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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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HERIBERTO PIETER | AUTOBIOGRAFÍA<br />

no fue lo usual. Cinco días <strong>de</strong>spués dos amigos <strong>de</strong> los recién casados vinieron a buscarme.<br />

Cuando llegué al flamante bohío encontré allí no una luna <strong>de</strong> miel, sino <strong>de</strong> hiel. El marido<br />

sufría <strong>de</strong> tétanos fulminante. Emití un pronóstico sombrío. El sujeto murió <strong>de</strong>spués, en<br />

horrible agonía. No bien lo acomodaron en el ataúd, llevaron su caballo lejos <strong>de</strong>l velorio i<br />

lo ejecutaron con un solo machetazo en la cerviz.<br />

Pero el empeño más patriótico que he realizado en toda mi vida se <strong>de</strong>sarrolló en los<br />

siguientes episodios: Bajo el mayor secreto, yo enviaba remedios a mis compatriotas que<br />

en la Loma Azul i en otras rejiones <strong>de</strong>l Cibao luchaban contra los yanquis. Así pu<strong>de</strong> salvar<br />

la vida <strong>de</strong> mi amigo Luquita Camilo i <strong>de</strong> otros combatientes. Una noche, mui nublada, mi<br />

compadre el Licdo. Luis F. Mejía i Virjilio Trujillo llevaron a mi casa un hombre disfrazado<br />

<strong>de</strong> mujer para que le curara unas extensas quemaduras en el pecho i en el vientre. Ese sujeto<br />

era el famoso Cayo Báez, víctima <strong>de</strong> Bacalow i <strong>de</strong>l Capitán César Lora, quienes lo habían<br />

torturado con machetes incan<strong>de</strong>scentes i otras atroces malda<strong>de</strong>s. Asistí a ese corajudo<br />

patriota, le di <strong>de</strong> comer i enseguida fui a buscar a mi vecino, el Licdo. Carlos F. <strong>de</strong> Moya,<br />

para que me ayudara a fotografiar las quemaduras <strong>de</strong> ese infeliz. Estuvimos trabajando<br />

hasta un poco antes <strong>de</strong> la madrugada. Los mismos que me trajeron a Cayo se lo llevaron<br />

hasta que lo entregaron a quienes los esperaban escondidos <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> unos matorrales a<br />

orillas <strong>de</strong>l río Jaya. En noches sucesivas a esa corajuda empresa, Moya i yo imprimimos<br />

centenares <strong>de</strong> tarjetas postales que <strong>de</strong>scribían las espantosas lesiones <strong>de</strong>l pobre Cayo Báez.<br />

Esas pruebas fueron enviadas a la Capital i con ellas se reforzó la intensa propaganda que<br />

en el mundo entero se <strong>de</strong>mostró la calidad <strong>de</strong> los suplicios que sufría nuestro país bajo la<br />

potencia <strong>de</strong> quienes <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacía cuatro años, nos estaban martirizando. Gracias a la labor<br />

<strong>de</strong>sarrollada en el exterior por un grupo <strong>de</strong> patriotas encabezados por el Dr. Francisco<br />

(Pancho) Henríquez i Carvajal, las fuerzas <strong>de</strong> la ocupación americanas abandonaron la<br />

República.<br />

A pesar <strong>de</strong> tantas bregas profesionales i otras no menos forzosas, no olvidé mi vieja<br />

<strong>de</strong>dicación, la literatura. Aris Azar, Adán Aguilar, Pablo Pichardo me acompañaban en<br />

ese frecuente, <strong>de</strong>licioso i fructífero pasatiempo. En la librería <strong>de</strong>l Prof. Aguilar leíamos i<br />

discutíamos nuestros escritos. Allí nació nuestra pretenciosa revista literaria Alpha, <strong>de</strong> escasa<br />

circulación.<br />

A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> esa distracción, mi empe<strong>de</strong>rnida afición a la fotografía hacía progreso tanto<br />

<strong>de</strong>l lado artístico como científico. Aproveché la ocasión <strong>de</strong> una feria rejional celebrada en<br />

Santiago <strong>de</strong> los Caballeros para exponer allí mis producciones. Exhibí placas positivas, en<br />

colores, las primeras ejecutadas en nuestro país. Inventé un método para revelarlas, cuya<br />

fórmula i modus operandi todavía envejece en mi archivo. También expuse positivos en<br />

concursos <strong>de</strong> Francia, <strong>de</strong> los EE. UU. <strong>de</strong> América i en Dinamarca. Todavía conservo un<br />

libro <strong>de</strong> arte fotográfico con el cual me adjudicaron un premio en un concurso celebrado en<br />

Boston. La fotomicrografía médica i el bromoil, <strong>de</strong> cuyas pruebas poseo algunas, también<br />

ocupaban mis solaces domingueros o nocturnos.<br />

I para llenar algún vacío en mis activida<strong>de</strong>s accedí a ruegos <strong>de</strong> mi querido amigo el Dr.<br />

Perrot para montar un apiario mo<strong>de</strong>rno, científico, más bien con el propósito <strong>de</strong> estudiar la<br />

biolojía i labores <strong>de</strong> las abejas, no para obtener ventaja comercial. Esa, para nosotros nueva<br />

afición, la practicábamos a pocos pasos <strong>de</strong> la Estación <strong>de</strong>l ferrocarril <strong>de</strong> San Fco. <strong>de</strong> Macorís.<br />

Cuando sucedían combates entre bolos y coludos esas trifulcas nos impedían gozar el placer<br />

<strong>de</strong> manejar nuestras colmenas.<br />

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