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Prohibiciones a los rlbereilos.
Alteraciones perJudl-
Cllales;facultadesparacorreglrlas.
Obras para
aguas.
Aguas surgentes.
Aguas pluviales.
606· LIBRO IV, SECCIÓN nr, TÍTULO v
1673. Se prohibe a los ribereños alterar la corriente na.
tural o el cauce, o efectuar derivaciones sin permiso de la
autoridad.
En los ríos navegables queda vedado el uso de las aguas,
que estorbe o perjudique el tránsito fluvial.
1674. Si las aguas se estancaran, corrieren más lentas
o impetuosas, o torcieren su curso natural, los ribereños. a
quienes tales alteraciones perjudiquen, podrán remover los
obstáculos, construir obras defensivas, o reparar las destruídas,
con el fin de restablecer el estado anterior.
Cuando las alteraciones fueren motivadas por caso fortuito,
o fuerza mayor, corresponderán al Estado o provincia
los gastos necesarios, pero éstos serán a cargo del ribereño
culpable, que hubiere hecho obra perjudicial, o destruído defensas,
sin perjuicio de la indemnización del daño.
1675. Ni con licencia del Estado Nacional o provincial,
podrán los ribereños extender sus diques de represas, más
allá del medio del río o arroyo.
Tampoco les será permitido, sin el consentimiento de los
otros, represar las aguas de los ríos o arroyos, de manera que
las alcen fuera de los límites de su propiedad, hagan más
profundo el cauce en el curso superior, o inunden los terrenos
inferiores; ni detenerlas de manera que los vecinos queden
privados de ellas.
1576. Los dueños de los terrenos, en los cuales surjan
aguas, podrán usar libremente de ellas y cambiar su dirccción
natural, sin que el hecho de correr por los fundos inferiores
acuerde a los propietarios de éstos, derecho alguno.
Cuando sean aguas que corran naturalmente, pertenecen
al dominio público, y el dueño no podrá cambiar su dirección.
Le será permitido, sin embargo, usar de tales aguas para las
necesidades de su heredad.
1677. Las aguas pluviales pertenecen a los dueños de
las heredades donde cayeren, o donde entraren, y les será li­
IJI'edisponer de las mismas o desviarlas, en detrimento de los
terrenos inferiores.
Todos pueden reunir las aguas pluviales que caigan o
r-orran en lugares públicos, aunque sea desviando su curso
natural, sin que los vecinos puedan alegar ningún derecho
sobre ellas.