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la historia de patriarcas y profetas

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JOSÉ EN EGIPTO 245<br />

Dios. Ninguna parte <strong>de</strong> nuestra conducta escapa a su<br />

observación. No po<strong>de</strong>mos escon<strong>de</strong>r nuestros caminos al<br />

Altísimo. Las leyes humanas, aunque algunas veces son<br />

severas, a menudo se vio<strong>la</strong>n sin que tal cosa se <strong>de</strong>scubra;<br />

y por lo tanto, <strong>la</strong>s transgresiones quedan sin castigo. Pero<br />

no suce<strong>de</strong> así con <strong>la</strong> ley <strong>de</strong> Dios. La más profunda<br />

medianoche no es cortina para el culpable. Pue<strong>de</strong> creer<br />

que está solo; pero para cada acto hay un testigo invisible.<br />

Los motivos mismos <strong>de</strong>l corazón están abiertos a <strong>la</strong> divina<br />

inspección. Todo acto, toda pa<strong>la</strong>bra, todo pensamiento<br />

están tan exactamente anotados como si hubiera una so<strong>la</strong><br />

persona en todo el mundo, y como si <strong>la</strong> atención <strong>de</strong>l Cielo<br />

estuviera concentrada sobre el<strong>la</strong>.<br />

José sufrió por su integridad; pues su tentadora se<br />

vengó acusándolo <strong>de</strong> un crimen abominable, y haciéndole<br />

encerrar [218] en una cárcel. Si Potifar hubiese creído <strong>la</strong><br />

acusación <strong>de</strong> su esposa contra José, el joven hebreo<br />

habría perdido <strong>la</strong> vida; pero <strong>la</strong> mo<strong>de</strong>stia y <strong>la</strong> integridad que<br />

uniformemente habían caracterizado su conducta fueron<br />

prueba <strong>de</strong> su inocencia; y sin embargo, para salvar <strong>la</strong><br />

reputación <strong>de</strong> <strong>la</strong> casa <strong>de</strong> su amo, se le abandonó al<br />

<strong>de</strong>shonor y a <strong>la</strong> servidumbre.<br />

Al principio, José fue tratado con gran severidad por sus<br />

carceleros. El salmista dice: "Afligieron sus pies con<br />

grillos; en hierro fue puesta su persona. Hasta <strong>la</strong> hora que<br />

llegó su pa<strong>la</strong>bra, el dicho <strong>de</strong> Jehová le probó." (Sal. 105:<br />

18.) Pero el verda<strong>de</strong>ro carácter <strong>de</strong> José resp<strong>la</strong>n<strong>de</strong>ció, aun<br />

en <strong>la</strong> obscuridad <strong>de</strong>l ca<strong>la</strong>bozo. Mantuvo firmes su fe y su<br />

paciencia; los años <strong>de</strong> su fiel servicio habían sido<br />

compensados <strong>de</strong> <strong>la</strong> manera más cruel; no obstante, esto<br />

no le volvió sombrío ni <strong>de</strong>sconfiado. Tenía <strong>la</strong> paz que<br />

emana <strong>de</strong> una inocencia consciente, y confió su caso a<br />

Dios. No caviló en los perjuicios que sufría, sino que olvidó<br />

sus penas y trató <strong>de</strong> aliviar <strong>la</strong>s <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más. Encontró

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