Congreso Internacional SARE 2004 - Emakunde

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24.04.2013 Views

delo de cómo puede la sociedad moderna aportar una forma de vida buena para su ciudadanía. El poder militar, político y económico de América también ha difundido su mensaje ideológico neoliberal en el planeta. De hecho, los americanos y americanas viven rodeados de riqueza material y expresan su satisfacción con sus vidas. Yo quisiera, por el contrario, sugerir hoy que EEUU nos ofrece un ejemplo negativo porque ilustra cómo cuidar a las demás personas y a nosotros y nosotras mismas puede reforzar y exacerbar patrones de exclusión y desigualdad. Especialmente debido a que esos malos patrones surgen porque dicen permitir a la ciudadanía vivir unas buenas vidas, es especialmente importante explorarlos y comprenderlos. Bernard de Mandeville, en su famoso libro Fábula de las abejas (1714) describió cómo disfrutar de los vicios privados podría producir el bien público de una mayor riqueza social. El argumento se parece mucho a la ideología neoliberal contemporánea. Los neoliberales creen que fomentando la búsqueda privada de la riqueza y limitando la intrusión pública en ese proceso es la forma más segura de conseguir la felicidad colectiva. En esta conferencia defenderé una postura inversa: a través de una conducta personal admirable puede provocarse un daño social: cuando una ciudadanía desigual solo cuida de manera privada, se amplían las desigualdades y la exclusión de algunas personas de las verdaderas posibilidades de alcanzar un pleno estatus de ciudadano o ciudadana. 2. Ciudadanía y legitimación subjetiva En esta conferencia defiendo una comprensión más amplia del cuidado. La amplia definición que yo voy a utilizar y defender fue pergeñada por Berenice Fisher y yo en 1990: Una actividad de especie que incluye todo aquello que hacemos para mantener, continuar y reparar nuestro “mundo” de tal forma que podamos vivir en él lo mejor posible. Ese mundo incluye nuestros cuerpos, nuestros seres y nuestro entorno, todo lo cual buscamos para entretejerlo en una red compleja que sustenta la vida. (Fisher y Tronto 1990). Fisher y yo entonces determinamos que existen tres fases en el cuidado: preocuparse, atender, cuidar y recibir cuidados. Preocuparse implica, en primer lugar, reconocer la necesidad de cuidar. Atender implica asumir la responsabilidad del trabajo que hay que hacer para cuidar. Cuidar consiste en realizar el verdadero trabajo y recibir los cuidados es la respuesta de quien recibe los cuidados. También observamos que los cuidados se podían prestar en el hogar, en instituciones sociales y a través de mecanismos de mercado. 234

3. Los círculos viciosos de un cuidado desigual Charles Tilly (1998), entre otros, ha argumentado que las pequeñas ventajas iniciales de un grupo frente a otro se han ido introduciendo en los patrones de opresión a gran escala utilizando las diferencias de atribución para estructurar las instituciones y prácticas sociales. A continuación se mencionan algunas formas en las que podemos observar esos procesos en funcionamiento: • Las actividades relacionadas con el cuidar se atribuyen abrumadoramente a las mujeres y a las personas que ocupan los estatus o clases inferiores. • El trabajo de cuidar o es no remunerado o se paga poco o se desarrolla dentro del sector económico informal. • Las necesidades de cuidados se atribuyen abrumadoramente a personas “vulnerables” como los niños y niñas, ancianos y ancianas y gente enferma. • Estas atribuciones sobre quién cuida a quién tienen unas profundas consecuencias sobre cómo se asignan los cuidados y otros recursos y costes. • Las desigualdades sociales y económicas forman parte de un “círculo vicioso del cuidado” que exacerba las desigualdades, es decir, quienes tienen más recursos también cuentan con un mayor acceso al cuidado y menos cargas que cuidar mientras que la falta de recursos adecuados para el cuidado y las desproporcionadas cargas de cuidados colocan en una situación de desventaja a quienes tienen menos recursos y no pueden, así, obtener más recursos con los que solventar esas diferencias que los hacen diferentes. • Conceptualmente, los relatos sobre los cuidados refuerzan las lógicas que llevan a esas desigualdades y evitan que veamos una forma de salir de ellas. Que los discursos sobre el cuidar pueden llevar a una mayor opresión de las mujeres no es una crítica nueva de las defensoras y defensores feministas de una ética del cuidado. El mundo académico siempre ha planteado objeciones sobre el cuidado, dando por sentado que encaja demasiado bien en unos discursos más antiguos de las “esferas independientes” para las mujeres, que ensalza los sacrificios femeninos (Hoagland 1988), que funciona discursivamente para convencer a las mujeres de que apoyen prácticas injustas como el colonialismo (Narayan 1995). Los académicos y académicas que escriben sobre cuidar bajo una luz favorable se han enfrentado a un problema diferente pero relacionado. Habiendo observado las formas en las que la atribución de los papeles de cuidadoras a las mujeres y a las personas de “estatus inferior” en la sociedad refuerzan y reproducen la desigualdad social, las propuestas para transformar esas desigualdades no han podido captar la imaginación del público ni guiarnos hasta un cambio social. En esta conferencia defenderé que, a no ser que estemos dispuestos y dispuestas a volver a definir el cuidado de una manera fundamental, la capacidad de conseguir que el debate sobre el cuidado avance 235

delo de cómo puede la sociedad moderna aportar una forma de vida buena para su ciudadanía.<br />

El poder militar, político y económico de América también ha difundido su mensaje ideológico neoliberal<br />

en el planeta. De hecho, los americanos y americanas viven rodeados de riqueza material<br />

y expresan su satisfacción con sus vidas. Yo quisiera, por el contrario, sugerir hoy que EEUU nos<br />

ofrece un ejemplo negativo porque ilustra cómo cuidar a las demás personas y a nosotros y nosotras<br />

mismas puede reforzar y exacerbar patrones de exclusión y desigualdad. Especialmente debido<br />

a que esos malos patrones surgen porque dicen permitir a la ciudadanía vivir unas buenas vidas,<br />

es especialmente importante explorarlos y comprenderlos.<br />

Bernard de Mandeville, en su famoso libro Fábula de las abejas (1714) describió cómo disfrutar<br />

de los vicios privados podría producir el bien público de una mayor riqueza social. El argumento<br />

se parece mucho a la ideología neoliberal contemporánea. Los neoliberales creen que fomentando<br />

la búsqueda privada de la riqueza y limitando la intrusión pública en ese proceso es la forma<br />

más segura de conseguir la felicidad colectiva. En esta conferencia defenderé una postura inversa:<br />

a través de una conducta personal admirable puede provocarse un daño social: cuando una ciudadanía<br />

desigual solo cuida de manera privada, se amplían las desigualdades y la exclusión de<br />

algunas personas de las verdaderas posibilidades de alcanzar un pleno estatus de ciudadano o<br />

ciudadana.<br />

2. Ciudadanía y<br />

legitimación<br />

subjetiva<br />

En esta conferencia defiendo una comprensión más amplia del cuidado. La amplia definición que<br />

yo voy a utilizar y defender fue pergeñada por Berenice Fisher y yo en 1990:<br />

Una actividad de especie que incluye todo aquello que hacemos para mantener, continuar<br />

y reparar nuestro “mundo” de tal forma que podamos vivir en él lo mejor posible.<br />

Ese mundo incluye nuestros cuerpos, nuestros seres y nuestro entorno, todo lo<br />

cual buscamos para entretejerlo en una red compleja que sustenta la vida. (Fisher y<br />

Tronto 1990).<br />

Fisher y yo entonces determinamos que existen tres fases en el cuidado: preocuparse, atender, cuidar<br />

y recibir cuidados. Preocuparse implica, en primer lugar, reconocer la necesidad de cuidar.<br />

Atender implica asumir la responsabilidad del trabajo que hay que hacer para cuidar. Cuidar consiste<br />

en realizar el verdadero trabajo y recibir los cuidados es la respuesta de quien recibe los cuidados.<br />

También observamos que los cuidados se podían prestar en el hogar, en instituciones sociales<br />

y a través de mecanismos de mercado.<br />

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