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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES<br />

y que se acercaban fal<strong>de</strong>ando la colina por el camino <strong>de</strong> Jerusalén. Con el alma temblando<br />

<strong>de</strong> espanto, los hijos y el padre lloraron abrazados.<br />

Absalón huyó a la tierra <strong>de</strong> sus abuelos maternos. “Estuvo allí Absalón, <strong>de</strong>spués que<br />

huyó a Guesur, tres años; y el rey David se consumía por ver a Absalón, pues <strong>de</strong> Amnón, el<br />

muerto, ya se había consolado” (II Sam., 13:38 y 39).<br />

Capítulo XVIII<br />

En el retorno <strong>de</strong> Absalón tuvo Joab parte importante. No pue<strong>de</strong> pensarse que ya estuvieran<br />

en marcha las intrigas para la sucesión real y que Joab procuraba tener a Absalón<br />

como una pieza a la mano para el juego político; pues pasarán todavía largos años antes <strong>de</strong><br />

que David <strong>de</strong>cida resignar su cargo en uno <strong>de</strong> sus hijos.<br />

En el texto bíblico se dice que Joab quiso complacer al rey porque “el corazón <strong>de</strong>l rey<br />

estaba por Absalón”. Su sobrino, pues, buscó la manera <strong>de</strong> hallarle una salida a David para<br />

que éste satisficiera su <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> ver a Absalón y apareciera, sin embargo, como un servidor<br />

<strong>de</strong> la voluntad popular. La salida era que el pueblo pidiera el retorno <strong>de</strong> Absalón.<br />

El pueblo estaba a menudo representado en Israel por una sola persona: bastaba que esa<br />

persona reclamara algo en justicia y que su petición fuera justa. Un acto <strong>de</strong> justicia agradaba<br />

a los ojos <strong>de</strong> Yavé; y no podía haber ley ni intereses superiores a lo justo. No había nadie<br />

humil<strong>de</strong> a la hora <strong>de</strong> pedir justicia. El rey era quien la impartía, pero en el momento <strong>de</strong><br />

reclamarla, un hombre <strong>de</strong> la calle o <strong>de</strong> las eras valía tanto como el rey.<br />

En el caso <strong>de</strong>l retorno <strong>de</strong> Absalón fue una mujer, enviada por Joab, quien pidió justicia a<br />

David. Contó ella que tuvo dos hijos, que riñeron estando solos en el campo y que el uno dio<br />

muerte al otro, autoridad <strong>de</strong> predilecto <strong>de</strong> David. David iba envejeciendo, no tanto por los<br />

años vividos cuanto por las enfermeda<strong>de</strong>s, las preocupaciones y los sufrimientos, que en él,<br />

a juzgar por sus salmos, eran <strong>de</strong> gran intensidad. Cinco años atrás había sufrido la muerte <strong>de</strong><br />

Amnón y la noticia <strong>de</strong> que todos sus hijos habían sido asesinados por Absalón. Si en la vida <strong>de</strong><br />

David hay una línea persistente, es la <strong>de</strong> padre apasionado; <strong>de</strong> manera que aquella noticia, el<br />

asesinato <strong>de</strong>l primogénito, la ausencia <strong>de</strong> Absalón, su presencia en Israel durante dos años sin<br />

verle; todo eso <strong>de</strong>be haber causado estragos en el corazón <strong>de</strong>l rey. Debía ir transcurriendo por<br />

entonces el 980 A. <strong>de</strong> C. y David <strong>de</strong>bía estar, por tanto, en su sesenta años. Cuatro <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l<br />

día en que recibió a Absalón, esto es, cuando ya veía en lontananza el día <strong>de</strong> ir a reunirse con sus<br />

antepasados, iba a recibir en el alma, <strong>de</strong> manos <strong>de</strong> ese mismo hijo a quien besaba, una herida<br />

que acabaría con él, algo semejante a la entrada <strong>de</strong> un hierro can<strong>de</strong>nte en las entrañas.<br />

Pues Absalón comenzó a conspirar para <strong>de</strong>rrocarle. Al principio se iba a la puerta <strong>de</strong> Jerusalén,<br />

montado en carro y ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> partidarios a caballo –que al parecer comenzaban a usarse<br />

entonces–, para hablar con los que llegaban a la ciudad en <strong>de</strong>manda <strong>de</strong> justicia; les preguntaba<br />

<strong>de</strong> dón<strong>de</strong> eran y qué pleitos llevaban al rey, y se lamentaba <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> que no se les haría justicia<br />

porque nadie les oiría. “¡Quién me pusiera a mí por juez <strong>de</strong> la tierra, para que viniesen a mí<br />

cuantos tienen algún pleito o algún negocio, y yo les haría justicia!”, <strong>de</strong>cía. “Y cuando alguno<br />

quería postrarse ante él, él le tendía la mano, le cogía y le besaba” (II Sam., 15:4. 5).<br />

Durante cuatro años conspiró Absalón, pero no sólo tratando <strong>de</strong> ganarse la buena voluntad<br />

<strong>de</strong> las gentes <strong>de</strong>l pueblo, sino también intrigando en el círculo íntimo <strong>de</strong> su padre. No hay<br />

datos que nos permitan saber si David sospechaba <strong>de</strong> las activida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> su hijo. Es inaceptable<br />

la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que no estuviera bien informado, pero es aceptable la <strong>de</strong> que no les diera oídos a<br />

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