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Congreso Internacional SARE 2004 - Emakunde

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necesario para la producción y, por consiguiente, como capital en una analogía de los costes de<br />

producción y mantenimiento de los caballos y de las máquinas. La calidad y la cantidad de estos<br />

bienes se determinaba convencionalmente en base a un contexto social determinado en el tiempo<br />

y en el espacio. El método analítico clásico se podría definir como un método de costes físicos que<br />

se concentraba en los procesos de producción y reproducción reales de una determinada época<br />

histórica (4). El problema teórico, en el caso de la economía clásica que define el beneficio como<br />

el residuo que se forma en un proceso físico de producción, es el de determinar unos precios relativos<br />

que mantengan las proporciones entre los procesos físicos de producción, aún en presencia<br />

de una distribución entre las clases que esté regulada por las relaciones de fuerza institucionales.<br />

Las teorías clásicas del superávit económico tienen el mérito de hacer que resulten directamente visibles<br />

las relaciones capitalistas y la relación conflictiva entre las condiciones de vida de la población<br />

trabajadora y los procesos de formación y acumulación de beneficios.<br />

Con el paso a la economía neoclásica, todavía dominante, cambian profundamente la visión, el<br />

análisis del sistema económico y el concepto de valor. Del proceso real de producción y de una visión<br />

de la distribución como relaciones de fuerza, se pasa a una visión enfocada en los intercambios<br />

resueltos en base a hipótesis abstractas en las que se asume que los agentes individuales amplían<br />

al máximo la utilidad marginal, un concepto demasiado evanescente que, por fundamento<br />

axiomático no es discutible y no tiene ninguna conexión con los cuerpos ni, por lo tanto, con el espacio<br />

ni con el tiempo histórico. En los fundamentos de la teoría la utilidad no sirve, por definición,<br />

para mantener la vida y no depende de redes sociales ni del poso de normas convencionales: sirve<br />

para maximizar la utilidad, definida en base a la única dimensión del interés individual en el intercambio<br />

mercantil. En este esquema analítico, la complejidad de la vida, como proceso real de<br />

personas de carne y hueso, solo se puede tratar como una limitación marginal de la teoría general<br />

(5). Esta reducción de la organización social a una organización de mercados capitalistas de<br />

mercancías no sólo es restrictiva, sino que también está mistificada, ya que no todo lo que es necesario<br />

para la sostenibilidad de la vida pasa por el mercado, ni todo lo que pasa por el mercado<br />

es sostenible desde el punto de vista de las condiciones de vida. En realidad, el análisis económico<br />

dominante esconde vulnerabilidades estructurales, tensiones, conflictos y contradicciones<br />

que así no se tratan analíticamente y entran sólo de manera indirecta en las políticas económicas<br />

cuando hay que poner remedio a algún efecto realmente grave. Por ejemplo, la complejidad de<br />

las condiciones de vida como proceso real y social surge, de vez en cuando, en los análisis y políticas<br />

contra la pobreza como si para el resto de la población todo se pudiese resolver a través del<br />

funcionamiento de los mercados que fijan, de manera impersonal, los precios y las cantidades.<br />

(4) Para profundizar en estos aspectos de la teoría clásica, remito a Picchio 1992, <strong>2004</strong>.<br />

(5) Sobre la eliminación de las condiciones de vida como objeto de la teoría económica neoclásica véase Robins,<br />

1932, págs. 3-27.<br />

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