Congreso Internacional SARE 2004 - Emakunde
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noventa el gobierno holandés era lo que más se le parecía, con sus elevados niveles de prestaciones<br />
sociales a las madres solteras holandesas sin límite de tiempo ni requisito de que buscaran un<br />
empleo (Hobson, 1994; Knijn y Kremer). Ahora su política de activación ejerce una tremenda presión<br />
sobre las madres solteras para que se conviertan en miembros del mercado laboral o pierdan<br />
sus prestaciones, disfruten de menores niveles de prestación y se ha producido un drástico aumento<br />
en su pobreza. Encontramos que en casi todos los países se ha aumentado el nivel de pobreza<br />
entre las madres solteras durante los últimos diez años. Donde más dramáticamente ha aumentado<br />
es en aquellos países en los que se han reducido sus prestaciones a la vez que se ponía en marcha<br />
una política de activación, como en Holanda y Gran Bretaña. Alemania es excepcional en el<br />
sentido de que se han reducido sus tasas de pobreza entre las madres solteras debido a la elevada<br />
proporción de madres solteras en Alemania Oriental. Sin embargo, las tasas son extremadamente<br />
altas. Los niveles más elevados de pobreza entre las madres solteras se encuentran en los<br />
países que tienen elevadas proporciones de madres solteras y políticas de conciliación débiles que<br />
hacen que resulte imposible combinar una familia con el trabajo remunerado. Podemos decir, por<br />
tanto, que en los países donde hay políticas de activación y se carece de servicios y prestaciones<br />
que permitan conciliar el trabajo y las responsabilidades familiares, a las madres ciudadanas no<br />
se les aplica el derecho al trabajo sino la obligación de trabajar. Esto es especialmente cierto en<br />
los países neoliberales como EEUU, Nueva Zelanda y Australia (Shevik 2005) aunque se está convirtiendo<br />
en la norma en el Reino Unido, Alemania y Holanda. La obligación de trabajar se traduce<br />
en una situación imposible para la mayoría de las madres solteras, excepto las de mayor nivel<br />
de educación. Las menos preparadas y educadas viven al borde de la pobreza con unas magras<br />
prestaciones o aceptan puestos de trabajo con horarios muy extensos y pierden la capacidad de<br />
cuidar de sus hijos e hijas.<br />
Incluso en sociedades con dobles fuentes de ingresos como la sueca, hay muchas madres sociales<br />
que serían pobres sin las transferencias sociales (asignación por vivienda, pagos de mantenimiento<br />
adelantados sobre la renta cuando los maridos no pagan la pensión). Aunque Suecia sigue contando<br />
con un nivel de pobreza entre madres solteras extremadamente bajo, sí que se ha observado<br />
un aumento dramático en la pobreza, incluso a pesar de que allí (Björnborg 2001) en los años<br />
noventa las madres solteras se encontraran entre las mayores perdedoras en términos de renta disponible<br />
(Sainsbury 2002). Al principio de la década la renta media de las madres solteras era un<br />
27 por ciento inferior a la media; a finales del decenio era un 39 por ciento menor. Las madres solteras<br />
han experimentado una reducción constante en su renta, independientemente de su edad,<br />
país de origen y número de descendientes (Fritzell, 2001).<br />
Esto no resulta sorprendente puesto que se trata del grupo de mujeres a las que más ha afectado<br />
la reestructuración global; son las menos capaces de retener su puesto de trabajo durante el período<br />
en el que las empresas están recortando su personal y se exige a la plantilla aumentar su horario<br />
laboral (Sainsbury 2000). Hasta la década de los años noventa había pocas diferencias entre<br />
las madres solteras y las que tenían pareja en términos de su participación en el mercado laboral,<br />
aunque las madres solteras tendían a trabajar más horas (Hobson y Takahashi, 1997). Las<br />
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