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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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JOAQUÍN BALAGUER | EL CENTINELA DE LA FRONTERA<br />

<strong>de</strong> ese puesto a su subordinado, la forma en que <strong>de</strong>bían ser conducidas las operaciones<br />

para aprovechar las ventajas <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n estratégico que ofrecía el terreno para una acción<br />

<strong>de</strong>cisiva.<br />

La fama <strong>de</strong> Santana como hombre <strong>de</strong> armas fue una invención <strong>de</strong> Buenaventura Báez,<br />

autor <strong>de</strong>l título que le otorgó el Congreso el 6 <strong>de</strong> julio <strong>de</strong> 1849 como “Libertador <strong>de</strong> la Patria”.<br />

Pero el propio Buenaventura Báez, al romperse la alianza formada por esos dos hombres<br />

igualmente ambiciosos para alternarse en el mando, se encargó <strong>de</strong> <strong>de</strong>senmascarar el mito<br />

admitiendo que el Congreso se excedió cuando recompensó a Santana con semejante título<br />

por “sus brevísimos días <strong>de</strong> servicio activo en el ejército en campaña” y por su “simple<br />

asistencia a dos combates”. Según Báez, cuyo juicio en este caso tiene un indiscutible valor<br />

histórico aunque haya sido inspirado a su autor por un interés ban<strong>de</strong>rizo, los títulos que<br />

alcanzó Santana <strong>de</strong>bieron otorgarse con mayor espíritu <strong>de</strong> justicia a otros héroes que se<br />

consagraron con más <strong>de</strong>voción a la causa nacional y a quienes “empobrecieron la revolución<br />

y largas y constantes campañas”, sin haber jamás recibido recompensa alguna <strong>de</strong> sus<br />

conciudadanos 29 .<br />

Fue Antonio Duvergé el verda<strong>de</strong>ro caudillo militar <strong>de</strong> la In<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia. Su figura, en<br />

contraste con la <strong>de</strong> Santana, encarna al héroe en toda su jerarquía representativa y simbólica.<br />

Fue él el tipo <strong>de</strong>l héroe perfecto, <strong>de</strong>l héroe sin lunares, sin sombras, sin errores. Del charco <strong>de</strong><br />

sangre en que se fraguó la República, su figura emerge limpia como una enseña inmaculada.<br />

Es el Sucre dominicano, el soldado mo<strong>de</strong>sto y sin ambiciones que está siempre presente en<br />

la hora <strong>de</strong>l sacrificio, pero que no comparece en el momento en que los héroes bajan <strong>de</strong> su<br />

Olimpo para sumergirse en el barro en que se nutren las concupiscencias humanas.<br />

II<br />

La figura <strong>de</strong> Santana está llena <strong>de</strong> borrones y manchada <strong>de</strong> estigmas abominables. Los<br />

acontecimientos lo pusieron fatalmente en el trance <strong>de</strong> llenar el camino <strong>de</strong> su ambición <strong>de</strong><br />

patíbulos, y <strong>de</strong> patíbulos en que corrió sangre <strong>de</strong> próceres, llevados al último suplicio por<br />

razones políticas y no por fines excusables en nombre <strong>de</strong>l interés público o <strong>de</strong> las conveniencias<br />

sociales. Sus excesos <strong>de</strong> crueldad lo convierten en la figura más odiosa <strong>de</strong> la historia<br />

dominicana. La saña con que persiguió a los Padres <strong>de</strong> la Patria, el odio injusto con que sacrificó<br />

a Duvergé y a su familia, la falsa razón <strong>de</strong> Estado que invocó para extinguir a Martín<br />

<strong>de</strong> Vargas y a todas las figuras sobresalientes <strong>de</strong> esa casta insigne <strong>de</strong> soldados, la alevosía<br />

con que eliminó a Aniceto Freites 30 y a tantas otras víctimas <strong>de</strong> su enemistad rencorosa, son<br />

actos <strong>de</strong> incalificable ferocidad que hacen su memoria ingrata hasta la repugnancia. En los<br />

héroes más bárbaros hay siempre algún rasgo <strong>de</strong> humanidad. Pero en Santana, que tenía<br />

el alma <strong>de</strong> un tártaro, no se <strong>de</strong>scubre un solo gesto que sea capaz <strong>de</strong> reconciliarnos con<br />

su carácter árido y con su conciencia <strong>de</strong>pravada. El puntapié con que injurió el cuerpo ya<br />

exámine <strong>de</strong> Duvergé, lo pinta como a un ser monstruoso en quien la impulsión biológica<br />

<strong>de</strong>semboca en manifestaciones totalmente primarias. Esa actitud procaz no difiere <strong>de</strong> la<br />

exhibición <strong>de</strong> crueldad inútil que hizo Ramón Santana, padre <strong>de</strong>l dictador, cuando se lanzó<br />

sobre el cadáver <strong>de</strong> Ferrand y le cortó la cabeza sin respeto alguno al infortunio <strong>de</strong> aquel<br />

29 Véase José Gabriel García (ob. cit., tomo III, págs. 107-8).<br />

30 Aniceto Freites fue uno <strong>de</strong> los que en el Congreso <strong>de</strong> 1854 tildaron a la administración <strong>de</strong> Santana <strong>de</strong> infi<strong>de</strong>lidad<br />

en el manejo <strong>de</strong> los fondos <strong>de</strong>l Estado. El 22 <strong>de</strong> septiembre <strong>de</strong> 1855, invocando pretextos fútiles, Santana lo hizo pasar<br />

por las armas. El reo, quien se hallaba postrado por graves quebrantos físicos, fue llevado en una silla al cadalso.<br />

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