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Congreso Internacional SARE 2004 - Emakunde

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hacia una buena sociedad. El republicanismo ha vuelto a aparecer en el debate político, y plantea<br />

un ideal de sociedad basada en la virtud cívica de unos ciudadanos que participan en los<br />

asuntos públicos y disfrutan de una libertad sin dominación alguna. Dotar a todos los individuos<br />

de capacidad de elección requiere nuevos planteamientos políticos. Los ideales republicanos nos<br />

permiten debatir el alcance conseguido por la ciudadanía en los estados del bienestar.<br />

Según Aristóteles, son ciudadanos todos aquellos que pueden gobernar y ser gobernados. Puede<br />

variar de una constitución a otra, pero en un estado ideal serían todos aquellos que pueden y quieren<br />

gobernar y obedecer con la vida virtuosa como objetivo. Tiene virtud ciudadana todo aquel<br />

capaz de detectar, elegir y guiarse por los intereses generales. Diremos hoy, que el ciudadano<br />

–hombre o mujer– es aquel o aquella que tiene el derecho de compartir la esfera pública. Un buen<br />

ciudadano es aquella persona que toma parte en la legislación o la toma de decisiones de los<br />

asuntos públicos. Decisiones políticas en un sentido amplio, eso es, también en otras áreas económicas<br />

y sociales como la del mercado laboral. No podemos olvidar que muy a menudo la toma de<br />

decisiones en otras áreas es una buena preparación para participar en el gobierno en un sentido<br />

estricto del término. Es la participación social. La plena ciudadanía no sólo consiste en la participación<br />

en la toma de decisiones, sino también en la adquisición de una cultura política y en la capacidad<br />

de emitir juicios políticos. Eso significa demostrar con las acciones que no sólo somos sujetos<br />

sino también ciudadanos; que no somos personas esclavas obedientes sino sujetos capaces<br />

de determinar, junto al resto, el futuro de la vida pública. Para conseguir dicho estatus, antes de tomar<br />

parte como ciudadano activo, son precisas unas condiciones: libertad, derechos, poseer un<br />

mínimo de recursos y tener la protección del estado.<br />

Hay dos modos de enfocar los avances hacia una mayor participación, a partir de la distinción<br />

que hizo célebre Isaiah Berlin: la libertad positiva o la libertad negativa. Hannah Arendt (5) sugiere<br />

pensar la libertad como participación. Libertad positiva en tanto que animales políticos y por<br />

tanto, una idea de libertad que es democrática y participativa. La participación en la toma de decisiones<br />

sería, en ella misma, una importante muestra de libertad. Es uno de los más profundos caminos<br />

por medio de los cuales nos autorrealizaríamos como humanos. De acuerdo con ese enfoque<br />

la democracia directa o asamblearia sería la opción sistemática preferida. Pero todo parece<br />

indicar que ninguna democracia industrial moderna puede conseguir una democracia populista<br />

como la propuesta por Arendt, en donde todos los ciudadanos puedan realmente participar. La<br />

otra propuesta, la libertad negativa, parece más viable, y, a mi entender, más interesante para reflexionar<br />

sobre el lugar que ocupan las mujeres. Libertad negativa, como no-interferencia, consiste<br />

en la ausencia de obstáculos externos a la elección individual.<br />

(5) Arendt, H. (1961) Between Past and Future. Six Exercises in Political Thought. London: Faber & Faber.[traducción al<br />

castellano: Entre el pasado y el futuro. Ocho ejercicios sobre la reflexión política. Barcelona: Península, 1996).<br />

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