Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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23.04.2013 Views

COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES acaba por odiarle. Absalón debió amar a David, y le odió; Ajitofel debió respetarle, y pedía su vida; Amnón no tenía por qué insultar sus canas, y le violó a una hija. Pero hay algo más: Absalón no estuvo solo en su rebelión. Miles de hombres le siguieron y ciertos pasajes de los textos sagrados indican muy a las claras que después de la muerte de Absalón grandes partes del pueblo se quedaron alejados de David, sin ir a reconocerle como rey. David tuvo que acudir a su vieja habilidad política, a su capacidad de maniobra y su don especial de mover a los hombres, con lo que pudo ganarse de nuevo cierto grado de buena voluntad en sectores influyentes. Trató de neutralizar a Amasa, prometiéndole, a través de Abiatar y de Sadoc, la jefatura del ejército, indicación de que desde el primer momento no le perdonó a Joab la muerte de Absalón, envió recados a Judá para que los hombres importantes de su tierra natal llegaran a la Transjordania a pedirle que retornara a Jerusalén, pues no se sentía apoyado por los de Benjamín, Efraím y otros lugares. La rebelión de Absalón estaba terminada, pero no así la conmoción política que había desatado. ¿Qué había sucedido en Israel para que las cosas tomaran ese aspecto? ¿Había vuelto David a dejarse caer por aquella pendiente moral en que le detuvo Natán, y no hay, constancia de ello en los textos? ¿Descuidó el gobierno de su pueblo como descuidó al de su casa? Las victorias alcanzadas en los cuatro puntos cardinales, ¿corrompieron su ánimo al extremo de que se entregó a la sensualidad con olvido de sus deberes de gobernante? ¿Tenía razón Absalón cuando se iba a la puerta de Jerusalén a insinuar que ya el rey no hacía justicia a Israel? El hecho de que huyera de Jerusalén cuando supo que su hijo se había rebelado, ¿no es señal de que los pobladores de su ciudad no le merecían confianza? Mediante ofertas, enviando mensajes personales, moviendo intereses regionales o de otra índole, David consiguió que la gente principal de Judá reclamara su vuelta a Jerusalén. Pero mucha del norte se opuso en forma abierta o encubierta. Al fin, el disgusto empezó a concretarse en celos regionales, en sentimiento de animadversión de los hombres del norte por los del sur, y disputando acerca de la participación de unos y de otros en los preparativos para la vuelta del rey a Jerusalén, los ánimos se caldearon y dieron paso a lo que era un sentimiento de carácter político: el repudio a David. Fue ahí donde surgió el rebelde Seba, benjaminita, es decir, del norte. “No tenemos parte con David, ni heredad con el hijo de Isaí. ¡Israel, a tus tiendas! ¡Cada uno a su casa!”, ordenó Seba. Y se fueron con David todos los hombres de Israel, siguiendo a Seba, hijo de Bicri, pero los de Judá se adhirieron a su rey, desde el Jordán hasta Jerusalén” (II Sam., 20:1, 2). Así, pues, en el último momento la rebelión resucitaba, y lo que es peor, daba vida a la antigua división del pueblo en Judá e Israel, que parecía muerta. Era como si Saúl se levantara de la tumba. Igual que en los tiempos de su ungimiento de rey de Judá en Hebrón, David debía comenzar otra vez tomando fuerzas en el seno de los suyos antes de lanzarse a dominar el corazón de las doce tribus. Habiendo entrado en Jerusalén con preocupación por el estado de cosas que tenía ante sí, David llamó a Amasa, que fue el jefe de las tropas de Absalón. Había pactado con él una vez muerto Absalón; ese pacto era parte de las negociaciones llevadas a cabo para que el rey fuera llamado, de nuevo a Jerusalén. Pero Amasa seguía siendo rebelde, y David lo sabía. David pretendió tal vez comprometerle a ayudarle y le ordenó que convocara a los principales de Judá para una reunión que debía tener lugar tres días después. Amasa salió hacia Judá, mas lo que hizo fue ir a reunirse con Seba, ya francamente sublevado. Amasa no pudo lograr su propósito porque Joab le halló en el camino y le abrió el vientre con su espada. 796

Joab estaba endurecido por las guerras; había hollado con sus pies de vencedor todo el territorio de Israel; conocía las fronteras del reino porque él mismo había hecho gran parte de ellas ganando batallas para David. El Israel del reino de David era también obra suya, y quien lo pusiera en peligro debía morir. Dejó a Amasa herido mortalmente y puso uno de sus hombres a cuidarle y a avisar a los que le seguían por donde debían ir. El y su hermano Abisai iban en busca de Seba. Los soldados de Joab se detenían para ver el cuerpo ensangrentado de Amasa; el hombre que lo cuidaba decidió echarlo a un lado del camino para que no distrajera al ejército. Joab y Abisai mantuvieron la persecución de Seba, que marchaba hacia el norte y que se encerró al fin tras las murallas de Abel-Bet-Maaca. Es de suponer que a medida que Seba se internaba hacia el norte su gente iba abandonándole, pues del final que tuvo se colige que entró en Abel-Bet-Maaca o solo o muy escasamente acompañado. La noticia de la muerte de Amasa había sin duda corrido por todo Israel, y muy poco tenían que esperar los seguidores de Seba de hombre tan duro como Joab, cuya espada no se detenía ni ante los de su propia sangre. Joab puso sitio a Abel-Bet-Maaca y se preparó a demoler las murallas. Una mujer de la ciudad habló con él para preguntarle qué quería, y como él le respondiera que a Seba, ella fue a hablar con el pueblo y le convenció de que para salvar la ciudad debían entregar al fugitivo. Por encima de los muros, poco después, le lanzaron a Joab la cabeza del rebelde. Israel había sido pacificado, pero a un costo demasiado alto para el alma de David. Miles de hombres huían por los bosques, miles habían caído al filo de la espada. El cuerpo de Absalón, el hijo bien amado, yacía en un hoyo cubierto de piedras; Amasa quedó en la orilla de un camino, con las entrañas al aire. Israel fue herido con la misma arma que había herido a David. El dolor haría envejecer rápidamente al rey. Y en sus últimos días veía las nubes de la discordia cubriendo esa estrella suya que había resplandecido durante años. Capítulo XX JUAN BOSCH | DAVID, BIOGRAFÍA DE UN REY Los últimos años de David ben Isaí deben haber sido amargos. Esta es sólo una conjetura porque a partir de la muerte de Absalón no tendremos datos regulares sobre su vida hasta llegar al momento en que se ve forzado a designar un heredero. El hecho de que estando vivo la intriga florezca y se multiplique bajo su propio techo al extremo de que para hacerle frente se vea obligado a anticipar el traspaso del trono abdicando en favor de su hijo Salomón, sugiere que el rey fue tornándose cada vez más incapaz de dominar las fuerzas que se le oponían y los de su círculo íntimo se volvían cada vez más impacientes por asegurar sus posiciones. ¿Fue esa progresiva debilidad resultado inmediato de la muerte de Absalón? Parece que sí. Los últimos consejos de David a su heredero Salomón están relacionados con el episodio en que perdió la vida el hermoso hijo de Maaca, y esto indica que el viejo caudillo vivió parte de sus postreros años abismado en el recuerdo de Absalón, en el de su rebeldía y su muerte. Su conciencia trabajaba por él, y no debe ser arriesgado creer que esa conciencia lo acusaba mucho, puesto que la necesidad de liquidar a algunos de los que tuvieron relación con el trágico final de Absalón o con el episodio de su rebelión no era en el fondo más que la necesidad de borrar él mismo de su alma las culpas que se atribuía. Es muy difícil tratar de seguir el hilo de la vida de un poeta a través de sus versos, porque el poeta es un ser misterioso que a menudo se adelanta a los acontecimientos y otras 797

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acaba por odiarle. Absalón <strong>de</strong>bió amar a David, y le odió; Ajitofel <strong>de</strong>bió respetarle, y pedía<br />

su vida; Amnón no tenía por qué insultar sus canas, y le violó a una hija.<br />

Pero hay algo más: Absalón no estuvo solo en su rebelión. Miles <strong>de</strong> hombres le siguieron<br />

y ciertos pasajes <strong>de</strong> los textos sagrados indican muy a las claras que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong><br />

Absalón gran<strong>de</strong>s partes <strong>de</strong>l pueblo se quedaron alejados <strong>de</strong> David, sin ir a reconocerle como<br />

rey. David tuvo que acudir a su vieja habilidad política, a su capacidad <strong>de</strong> maniobra y su don<br />

especial <strong>de</strong> mover a los hombres, con lo que pudo ganarse <strong>de</strong> nuevo cierto grado <strong>de</strong> buena<br />

voluntad en sectores influyentes. Trató <strong>de</strong> neutralizar a Amasa, prometiéndole, a través <strong>de</strong><br />

Abiatar y <strong>de</strong> Sadoc, la jefatura <strong>de</strong>l ejército, indicación <strong>de</strong> que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el primer momento no le<br />

perdonó a Joab la muerte <strong>de</strong> Absalón, envió recados a Judá para que los hombres importantes<br />

<strong>de</strong> su tierra natal llegaran a la Transjordania a pedirle que retornara a Jerusalén, pues no se<br />

sentía apoyado por los <strong>de</strong> Benjamín, Efraím y otros lugares. La rebelión <strong>de</strong> Absalón estaba<br />

terminada, pero no así la conmoción política que había <strong>de</strong>satado.<br />

¿Qué había sucedido en Israel para que las cosas tomaran ese aspecto? ¿Había vuelto<br />

David a <strong>de</strong>jarse caer por aquella pendiente moral en que le <strong>de</strong>tuvo Natán, y no hay, constancia<br />

<strong>de</strong> ello en los textos? ¿Descuidó el gobierno <strong>de</strong> su pueblo como <strong>de</strong>scuidó al <strong>de</strong> su casa? Las<br />

victorias alcanzadas en los cuatro puntos cardinales, ¿corrompieron su ánimo al extremo<br />

<strong>de</strong> que se entregó a la sensualidad con olvido <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>beres <strong>de</strong> gobernante? ¿Tenía razón<br />

Absalón cuando se iba a la puerta <strong>de</strong> Jerusalén a insinuar que ya el rey no hacía justicia a<br />

Israel? El hecho <strong>de</strong> que huyera <strong>de</strong> Jerusalén cuando supo que su hijo se había rebelado, ¿no<br />

es señal <strong>de</strong> que los pobladores <strong>de</strong> su ciudad no le merecían confianza?<br />

Mediante ofertas, enviando mensajes personales, moviendo intereses regionales o <strong>de</strong><br />

otra índole, David consiguió que la gente principal <strong>de</strong> Judá reclamara su vuelta a Jerusalén.<br />

Pero mucha <strong>de</strong>l norte se opuso en forma abierta o encubierta. Al fin, el disgusto empezó a<br />

concretarse en celos regionales, en sentimiento <strong>de</strong> animadversión <strong>de</strong> los hombres <strong>de</strong>l norte<br />

por los <strong>de</strong>l sur, y disputando acerca <strong>de</strong> la participación <strong>de</strong> unos y <strong>de</strong> otros en los preparativos<br />

para la vuelta <strong>de</strong>l rey a Jerusalén, los ánimos se cal<strong>de</strong>aron y dieron paso a lo que era un<br />

sentimiento <strong>de</strong> carácter político: el repudio a David. Fue ahí don<strong>de</strong> surgió el rebel<strong>de</strong> Seba,<br />

benjaminita, es <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong>l norte. “No tenemos parte con David, ni heredad con el hijo <strong>de</strong> Isaí.<br />

¡Israel, a tus tiendas! ¡Cada uno a su casa!”, or<strong>de</strong>nó Seba. Y se fueron con David todos los<br />

hombres <strong>de</strong> Israel, siguiendo a Seba, hijo <strong>de</strong> Bicri, pero los <strong>de</strong> Judá se adhirieron a su rey,<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el Jordán hasta Jerusalén” (II Sam., 20:1, 2).<br />

Así, pues, en el último momento la rebelión resucitaba, y lo que es peor, daba vida a<br />

la antigua división <strong>de</strong>l pueblo en Judá e Israel, que parecía muerta. Era como si Saúl se levantara<br />

<strong>de</strong> la tumba. Igual que en los tiempos <strong>de</strong> su ungimiento <strong>de</strong> rey <strong>de</strong> Judá en Hebrón,<br />

David <strong>de</strong>bía comenzar otra vez tomando fuerzas en el seno <strong>de</strong> los suyos antes <strong>de</strong> lanzarse<br />

a dominar el corazón <strong>de</strong> las doce tribus.<br />

Habiendo entrado en Jerusalén con preocupación por el estado <strong>de</strong> cosas que tenía ante sí,<br />

David llamó a Amasa, que fue el jefe <strong>de</strong> las tropas <strong>de</strong> Absalón. Había pactado con él una vez<br />

muerto Absalón; ese pacto era parte <strong>de</strong> las negociaciones llevadas a cabo para que el rey fuera<br />

llamado, <strong>de</strong> nuevo a Jerusalén. Pero Amasa seguía siendo rebel<strong>de</strong>, y David lo sabía. David<br />

pretendió tal vez comprometerle a ayudarle y le or<strong>de</strong>nó que convocara a los principales <strong>de</strong><br />

Judá para una reunión que <strong>de</strong>bía tener lugar tres días <strong>de</strong>spués. Amasa salió hacia Judá, mas<br />

lo que hizo fue ir a reunirse con Seba, ya francamente sublevado. Amasa no pudo lograr su<br />

propósito porque Joab le halló en el camino y le abrió el vientre con su espada.<br />

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