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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES<br />

el sacrificio por él pedido, y que todos los bienes que <strong>de</strong>jó Juan José Duarte se entregarían<br />

inmediatamente para hacer posible, según sus <strong>de</strong>seos, el movimiento revolucionario. El<br />

mismo día recibió también cartas <strong>de</strong> su hermano Vicente Celestino y <strong>de</strong> algunos <strong>de</strong> sus<br />

partidarios más fervorosos. Todas estas comunicaciones respiraban optimismo, y en ellas<br />

se traslucía un entusiasmo incontenible por la proximidad <strong>de</strong>l momento en que estallaría<br />

la revuelta. Para calmar las ansias <strong>de</strong>l proscripto, doña Manuela Diez le anunciaba que un<br />

buque costeado por la familia, iría en su busca antes <strong>de</strong> que la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia fuese proclamada.<br />

Des<strong>de</strong> aquel día, Duarte, acompañado <strong>de</strong> Pina y <strong>de</strong> Juan Isidro Pérez, no se apartaba<br />

<strong>de</strong>l muelle <strong>de</strong> Curazao, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> don<strong>de</strong> oteaba sin cesar el horizonte en la dirección en que<br />

<strong>de</strong>bía llegar el barco <strong>de</strong>seado.<br />

El seis <strong>de</strong> marzo, los tres próceres alcanzaron a ver, al fin, en alta mar, un barco <strong>de</strong> vela<br />

que lucía en el mástil un pabellón para ellos bien conocido: era aquélla una insignia nunca<br />

vista en aquel puerto, centro <strong>de</strong> una constante actividad comercial, adon<strong>de</strong> acudían naves<br />

proce<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> todos los países <strong>de</strong>l mundo. Cuando el barco atracó al muelle, Duarte, poseído<br />

<strong>de</strong> alegría frenética, saltó ágilmente sobre cubierta y se arrojó en brazos <strong>de</strong> Juan Nepomuceno<br />

Ravelo. El corazón <strong>de</strong>l caudillo separatista latió con más violencia que nunca al abrir el sobre<br />

<strong>de</strong> la carta en que la Junta Central Gubernativa le <strong>de</strong>cía lo siguiente:<br />

“El día 27 <strong>de</strong> febrero último llevamos al cabo nuestros proyectos. Triunfó la causa <strong>de</strong><br />

nuestra separación con la capitulación <strong>de</strong> Desgrotte y <strong>de</strong> todo su Distrito. Azua y Santiago<br />

<strong>de</strong>ben a esta hora haberse pronunciado. El amigo Ravelo, portador <strong>de</strong> la presente, les dará<br />

amplios <strong>de</strong>talles <strong>de</strong> lo sucedido, y les informará <strong>de</strong> lo necesario que son el armamento y los<br />

pertrechos. Regresen tan pronto como sea posible, para tener el honor y el impon<strong>de</strong>rable<br />

gusto <strong>de</strong> abrazarnos; y no <strong>de</strong>jen <strong>de</strong> traer el armamento y los pertrechos, pues los necesitamos<br />

por temor a una invasión”.<br />

La escena que luego se <strong>de</strong>sarrolló entre los próceres, sobre la cubierta <strong>de</strong> la goleta “Leonora”,<br />

fue <strong>de</strong> una emotividad inenarrable: toda la tripulación se aglomeró en torno a los proscriptos,<br />

y Duarte, el más alegre <strong>de</strong> todos, conoció aquel día la felicidad, una felicidad semejante<br />

al gozo que inva<strong>de</strong> el corazón <strong>de</strong>l hombre cuando le anuncian el nacimiento <strong>de</strong> un hijo. Los<br />

amigos que los <strong>de</strong>sterrados habían hecho en Curazao, se unieron al regocijo <strong>de</strong> los patriotas<br />

dominicanos y las autorida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la colonia, informadas <strong>de</strong>l arribo <strong>de</strong>l buque, empavesado<br />

con una ban<strong>de</strong>ra en cuyo centro lucía una cruz blanca, hicieron <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquel momento objeto<br />

<strong>de</strong> manifestaciones <strong>de</strong> calurosa simpatía al joven apóstol, a quien todos los recién llegados<br />

aclamaban como al fundador <strong>de</strong> la nueva república que acababa <strong>de</strong> nacer en la cuenca antillana.<br />

Bajo la tolerancia amistosa <strong>de</strong> la policía insular, Duarte se <strong>de</strong>dicó en los días siguientes<br />

a reunir las armas y pertrechos que la Junta Central Gubernativa reclamaba con urgencia, y<br />

en la noche <strong>de</strong>l catorce <strong>de</strong> marzo arribó en la goleta “Leonora” al Puerto <strong>de</strong>l Ozama.<br />

La ciudad <strong>de</strong> Santo Domingo esperaba ansiosamente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacía varios días la llegada<br />

<strong>de</strong>l iniciador <strong>de</strong>l movimiento separatista. Varios miembros <strong>de</strong> la Junta Central Gubernativa<br />

habían ofrecido un valioso obsequio al primero que avistara en el horizonte el navío. Algunas<br />

personas, entre ellas un lobo <strong>de</strong> mar a quien se daba popularmente el nombre <strong>de</strong> “Pedro<br />

el Vigía”, velaban a toda hora <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las atalayas <strong>de</strong>l Puerto <strong>de</strong>l Ozama. La circunstancia<br />

<strong>de</strong> haber entrado el buque en la ría <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la medianoche, dio lugar a que el arribo se<br />

efectuara en silencio. Los tres proscriptos quisieron saltar en seguida al muelle para dirigirse<br />

a sus hogares. Pero el capitán <strong>de</strong> la “Leonora”, el ilustre marino Juan Alejandro Acosta,<br />

pidió a los viajeros que permanecieran a bordo hasta el siguiente día porque su <strong>de</strong>ber era<br />

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