Congreso Internacional SARE 2004 - Emakunde
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3. Los círculos viciosos<br />
de un cuidado<br />
desigual<br />
Charles Tilly (1998), entre otros, ha argumentado que las pequeñas ventajas iniciales de un grupo<br />
frente a otro se han ido introduciendo en los patrones de opresión a gran escala utilizando las diferencias<br />
de atribución para estructurar las instituciones y prácticas sociales. A continuación se<br />
mencionan algunas formas en las que podemos observar esos procesos en funcionamiento:<br />
• Las actividades relacionadas con el cuidar se atribuyen abrumadoramente a las mujeres y a<br />
las personas que ocupan los estatus o clases inferiores.<br />
• El trabajo de cuidar o es no remunerado o se paga poco o se desarrolla dentro del sector económico<br />
informal.<br />
• Las necesidades de cuidados se atribuyen abrumadoramente a personas “vulnerables” como<br />
los niños y niñas, ancianos y ancianas y gente enferma.<br />
• Estas atribuciones sobre quién cuida a quién tienen unas profundas consecuencias sobre cómo<br />
se asignan los cuidados y otros recursos y costes.<br />
• Las desigualdades sociales y económicas forman parte de un “círculo vicioso del cuidado” que<br />
exacerba las desigualdades, es decir, quienes tienen más recursos también cuentan con un<br />
mayor acceso al cuidado y menos cargas que cuidar mientras que la falta de recursos adecuados<br />
para el cuidado y las desproporcionadas cargas de cuidados colocan en una situación<br />
de desventaja a quienes tienen menos recursos y no pueden, así, obtener más recursos<br />
con los que solventar esas diferencias que los hacen diferentes.<br />
• Conceptualmente, los relatos sobre los cuidados refuerzan las lógicas que llevan a esas desigualdades<br />
y evitan que veamos una forma de salir de ellas.<br />
Que los discursos sobre el cuidar pueden llevar a una mayor opresión de las mujeres no es una crítica<br />
nueva de las defensoras y defensores feministas de una ética del cuidado. El mundo académico<br />
siempre ha planteado objeciones sobre el cuidado, dando por sentado que encaja demasiado<br />
bien en unos discursos más antiguos de las “esferas independientes” para las mujeres, que ensalza<br />
los sacrificios femeninos (Hoagland 1988), que funciona discursivamente para convencer a<br />
las mujeres de que apoyen prácticas injustas como el colonialismo (Narayan 1995). Los académicos<br />
y académicas que escriben sobre cuidar bajo una luz favorable se han enfrentado a un problema<br />
diferente pero relacionado. Habiendo observado las formas en las que la atribución de los<br />
papeles de cuidadoras a las mujeres y a las personas de “estatus inferior” en la sociedad refuerzan<br />
y reproducen la desigualdad social, las propuestas para transformar esas desigualdades no<br />
han podido captar la imaginación del público ni guiarnos hasta un cambio social. En esta conferencia<br />
defenderé que, a no ser que estemos dispuestos y dispuestas a volver a definir el cuidado<br />
de una manera fundamental, la capacidad de conseguir que el debate sobre el cuidado avance<br />
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