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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES<br />

otras vicisitu<strong>de</strong>s, los que <strong>de</strong>bieron soportar las consecuencias <strong>de</strong> esa medida imperiosa. El<br />

resentimiento producido entre el elemento peninsular por la expulsión <strong>de</strong> los españoles<br />

<strong>de</strong>l servicio público, llegó con la nueva provi<strong>de</strong>ncia a tal grado <strong>de</strong> irritación que el señor<br />

Manuel Pers y el señor Buenjesús se pusieron a la cabeza <strong>de</strong> los comerciantes catalanes y<br />

realizaron una verda<strong>de</strong>ra guerra <strong>de</strong> propaganda contra el gobierno que acababa <strong>de</strong> <strong>de</strong>cretar<br />

la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>l país <strong>de</strong> la monarquía española. Cuando Boyer arriba a la ciudad <strong>de</strong><br />

Santo Domingo al frente <strong>de</strong> sus compañías <strong>de</strong> grana<strong>de</strong>ros, el comercio español se apresuró<br />

a dirigirle un manifiesto en que se <strong>de</strong>claraba en <strong>de</strong>sacuerdo con la República creada por<br />

Núñez <strong>de</strong> Cáceres y se adhería al nuevo or<strong>de</strong>n que iba a ser implantado por la solda<strong>de</strong>sca<br />

haitiana. Juan José Duarte, a quien se invitó a firmar ese documento ignominioso, no sólo se<br />

negó a estampar su nombre al pie <strong>de</strong>l manifiesto, sino que <strong>de</strong>saprobó públicamente aquel<br />

acto como indigno <strong>de</strong> la hidalguía española.<br />

Juan José Duarte soporta durante veintidós años los horrores <strong>de</strong> la ocupación haitiana.<br />

Durante ese tiempo se retrae <strong>de</strong> todo contacto con los invasores y trata <strong>de</strong> levantar su familia<br />

al margen <strong>de</strong> la atmósfera impura con que Borgellá y sus continuadores se empeñan<br />

en corromper la sociedad dominicana. Cuando aquel <strong>de</strong> sus hijos en quien ve mejor reproducidas<br />

las gran<strong>de</strong>s virtu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> su raza, llega a la adolescencia, se preocupa por sustraerlo<br />

<strong>de</strong>l ambiente nativo, más sucio a la sazón que un establo, y lo envía a Estados Unidos y a<br />

Europa, don<strong>de</strong> espera que las fibras <strong>de</strong> su carácter, aflojadas por la servidumbre, se endurezcan<br />

en el estudio y adquieran la templanza requerida por la situación <strong>de</strong> su país gracias al<br />

contacto con un centro <strong>de</strong> cultura avanzada. Cuando Duarte, reincorporado ya a su medio,<br />

empieza su obra revolucionaria y se expone a sí mismo y expone a su familia a la saña <strong>de</strong><br />

los invasores, el hidalgo sevillano mira con secreta simpatía y con íntimo orgullo la empresa<br />

acometida por su hijo para rescatar a su patria <strong>de</strong>l dominio extranjero.<br />

Doña Manuela, a quien cierto egoísmo <strong>de</strong> familia pudo haber conducido a emplear el<br />

ascendiente que tenía sobre su vástago para disuadirlo <strong>de</strong> una obra tan arriesgada como<br />

era la <strong>de</strong> <strong>de</strong>moler el <strong>de</strong>spotismo haitiano, no entorpeció tampoco la labor <strong>de</strong>l más amado <strong>de</strong><br />

sus hijos, here<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> la ejemplar entereza <strong>de</strong> aquella mujer <strong>de</strong> gallardía espartana. Cuando<br />

le llegó la hora <strong>de</strong> sacrificar sus bienes para que su propio hijo los convirtiera en fusiles y<br />

en cartuchos, o la hora <strong>de</strong> expatriarse para sobrellevar los sinsabores <strong>de</strong> su viu<strong>de</strong>z en tierra<br />

extraña, afrontó la adversidad con intrepi<strong>de</strong>z conmovedora. El espíritu <strong>de</strong> sacrificio con que<br />

la madre asiste, en actitud silenciosa, primero a sus trabajos revolucionarios y <strong>de</strong>spués a su<br />

larguísima expiación, es una <strong>de</strong> las causas que más po<strong>de</strong>rosamente contribuyeron a sostener<br />

el carácter <strong>de</strong> Duarte, que jamás se doblegó ni bajo el peso <strong>de</strong>l infortunio ni bajo el rigor <strong>de</strong><br />

las persecuciones. Los padres fueron sin duda dignos <strong>de</strong>l hijo, y éste fue a su vez digno <strong>de</strong><br />

la estirpe moral <strong>de</strong> sus progenitores.<br />

La lección <strong>de</strong> España<br />

La llegada <strong>de</strong> Duarte a España coinci<strong>de</strong> con un período <strong>de</strong> intensa agitación política<br />

en la península y, en general, en toda Europa. A la irrupción napoleónica, especie <strong>de</strong><br />

vendaval que levantó, sobre las ruinas <strong>de</strong>l antiguo régimen, el <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> los pueblos<br />

a reinar sobre los tronos carcomidos, seguía ahora un sacudimiento <strong>de</strong> la conciencia<br />

<strong>de</strong>mocrática que empezaba a golpear las bases <strong>de</strong> las monarquías ya en muchas partes<br />

quebrantadas.<br />

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