patriarcas y profetas

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266 PATRIARCAS Y PROFETAS<br />

leal al culto <strong>de</strong> Jehová, trató <strong>de</strong> salvar a sus hermanos <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong>s tentaciones a que se expondrían en una corte pagana;<br />

por consiguiente, les aconsejó que cuando el rey les<br />

preguntase, le dijesen francamente su ocupación. Los<br />

hijos <strong>de</strong> Jacob siguieron este consejo, teniendo cuidado<br />

también <strong>de</strong> manifestar que habían venido a morar<br />

temporalmente en <strong>la</strong> tierra, y no a permanecer allí,<br />

reservándose <strong>de</strong> esa manera el <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> marcharse<br />

cuando lo <strong>de</strong>searan. El rey les asignó un lugar, como<br />

había ofrecido, en lo mejor <strong>de</strong>l país, en <strong>la</strong> tierra <strong>de</strong> Gosén.<br />

Poco tiempo <strong>de</strong>spués, José llevó también a su padre<br />

para presentarlo al rey. El patriarca era extraño al<br />

ambiente <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cortes reales; pero en medio <strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />

sublimes escenas <strong>de</strong> <strong>la</strong> naturaleza había tenido comunión<br />

con el Monarca más po<strong>de</strong>roso; y ahora con consciente<br />

superioridad, alzó <strong>la</strong>s manos y bendijo a Faraón. [237]<br />

En su primer saludo a José, Jacob habló como si con<br />

esta conclusión jubilosa <strong>de</strong> su <strong>la</strong>rgo dolor y ansiedad,<br />

estuviese listo para morir. Pero todavía se le otorgaron<br />

diecisiete años en el quieto retiro <strong>de</strong> Gosén. Estos años<br />

fueron un feliz contraste con los que los habían precedido.<br />

Jacob vio en sus hijos evi<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong> un verda<strong>de</strong>ro<br />

arrepentimiento. Vio a su familia ro<strong>de</strong>ada <strong>de</strong> todas <strong>la</strong>s<br />

condiciones necesarias para convertirse en una gran<br />

nación; y su fe se afirmó en <strong>la</strong> segura promesa <strong>de</strong> su futuro<br />

establecimiento en Canaán. Él mismo estaba ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong><br />

todas <strong>la</strong>s <strong>de</strong>mostraciones <strong>de</strong> amor y favor que el primer<br />

ministro <strong>de</strong> Egipto podía dispensar y feliz en <strong>la</strong> compañía<br />

<strong>de</strong> su hijo por tanto tiempo perdido, <strong>de</strong>scendió quieta y<br />

apaciblemente al sepulcro.<br />

Cuando sintió que se aproximaba <strong>la</strong> muerte, mandó<br />

l<strong>la</strong>mar a José. Aferrándose siempre con firmeza a <strong>la</strong><br />

promesa <strong>de</strong> Dios referente a <strong>la</strong> posesión <strong>de</strong> Canaán, dijo:

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