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Congreso Internacional SARE 2004 - Emakunde

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Por este motivo, las mujeres que residen en diferentes países podrían encontrarse con agendas y<br />

prioridades políticas diferentes, así como con distintos recursos con que llevarlas a cabo. Por otro<br />

lado, las mujeres se encuentran en situaciones diferentes respecto a un cierto complejo de la ciudadanía<br />

sobre la base de su edad/cohorte/fase de ciclo vital, clase, educación, ubicación regional,<br />

etnia, raza, país de origen, etcétera. Es una cuestión de relaciones de poder pero también del<br />

juego interno que se desarrolla entre las biografías colectiva e individual y en la disponibilidad y<br />

acceso a los recursos.<br />

Esto tiene que ver con los cambios acaecidos en las disposiciones del estado del bienestar que han<br />

afectado a las estrategias y opciones en el curso de la vida y que antes fomentaban lo previsto por<br />

los estados del bienestar existentes. Así, por ejemplo, a las mujeres-madres holandesas a quienes<br />

se animaba en el pasado a que permanecieran en sus hogares y que tal vez recibieran unos apoyos<br />

económicos sobre la base de su papel maternal (es decir, que estaban exentas del deber de<br />

mostrarse disponibles para un trabajo retribuido hasta que sus hijos e hijas alcanzaban la edad de<br />

18 años) ahora se les reconoce unas exenciones mucho menores (a pesar de ser superiores a la<br />

norma media europea) sobre la base de sus obligaciones de cuidar. Y al revés, se les anima mucho<br />

o incluso se ven forzadas a trabajar (37). Sin duda este cambio en las políticas implica una redefinición<br />

de la base de la ciudadanía social de todas las mujeres holandesas (de cuidar a trabajar<br />

por un sueldo, de ciudadana como cuidadora a ciudadana como trabajadora). Y tal vez se debatan<br />

e interpreten las razones de maneras divergentes. Además, una podría señalar un creciente<br />

sesgo masculino en la definición de ciudadanía subrayado por ese movimiento, en particular si no<br />

se ofrecen apoyos adecuados a las mujeres para que concilien el trabajo remunerado con el de<br />

cuidar. Todo ello, y más, es cierto. Pero lo que quiero señalar aquí es que el impacto de un cambio<br />

político como ese afecta a las mujeres a niveles muy diferentes que no solo dependen de su<br />

clase social y educación, sino también de su edad y de la fase de sus vidas en la que se encuentren.<br />

Tal vez las mujeres más jóvenes planifiquen y organicen sus vidas según los nuevos papeles.<br />

Lo contrario podría ocurrir con las mujeres de mayor edad que carecen de formación profesional<br />

y que de pronto podrían perder su derecho a recibir un apoyo financiero y verse obligadas a introducirse<br />

en el mercado laboral en cualquier situación (y con pocas esperanzas).<br />

Ginn y otros/otras (38) han argumentado que lo mismo está ocurriendo con las reformas de los sistemas<br />

de pensiones en toda Europa: aún más volcadas que en el pasado hacia una visión de la<br />

ciudadanía como un trabajador (remunerado), están debilitando las limitadas formas existentes<br />

por las que se reconoce el trabajo no remunerado de cuidado que ejercen las mujeres y que forma<br />

parte de los sistemas de pensiones a la vez que no se altera la división del trabajo en dos géneros.<br />

(37) Ver, Knijn, T., "Fish without bikes: Revision of the Dutch Welfare State and its consequences for the (in)dependence<br />

of single mothers", Signs, I, 1, primavera de 1994, pp. 83-105.<br />

(38) Ver nota 2 anterior.<br />

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