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Congreso Internacional SARE 2004 - Emakunde

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tir de una participación social. La participación social produce ciudadanos con trabajo remunerado<br />

y con ello, dinero, autorrespeto, preparación, una actitud de responsabilidad y capacidad de<br />

autonomía.<br />

Los derechos de ciudadanía no pueden desarrollarse sin libertad. De hecho, a mi entender, la libertad<br />

es el valor esencial constitutivo del goce de todos los derechos. Una persona debe ser libre<br />

de poder elegir. Pero no hay elección sin capacidades para hacerlo. Una sociedad basada en ciudadanos<br />

libres, requiere el compromiso de todas las partes, de que se pondrán los recursos necesarios<br />

para garantizar el conjunto de libertades. La profundización del derecho a la libertad nos<br />

remite al ideal republicano: la libertad como posibilidad de elección sin que exista dominación alguna.<br />

Por ello, la igualdad republicana no comprende solo igualdad de derechos civiles y políticos.<br />

Incluye también la exigencia de garantía a todos los ciudadanos de las condiciones sociales,<br />

económicas y culturales que permitan a cada uno vivir la propia vida con dignidad y respeto. Los<br />

liberales estados del bienestar deben avanzar incorporando los valores republicanos si queremos<br />

conseguir esas garantías. Un estado republicano puede, y debe, intervenir para garantizar la no<br />

dominación sobre ningún ciudadano.<br />

4. A modo de síntesis<br />

La dicotomía entre lo público y lo privado oculta, a veces, la sujeción de las mujeres a los hombres<br />

dentro de un orden aparentemente universal, igualitario e individualista. La teoría liberal presenta<br />

la separación entre lo privado y lo público como si fuese aplicable a todos los individuos por<br />

igual. La distinta manera en que mujeres y hombres están situados en la vida privada y en el mundo<br />

público resulta, como es inevitable destacar, un asunto complejo. Debemos señalar, no obstante,<br />

que la esfera de la vida doméstica está en el corazón de la sociedad civil, no es algo aparte o<br />

separado de ella. La vida privada es vida en la sociedad civil, no un estado pre-social. Que la familia<br />

sea uno de los principales “problemas sociales” es importante, puesto que lo “social” es una<br />

categoría inherente a la sociedad civil y no algo ajeno a ella. En tanto que personas que vivimos<br />

en sociedad, recurriendo a la consigna feminista de que “lo personal es político”, diremos que un<br />

concepto de ciudadanía sensible a la igualdad de género debería romper la división entre público<br />

y privado. Es importante politizar los asuntos dichos “privados” y reconocer la heterogeneidad<br />

de los intereses “públicos”. Como se ha ido señalando, todo apunta a que, en la realidad, no encontramos<br />

un único tipo de ciudadano. Las personas interactúan con el estado del bienestar en variedad<br />

de marcos, desde una variedad de lugares sociales y a partir de una variedad de estatus.<br />

Según como se analice, podemos encontrar que estos estatus incluyen relaciones de necesidades<br />

y/o clientela; o bien relaciones de derechos a los servicios y/o consumidores y consumidoras, y<br />

también relaciones entre trabajos de cuidados no remunerados y/o profesionales. La probabilidad<br />

de ocupar un lugar concreto en estos binomios, varía en función de la clase social, del género y<br />

también en función de la etnia o cultura de procedencia. La interacción entre estos múltiples esta-<br />

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