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Tomás Veigas
El nombre irmandiño es el que se
daba a los miembros de las dive rsas
hermandades o confedera c i o n e s
constituidas en Galicia durante la edad
media, y especialmente a los que participaron
en la gran revuelta antiseñorial de
1 4 6 7 - 1 4 6 9 .
Se conocen diversas hermandades o
c o n f e d e raciones de irmandiños en la
Galicia medieval, motivadas por la inseguridad
endémica producida por los
enfrentamientos entre la nobleza feudal
gallega, o por la necesidad de luch a r
c o n t ra su rapacidad y sus abusos. Tres de
estas hermandades se produjeron en el s.
XII, en la turbulenta época de Diego
Gelmírez; la última de ellas coaligando
c o n t ra el prelado a burgueses y eclesiásticos
de Santiago (1116).
Diego Gelmírez se cree
que vivió entre 1065 y 1140;
fue el primer arzobispo de
Compostela, elegido en el año
1100, cinco años después de
haber sido trasladada a dich a
ciudad la antigua sede episcopal
de Iria y eximida de la
jurisdición metropolitana de
B raga por el papa Urbano II.
Gelmírez trabajó por aumentar
el esplendor de culto al apóstol Santiago y
de su iglesia; a tal fin reanudó con gra n
impulso la construcción de la basílica
románica de Compostela, que había
comenzado su predecesor Diego Pe l á e z ,
pudiendo consagrar ya en 1105 las nueve
capillas absidales y a continuación leva ntar
d crucero y construir el coro de los
canónigos.
En comunicación con la misma iglesia
Os irmandiños
El arzobispo Gelmírez
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l e vantó un gran palacio episcopal y obtuvo
a título personal la dignidad de palio.
Alfonso VI de Castilla le concedió gra n d e s
f avores, entre ellos el privilegio de acuñar
moneda en beneficio de la obra de la cated
ral, difíciles resultaron en cambio sus
relaciones con la reina Urraca, viuda ya
del conde Ramón de Borgoña, de quien
tenía un hijo de cinco o seis años (el futuro
Alfonso VII), que se hallaba bajo la tutela
y custodia del conde de Traba, Pe d r o
Fróilaz, y de Diego Gelmírez. Casada de
n u e vo Urraca con Alfonso I de Ara g ó n ,
Gelmírez y otros prelados se opusieron a
esta unión, por considerarla incestuosa a
causa del impedimento de consanguinidad
en tercer grado que ligaba a los consortes.
Por otra parte, los dos tutores del
infante, apoyándose en ciertas disposiciones
dadas por Alfonso VI, procedieron
a proclamar rey de
Galicia en la catedral compostelana
a su pupilo, quedando ellos
como regentes. Esto dio lugar a
una expedición militar del
Batallador por tierras gallegas y a
la formación de un poderoso
partido contrario al prelado,
pero se restableció pronto la paz,
mediante una concordia. No le faltaron
tampoco enemigos en su propia diócesis,
como lo manifiestan dos revo l u c i o n e s
populares que se produjeron en Santiago,
una en 1117 y otra en los últimos años de
su vida, por exigir los burgueses cierta
autonomía e intervención en los cargos de
a d m i n i s t rac ión del municipio. Deseoso de
obtener para su sede el rango de metropolitana
hizo algunas gestiones en tiempo del
papa Pascual II, e insistió más tarde en