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14 LIBRO 1, SECCiÓN 11, TÍTULO 111
nes áridas o semi-áridas en las que la agricultura, la industria
y aun el establecimiento de las poblaciones se encuentran
en una dependencia tiránica respecto del agua. La
constitución de esas napas, independientes de las divisiones
artificiales del dominio, así como el peligro de que ellas se
inficionen, o sean abusivamente captadas en perjuicio de
los fundos vecinos, significan otros tantos puntos de vista
que inclinarían también a colocar en primer término los derechos
del Estado, sin perjuicio de los correlativos que
pudieron concederse en cuanto al uso y goce de ellas al dueño
del suelo.
El problema, sin embargo, presenta serias dificultades,
porque sería menester arbitrar los medios para que los indudables
derechos que corresponden a los propietarios en
las medidas de sus respectivas necesidades, no se vieran obstaculizados
por una ingerencia arbitraria de los poderes públicos.
Y si a ello se agrega el inconveniente de aplicar los
mismos principios a regiones distintas, se encuentra justificado
que hayamos creído preferible dejar a una ley especial
el estudio de las reglas flexibles que la materia requiere,
mas aun cuando el asunto se complica teniendo en cuenta
que las investigaciones geológicas y las numerosas perforaciones
realizadas en las distintas zonas del país, han puesto
de relieve las diferencias de las cuencas artesianas, en lo
que a la profundidad, cantidad y calidad de las aguas Se
refiere.
Por todo ello nos hemos limitado a consignar en este
y otros títulos del Proyecto, los casos en que las aguas
subterráneas pueden considerarse propiedad privada de los
dueños de los terrenos, y las excepciones que era necesario
establecer, fundadas en {>I interés público.
TITULO III
Del bien de familia
Las reglas que abarca este epígrafe han sido inspiradas
en el proyecto de ley puhlicado por el Dr. Juan Alvarez en