Congreso Internacional SARE 2004 - Emakunde
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apunta a la relación entre ciudadanía y empleo o trabajo pagado, a la libertad de los individuos<br />
de vender su fuerza de trabajo, o en general servicios corporales o intelectuales, a lo que es o no<br />
enajenable, a si hay o no derechos inalienables. E incide decisivamente en la democracia, tanto<br />
respecto de la representación como de la participación.<br />
Un primer aspecto a destacar es, precisamente, comprender la importancia hoy de poder acceder<br />
a un contrato de trabajo, y de las condiciones en que se accede, inmigrantes, mujeres. En el caso<br />
de las personas inmigrantes remite al campo de la exclusión en su sentido más fuerte, derivado del<br />
derecho de admisión o derecho de exclusión, según se mire, que da lugar a la carencia de poder,<br />
a la marginalización y a condiciones infrahumanas de trabajo, que caracterizan hoy al trabajo ilegal,<br />
sin papeles, a las nuevas formas de esclavitud y explotación. De acuerdo con Sassen, asimismo,<br />
en que hoy está surgiendo un proletariado feminizado fuera de sus países de origen y esta autora<br />
emplea la noción de “feminización de la supervivencia” con la que nos dice no se está refiriendo<br />
“al hecho de que la economía doméstica, realmente comunidades enteras, dependan de<br />
manera creciente de las mujeres. Quiero enfatizar también el hecho de que los gobiernos dependen<br />
de los ingresos de las mujeres inscritas en los circuitos transfronterizos, así como de toda una<br />
suerte de empresas cuyos modos de obtener ganancias se realizan en los márgenes de la economía<br />
‘lícita’” (2003: 45). Destaca también que las migraciones internacionales cambian las conductas<br />
de género y sostiene que la creación de hogares transfronterizos puede reforzar la posición,<br />
dar poder a las mujeres, entendiendo que el “hogar” deviene una categoría analítica clave<br />
para la comprensión de los procesos económicos globales, de las nuevas formas de solidaridad y<br />
de nuevas subjetividades.<br />
Las teóricas políticas feministas que se ocupan de la ciudadanía, sobre todo a partir de finales de<br />
los ochenta, han puesto de manifiesto la construcción de la independencia masculina, otra forma<br />
de denominar a la libertad o autonomía, y requisito básico de la ciudadanía moderna, y de la dependencia<br />
de las mujeres y la función del contrato, sobre todo el matrimonial. Ante la crisis y la crítica<br />
al estado de bienestar han mostrado la precariedad y falta de legitimidad de las mujeres<br />
como trabajadoras pagadas, insistiendo en que las mujeres de las clases populares y trabajadoras<br />
han realizado trabajo pagado siempre y por necesidad. Esta precariedad lo es de su condición<br />
de ciudadanas tanto en lo que respecta a la representación como a la participación. Si desde<br />
la perspectiva de la inmigración el acceso al contrato de trabajo marca la línea de base, y en<br />
el caso de las mujeres también el contrato matrimonial, sin embargo, la cuestión de las mujeres y<br />
de los trabajadores no es solo una cuestión de explotación sino sobre todo de subordinación civil,<br />
de libertad limitada. En este sentido, como señala Pateman, conviene ser cuidadosas en el uso del<br />
concepto de la “propiedad de la persona”. Insiste en que no sólo es susceptible de crítica cuando<br />
ésta se dirige a los libertarianos (R. Nozick) en tanto doctrina política que encaja en los esquemas<br />
económicos neoliberales y en las políticas de ajuste estructural y privatización. También, afirma, es<br />
central para comprender algunas instituciones y prácticas contemporáneas. Más en concreto, incide<br />
en que la principal marca de la propiedad (privada), incluyendo la propiedad de la persona es<br />
que es alienable. En el debate generado en torno a esta cuestión, Pateman encuentra que se pres-<br />
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