Congreso Internacional SARE 2004 - Emakunde
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Todo en conjunto nos representa lo que ya sabemos: la importante aportación social de las mujeres<br />
particularmente a través del trabajo invisible y simultáneamente la presencia simbólica del modelo<br />
del homo economicus, donde el trabajo de mercado sigue siendo la actividad reconocida y<br />
su peso en nuestras sociedades es tan determinante que es la actividad que configura la organización<br />
del tiempo social.<br />
2.2 LA APORTACIÓN EN VALOR<br />
MONETARIO DEL TRABAJO<br />
NO REMUNERADO<br />
Sabemos las complicaciones que tiene valorar el trabajo no remunerado a precios de mercado,<br />
tanto por la reducción a precios de una actividad que implica todo un conjunto de relaciones imposibles<br />
de valorar en precios de mercado como por el método de valoración a utilizar. Una de<br />
las valoraciones más habituales ha sido el intento de valorar todo el trabajo familiar doméstico realizado<br />
en un determinado país para incluirlo en la respectiva Cuenta Satélite. Precisamente, una<br />
de las regiones que cuenta con Cuenta Satélite es Euskadi. Este tipo de valoraciones ofrece resultados<br />
que muestran que el trabajo familiar doméstico en los países industrializados es aproximadamente<br />
un 40% del Producto Nacional Bruto.<br />
Aquí quiero referirme a otra forma de aproximarnos al valor del trabajo familiar doméstico. El objetivo<br />
no es la participación de este trabajo en el producto nacional sino su participación en la reproducción<br />
del hogar. La idea fundamental es que todo hogar para asegurar su subsistencia y reproducción,<br />
combina tres tipos de elementos: las rentas dinerarias (salariales y no salariales), los<br />
servicios ofrecidos por las Administraciones Públicas (salario social) y el trabajo doméstico. Según<br />
sea el nivel de renta del hogar, el peso relativo de estos componentes es distinto. Así, probablemente,<br />
a mayores rentas dinerarias se utilizan más servicios privados (sanidad, educación, ...) y<br />
se realiza menos trabajo doméstico, habida cuenta de que una proporción mayor de bienes y servicios<br />
puede ser adquirida en el mercado. Además, la estructura del trabajo doméstico también<br />
varía: es posible que unos hogares dediquen más tiempo a los hijos e hijas, otros, asignen más<br />
tiempo a la limpieza y otros, a tareas de organización y gestión. De esta manera, el trabajo doméstico<br />
presenta distinta configuración según el grupo social al cual pertenece el hogar. De aquí<br />
que cualquier valoración mínimamente realista del trabajo doméstico exige una desagregación<br />
por grupos sociales, que permita establecer las necesidades de este tipo de trabajo en el interior<br />
de cada uno de dichos grupos.<br />
Para acceder a la información necesaria para este tipo de estudio, realizamos como campo de<br />
prueba una encuesta en Barcelona ciudad (3). La realización de dicha encuesta permitió obtener<br />
(3) A partir de una muestra por cuotas, se entrevistaron 250 mujeres del área metropolitana de Barcelona, madres de<br />
dos hijos/hijas menores de 16 años y que convivieran con su pareja. La elección de este momento del ciclo familiar res-<br />
pondió a consideraciones de carácter reproductivo.<br />
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