23.04.2013 Views

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES<br />

ni tuvo nunca en cuenta los sufrimientos <strong>de</strong> los suyos. ¿Cómo iba a pensar en el <strong>de</strong>stino <strong>de</strong><br />

los seres amados cuando ante sus ojos estaba a toda hora presente una realidad más vasta<br />

e incomparablemente más apremiante y angustiosa?<br />

Pero ahora la carta que ha recibido, bañada por las lágrimas <strong>de</strong> su madre incontrolable<br />

y <strong>de</strong> sus pobres hermanas, <strong>de</strong>spierta súbitamente su corazón a la realidad <strong>de</strong> un cariño más<br />

tierno y <strong>de</strong> un afecto más humano. Lee varias veces aquella carta y ve reflejada en cada una<br />

<strong>de</strong> sus líneas la pena <strong>de</strong> la mujer que lo llevó en sus brazos y que por primera vez confiesa<br />

su dolor y habla con amargura <strong>de</strong> la vida. Allí están también presentes los suspiros <strong>de</strong> sus<br />

hermanas huérfanas que parecen pedir apoyo con palabras que bajo su mansedumbre melancólica<br />

y bajo su dulce resignación insinúan tímidamente un reclamo.<br />

Esos renglones, todavía húmedos, atraviesan como espadas inexorables el corazón <strong>de</strong>l<br />

proscripto. ¿Tenía acaso él el <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> comprometer el porvenir <strong>de</strong> aquellos seres inocentes?<br />

¿No había sido en gran parte a causa <strong>de</strong> su locura <strong>de</strong> soñador que se habían acortado<br />

los días <strong>de</strong>l padre enfermo y anciano? ¿No podía acusarse a sí mismo <strong>de</strong> ingratitud por no<br />

haber siquiera reparado, en medio <strong>de</strong> su embriaguez patriótica, que las preocupaciones que<br />

sus activida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> conspirador habían llevado al hogar eran uno <strong>de</strong> los motivos <strong>de</strong> que la<br />

salud <strong>de</strong> su padre fuese cada vez más precaria?<br />

Todos estos pensamientos sombríos se presentaban por primera vez a su imaginación<br />

afiebrada. Pero quizá había tiempo <strong>de</strong> enmendarse y <strong>de</strong> correr con una palabra <strong>de</strong> arrepentimiento<br />

al hogar enlutado. Con su propio esfuerzo y con el crédito heredado <strong>de</strong> su<br />

progenitor, hombre integérrimo que <strong>de</strong>jaba tras sí una memoria intachable, podía levantar<br />

<strong>de</strong> nuevo el almacén <strong>de</strong> la calle <strong>de</strong> “La Atarazana”. Sus ambiciones patrióticas ¿no eran<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> todo sino vanas quimeras que sólo habían conquistado el fervor <strong>de</strong> un grupo<br />

<strong>de</strong> elegidos? ¿Cuál es el premio que los hombres reservan a sus gran<strong>de</strong>s re<strong>de</strong>ntores? Tras<br />

cada cruzada por el bien ajeno ¿no hay siempre una higuera maldita que se niega a dar<br />

frutos o que se cubre <strong>de</strong> hojas venenosas? ¿La historia no le había enseñado esas verda<strong>de</strong>s<br />

amargas que en la vida <strong>de</strong> todos los gran<strong>de</strong>s hombres suelen aparecer como experiencias<br />

cotidianas?<br />

Aquella carta, recibida en el <strong>de</strong>stierro, era como un acta <strong>de</strong> acusación para el iluso. El<br />

mismo hecho <strong>de</strong> que su madre y sus hermanas no hubieran allí insinuado siquiera una<br />

palabra <strong>de</strong> <strong>de</strong>saprobación a su actitud, un reproche a su alejamiento y a su abandono, hacía<br />

la misiva más punzante y más dura. Esa resignación verda<strong>de</strong>ramente cristiana, esa ternura<br />

infinita que no osaba traducirse en recriminaciones y que se <strong>de</strong>sgranaba como una mazorca<br />

<strong>de</strong> perdón en la carta todavía húmeda, merecían una respuesta capaz <strong>de</strong> llevar el consuelo<br />

a aquellas almas injustamente heridas.<br />

Las espinas <strong>de</strong> esas vacilaciones atravesaron durante algunos días el corazón <strong>de</strong> Duarte.<br />

¿Qué hombre, por extraordinario que fuese, no las hubiera también sentido? Piénsese<br />

sólo en la fuerza inconcebible que tuvo que alcanzar esa tempestad en el pecho amoroso<br />

<strong>de</strong> este visionario que parecía nacido para sentir los golpes más débiles en su naturaleza<br />

apasionada.<br />

Por espacio <strong>de</strong> algunas semanas Duarte permanece anonadado. Pero su patriotismo,<br />

purificado por el dolor, sale <strong>de</strong> aquella prueba más fuerte, más cristalino, más po<strong>de</strong>roso.<br />

Lector asiduo <strong>de</strong> la Biblia, en cuyas páginas <strong>de</strong>scansa todas las noches su pensamiento que<br />

se apoya en la fe como la yedra en el muro, recuerda aquel pasaje don<strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los Evangelistas<br />

refiere que Jesús, <strong>de</strong>vuelto a su patria <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stierro <strong>de</strong> Egipto, <strong>de</strong>saparece<br />

846

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!