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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES<br />

De manera que, como ha ocurrido en la humanidad siempre, hubo <strong>de</strong> todo en esos días;<br />

el rey que había encabezado cien batallas huía llorando, espantado por la conducta <strong>de</strong> su<br />

hijo; los amigos que dieron prueba <strong>de</strong> su lealtad; el que injurió al fugitivo y <strong>de</strong>spués pedía<br />

su perdón; el que le obsequió porque le vió necesitado; el que aconsejó que le humillaran y<br />

<strong>de</strong>spués tuvo el valor <strong>de</strong> quitarse la vida.<br />

La raza <strong>de</strong> Adán no cambia fácilmente. Por fortuna, cada vez son más los mejores; pero<br />

uno a uno, ayer, hoy y mañana, el hombre es un prisionero <strong>de</strong> lo que lleva por <strong>de</strong>ntro.<br />

Capítulo XIX<br />

Aunque herido como padre y amenazado como rey, y aunque el conocedor <strong>de</strong>l corazón<br />

humano que es él sepa que si no huye ante Absalón no salvará la vida ni la honra, David ben<br />

Isaí es siempre el político y el guerrero, el jefe nato que aún en medio <strong>de</strong> la mayor confusión<br />

sabe qué <strong>de</strong>be hacer, cómo y cuándo hacerlo. Así, no importa que marche con sus servidores<br />

guardias y amigos llorando por el camino <strong>de</strong> Jericó, que vaya clamando a Yavé porque ha <strong>de</strong>satado<br />

su cólera sobre él. En ese momento, como en muchos otros angustiosos <strong>de</strong> su vida, David<br />

ben Isaí estudia la situación; calcula cuáles son sus fuerzas, sus ventajas y sus posibilida<strong>de</strong>s;<br />

estudia al adversario, penetra sus flaquezas y pue<strong>de</strong> adivinar sus próximos movimientos.<br />

Por <strong>de</strong> pronto, or<strong>de</strong>na a Abiatar y a Sadoc que vuelvan con el Arca a Jerusalén; que se<br />

vayan con sus hijos y con todos los levitas. Pero como dice: “Yo esperaré en las llanuras <strong>de</strong>l<br />

<strong>de</strong>sierto hasta que me llegue <strong>de</strong> vosotros algún aviso” (II Sam., 15:28), se <strong>de</strong>scubre que no les<br />

or<strong>de</strong>nó que retornaran a la ciudad sólo por el placer <strong>de</strong> verlos irse. Abiatar y Sadoc llevaban<br />

una misión <strong>de</strong> David. Siendo como eran sacedortes, difícilmente les daría muerte Absalón.<br />

Y es el caso que por su misma función sagrada podían conspirar en favor <strong>de</strong> David.<br />

Poco <strong>de</strong>spués va a aclararse el papel <strong>de</strong> los sacerdotes. Un amigo <strong>de</strong> David, Cusai,<br />

llegó a verle y a ofrecérsele. Llevaba las vestiduras rasgadas y la cabeza llena <strong>de</strong> polvo en<br />

señal <strong>de</strong> su <strong>de</strong>solación. David le envía también a Jerusalén con instrucciones bien precisas:<br />

<strong>de</strong>berá presentarse a Absalón, mostrarse su partidario, convencerle <strong>de</strong> que le será leal, y ya<br />

en la intimidad <strong>de</strong>l rebel<strong>de</strong>, contrarrestar las opiniones <strong>de</strong> Ajitofel con consejos que puedan<br />

favorecer los planes <strong>de</strong> David. A<strong>de</strong>más, le explica David, “tendrás contigo a los sacerdotes<br />

Sadoc y Abiatar, y podrás comunicarles cuanto sepas <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong>l rey. Y como tendrán<br />

consigo a sus dos hijos, Ajimas, hijo <strong>de</strong> Sadoc, y Jonatán, hijo <strong>de</strong> Abiatar, por ellos podréis<br />

informarme <strong>de</strong> lo que sepáis” (II Sam., 15:32 al 37).<br />

El viejo caudillo no pier<strong>de</strong> tiempo; monta bajo las barbas <strong>de</strong> sus perseguidores una<br />

organización <strong>de</strong> espionaje y <strong>de</strong> confusión. Él seguirá alejándose <strong>de</strong> Jerusalén, pero irá<br />

sabiendo cada día qué han <strong>de</strong> hacer sus adversarios, qué van a planear y cómo ejecutarán<br />

esos planes. Cusaí, que se volvió en el acto a Jerusalén, entró en la ciudad a tiempo, tal<br />

como lo quiso David. Absalón estaba llegando a la capital en ese momento, ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong><br />

hombres, con Ajitofel a la cabeza <strong>de</strong> todos ellos. Cusaí salió a recibir al rebel<strong>de</strong> dando<br />

vivas al nuevo rey, lo que asombró a Absalón y le llevó a preguntar por qué no se había<br />

ido con David. Cusaí respondió, según le pidió David: “No, soy <strong>de</strong> aquél a quién Yavé<br />

y todo su pueblo, todos los hombres <strong>de</strong> Israel, han elegido, y con ése quiero estar. Por lo<br />

<strong>de</strong>más, ¿a quién voy a servir? ¿no es a un hijo suyo? Como serví a tu padre así te serviré<br />

a ti” (II Sam., 16:15 al 19). Y en esa forma entraron en el séquito <strong>de</strong> Absalón, los ojos, los<br />

oídos y la lengua <strong>de</strong> David.<br />

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