Congreso Internacional SARE 2004 - Emakunde
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íses europeos; a menudo se limitan a unos pocos días de baja cuando nace la criatura. Un estudio<br />
realizado por Knijn y Wan Wel comparó las familias de 1998 y 2000 y demostró que solo el 9<br />
por ciento de los padres y madres con descendencia se han aprovechado de esta posibilidad del<br />
reparto equitativo: AMBOS TRABAJAN UN MÁXIMO DE 32 HORAS SEMANALES. El número de<br />
familias en el que hay una única fuente de ingresos se ha reducido de 29 a 9 por ciento; pero esto<br />
no ha tenido como resultado una mayor igualdad en la familia. Por el contrario, hay cada vez más<br />
mujeres que trabajan en jornada reducida; el 61 por ciento de las familias siguen el modelo de familia<br />
de 1 1/2, que representa a un padre sostén de la familia y que trabaja más de 32 horas semanales<br />
y una mujer que trabaja menos del horario semanal normal (32 horas). Las estadísticas<br />
agregadas revelan que entre los estados del bienestar europeos, las mujeres holandesas tienen<br />
unas mayores proporciones de empleadas en jornadas muy reducidas (Rubery et al. 1999; Tijdens<br />
2002). Las familias en las que el sostén económico es femenino solo representan el 2 por ciento<br />
de los casos. No hay casi parejas en las que la fuente económica sea igual (en las que tanto los<br />
hombres como las mujeres tengan un empleo a jornada completa y las que hay se han reducido<br />
en número desde que se creó la opción del tiempo de trabajo compartido).<br />
Las políticas proactivas suecas y holandesas comparten las mismas metas a largo plazo: desnaturalizar<br />
el cuidado como derecho y obligación de la ciudadanía; equiparar la división del trabajo<br />
no remunerado porque se supone que los hombres que son los únicos cuidadores de los hijos e hijas<br />
en el hogar también aumentarán sus competencias y su responsabilidad en el trabajo no reumenardo.<br />
Existen diferencias significativas en los entornos institucionales y en los bucles de retroalimentación<br />
política de los dos países. Suecia es el ejemplo de la débil sociedad del sostén económico masculino<br />
en el que hay grandes proporciones de mujeres en el mercado laboral y unas políticas sociales<br />
altamente individualizadas. Holanda se considera una fuerte sociedad de sostén masculino<br />
(Lewis 1993) en la que, hasta hace poco tiempo, la participación femenina en el mercado laboral<br />
se encontraba entre las más bajas de Europa.<br />
Las mujeres holandesas tenían algunos de los niveles más altos de dependencia económica de sus<br />
maridos (Hobson 1990). Por lo tanto, el esquema de las labores parentales compartidas se enfrenta<br />
a un entorno institucional y político que ha apoyado los sueldos del sostén económico masculino<br />
y un sistema fiscal que todavía ofrece subsidios a las familias con una única fuente de ingresos<br />
económicos.<br />
2.1 LOS MESES SUECOS<br />
DEL PAPÁ<br />
La política sueca de bajas parentales busca influir directamente en cómo organizan sus tareas de<br />
cuidados las familias. Si el padre no se coge la baja, la pareja pierde dos meses de prestaciones<br />
económicas parentales al 80 por ciento del sueldo de uno de ellos, por lo que se trata de una política<br />
de usar o rechazar. Se puede conseguir un pago directo durante esos meses, pero se trata de<br />
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