Congreso Internacional SARE 2004 - Emakunde
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2ª. La traslación a la esfera política de los derechos sociales vinculados al trabajo<br />
La ausencia o mínima presencia de mujeres en los Parlamentos unida a la dificultad de enmarcar<br />
el trabajo parlamentario en el concepto de relación laboral ha hecho que, en general, la actividad<br />
parlamentaria no conlleve las prestaciones que se reconocen como derechos a cualquier persona<br />
trabajadora. En ocasiones hemos reflexionado sobre esta especial situación que permanece como<br />
un residuo de la concepción liberal y elitista de la política a la par que manifiesta la quiebra del<br />
Estado de bienestar para aquellas personas que optan por dedicar parte de su tiempo vital a gestionar<br />
la “cosa pública” de toda la sociedad. Es cierto que hay más personas que quieren formar<br />
parte de candidaturas que puestos a cubrir, por lo que no parecen necesarios mecanismos para fomentar<br />
la oferta. También lo es que la opinión pública, y con mayor incidencia en las etapas en<br />
las que se vive el descrédito de la política, no estima haya que abogar por dar alguna solución<br />
para favorecer la entrada y —sobre todo— la salida a la clase política. No obstante, se han ido<br />
resolviendo parcialmente algunos de estos vacíos legales, como las prestaciones sanitarias o la cobertura<br />
ante riesgos de muerte e invalidez derivados de accidente o enfermedad ocurridos tanto<br />
en el desempeño del cargo como en actividades no relacionadas con dicho trabajo, pero falta una<br />
regulación completa del Estatuto de las personas que componen las Cámaras (53) y, sobre todo,<br />
una adecuación a las situaciones de maternidad y paternidad.<br />
En la actualidad el número de parlamentarias ha aumentado y también ha variado, en alguna medida,<br />
el modelo de mujer que llegaba a la política cuyo perfil, sobre todo en las primeras legislaturas<br />
de nuestra democracia, era el de mujer soltera, divorciada o en edad de tener superadas las<br />
cargas familiares. Afortunadamente ha aumentado la cantidad de mujeres diputadas y, consecuentemente,<br />
la variedad de trazos, en los que se observa una disminución de la edad de acceso<br />
a las Cámaras y un abanico más amplio de circunstancias personales (54). Debido a ello se ha<br />
podido plantear la concurrencia entre deberes parlamentarios y situaciones, diríamos utilizando<br />
una expresión al uso, relacionadas con la condición femenina (55).<br />
(53) La ley de conciliación de la vida laboral y familiar no contempla la situación de las personas elegidas (cargos mu-<br />
nicipales, autonómicos y estatales). En Francia se está haciendo un estudio para elaborar un proyecto de ley pero está<br />
en fase incipiente.<br />
(54) Los datos que aporta la profesora Freixes, A. en El País de 22.05.<strong>2004</strong> muestran que siguen contando de mane-<br />
ra diferente las historias personales: la media de descendencia es de 2,75 por ministro y 0,625 por ministra. En el caso<br />
de los ministros todos están casados, las ministras: tres están casadas, tres están solteras y dos están separadas o divor-<br />
ciadas.<br />
(55) El hecho de que algunos hombres se han incorporado al disfrute del permiso parental debería convertir la “con-<br />
dición femenina” en condición general por la excepcionalidad de los casos aún no permite obviar que son mujeres las<br />
que, casi exclusivamente, solicitan la licencia.<br />
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