La exaltación de la identidad nacional: Numancia a través de los ...

LA EXALTACIÓN DE LA
IDENTIDAD NACIONAL:
NUMANCIA A TRAVÉS DE LOS
CUADROS DE HISTORIA DEL
SIGLO XIX
Nuria Moreno de Mingo
RESUMEN:
PALABRAS CLAVE:
Las imágenes que desde el siglo XVIII vienen evocando la destrucción de Numancia son
abundantes, y muestran el momento en que los numantinos, ante la imposibilidad de
resistir al invasor prenden fuego a la ciudad y se dan muerte unos a otros. En la mayoría
de los cuadros, la escena representada es una autentica orgía de muerte llena de
cadáveres y cuerpos agonizantes, en una exaltación colectiva elevada a prueba suprema
del amor a la patria, algo especialmente querido para la mitología nacional española.
Numancia, cuadros de historia, Mégara, Alejo Vera, Exposición Nacional.
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La idea de Numancia en el siglo XIX.
El tránsito entre el siglo XVIII y el siglo XIX está marcado por los acontecimientos de la
Revolución Francesa, iniciada en 1789, lo que llevo al gobierno de Floridablanca, a
dictar un decreto suprimiendo los periódicos que se publicaban hasta ese momento en
España por temor a la “contaminación” de la noticias, relacionadas con los sucesos
revolucionarios franceses y se exceptuaron algunos periódicos a los que se les prohibió tratar
todo tipo de información política. Esta situación propicio los debates sobre temas científicos,
históricos y literarios.
En las primeras décadas del siglo XIX, Numancia se verá arrastrada por las ideas
románticas de la unidad nacional. La emergencia de los sentimientos y aspiraciones
nacionalistas conllevaron al impulso de los estudios del pasado, enfocados al lado de búsqueda
de identidades nacionales. Estos trabajos, se centraran en los pueblos prerromanos, en Francia,
Alemania, Escocia, Irlanda se ensalzará a los galos, los germanos, los escotos, los britos, etc., los
primeros pueblos con nombre conocido, que con su oposición y resistencia a los conquistadores
romanos, servirán como referencia para encarnar los ideales de identidad colectiva, con base
histórica, enlazando así el pasado con el presente. En España estos ideales se vincularan también
a iberos, celtas y celtiberos, contemplándose el mundo prerromano como época heroica y de
gran trascendencia.
Estas ideas de resistencia y patria se verán reforzadas en España, a partir de 1808, como
respuesta y rechazo hacia la amenaza extranjera. Los acontecimientos que se sucedieron en
España a causa de la invasión napoleónica (1808-1814) provocaron una fuerte reacción popular
contra las tropas francesas y comenzaron a desatar el espíritu nacional, al despertar en la
conciencia de la población española la sensación de revivir una pagina ya escrita en la historia
de España. La reacción vino acompañada de una mirada al pasado, identificándose con
imágenes anteriores de resistencia frente a los conquistadores, haciéndose ahora mas palpable,
la consideración de las hazañas de Numancia como fruto del épico heroísmo de todo un pueblo.
De esta manera, pintores como José Madrazo desarrollaron una temática basada en el pasado
glorioso y heroico, en este estilo comenzó a esbozar “La destrucción de Numancia” y “Mégara
obligando a capitular a los romanos”.
En Numancia se ejemplificaba la lucha colectiva y la resistencia contra el opresor, y en
este caso era como si los franceses hubieran sustituido a los romanos, y por consiguiente,
Napoleón a Escipión, en sus pretensiones de conquista. También una de las partidas de
guerrilleros que aparecieron para combatir a los franceses adoptó el nombre de numantinos.
Más tarde estos guerrilleros adoptaron el nombre de Leales Numantinos. Asimismo se creó el
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Batallón de Voluntarios numantinos, a los que se consideraba como descendientes de los
antiguos numantinos y herederos de la misma lucha por la libertad.
Los mensajes que hasta ese momento había aportado la ciudad celtibera de heroísmo,
resistencia y amor a la libertad se verán ahora incrementados con otros de tinte nacional, sobre
todo a nivel popular. El numantinismo será visto como un ejemplo del patriotismo español
desde la Antigüedad, como se puede apreciar en las coplillas y pintadas que en los pueblos
españoles aparecieron contra los franceses y que fueron recogidas a mediados del siglo XIX por
el Conde de Clonard.
Así el numantinismo pasó a engrasar el “espíritu nacional” y poco a poco se fue
convirtiendo en parte del “carácter propio de los españoles” y en lo que definía una raza. Esto
es lo que se va a transmitir a la población española y posteriormente a generaciones de
estudiantes de escuela.
Por otra parte, durante la época en que Soria fue fiel a Isabel II y al gobierno liberal
durante la primera guerra carlista (1833-1839), políticos y militares aprovecharon para potenciar
el sentimiento provincial hacia Numancia. La consecuencia de esto se puede ver en el número
de cafés, comercios, calles y asociaciones sorianos que adoptaron el nombre de Numancia,
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Portada del Prontuario de
Historia de España con un
grabado del último día de
Numancia.

considerándola ya como un símbolo de identificación común de todos los sorianos. Al mismo
tiempo también aparecieron un gran número de publicaciones de diferentes ideologías que
estaban tituladas con el gentilicio de Numancia: El Numantino (1841), El Sol de Numancia
(1842), El Avisador Numantino (1860), etcétera.
Con las inestabilidades políticas españolas el tema de Numancia fue olvidado hasta la
época de Alfonso XII (1874-1885), en el que volvió a estar representado en las Exposiciones de
1876, por Rafael Enríquez, y en 1881 por Alejo Vera.
El conocimiento de los descubrimientos hechos en las excavaciones de Numancia (1861-
1867) quedó al alcance sólo de los intelectuales, por lo que el cuadro de Alejo Vera fue muy
criticado por su falta de veracidad histórica. Pero aún así fue la imagen más difundida de
Numancia en los libros de texto y los manuales de historia del siglo XIX y parte del XX.
Portada del Avisador
Numantino, 1905.
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Manual con dibujo de Alejo
Vera.

La imagen histórica de Numancia.
A finales del siglo XIX, como consecuencia de la pérdida de las últimas posesiones coloniales en
ultramar, el fracaso de la Restauración y la influencia de las mentalidades europeas, España
volvió a sumirse en una crisis de identidad nacional. Por lo que los intelectuales de la época
fomentaban las obras que destacaban el individualismo del español, su amor por la libertad y su
sentimiento de independencia. Por esto Numancia es vista como el símbolo que refleja todos los
ideales buscados. La antigua ciudad celtíbera vuelve a ser tratada como icono de integridad y
como un valor espiritual al que acogerse delante de todo lo extranjero a lo que se está expuesto.
El nacionalismo cultural que se desarrolla en este período queda reflejado en la
arqueología, ya que todos los resultados de las campañas hechas en Numancia durante esa
época son interpretados con fines políticos, sobre todo dando relevancia a la búsqueda de los
orígenes nacionales, y en muchos casos, llegando a conclusiones no siempre reales.
Esta reacción patriótica se traslado a los intelectuales y artistas, planteándose la
necesidad de rescatar las imágenes heroicas de pasado de España. La pintura y la historia
decimonónica elevaran tres episodios de la Historia Antigua, Sagunto, Viriato y Numancia, a
ejemplo paradigmático de como el amor a la independencia definía el ser español desde sus
orígenes mas tempranos, aunque ningún tema de la antigüedad ha tenido tanto eco en España
como Numancia. No solo en el siglo XIX, sino desde siglos atrás. El valor de los numantinos ha
sido largamente ensalzado tanto en la literatura como en el arte. El conocimiento de Numancia,
hasta ahora había estado vinculado a la descripción de los textos clásicos y a la interpretación y
lectura de los mismos, así como a ciertas recreaciones ideales e imaginadas en algún grabado.
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Reconstrucción de Numancia
en un grabado del siglo XIX.

En la transmisión de esta idea de Numancia, tuvo gran incidencia la publicación de
diferentes libros, por ejemplo, Cean Bermúdez se refiere a ella como:
“...la invencible Numancia, terror de Roma, y asombro de Escipión, que al verla
abrasar sus propios habitantes después de haber resistido catorce años con valor
inimitable a las fuerzas de todo el orbe... 1 ”
Las imágenes que desde el siglo XVIII vienen evocando la destrucción de Numancia
son abundantes, y muestran el momento en que los numantinos, ante la imposibilidad de resistir
al invasor prenden fuego a la ciudad y se dan muerte unos a otros. En la mayoría de los cuadros,
la escena representada es una autentica orgía de muerte llena de cadáveres y cuerpos
agonizantes, en una exaltación colectiva elevada a prueba suprema del amor a la patria, algo
especialmente querido para la mitología nacional española.
Durante el siglo XIX el Estado y la Corona se procuraron obras de arte para educar
ideológicamente al pueblo. En 1856 en Gobierno de Isabel II creó las Exposiciones Nacionales
de Bellas Artes que utilizaban la pintura con temática histórica al servicio de la monarquía.
Como tema fijo en esta y otras exposiciones estaba “El último día de Numancia”.
En el concurso general de 1802, para convocar los opositores al concurso general de este año
acordó la Academia en Junta ordinaria proponer los asuntos para las pruebas de pensado de
cada Arte; y entre los muchos que se presentaron, salieron; para la pintura, de primera clase el
tema de Numancia, la cual es descrita de esta manera, ensalzando nuevamente su valor heroico:
“Acosados cruelmente los Numantinos de la hambre, y habiéndose frustrado todos
los medios para salvarse, por conclusión, perdida toda esperanza de remedio,
determinaron a acometer una memorable hazaña, esto es, que se mataron así y a
todos los suyos, unos con ponzoña, y otros metiéndose la espada por el cuerpo:
algunos pelearon con desafió unos con otros con igual partido y fortuna del vencedor
y vencido, pues en una misma hoguera que para esto tenían encendida, echaba al
que era muerto, y luego tras él le seguía el que le quitaba la vida.” 2
Por ejemplo el pintor neoclásico Juan Antonio de Ribera realiza una Destrucción de
Numancia centrando su acción en la hoguera donde perecen los numantinos.
1
Cean Bermúdez, J. A. (1832): Sumario de las Antigüedades Romanas que hay en España en especial las pertenecientes a las
Bellas Artes: 170-172. Madrid.
2
Distribución de los premios concedidos por el rey a los discípulos de las tres artes nobles, hecho por la Real Academia de San
Fernando en la junta Publica del 24 de Julio de 1802: 56 y 72. Real Academia de San Fernando.
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La destrucción de Numancia.
Juan Antonio de Ribera.
Por este cuadro recibió en la Academia el segundo premio de primera clase en el año
1802. La escena recoge el momento más trágico de este episodio. Hombres, mujeres y niños se
lanzan a la hoguera antes de ser hechos prisioneros. El realismo patético queda distribuido en
tres tiempos: los soldados a la derecha que entran en la ciudad, la hoguera y un grupo de
personas en el centro y algunos ciudadanos a la izquierda que yacen amontonados en el suelo
para ser rematados a cuchillo por un soldado.
Por un lado combina el estilo académico de las formas y la indumentaria con el
efectivismo teatral de una instantánea fotográfica, por otro, como recurso técnico contrapone las
figuras escorzadas del primer plano que nos introducen en la escena, los soldados del segundo
plano relativamente estáticos y un tercer plano dramático y turbulento.
Pero serán las Academias de la Historia y de Bellas Arte de San Fernando, la que
jueguen un papel importante en la proyección del pasado numantino, ya que a lo largo del siglo
XIX, la imagen de Numancia va a encontrar, en el mundo de las artes un medio de difusión y
propaganda, al establecer la Academia de San Fernando la pintura de temas históricos como
exigencia para los estudiantes becados o pensionados, seleccionando una lista breve de eventos,
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entre los que tenían un peso especifico aquellos relacionados con la antigüedad. De este modo,
diferentes pintores desarrollaron temas sobre el pasado heroico, destacando José de Madrazo
quien, en 1806, encontrándose becado en Roma, se mostró resuelto a “no pintar más que
cuadros de su patria” con escenas evocadoras de la resistencia de los pueblos peninsulares
frente a la dominación romana en Hispania. Bajo este pensamiento se propuso hacer una serie
de cuatro cuadros, dos de ellos dedicados al tema numantino, como La capitulación de los
Romanos ante el jefe numantino Mégara, del que hizo solo un croquis, La destrucción de
Numancia, que llego a ser bosquejada, y otros dos sobre el caudillo lusitano, uno sobre sus
funerales o exequias y otro dedicado a La Muerte de Viriato, que fue el único que consiguió
finalizar, siendo interrumpido su proyecto por la invasión de los franceses.
La muerte de Viriato.
José de Madrazo.
En 1842, Vicente Jimeno presentara este tema en una Exposición de la Academia de
Bellas Artes de San Fernando, La destrucción de Numancia, que tuvo mala acogida por parte
de la crítica. En cuyo centro se ven dignamente representados unos sacerdotes arrojando al
fuego las alhajas y utensilios de valor que le acercan los ciudadanos 3 .
3 Reyero, C. (1987): Imagen Histórica de España (1850 – 1900): 30. Madrid.
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El tema por tanto cuenta con antecedentes iconográficos a nivel académico antes de que hiciera
su aparición por primera vez en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes en 1858, al
presentar El Último día de Numancia, Ramón Marti Alsina.
Ultimo día de Numancia.
Ramon Marti Alsina.
Se tratada de un cuadro abigarrado, en el que una turba de numantinos, que mas bien
parecen sacados de algún cuadro bíblico muestran un completo catalogo de formas de suicidio y
asesinato. En primer termino un hombre barbado acaba de matar a su esposa e hijo, a la
derecha, una mujer cubierta con una gruesa túnica se dispone a hacer lo propio con su hija,
detrás otro numantino apura con ansia la copa del veneno, otros arrojan a sus hijos a la hoguera
que a sus espaldas devora la ciudad. En medio de esta orgía de muerte y destrucción, la imagen
que prevalece, la que importa es la de un pueblo dispuesto a morir antes que rendirse.
El cuadro es bastante novedoso para su tiempo, a pesar de algunos descuidos en su
ejecución. Nos llama la atención su precoz realismo, con una técnica valiente, temperamental y
deshecha, conseguida gracias a gruesas pinceladas mezcladas con un perfecto dibujo y un gran
interés por la anatomía. Destaca la perfección con la que consigue el amontonamiento de las
figuras, creando una magnífica sensación de huída. En este trabajo, Martí Alsina quiere
demostrar su dominio de la anatomía humana, la ubicación de las figuras en el espacio, el
tratamiento de los escorzos, el modelado de los ropajes y el dominio de la luz, con intensos
claroscuros con los que refuerza la intensidad dramática de la escena. El limitado colorido, en el
que abundan los tonos oscuros, se rompe con los estandartes rojos de los invasores.
El Museo de Arte Moderno de Barcelona catalogó como de Francisco Sans y Cabot,
más conocido como pintor de asuntos militares, una Numancia que parece responder a la
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descripción del cuadro de Marti Alsina 4 . La obra, más que una representación de un hecho
histórico concreto, es una alegoría histórica. Los personajes se distribuyen relativamente
desconectados unos de otros en los dos escalones de un empinado acceso a un templo romano.
La composición tiene un cierto sentido romboidal ascendente, lo que no facilita la clarificación
de la escena.
Un pintor filipino, natural de Camarines, provincia de Manila, Rafael Enríquez, lleva el
tema de Numancia a la Exposición de Bellas Artes de 1876, en cuyo catalogo no se da
explicación alguna acerca de dicho cuadro 5 , pero Rouget, el crítico de la exposición, opina que
los cuadros de historia no reúnen las condiciones:
“El arte que suele dar importancia a las Exposiciones; como el mas desarrollado de
esta época , es la pintura; y dentro de la pintura tres géneros importantes son los que
marcan el verdadero nivel; la pintura histórica, la religiosa y el desnudo. Pues bien,
preciso es confesarlo, del primero de estos géneros hay varios cuadros pero ninguno
de ellos reúne las condiciones que requiere el cuadro histórico...”
“Con estos antecedentes no es maravilla que declare mala, muy mala, esta
Exposición...” 6
Numancia. Sans y Cabot.
Pero el Honor de convertirse en la imagen real del hecho histórico estaba reservado
para el cuadro de Alejo Vera, El ultimo día de Numancia, la más celebre composición pictórica
4 Id.: 32.
5 Catalogo de la Exposición General de Bellas Artes de 1876: 19. Madrid.
6 Rouget, E. (1876): Crítica de las obras más notables que figuran en la Exposición Nacional de Bellas Arte de 1876: 1-2.
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española sobre el tema de la segunda mitad de siglo, que fue presentado a la Exposición de 1881
y que según testimonia la inscripción autógrafa que conserva al dorso, el lienzo obtuvo el éxito
reservado a aquellos pocos cuadros de historia capaces de fijar la iconografía verídica de la
historia de la Nación. Obtuvo una medalla de primera clase permutada por la Gran Cruz de
Isabel la Católica, y reproducción en grabado, el mismo año de su exposición, por La
Ilustración Española y Americana 7 .
El último día de Numancia.
Alejo Vera.
El cuadro esta ambientado en los últimos momentos de la destrucción de la ciudad,
cuando están a punto de entrar las tropas romanas, representadas a la derecha, mientras los
numantinos acaban con sus vidas, a la izquierda. Evoca una vez más el suicidio de los
numantinos y el asedio de los romanos, que supuso el fin de la independencia de España, el año
133 a.C. La composición de Alejo Vera pretende erigirse en un símbolo ejemplificador del
verdadero amor a la patria, la libertad y la independencia ante el invasor, y responde a la
recuperación de los acontecimientos más heroicos de la Antigüedad, surgida en el último cuarto
del siglo, centrada en este caso en un paisaje trascendental de la historia de España.
En el catalogo de dicha Exposición, ya nos habla de como el cuadro representa ese amor
a la independencia definida por ser español desde sus orígenes más tempranos.
“Cercados los numantinos por el ejercito de Escipión Emiliano, y hallándose después
de una tenaz y desesperada resistencia en la imposibilidad de probar nuevas salidas
ni combates con buen resultado, no teniendo otro recurso que el de rendirse a
discreción, resolvieron antes perecer e incendiar la ciudad, prefiriendo la muerte al
aprobio de la esclavitud romana.” 8
7 La Ilustración Española y Americana, 1881: 56-57.
8 Catalogo de la Exposición General de Bellas Artes de 1881:130-131. Madrid
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Muestra en primer termino un grupo de numantinos agonizantes o ya muertos, al lado
de otros que se afanan en darse muerte antes de que lleguen los romanos; estos, a la derecha
del cuadro, permanecen paralizados en un portillo de la muralla, horrorizados de las escenas
que se desarrollan ante sus ojos. Centra la composición un hombre que se acaba de apuñalar el
pecho tras matar a su esposa y a su hijo que yacen junto a él. Detrás un anciano suplica muerte
a un soldado numantino, que vuelve la cara horrorizado para no contemplar la crueldad de su
acción. Junto a él, una joven ingiere el veneno que la librara de la esclavitud romana, viéndose e
la puerta del bastión varios cadáveres. A la derecha otro numantino, al frente de un grupo de
hombres semidesnudos da cuenta de su acción al grupo de soldados romanos que, apostados
junto a las puertas de la muralla, contemplan estupefactos tan sobrecogedor espectáculo.
Figuras como el soldado muerto del extremo derecho, que se precipita hacia el primer
termino, la joven muerta con su hijo en el regazo o, sobre todo, la de su esposo que mira al cielo
exhalando su ultimo aliento, recuerdan al grupo principal del cuadro de Marti Alsina aunque
este es menos abigarrado.
El tono gris metálico, junto con la humareda que envuelve la ciudad, acentúa el
dramatismo del cuadro. En todo caso, la imagen icnográfica sigue siendo la misma de las
primeras representaciones del asunto: la exaltación de un pueblo dispuesto a sacrificar en el
altar de la patria su propia vida como prueba suprema del amor a la independencia.
Existen numerosas críticas a la obra de Vera, Ibáñez Abella, alaba esta pintura aunque a veces
se refiere a ella como demasiado académica, además denunciara en la interpretación del tema,
la ausencia de un verdadero carácter local:
“Es difícil, si no imposible, interpretar aquello de que de todos tenemos idea,
máxime cuando los tiempos han trabajado de consumo en revestir los sucesos con
quiméricos detalles. El señor Vera ha afrontado valientemente los obstáculos sin
cuento con que le brindaba la empresa acometida; pero no los ha vencido sino en
parte; no los ha salvado sino en contadas ocasiones.
Cierto que hay en entonación en su cuadro y que hay asimismo energía y buen orden
en la composición; pero no basta esto para construir la bondad de una obra artística.
En el Último día de Numancia hay rasgos felices, sentidos, inspirados; mas adolece
la falta de expresión; no tienen, y valga la frase, verdadero carácter local.
Antes que expresión enérgica y valiente de odio y desprecio hacia los invasores,
vemos en aquellos como muestras, sino de terror, de curiosidad o de extrañeza, y
que en manera alguna concuerdan con el fondo del pensamiento dominante del
asunto.
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[...] La perspectiva es notable y obedece en un todo a las reglas de los buenos
maestros. Otro tanto pudiéramos decir del colorido, acertado por punto general, sino
adoleciese también del defecto que atribuimos a cuantos estudian en Roma. El
Ultimo día de Numancia tiene algo y aun algos de pintura de tapiz, pero esto es lo de
menos, toda vez que el conjunto de la obra es notable.” 9
El Ministerio de Asuntos Exteriores conserva un modellino dibujado a gran tamaño de
este gran lienzo, enviado como anticipo de la obra definitiva, con la que guarda algunas
diferencias. Así, además de su ejecución general bastante descuidada, el soldado muerto en
primer término tiene una posición e indumentaria totalmente diferentes, variando también la
actitud del hombre barbado que se apuñala, y que en el boceto dirige su última mirada a los
cadáveres de su familia. Por otra parte el soldado que mata al anciano gira mas su torso y la
arquitectura que aparece tras ellos es diferente, asomando en el extremo izquierdo un cadáver
recostado en el muro, que aparece tumbado en el cuadro final, añadiéndose finalmente en el
último término la figura de otro numantino que no aparece en esta obra preparatoria.
Modellino de Alejo Vera.
9 Ibáñez Abellán, R. (1881): Catalogo crítico explicativo de la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1881. 28-33. Madrid.
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