Congreso Internacional SARE 2004 - Emakunde
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2. Los padres ciudadanos:<br />
las obligaciones y<br />
los derechos a cuidar<br />
Lo que los hombres hacen en las familias es un eslabón perdido en gran parte de la investigación<br />
centrada en el equilibrio entre el trabajo y la vida y en la conciliación del papel de padres y de<br />
trabajadores. Aquellos de nosotros y nosotras que hemos estudiado las relaciones entre las políticas<br />
sociales de los estados del bienestar y la igualdad de género somos muy conscientes del hecho<br />
de que debemos enfrentarnos a las desigualdades dentro de las familias. Hay cada vez más<br />
personas que investigan el género y los estados del bienestar que han llegado a la misma conclusión<br />
que a la que llegamos en nuestro libro Making Men into Fathers de que los hombres se han<br />
incorporado a la investigación de las desigualdades de género y del proyecto de emancipación<br />
(Björnberg, 1998; (Bruning G. 1999); Byggren y Duvander <strong>2004</strong>).<br />
Analizándolo desde la perspectiva de las obligaciones de la paternidad vemos que el principal<br />
discurso político a lo largo de los años noventa se desarrolló alrededor de los esfuerzos por aumentar<br />
las responsabilidades económicas masculinas tras el divorcio y un discurso sobre los padres<br />
perezosos o ausentes (una definición muy limitada de las obligaciones del cuidado) (ver capítulos<br />
de Lewis, Municio, Orloff y Mansson; Making Men into Fathers, 2002). Esto se abrió camino<br />
hasta la agenda política de muchos estados del bienestar occidentales. Descubrimos que incluso<br />
en los países en los que existía un discurso y una política dominantes para obligar a los hombres<br />
a adoptar una mayor responsabilidad financiera (Reino Unido, España y EEUU) no resultaba<br />
extremadamente difícil hacerlos respetar debido a las movilizaciones políticas de los hombres<br />
pero también porque muchas madres divorciadas estaban en contra de la política por diversos motivos.<br />
Dos de las principales razones eran que había muchas madres que tenían miedo de que<br />
mantener un contacto con sus antiguas parejas y maridos pudiera terminar en violencia contra<br />
ellas mismas y sus hijos o hijas y, lo que era todavía más importante, porque reconocían que las<br />
políticas no producían una situación económica mejor para ellas sino que por el contrario, era una<br />
medida de ahorro de costes para el estado. En la mayoría de los casos los hombres se negaban a<br />
pagar o no podían hacerlo, eran encarcelados y de esa forma no podían aportar dinero ni cuidados<br />
a su descendencia.<br />
Este tema ya no era el principal enfoque del discurso sobre la paternidad en Europa. En muchos<br />
estados del bienestar y sin duda en la agenda de la Unión Europea, las obligaciones financieras<br />
del cuidado (la fórmula legal convencional de las responsabilidades paternales en la mayoría de<br />
los países) ya no ocupan el lugar central, sino que lo ocupan los derechos y las obligaciones de<br />
cuidar (lo que llamamos ejercer de padres). En primer lugar, el equilibrio entre el trabajo y la vida<br />
como marco está cada vez más en sintonía con la importancia de ejercer como padres, por lo menos<br />
en su sentido más formal. Esto quedó expresado en la directiva de la UE sobre las bajas parentales<br />
que desnaturalizan el cuidado, concediendo a padres y madres el derecho a acogerse a<br />
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