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Congreso Internacional SARE 2004 - Emakunde

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segunda razón es que, aunque la economía no pagada de los cuidados está fuera de las fronteras<br />

de la producción, su funcionamiento tiene implicaciones para lo que está dentro de las fronteras<br />

de la producción ya que afecta a la calidad y cantidad de la fuerza de trabajo que se suministra<br />

y a la cantidad de bienes demandados de la producción.<br />

Se ha señalado que el oscurantismo y el énfasis en el carácter técnico de las políticas macroeconómicas<br />

son característicos del modelo neoliberal. Desde la economía crítica y, dentro de ella,<br />

desde la economía feminista se han intentado iluminar los sesgos de clase y género que impregnan<br />

estas políticas, especialmente la tendencia a diseñarlas con criterios exclusivamente de mercado<br />

más que con criterios de desarrollo humano. Uno de los esfuerzos más prometedores en este<br />

sentido es la discusión sobre los presupuestos públicos que en los últimos años se ha venido realizando<br />

con el objetivo de democratizar las políticas macroeconómicas y responder a los intereses<br />

de la gente. Buena parte de las propuestas planteadas han sido presupuestos con enfoque de género.<br />

Estas iniciativas han contribuido al empoderamiento de las mujeres y de la gente pobre de distintas<br />

formas: han ayudado a aumentar la conciencia sobre la desigualdad de género y sobre aspectos<br />

de la pobreza; han demostrado que los presupuestos públicos se pueden hacer de forma<br />

que respondan a sus necesidades; y han conducido a una recolección y uso de los impuestos más<br />

efectivo, y a una reducción de la corrupción. Algunos de estos debates han tenido lugar dentro de<br />

los gobiernos, como los promovidos por el Secretariado de la Commonwealth, otros han sido impulsados<br />

por organizaciones de la sociedad civil, como en el caso de Canadá o de India, y también<br />

han surgido de la cooperación de gobiernos y organizaciones de la sociedad civil como en<br />

Sudáfrica y en Porto Allegre, Brasil (Çagatay et. al. 2000).<br />

En los últimos años, la discusión sobre los presupuestos se ha extendido de forma acelerada y está<br />

sirviendo para “aclarar” el contenido social y de género de la política económica y para hacer<br />

más democrática la toma de decisiones. Sin embargo, la mayor parte de los debates se están realizando<br />

sobre el gasto y sus componentes, siendo menos frecuentes los análisis sobre los ingresos.<br />

Una importante dificultad con la que se pueden encontrar los países a la hora de democratizar las<br />

decisiones económicas es que en el diálogo social necesario para llevar adelante una nueva política<br />

económica, parte de los integrantes “no jueguen”. Esto sucede en el contexto actual porque la<br />

liberalización del capital financiero permite que las instituciones financieras puedan ejercer su opción<br />

de salida y no se sientan en la obligación de comprometerse con las decisiones negociadas<br />

y adoptadas por los distintos grupos sociales. Sería necesario, por tanto, plantear una serie de restricciones<br />

a esa libertad de movimientos del capital para conseguir un enfoque alternativo.<br />

Otro aspecto a tener en cuenta es en qué medida estos debates presupuestarios más participativos<br />

consiguen cambiar los límites fiscales y de gasto que recomiendan las instituciones financieras internacionales.<br />

Si no se consiguen cambios en estos límites, puede suceder que la participación se<br />

convierta en un ejercicio de conseguir el apoyo de los grupos sociales para políticas muy poco sociales.<br />

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