Congreso Internacional SARE 2004 - Emakunde
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1. Introducción: Una<br />
aproximación a la<br />
idea de riqueza social<br />
Aunque seguramente esta ponencia no es el lugar para entrar en una discusión sobre el concepto<br />
de riqueza o el de riqueza social, plantearnos el análisis de la aportación de las mujeres a la riqueza<br />
social nos obliga al menos a intentar una primera aproximación al término. En economía,<br />
la idea de riqueza ha generado una serie de controversias que han girado tanto alrededor del<br />
propio concepto como en su relevancia como objeto de estudio. Así, a pesar de que la idea de riqueza<br />
es un concepto fundamental en economía —es el concepto de inicio de la disciplina— permanece<br />
la ausencia de un significado claro y sólido.<br />
Para Adam Smith y el pensamiento clásico, la riqueza provenía del trabajo humano y consistía en<br />
todos los objetos tangibles que se produjeran con dicha actividad. El valor de los bienes respondía<br />
entonces a una idea objetiva: a la cantidad de trabajo que tenían incorporado. Ahora bien,<br />
aunque a veces no se haga explícito, los pensadores clásicos en su definición de riqueza sólo están<br />
considerando el trabajo remunerado. Sin embargo, a pesar de ello, reconocen la importancia<br />
del trabajo realizado en el hogar, particularmente la relacionada con la crianza y educación de<br />
los hijos para que estos se conviertan en “trabajadores productivos” y contribuyan a la “riqueza<br />
de las naciones”. Pero en ningún caso a esta actividad se le otorga valor económico. Así, al excluir<br />
del ámbito económico el trabajo doméstico y de cuidados, a esta actividad se le niega la participación<br />
en los procesos de reproducción social y humana y al mismo tiempo se inaugura una<br />
tradición de análisis económico centrada exclusivamente en los procesos mercantiles, que legitimará<br />
en la disciplina económica una rígida dualidad entre económico y no económico, público y<br />
privado, mercado y familia, trabajo y no trabajo, masculino y femenino.<br />
Con el surgimiento de la escuela marginalista —posteriormente neoclásica— el centro de estudio<br />
se desplazará de la producción capitalista al mercado capitalista, lo cual institucionalizará definitivamente<br />
la separación entre ambas esferas. En este proceso, la idea objetiva de valor mantenida<br />
por el pensamiento clásico se transforma en una idea subjetiva de “utilidad”: los bienes tendrán<br />
valor porque nos dan utilidad. La naturaleza de la riqueza se identifica en el pensamiento neoclásico<br />
con la utilidad generada por los bienes y no por los bienes en sí mismos. Utilidad no en el sentido<br />
de “valor de uso” de los clásicos, sino como concepto subjetivo individual que se convierte en<br />
una idea prácticamente tautológica. En consecuencia, el paradigma neoclásico considerará como<br />
no económico toda actividad realizada al margen del mercado, excluyendo definitivamente del<br />
concepto de riqueza una parte importante de la aportación de las mujeres.<br />
Actualmente, entre las definiciones de riqueza manejadas desde la economía podemos encontrar<br />
las que acentúan la idea de mercado “cualquier bien que tenga valor de mercado y que pueda intercambiarse<br />
por dinero” o las que acentúan la idea de variable stock, “valor total de los activos<br />
existentes en una economía en un momento dado del tiempo”. En cualquier caso, todas las defini-<br />
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