Congreso Internacional SARE 2004 - Emakunde
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tados que los y las de Francia, Alemania y en especial Italia, Portugal o España (13). Sin embargo, las tendencias son muy similares en todos los lugares del mundo industrializado, incluyendo Europa Central y del Este. Además, dado que la duración media de los matrimonios que acaban en divorcio se ha ido reduciendo, la edad de los niños y niñas implicadas también tiende a ser menor ahora, aunque se ha reducido la probabilidad de que estén envueltas en la separación matrimonial porque hay cada vez más matrimonios que acaban en divorcio que no tienen descendencia (14). Si la separación y el divorcio han sido los principales factores en el aumento de familias monoparentales en los últimos años, el crecimiento en la proporción de niños y niñas nacidas fuera del matrimonio también lo es hoy. Con excepción de los países del Mediterráneo, ese número ha crecido de forma sustancial en los decenios más recientes, aunque la mayor parte nacen en el seno de una pareja de hecho. Por ejemplo, en el Reino Unido, una tercera parte de los nacimientos son de madres solteras; en Irlanda es uno de cada seis. La proporción también es muy elevada en los países escandinavos. Dado que la convivencia tiende a ser más frágil que el matrimonio, los niños y niñas de las parejas de hecho corren un mayor riesgo de experimentar la rotura de su hogar que los que nacen de parejas casadas. La carga en este caso se ha asentado en las mujeres. Más del noventa por ciento de las familias monoparentales que no se deben a una viudedad están dirigidas por madres. Por consiguiente y en realidad, las familias monoparentales son familias monomaternales (15). En todos los países las familias monoparentales, en particular las de madres solteras, tienden a ser más pobres que las bi- (13) A mitades de los años ochenta, el 17 por ciento de todas las familias que tenían hijos o hijas en Suecia eran mo- noparentales, el 14 por ciento en Dinamarca y en Gran Bretaña, aproximadamente el 13 por ciento en Francia y Alemania, entre el 10 y el 12 por ciento en Bélgica, Luxemburgo y Holanda, entre el 5 y el 10 por ciento en Irlanda, Italia, Portugal y España y menos del 5 por ciento en Grecia. Ver, Kiernan y Wicks, Family Change and Future Policy; Ver también Yin-Lin Irene Wong, Irwin Garfinkel y Sara McLanahan, “Single Mother Families in Eight Countries: Economic Status and Social Policy,” Luxemburg Income Study Working Paper Series, no. 76 (Luxemburgo: LIS, 1992); Sheila B. Kamerman y Alfred J. Kahn, “Single Parent, Female-headed Families with Children in Western Europe: Social Change and Response,” International Social Security Review 42, (1989): 3-34; y François Hopflinger, “Haushalts-und Familiensstrukturen in intereuropäischen Vergleich,” en Die Westeuropäischen Gesellschaften in Vergleich, ed. Stefen Hradil and Stefen Immerfall (Opladen: Leske und Budrich, 1997), 97-138. Estos datos deben ser tomados con precau- ción dado que los distintos países utilizan diferentes criterios tanto para definir la “presencia infantil” en la familia (ba- sándose en la edad) como qué es un hogar monoparental. Ver, por ejemplo, Linda Hantrais y Marie-Therèse Letablier, Familles, travail et politiques familiales en Europe (Cahiers du Centre d’Etudes de l’Emploi, Presses Universitaires de France, 1996). (14) William Goode, World Changes in Divorce Patterns (New Haven: Yale University Press, 1993). (15) Ver también Kauffman et al., Structures and Trends in the 1980s. 264
parentales, incluso aunque la proporción de madres solteras trabajadoras sea superior a la proporción de madres casadas trabajadoras que viven en hogares biparentales (16). Ese mayor riesgo de pobreza en el que incurren las familias de madres solteras se debe en gran medida a la división de género del trabajo y de las responsabilidades dentro del matrimonio, así como al mercado laboral. Las madres solteras deben enfrentarse a la doble responsabilidad de ser el sostén económico y las principales cuidadoras en un mercado en el que los sostenes económicos se suelen percibir como libres de las responsabilidades que entraña cuidar. Las madres solteras también tratan con organizaciones sociales que dan por sentado la flexibilidad y disponibilidad del tiempo de una madre (en el horario de los colegios, en la disponibilidad de los servicios de cuidado infantil e incluso en el horario de las tiendas, de las oficinas públicas, etcétera.) Por este motivo las familias monoparentales corren un riesgo menor de caer en la pobreza en países como los escandinavos pero también como Francia, donde el empleo de las madres está más extendido y donde los servicios sociales contemplan esta circunstancia (17). La inestabilidad matrimonial y el crecimiento en el número de familias monomaternales socavan el modelo del sostén económico masculino que sustenta las políticas sociales sobre dos bases: añaden la tarea de ser un sostén económico a las responsabilidades de cuidar para las madres a la vez que se despoja a los padres de cualquier responsabilidad de cuidar. Los padres que no conviven con las madres de sus hijos e hijas con frecuencia solo contribuyen a una fracción de los cos- (16) Ver, por ejemplo, Comisión Europea, Joint Report on Social Inclusion, Bruxelles, Diciembre de 2003. Las viudas y sus hijos e hijas suelen encontrarse mejor protegidas a través de la seguridad social que las madres separadas y divor- ciadas, y las últimas suelen poder contar con el apoyo de sus maridos respecto a la descendencia con más frecuencia que las madres solteras. Ver, Irwin Garfinkel y Sara McLanahan, Single Mothers and their Children: A New American Dilemma (Washigton, D.C.: Urban Institute Press, 1986); Richard V. Burkhauser y Greg J. Duncan, “Economic Risks of Gender Roles: Income Loss and Life Events Over the Life Course,” Social Science Quarterly 70 (Marzo de 1989): 3-23; Mavis MacLean, “Lone-Parent Families: Family Law and Income Transfers,”en OCDE, Lone Parents, 91-100; Judith A. Seltzer, “Legal Custody Arrangements and Children's Economic Welfare,” American Journal of Sociology 96 (enero de 1991): 895-929; y Demie Kurz, For Richer, For Poorer: Mothers Confront Divorce (Nueva York: Routledge, 1995); Jørgen E. Larsen, “Lone mothers. How do they work and care in different welfare state regimes?”, en Thomas P. Boje y Arnlaug Leira, eds., Gender, Welfare State and the Market (Londres, Routledge, 2000), pp. 206-225. (17) Ver, por ejemplo. Hobson B., “No exit no voice: Women’s economic dependency and the welfare state”, en Acta Sociológica, 1990, 33, pp. 235-50; Hobson B., “Solo mothers, social policy regimes and the logic of gender”, en Sainsbury, D., (ed.) 1994, pp. 170-87; Millar Jane y Karen Rowlingson (2002), Lone Parents, Employment and Social Policy, Bristol, Policy Press. 265
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Ese mayor riesgo de pobreza en el que incurren las familias de madres solteras se debe en gran<br />
medida a la división de género del trabajo y de las responsabilidades dentro del matrimonio, así<br />
como al mercado laboral. Las madres solteras deben enfrentarse a la doble responsabilidad de ser<br />
el sostén económico y las principales cuidadoras en un mercado en el que los sostenes económicos<br />
se suelen percibir como libres de las responsabilidades que entraña cuidar. Las madres solteras<br />
también tratan con organizaciones sociales que dan por sentado la flexibilidad y disponibilidad<br />
del tiempo de una madre (en el horario de los colegios, en la disponibilidad de los servicios<br />
de cuidado infantil e incluso en el horario de las tiendas, de las oficinas públicas, etcétera.) Por<br />
este motivo las familias monoparentales corren un riesgo menor de caer en la pobreza en países<br />
como los escandinavos pero también como Francia, donde el empleo de las madres está más extendido<br />
y donde los servicios sociales contemplan esta circunstancia (17).<br />
La inestabilidad matrimonial y el crecimiento en el número de familias monomaternales socavan el<br />
modelo del sostén económico masculino que sustenta las políticas sociales sobre dos bases: añaden<br />
la tarea de ser un sostén económico a las responsabilidades de cuidar para las madres a la<br />
vez que se despoja a los padres de cualquier responsabilidad de cuidar. Los padres que no conviven<br />
con las madres de sus hijos e hijas con frecuencia solo contribuyen a una fracción de los cos-<br />
(16) Ver, por ejemplo, Comisión Europea, Joint Report on Social Inclusion, Bruxelles, Diciembre de 2003. Las viudas y<br />
sus hijos e hijas suelen encontrarse mejor protegidas a través de la seguridad social que las madres separadas y divor-<br />
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que las madres solteras. Ver, Irwin Garfinkel y Sara McLanahan, Single Mothers and their Children: A New American<br />
Dilemma (Washigton, D.C.: Urban Institute Press, 1986); Richard V. Burkhauser y Greg J. Duncan, “Economic Risks of<br />
Gender Roles: Income Loss and Life Events Over the Life Course,” Social Science Quarterly 70 (Marzo de 1989): 3-23;<br />
Mavis MacLean, “Lone-Parent Families: Family Law and Income Transfers,”en OCDE, Lone Parents, 91-100; Judith A.<br />
Seltzer, “Legal Custody Arrangements and Children's Economic Welfare,” American Journal of Sociology 96 (enero de<br />
1991): 895-929; y Demie Kurz, For Richer, For Poorer: Mothers Confront Divorce (Nueva York: Routledge, 1995);<br />
Jørgen E. Larsen, “Lone mothers. How do they work and care in different welfare state regimes?”, en Thomas P. Boje y<br />
Arnlaug Leira, eds., Gender, Welfare State and the Market (Londres, Routledge, 2000), pp. 206-225.<br />
(17) Ver, por ejemplo. Hobson B., “No exit no voice: Women’s economic dependency and the welfare state”, en Acta<br />
Sociológica, 1990, 33, pp. 235-50; Hobson B., “Solo mothers, social policy regimes and the logic of gender”, en<br />
Sainsbury, D., (ed.) 1994, pp. 170-87; Millar Jane y Karen Rowlingson (2002), Lone Parents, Employment and Social<br />
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