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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES<br />

EL SOLDADO<br />

El héroe a caballo<br />

El 16 <strong>de</strong> julio <strong>de</strong> 1838 se encien<strong>de</strong> una luz en las tinieblas que envuelven al pueblo dominicano.<br />

Juan Pablo Duarte, asociado a un grupo <strong>de</strong> jóvenes i<strong>de</strong>alistas, funda ese día la<br />

sociedad patriótica “La Trinitaria”, ara patricia <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la cual la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia<br />

<strong>de</strong>bía ser intransigentemente sostenida como una enseña inmaculada.<br />

El viejo i<strong>de</strong>al <strong>de</strong> la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia nacional había sido hasta entonces concebido <strong>de</strong> una<br />

manera incompleta. Los pre<strong>de</strong>cesores <strong>de</strong> Duarte, o bien abogaban, como el Arzobispo Valera<br />

y Juan Vicente Moscoso, por el simple retorno al coloniaje español, o bien se transaban, como<br />

Núñez <strong>de</strong> Cáceres, por un pacto <strong>de</strong> alianza o <strong>de</strong> confe<strong>de</strong>ración con los países que en el Sur<br />

<strong>de</strong>l continente representaban la máxima expresión <strong>de</strong> la libertad americana. Pero ahora la<br />

misma aspiración retoña con mayor energía y con mayor pureza: con Duarte nace, pues, el<br />

sentimiento nacional concretado en el principio <strong>de</strong> la soberanía absoluta.<br />

Duvergé, retraído en los campos <strong>de</strong>l Sur, no participa <strong>de</strong> los conciliábulos revolucionarios<br />

<strong>de</strong> Duarte y sus discípulos. Pero era <strong>de</strong> los que veían estallar en el ambiente las primeras<br />

chispas <strong>de</strong>l incendio y <strong>de</strong> los que se preparaban clan<strong>de</strong>stinamente para la guerra. Su actividad<br />

patriótica se <strong>de</strong>sarrolla calladamente, pero sin tregua. Sus contactos frecuentes con los<br />

hombres más influyentes <strong>de</strong> las zonas que visita le permiten palpar el estado <strong>de</strong> los ánimos.<br />

Cuando no pasa cortas temporadas en Azua, viaja casi continuamente entre San Cristóbal<br />

y las más remotas poblaciones <strong>de</strong> la banda fronteriza. Esta vida nómada, a la que parece<br />

arrastrado por las azarosas circunstancias en que vino al mundo, es la que más se aviene<br />

entonces a su estado espiritual y a su zozobra nacionalista alimentada no sólo por su odio<br />

creciente a los usurpadores sino también por la conciencia que tiene <strong>de</strong> su propia fuerza y<br />

<strong>de</strong> su propia aptitud para <strong>de</strong>sarrollar en el campo <strong>de</strong> la acción energías insospechadas.<br />

A lomo <strong>de</strong> mula recorre año tras año las vastas soleda<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l Sur, y su figura, <strong>de</strong>stinada<br />

a ser pronto legendaria, se hace popular entre los pobladores <strong>de</strong> aquellas zonas áridas en<br />

que escasean las viviendas, pero don<strong>de</strong> cuenta con amigos y confi<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> sus sueños <strong>de</strong><br />

patriota que espera con ansiedad el día en que el pueblo se levante para sacudir el vasallaje.<br />

Duvergé vive entonces a caballo. Durante años enteros transita entre Baní y San José <strong>de</strong><br />

Ocoa, y entre Las Matas <strong>de</strong> Farfán y las orillas <strong>de</strong>l Vía. Para sus largas travesías por el Sur,<br />

usa preferentemente una mula, el animal más apropiado por su resistencia y su frugalidad<br />

para tales marchas al través <strong>de</strong> predios inhóspitos castigados por el sol y <strong>de</strong>sprovistos casi<br />

totalmente <strong>de</strong> agua.<br />

Cuando suena el trabucazo <strong>de</strong> Mella en la Puerta <strong>de</strong> la Misericordia, en la noche <strong>de</strong>l 27<br />

<strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 1844, Duvergé recibe los ecos <strong>de</strong> ese estampido heroico en el centro <strong>de</strong>l alma.<br />

Probablemente ningún otro dominicano sintió más hondamente sacudidas sus fibras <strong>de</strong><br />

patriota que este viajero incansable a quien el Sur, con sus secos páramos y sus soleda<strong>de</strong>s<br />

hurañas, había enseñado a ser libre antes <strong>de</strong> que la nacionalidad naciera acuñada por el<br />

i<strong>de</strong>alismo <strong>de</strong> unas cuantas conciencias exaltadas.<br />

Señor <strong>de</strong>l sur<br />

La asombrosa carrera militar <strong>de</strong> Duvergé se inicia tras el golpe <strong>de</strong>l 27 <strong>de</strong> febrero. Tan<br />

pronto se enteró <strong>de</strong>l estallido <strong>de</strong> la revolución separatista, se trasladó a Santo Domingo <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

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