Congreso Internacional SARE 2004 - Emakunde
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los países de la OCDE la tasa de actividad de las mujeres ha aumentado de forma sustancial desde<br />
finales de los setenta y la cuota de participación femenina en el empleo disponible ha crecido<br />
a un mayor ritmo que la del hombre (10). Simultáneamente, las mujeres que han nacido hace menos<br />
tiempo tienden a permanecer en el mercado laboral durante toda su vida adulta, incluso cuando<br />
tienen descendencia. A finales de los años noventa la mitad de las madres que tenían niños y<br />
niñas menores de diez años en Europa estaban trabajando fuera de casa (11). Todavía existen importantes<br />
diferencias entre los países respecto a la tasa de actividad, la relevancia del sector informal,<br />
la participación en jornadas laborales reducidas y la diferencia salarial por género. Sin<br />
embargo, desde finales de los años ochenta las madres con niños y niñas pequeñas han aumentado<br />
en general su participación en el mercado laboral. El número de familias en las que los dos<br />
cónyuges tienen un trabajo regular de horario reducido o de jornada completa ha aumentado de<br />
manera estable. Este fenómeno, que invierte una tendencia que existía en los años cincuenta y sesenta,<br />
cuando las madres jóvenes eran el grupo más numeroso fuera del mercado de trabajo, se<br />
debe a numerosas causas. En primer lugar, las mujeres jóvenes tienen por lo general un nivel de<br />
educación superior al de las mayores. Habiendo crecido con las expectativas de la igualdad de<br />
género, aspiran a puestos mejores y más atractivos. En segundo lugar, la experiencia social del<br />
creciente desempleo masculino y el consiguiente aumento de la fragilidad del modelo del sostén<br />
económico masculino han normalizado la familia con doble fuente de ingresos, convirtiéndola en<br />
una estrategia de auto-protección. Por último, las crecientes tasas de divorcio animan a las jóvenes<br />
madres a introducirse en el mercado laboral y a permanecer en él. Desde ese punto de vista tener<br />
un trabajo es un seguro personal y para los hijos e hijas contra la incertidumbre del matrimonio.<br />
Así, se han visto debilitadas dos de las principales condiciones previas para una legislación social<br />
basada en el modelo del sostén económico masculino: el aislamiento recíproco del trabajo remunerado<br />
y de la vida familiar y la disponibilidad de cuidado gratuito (femenino) dentro del seno de<br />
la familia y de los familiares. Esto se debe en primer lugar y de manera primordial a aquellas clases<br />
en las que durante la primera mitad del siglo veinte se desarrolló más completamente el modelo<br />
de familia con un sostén económico masculino y con una cuidadora del hogar a jornada completa:<br />
las clases medias. De hecho, la participación en el mercado laboral es ahora superior entre<br />
las mujeres de mayor nivel de educación. Simultáneamente, la participación femenina en el mercado<br />
del trabajo podría reproducir e incluso fortalecer las desigualdades sociales entre las familias,<br />
puesto que la homogamia social de la pareja podría redoblar las desigualdades en el acceso<br />
al mercado laboral y a los recursos sociales.<br />
(10) Comisión de las Comunidades Europeas, Employment in Europe (Luxembourg: Office for Official Publications of<br />
the CEC, 1993); OCDE, Employment Outlook (París: OCDE, 1995); Comisión Europea, Women and Men in Europe,<br />
Luxemburgo: Oficina de publicaciones oficiales de las comunidades europeas, 2002.<br />
(11) A mitades de los años noventa incluso en Italia, que como España, suele identificarse como un país con un mode-<br />
lo de ama de casa persistente, la mayoría de las madres con hijos e hijas en edad preescolar formaban parte de la<br />
mano de obra.<br />
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