Congreso Internacional SARE 2004 - Emakunde
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1. Ciudadanía plena<br />
versus ciudadanía<br />
fantasma<br />
Es un gran honor y un enorme placer para mi participar de este <strong>Congreso</strong> y aportar algunas claves<br />
surgidas de mis investigaciones sobre problemáticas específicas del género femenino llevadas<br />
a cabo durante más de 20 años. El tema que nos convoca plantea grandes desafíos. Entre ellos no<br />
sólo el de poner en evidencia las múltiples y encubiertas marginaciones femeninas que legal y socialmente<br />
obturan el acceso a una ciudadanía plena para las mujeres sino también, las interferencias<br />
psicológicas que desde el fondo de la propia subjetividad femenina dificultan el ejercicio pleno<br />
de la ciudadanía. Sabemos que los condicionamientos psicosociales de género van conformando<br />
una subjetividad femenina que ubica a las mujeres como seres altruistas, incondicionales y<br />
abnegados al servicio de “los otros”. Desde tiempos inmemoriales las mujeres hemos sido educadas<br />
en la dependencia y para la dependencia lo cual significa entre muchas otras cosas, estar más<br />
preparadas para satisfacer los deseos, intereses y necesidades ajenas que las propias. Hemos<br />
sido educadas para amar al otro “más que a sí misma”, contrariamente a lo que sostiene el mandamiento<br />
y en estas condiciones el ejercicio de una ciudadanía plena tropieza con muchos obstáculos.<br />
Es posible comprobar que aún en aquellas sociedades que se consideran solidarias, democráticas<br />
y de avanzada las mujeres no logran estar en posesión de una ciudadanía plena. Se trata<br />
más bien de algo que a mi criterio nominaría como una ciudadanía fantasma. Es decir que conserva<br />
en apariencia el derecho de participar, opinar y decidir pero en la práctica cotidiana ese<br />
derecho se desdibuja y no son pocas las mujeres que siguen acomodándose a los deseos ajenos<br />
sin poder otorgarle a sus propias necesidades el mismo rango y jerarquía. Ciudadanía y vida cotidiana<br />
son dos aspectos de una misma realidad: la realidad de la convivencia y dicha convivencia<br />
transcurre en un laberinto de intercambios humanos que pone necesariamente en juego las diferencias<br />
de opiniones, deseos, intereses, necesidades, ilusiones, proyectos, ideales, ambiciones,<br />
etc. Creo no equivocarme al sostener que un tema clave de la convivencia reside justamente en la<br />
manera en que los humanos logramos resolver las diferencias y es aquí donde entra en juego el<br />
tema de las negociaciones cotidianas. Si no es posible abordar saludablemente dichas negociaciones<br />
resulta muy difícil ejercer una ciudadanía plena, porque así como la economía bien entendida<br />
empieza por casa, la ciudadanía plena empieza en el día a día con las personas más allegadas.<br />
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