Congreso Internacional SARE 2004 - Emakunde
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“Toda sociedad parcial, cuando está compacta y muy unida se enajena de la mayor. Todo patriota<br />
está duro con los extranjeros; éstos no son sino hombres, nada ante sus ojos. Este inconveniente<br />
es inevitable pero débil. Lo esencial es ser buenos para las gentes con las que se vive. A exterior<br />
el espartano era ambicioso, avaro, inicuo; más el desinterés, la equidad, la concordia reinaban<br />
en sus muros. Desconfiad de esos cosmopolitas que van a buscar lejos en sus libros deberes<br />
que desdeñan cumplir en derredor suyo. Tal filósofo ama a los tártaros para ser dispensado de<br />
amar a sus vecinos” Emilio.<br />
“Forzado a combatir la naturaleza o las instituciones sociales, es preciso optar entre formar un<br />
hombre o un ciudadano porque no es posible formar al uno y al otro al mismo tiempo”. Emilio.<br />
Como vemos Rousseau formula las tensiones entre hombres y ciudadanos, Derechos humanos y<br />
derechos de ciudadanía, diríamos hoy, una tensión que en su pensamiento es estructural y que no<br />
se resuelve real ni utópicamente. Aborda el problema de la ciudadanía desde la idea de un contrato,<br />
(la teoría contractualista como es sabido desde el siglo XVII está a la base de la ciudadanía<br />
moderna) que se realice a partir de que solo se es libre sometiéndose a la ley que uno se da a sí<br />
mismo y que la soberanía descansa en una convención comúnmente aceptada bajo esa definición<br />
de libertad. Por supuesto Rousseau excluye a las mujeres de la ciudadanía y del contrato. Pero me<br />
interesa resaltar que sus pensamientos muestran que las tensiones y problemas de la ciudadanía<br />
remiten a la libertad e igualdad, obligan a pensar la relación entre los derechos humanos y los derechos<br />
de ciudadanía y, más aún, obligan a atender a una concepción del ser humano, del individuo<br />
y del ciudadano, a sus fronteras morales y políticas. En su caso funcionan dos constructos:<br />
la naturaleza y el hombre natural, y las instituciones sociales y el hombre social. La cuestión a donde<br />
quiero llegar es que Rousseau está pensando estos problemas para el Estado-nación y desde<br />
una concepción republicana. El problema ya no es el de pólis y cosmópolis en los esquemas usuales,<br />
más bien atendiendo a la transformación del Estado-nación y a las implicaciones de la globalización<br />
económica, la cuestión es si puede mantenerse la idea de que no somos propiamente individuos,<br />
hombres y mujeres, más que cuando somos “ciudadanos”. Y en un orden mundial cada<br />
vez más interdependiente cuáles son las instancias que condicionan e inciden en las oportunidades<br />
de vida de los individuos; cómo puede alcanzarse la autonomía individual, la libertad, la democracia<br />
y la ciudadanía. El trasfondo de esta cuestión sitúa en primer término la idea de libertad<br />
e igualdad, conformadoras de los modelos de ciudadanía, remite no a la naturaleza sino a la cultura,<br />
convertida en el centro de las demandas y las luchas multiculturales que expresan y responden<br />
a los cambios y transformaciones que se están operando en el mundo y a los que se enfrentan<br />
nuestras sociedades, entre ellos la propia construcción de la Unión Europea.<br />
La última reflexión tiene que ver, precisamente, con este hecho importante: el proceso de construcción<br />
de la Unión Europea y de la ciudadanía europea. De los problemas que suscita el proyecto<br />
de una constitución y, en concreto, las críticas de los movimientos de mujeres, como tuve ocasión<br />
de constatar en el foro que la Marcha Mundial de Mujeres, sección europea, llevó a cabo en Vigo<br />
el mes de mayo pasado. En este contexto la pregunta básica es qué significa ciudadanía europea,<br />
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