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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES Soublette, a la sazón presidente de Venezuela, con el fin de solicitar su concurso en favor de la independencia dominicana. Una distinguida dama dominicana residente en Caracas, la señora doña María Ruiz, se prestó a servirle de intermediaria, y gracias a ella se le franquearon rápidamente las puertas presidenciales. Soublette lo recibió con gran cortesanía y con afabilidad exquisita. Elogió la cruzada emprendida por Duarte y le ofreció la cooperación de su gobierno en armas y en dinero. Cuando salió del despacho del mandatario, el gran idealista sintió avivada su esperanza y bendijo la mano providencial que lo había conducido, al través de innúmeras vicisitudes, a tierras venezolanas. Pasaron varios días sin recibir noticias de los dos agentes enviados desde principios de septiembre a Curazao. La incomunicación en que permanecía Duarte del país era absoluta. Todos los mensajes que se le enviaban desde Santo Domingo, o los que Pina y Juan Isidro Pérez remitían desde Curazao, eran interceptados por los enemigos de la independencia que obraban de concierto con las autoridades haitianas. Duarte decidió entonces enviar a su sobrino Enrique y al señor Juan José Blonda al Puerto de La Guaira en busca de noticias. El primero de octubre salieron de Caracas los dos comisionados. Pero sólo dos meses después, el 30 de noviembre de 1843, recibe el caudillo las primeras comunicaciones procedentes de Santo Domingo y Curazao. Por conducto del señor Buenaventura Freites, uno de los muchos venezolanos que se adhirieron de corazón a la causa dominicana, recibió la siguiente carta de Pedro Alejandrino Pina: “Curazao, 27 de noviembre de 1843. Sr. Juan Pablo Duarte. Muy estimado amigo: Por las cartas que el amigo Freites le lleva y que yo y nuestro muy estimado Pérez tuvimos la satisfacción de abrir, validos de la confianza que mutuamente nos hemos dispensado, como también de la seguridad que teníamos de que entre ellas venían cartas para nosotros, por estas cartas, repito, verá usted lo que ha progresado el partido duartista que recibe vida y movimiento de aquel patriota excelente, del moderado, fiel y valeroso Sánchez, a quien creíamos en la tumba. Ramón Contreras es un nuevo cabeza de partido, también duartista. El de los afrancesados se ha debilitado de tal modo que sólo los Alfau y los Delgado permanecen en él; los otros partidarios, unos se han entregado al nuestro y los demás están en la indiferencia. El partido reinante le espera como general en jefe para dar principio a su grande y glorioso movimiento revolucionario que ha de dar la felicidad al pueblo dominicano. Hágase acreedor a la confianza que depositan en usted. Le esperamos por momentos; Pérez y yo conservamos intacto el dinero de nuestro pasaje, favor del señor Castillo. De suerte es que puede contar con dos onzas. Su familia está desesperada con las amenazas que sufre y con la enfermedad de don Juan: si este pobre anciano no puede recobrar la salud, démosle al menos el gusto de que vea antes de cerrar sus ojos que hemos coadyuvado de todos modos a darle la salud a la patria. El portador le instruirá de todo verbalmente. Un duartista: Pedro Alejandrino Pina”. La carta de Pina reflejaba la situación del país al través de los informes recibidos de labios de viajeros llegados a Curazao. Las noticias traídas a su vez por Buenaventura Freites, le dieron a Duarte la sensación de que su obra no había perecido con la ausencia y de que manos fraternales velaban en la patria oprimida porque el ideal que dejó sembrado al partir no se extinguiera. El prócer supo por su informante que Sánchez, a quien creía en la tumba, trabajaba activamente desde su escondite en favor de la revolución separatista, y que José Joaquín Puello y su hermano Vicente Celestino Duarte, apoyados principalmente por la juventud y con la cooperación de don Tomás Bobadilla, quien había decidido abandonar a los nuevos amos de la situación para incorporarse al núcleo de los partidarios de la independencia, eran a la sazón 842

JOAQUÍN BALAGUER | EL CRISTO DE LA LIBERTAD el centro del movimiento revolucionario. Juntamente con estas buenas noticias, llegaban otras desconsoladoras a atormentar el corazón del proscripto: el partido de los afrancesados había adquirido nuevamente vigor y utilizaba al cónsul de Francia, André Nicolás Levasseur, para negociar la separación de las dos partes de la isla sobre la base de un protectorado. Duarte, colocado entre esas informaciones antagónicas, comprendió que la necesidad de apresurar la revolución era ya imperiosa. Por una parte, era preciso sorprender al ejército de ocupación en el momento mismo en que creía el movimiento definitivamente debelado, y, por otra parte, urgía adelantarse a los planes de los anexionistas que trabajaban en favor de una patria semiesclavizada. Pero ¿dónde obtener los recursos indispensables? ¿Dónde encontrar pólvora para fabricar los cartuchos y unas cuantas docenas de fusiles para asaltar la fortaleza o para oponerse a las primeras acometidas de los invasores? Cuando se hallaba asaltado por estas zozobras, y sumergido en un mar de dudas y de cavilaciones, recibió Duarte inesperadamente en su destierro de Caracas la visita de un antiguo compañero de esfuerzos revolucionarios: Ramón Hernández Chávez, extranjero que simpatizaba ardientemente con la causa de la independencia nacional, y a quien Charles Herard había hecho salir de Santo Domingo por su actitud desfavorable a los usurpadores. Su expulsión se debió tal vez a Manuel Joaquín del Monte, colaborador entusiasta del dictador haitiano, y fue la revancha con que el astuto político cobró a Hernández Chávez la siguiente sátira, una de las más crueles de cuantas se popularizaron a raíz de la guerra literaria que después de la reforma se desencadenó entre los partidarios de la independencia y los haitianizados: Del monte en la oscuridad se oculta el tigre feroz, y su condición atroz sacia con impunidad. Allí su horrible maldad ejerce ya sin temor, saboreando con dulzor la víctima que divide; pero es preciso no olvide que no falta un cazador. Hernández Chávez entregó a Duarte una carta en que su hermano Vicente Celestino y Francisco del Rosario Sánchez le describían la situación del país y le hablaban con entusiasmo de sus actividades revolucionarias. El 8 de diciembre, un nuevo mensajero, el señor Buenaventura Freites, puso en sus manos la siguiente carta de Sánchez y de Vicente Celestino: “Juan Pablo: Con el señor José Ramón Hernández Chávez te escribimos imponiéndote del estado político de la ciudad y de la necesidad que tenemos de que nos proporciones auxilios para el triunfo de nuestra causa; ahora aprovechamos la ocasión del señor Buenaventura Freites para repetirte lo que en otras te decíamos, por si no han llegado a tus manos. “Después de tu salida todas las circunstancias han sido favorables; de modo que sólo nos ha faltado combinación para haber dado el golpe: a esta fecha, los negocios están en el mismo estado en que tú los dejaste, por lo que te pedimos, así sea a costa de una estrella del cielo, los efectos siguientes: 2,000 ó 1,000, ó 500 fusiles, a lo menos; 4,000 cartuchos; 2 y medio ó 3 quintales de plomo; 500 lanzas, o las que puedas conseguir. En conclusión; lo esencial es un 843

COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES<br />

Soublette, a la sazón presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> Venezuela, con el fin <strong>de</strong> solicitar su concurso en favor <strong>de</strong><br />

la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia dominicana. Una distinguida dama dominicana resi<strong>de</strong>nte en Caracas, la<br />

señora doña María Ruiz, se prestó a servirle <strong>de</strong> intermediaria, y gracias a ella se le franquearon<br />

rápidamente las puertas presi<strong>de</strong>nciales. Soublette lo recibió con gran cortesanía y con<br />

afabilidad exquisita. Elogió la cruzada emprendida por Duarte y le ofreció la cooperación<br />

<strong>de</strong> su gobierno en armas y en dinero. Cuando salió <strong>de</strong>l <strong>de</strong>spacho <strong>de</strong>l mandatario, el gran<br />

i<strong>de</strong>alista sintió avivada su esperanza y bendijo la mano provi<strong>de</strong>ncial que lo había conducido,<br />

al través <strong>de</strong> innúmeras vicisitu<strong>de</strong>s, a tierras venezolanas.<br />

Pasaron varios días sin recibir noticias <strong>de</strong> los dos agentes enviados <strong>de</strong>s<strong>de</strong> principios <strong>de</strong><br />

septiembre a Curazao. La incomunicación en que permanecía Duarte <strong>de</strong>l país era absoluta.<br />

Todos los mensajes que se le enviaban <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Santo Domingo, o los que Pina y Juan Isidro<br />

Pérez remitían <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Curazao, eran interceptados por los enemigos <strong>de</strong> la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia<br />

que obraban <strong>de</strong> concierto con las autorida<strong>de</strong>s haitianas. Duarte <strong>de</strong>cidió entonces enviar a su<br />

sobrino Enrique y al señor Juan José Blonda al Puerto <strong>de</strong> La Guaira en busca <strong>de</strong> noticias. El<br />

primero <strong>de</strong> octubre salieron <strong>de</strong> Caracas los dos comisionados. Pero sólo dos meses <strong>de</strong>spués,<br />

el 30 <strong>de</strong> noviembre <strong>de</strong> 1843, recibe el caudillo las primeras comunicaciones proce<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong><br />

Santo Domingo y Curazao. Por conducto <strong>de</strong>l señor Buenaventura Freites, uno <strong>de</strong> los muchos<br />

venezolanos que se adhirieron <strong>de</strong> corazón a la causa dominicana, recibió la siguiente carta<br />

<strong>de</strong> Pedro Alejandrino Pina:<br />

“Curazao, 27 <strong>de</strong> noviembre <strong>de</strong> 1843. Sr. Juan Pablo Duarte. Muy estimado amigo: Por las<br />

cartas que el amigo Freites le lleva y que yo y nuestro muy estimado Pérez tuvimos la satisfacción<br />

<strong>de</strong> abrir, validos <strong>de</strong> la confianza que mutuamente nos hemos dispensado, como también<br />

<strong>de</strong> la seguridad que teníamos <strong>de</strong> que entre ellas venían cartas para nosotros, por estas cartas,<br />

repito, verá usted lo que ha progresado el partido duartista que recibe vida y movimiento <strong>de</strong><br />

aquel patriota excelente, <strong>de</strong>l mo<strong>de</strong>rado, fiel y valeroso Sánchez, a quien creíamos en la tumba.<br />

Ramón Contreras es un nuevo cabeza <strong>de</strong> partido, también duartista. El <strong>de</strong> los afrancesados<br />

se ha <strong>de</strong>bilitado <strong>de</strong> tal modo que sólo los Alfau y los Delgado permanecen en él; los otros<br />

partidarios, unos se han entregado al nuestro y los <strong>de</strong>más están en la indiferencia. El partido<br />

reinante le espera como general en jefe para dar principio a su gran<strong>de</strong> y glorioso movimiento<br />

revolucionario que ha <strong>de</strong> dar la felicidad al pueblo dominicano. Hágase acreedor a la confianza<br />

que <strong>de</strong>positan en usted. Le esperamos por momentos; Pérez y yo conservamos intacto<br />

el dinero <strong>de</strong> nuestro pasaje, favor <strong>de</strong>l señor Castillo. De suerte es que pue<strong>de</strong> contar con dos<br />

onzas. Su familia está <strong>de</strong>sesperada con las amenazas que sufre y con la enfermedad <strong>de</strong> don<br />

Juan: si este pobre anciano no pue<strong>de</strong> recobrar la salud, démosle al menos el gusto <strong>de</strong> que vea<br />

antes <strong>de</strong> cerrar sus ojos que hemos coadyuvado <strong>de</strong> todos modos a darle la salud a la patria. El<br />

portador le instruirá <strong>de</strong> todo verbalmente. Un duartista: Pedro Alejandrino Pina”.<br />

La carta <strong>de</strong> Pina reflejaba la situación <strong>de</strong>l país al través <strong>de</strong> los informes recibidos <strong>de</strong> labios<br />

<strong>de</strong> viajeros llegados a Curazao. Las noticias traídas a su vez por Buenaventura Freites, le dieron<br />

a Duarte la sensación <strong>de</strong> que su obra no había perecido con la ausencia y <strong>de</strong> que manos<br />

fraternales velaban en la patria oprimida porque el i<strong>de</strong>al que <strong>de</strong>jó sembrado al partir no se<br />

extinguiera. El prócer supo por su informante que Sánchez, a quien creía en la tumba, trabajaba<br />

activamente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su escondite en favor <strong>de</strong> la revolución separatista, y que José Joaquín Puello<br />

y su hermano Vicente Celestino Duarte, apoyados principalmente por la juventud y con la<br />

cooperación <strong>de</strong> don Tomás Bobadilla, quien había <strong>de</strong>cidido abandonar a los nuevos amos <strong>de</strong><br />

la situación para incorporarse al núcleo <strong>de</strong> los partidarios <strong>de</strong> la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia, eran a la sazón<br />

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