LLIBRE SETMANA SANTA 2011.pdf - Semana Santa Saguntina

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SETMANA SANTA SAGUNTINA sublime visualización del Verbo encarnado. y ello, en relación al encuentro personalizado, sin recurso mediático alguno, en el que, la efigie resta patente del misterio al adquirir singular presencia, más allá del hecho matérico. En tiempos recientes constituye reclamado recurso para cineastas, literatos, actores y músicos, difusores del repertorio iconográfico generado en el tiempo para su colectiva comprensión plena de sugerencias estéticas y religiosas. El milagro impreso en el velo sugiere el arquetipo del retrato mesíanico captado en la calle de la Amargura como vínculo, entre lo humano y lo divino, fotografiado en su visión terrena. Encuentro emotivo y silencioso donde mística y religiosidad popular se aúnan en conjuntada espiritualidad humanizada. En occidente, el personaje de Verónica gozó del amplio reconocimiento artístico desde el siglo xIV como signo pasional al adoptar disparidad de variantes introducidas durante las etapas renaciente y barroca hasta instaurarse en icono mediático del seguimiento. Origen Terminológico El vocablo nos remite, conforme a los evangelios apócrifos, al relato de la hemorroisa, mujer cananea o sirio-fenicio liberada por Cristo del espíritu inmundo. dicho episodio resta narrado por Marcos y Mateo (Berenice, mujer de Tolomeo. Plinio el Viejo, también la cita en sus escritos al situarla en la región del mar rojo, del griego Gepó (llevar) y Vikn (Victoria), signo de elevado rango. El término nos remite al lejano pasado previo incluso al cristianismo, mentado por Plutarco. las primeras representaciones pictóricas y musivarias se localizan en la rávena bizantina del siglo VI, apreciables en San Apolinar Nuevo, si bien, la historia de esta mujer bíblica admite afinidades biográficas comparables con Marta. la concreción del nombre de Verónica como “vera eikon” es correcta más allá de la poética popular y del poder evocador, intrínseco al mismo. dicho vocablo admite el destino en su onomástica, al modo de Pietro, o Cefas (Mt. 16,18). Así, el nombre concibe el destino personal al identificarse en su proyección. la imagen-reliquia, por metonimia sale al encuentro de Cristo como hecho común entre oriente y occidente. leyenda e historia se entremezclan en la evocadora tela, sumergida en el rostro salvador, rescatado del olvido e, impreso en una teofanía hecha reliquia. Existen representaciones de la Hemorroisa en las catacumbas de 208 Verónica, mujer del pueblo

Antonio Bonet Salamanca MAJORALIA ANY 2011 San Pedro y Marcelino al igual que, en los mosaicos alusivos al tema desde el siglo IV, siendo reconocible dicho asunto en el Acta Pilati. Tiberio mandó encerrar a Pilato, pero éste se suicidó con un puñal, su cuerpo fue arrojado al Tiber, si bien recogido el mismo se le trasladó al ródano (Francia). otras crónicas apuntan al destierro sufrido en lion, previo al viaje de Volusiano. Hay también versiones coptas, armenias, siríacas, georgianas o eslavas que, vinculan su nombre con el de Bernice, Berenice o Beronice. En el II libro de la resurrección de Cristo, del apóstol Bartolomé, la hemorroisa aparece con el nombre de Berenice integrada en el grupo de las mujeres ante el sepulcro. Por ello, parece que el nombre de Verónica derive del griego Berenice, si bien su enorme popularidad se remite a la leyenda dorada escrita en latín hacia 1264, por el dominico genovés, Fray Santiago de la Vorágine en 182 capítulos. Existen otras versiones que la relacionan con algunos códices del siglo xIV, como el localizado en la biblioteca-Pinacoteca Ambrosiana de Milán, y otros manuscritos hallados en el siglo VIII, en lucca (Italia), en directa referencia a la “cura de la salud” 1 . legendaria fue la fundación de la Iglesia de Edesa al retrotraerla a tiempos apostólicos. Así, en torno al año 410, la hemorroisa fue una princesa de nombre Berenice, hija del rey pagano Abgar, contemporáneo del emperador Tiberio que, al enfermar reclamó ser curado por Cristo. Algunas fuentes la vinculan con la monja peregrina española Egeria o Eteria durante el siglo IV. otras la remitieron a una máscara esculpida sobre el escudo de Atenea para espantar a los enemigos, amuleto que se remitía a tiempo de los persas. En oriente se identificó la imagen milagrosa del lienzo de Cristo con la ciudad de Edersa en Turquía, fundada por Seleuco I. Su rey fue protagonista de la historia de Abgar V, contemporáneo de Cristo, iniciador del proceso evangelizador en dicho territorio, influido por Tadeo. la leyenda en este caso se vincula con un hombre enfermo de lepra, por lo que se envió un intermediario a Jerusalén para interceder a Jesús y solicitar su curativo retrato. Abgar había ofrecido a Jesús asilo contra la maldad de los judíos, si bien no aceptó su proposición, por lo que, envió a Jerusalén, a un pintor encargado de hacer su retrato, mas su rostro brilló en exceso, por lo que Jesús tomó un pliegue de su manto y se aplicó la tela sobre la cara, quedando impresa. Tras la muerte de Cristo, los apóstoles Simón y Judas Tadeo entregaron la milagrosa impresión a Abgar que, curó la lepra gracias al contacto 1 VoráGINE, Santiago de la, La Leyenda Dorada, 2 T., Alianza Forma, Madrid, 1990. 209

Antonio Bonet Salamanca<br />

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San Pedro y Marcelino al igual que, en los mosaicos alusivos al tema desde<br />

el siglo IV, siendo reconocible dicho asunto en el Acta Pilati. Tiberio mandó<br />

encerrar a Pilato, pero éste se suicidó con un puñal, su cuerpo fue arrojado<br />

al Tiber, si bien recogido el mismo se le trasladó al ródano (Francia). otras<br />

crónicas apuntan al destierro sufrido en lion, previo al viaje de Volusiano.<br />

Hay también versiones coptas, armenias, siríacas, georgianas o eslavas que,<br />

vinculan su nombre con el de Bernice, Berenice o Beronice. En el II libro<br />

de la resurrección de Cristo, del apóstol Bartolomé, la hemorroisa aparece<br />

con el nombre de Berenice integrada en el grupo de las mujeres ante el sepulcro.<br />

Por ello, parece que el nombre de Verónica derive del griego Berenice,<br />

si bien su enorme popularidad se remite a la leyenda dorada escrita en<br />

latín hacia 1264, por el dominico genovés, Fray Santiago de la Vorágine en<br />

182 capítulos. Existen otras versiones que la relacionan con algunos códices<br />

del siglo xIV, como el localizado en la biblioteca-Pinacoteca Ambrosiana<br />

de Milán, y otros manuscritos hallados en el siglo VIII, en lucca (Italia),<br />

en directa referencia a la “cura de la salud” 1 .<br />

legendaria fue la fundación de la Iglesia de Edesa al retrotraerla a<br />

tiempos apostólicos. Así, en torno al año 410, la hemorroisa fue una princesa<br />

de nombre Berenice, hija del rey pagano Abgar, contemporáneo del<br />

emperador Tiberio que, al enfermar reclamó ser curado por Cristo. Algunas<br />

fuentes la vinculan con la monja peregrina española Egeria o Eteria durante<br />

el siglo IV. otras la remitieron a una máscara esculpida sobre el escudo de<br />

Atenea para espantar a los enemigos, amuleto que se remitía a tiempo de<br />

los persas. En oriente se identificó la imagen milagrosa del lienzo de Cristo<br />

con la ciudad de Edersa en Turquía, fundada por Seleuco I. Su rey fue protagonista<br />

de la historia de Abgar V, contemporáneo de Cristo, iniciador del<br />

proceso evangelizador en dicho territorio, influido por Tadeo. la leyenda en<br />

este caso se vincula con un hombre enfermo de lepra, por lo que se envió<br />

un intermediario a Jerusalén para interceder a Jesús y solicitar su curativo<br />

retrato. Abgar había ofrecido a Jesús asilo contra la maldad de los judíos,<br />

si bien no aceptó su proposición, por lo que, envió a Jerusalén, a un pintor<br />

encargado de hacer su retrato, mas su rostro brilló en exceso, por lo que Jesús<br />

tomó un pliegue de su manto y se aplicó la tela sobre la cara, quedando<br />

impresa. Tras la muerte de Cristo, los apóstoles Simón y Judas Tadeo entregaron<br />

la milagrosa impresión a Abgar que, curó la lepra gracias al contacto<br />

1 VoráGINE, Santiago de la, La Leyenda Dorada, 2 T., Alianza Forma, Madrid, 1990.<br />

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